Continúo el relato del viaje por Australia y Nueva Zelanda, realizado del 23 de septiembre al 24 de octubre de 2018, que dejaba el pasado 12 de mayo en Rotorua, en la isla Norte de Nueva Zelanda. El día 21 de viaje tomábamos el vuelo de Air New Zealand Link, Rotorua-Christchurch, «saltando» en menos de dos horas a la isla Sur a bordo de un pequeño ATR 72. En esta isla pasamos 6 noches, siendo la primera en el Hotel Ibis Christchurch ***, situado en la céntrica Hereford Street. Desde el aire empezábamos a percibir lo que nos esperaba, pues pasamos de las suaves y verdes colinas de la isla Norte, a las cumbres nevadas de las montañas de la isla Sur. Esto promete.
De Christchurch ya escribí el 18 de marzo de 2019 (https://blogs.deia.eus/de-leioa-al-mundo/2019/03/18/christchurch-nz-homenaje-a-un-pueblo/), así que no me voy a extender, recordando eso si el terrible terremoto del 22 de febrero de 2011, que causó 181 muertos y destruyó buena parte de la ciudad, siendo todavía palpable en las ruinas de la Catedral, aunque en poco menos de un año construyeron una nueva, resistente a los terremotos, según un proyecto del arquitecto japonés Shigeru Ban. Christchurch es una ciudad con mucho ambiente (cenamos en una especie de pub), que se puede recorrer en un tranvía moderno pero de aspecto antiguo, que tiene 17 paradas y conecta la plaza de la Catedral, el Centro de Arte, los Jardines Botánicos y Victoria Square. El billete vale para todo el día y se puede subir y bajar las veces que se quiera. Nosotros la recorrimos a pie y ante todo me quedo con el Jardín Botánico, el mejor de los que vimos durante el viaje.
Día 22 de viaje. Tocó madrugar pues a las 07:45 h tuvimos que estar en la estación de tren, media hora antes de la salida de uno del los atractivos turísticos de esta isla, el Tren TranzAlpine, que enlaza Christchurch y Greymouth, en un viaje de costa a costa de casi 5 horas de duración y 220 km de recorrido, atravesando 19 túneles y 5 viaductos y pasando por el Arthur’s Pass (737 m), donde el tren se detiene un rato. Después de haber hecho el viaje no lo recomiendo, pues el precio es de más de 130 € por persona (más de 520 € los cuatro), cuando el coche para tres días nos costó bastante menos de la mitad. Además la carretera discurre casi paralela a la vía y puedes parar cuando y donde quieras, disfrutando de la vista de hermosos paisajes y grupos de ganado.
Greymouth Railway Station, fin del trayecto del tren. Aprovechamos para comer y en la misma estación nos acercamos al mostrador de Thrifty para coger el Toyota Highlander, un enorme vehículo de 7 plazas que hemos alquilado para tres días, por el que pagamos 230 €. Es el quinto coche que alquilamos en este viaje y por primera vez tenemos que firmar que estamos capacitados para conducir por la izquierda y llevar un vehículo tan grande. Un vecino nos dice que estamos teniendo mucha suerte con el tiempo, pues aquí llueve casi todos los días. Por delante tenemos 173 km hasta Franz Josef, una población rodeada de montañas nevadas que parece sacada del Oeste norteamericano. Nos alojamos en el Rainforest Retreat ****, 112 € la habitación doble estándar, pero los responsables del hotel, chilenos, se «enrollan» con nosotros y nos dan sendas suites al mismo precio. Qué pena nos da que aquí sólo pasamos una noche.
15 de octubre, día 23 de viaje. Hoy tenemos una jornada muy intensa, con casi 300 km de viaje hasta Wanaka y muchas cosas que hacer. Comenzamos en el Franz Josef Glacier, Ka Roimata o Hinehukatere en maorí, un glaciar de 12 km de largo ubicado en Parque Nacional Westland, en la costa oeste de la Isla Sur de Nueva Zelanda El área que rodea el glaciar es parte de Te Wahipounamu, catalogado como Patrimonio de la Humanidad. Después de haber retrocedido varios kilómetros entre los años 1940 y 1980, el glaciar entró en una fase de avance en 1984, avanzando en ocasiones a un ritmo espectacular. Lo siguió haciendo hasta 2008, pero desde entonces ha entrado en una fase de rápido retroceso. Un cómodo camino nos permite acercarnos al glaciar, en tan solo media hora de marcha por el Franz Josef Glacier Walk, disfrutando de la vista de varias cascadas.
Y de un glaciar a otro, pues ahora le toca el turno al Fox Glacier, como el anterior ubicado en los arbolados Alpes del Sur, que desciende a los largo de 13 km desde los 2600 metros de altitud, hasta los 300, lo que nos permite acercarnos a él caminando tan solo 2 km por un camino paralelo a la morrena, teniendo que cruzar algunos pequeños cursos de agua, a la vez que disfrutamos contemplando hermosas cascadas. Por el camino vamos viendo paneles de hasta dónde llegaba el glaciar en años pasados, antes de su retroceso. Junto al aparcamiento vemos una pequeña laguna con hermosos reflejos. Seguimos de suerte, pues el tiempo sigue espectacular.
Todavía no han concluido los paseos. Muy cerca del Fox Glacier tenemos el Lake Matheson, que se formó hace unos 14.000 años cuando el cercano glaciar se retiró. Se ha echado la hora de comer, así que aprovechamos para picar algo en el Matheson Cafe, situado en el aparcamiento del que parte el sendero que da la vuelta al lago, así que tras la comida caminaremos durante hora y media, comenzando cruzando el río Clearwater por un puente colgante. El sendero discurre por el interior de un antiguo bosque nativo, una preciosidad, pero no podemos tomar la típica imagen del monte Cook reflejado en el agua, pues las montañas las ocultan las nubes.
La tarde avanza y todavía nos quedan 266 km, casi todos los de la jornada, para llegar a nuestro hotel en Wanaka, que realizamos por la carretera Estatal 6, inaugurada a finales de 1965. Cuando llevamos recorridos un centenar de kilómetros, nos detenemos en un punto costero que llama nuestra atención, pues tiene una placa que recuerda la construcción de la carretera. Es Knigths Point, que lleva el nombre del perro Knight de Norman McGeorge. La carretera deja la costa y se dirige hacia el interior, contemplando desde el coche montañas nevadas y alguna cascada. No nos detenemos hasta llegar a The Neck, un lugar lleno de encanto en el que casi se juntan los lagos Hawea y Wanaka. Dicen que es una de las carreteras más hermosas de Nueva Zelanda. Al fin llegamos a Wanaka con el tiempo justo para cenar. Menos mal que aquí pasaremos dos noches. El viaje continúa.