Nos trasladamos al Caribe (¡quién pudiera ahora!), en este caso a la isla de Grenada, en la que estuve el 1 de febrero de 2018 en el transcurso de un crucero por el Caribe, que alargué con una semana de estancia en la francesa isla de Martinica. Grenada forma parte de las Antillas Menores y es el segundo estado independiente más pequeño del hemisferio occidental, tras San Cristóbal y Nieves. Grenada consiguió la independencia de Gran Bretaña en 1974, aunque sigue perteneciendo a la Commonwealth, pero para nosotros se hizo conocido en 1983, cuando fue invadida por las fuerzas militares de Estados Unidos y de otras seis naciones caribeñas. En septiembre de 2004 la isla sufrió el paso del huracán Iván, de categoría 5, que dañó o destruyó el 90 % de las viviendas. Tiene una extensión de 344 km² y una población de unos 110.000 habitantes. El idioma oficial es el inglés y la moneda el Eastern Caribbean dollar.
Vemos amanecer desde el barco, con la luna todavía en el cielo, mientras navegamos desde Trinidad y Tobago. Pronto empezamos a ver al fondo nuestro destino, Saint George, la capital de Grenada. Acompañado por el práctico, El MSC Fantasía atraca poco antes de las 9 de la mañana en la Melville Street Cruise Terminal, un moderno complejo inaugurado en el año 2005, que cuenta con un solo muelle de amarre y está situada en pleno centro de la ciudad.
Como la terminal de cruceros está en el centro, junto a la principal calle de Saint George, podemos recorrer la ciudad a pie, contemplando las casas criollas del siglo XIX y la Catedral de la Inmaculada Concepción. Lo primero que hacemos es acercarnos a la zona de mercado ubicada en la misma calle, muy sencilla por cierto, pues se limita a unos puestos callejeros en los que se vende frutas y hortalizas. Por cierto, las vendedoras son reacias a las fotos.
Al final de la calle tenemos el puerto pesquero, con sus coloristas embarcaciones, en la que vemos la actividad de algunos pescadores. Los mercados y los puertos pesqueros son mi pasión, pues creo que es donde mejor se conservan las tradiciones de los pueblos, así que siempre que puedo me acerco a ellos. Al lado se encuentra el Fish Market, el mercado de pescado, en el que vendedoras y vendedores posan alegremente para las fotos.
Salvo por el puerto pesquero y el Fish Market, no nos ha dicho mucho el centro de Saint George, así que decidimos caminar 1,5 km hasta una zona que promete más, The Carenage, la hermosa bahía capitalina a la que accedemos por el famoso y estrecho Sendall Tunnel, de 105 metros de longitud, considerado histórico, pues fue una gran obra de ingeniería cuando se construyó a principios del siglo XVIII. Nos ha gustado The Carenage donde vimos pescadores, yates, barcos de excursiones, la escultura Christ of the Deep (Cristo de las Profundidades) y, curiosamente, el Viceconsulado Honorario de España. Tomamos un vino y regresamos al barco a comer, caminando ahora por empinadas calles.
Para después de comer nos hemos apuntado a una excursión del barco, en francés pues en el crucero no viajan españoles, de tres horas y media de duración. Una de las cosas que me atraía era viajar en un autobús criollo, originalmente británico, que fue el primer gran medio de transporte en la isla en los años cincuenta del siglo pasado. Destaca en él sus colores vivos y los bancos de madera acolchados. Una vez a bordo circulamos por un laberinto de empinadas calles que recuerdan un poco a San Francisco, pero al estilo criollo. Nuestro primer destino es el Fort George, construido en 1705, desde donde tenemos una hermosa vista de The Carenage y de la terminal de cruceros.
En el autobús criollo seguimos trepando por las colinas que rodean Saint George, pues nuestro siguiente destino se encuentra en lo alto de Richmond Hill. Se trata de Fort Frederick, el castillo mejor conservado, que se terminó de construir en 1791. Antes de acceder a él somos recibidos por un pequeño grupo musical que trata de ganar unas monedas. Desde lo alto tenemos unas impresionantes vistas de buena parte de la isla y del mar Caribe. El descenso lo efectuamos pasando por zonas ajardinadas, con árboles frutales y lujosas viviendas.
Al dejar atrás Fort Frederick nos dirigiremos al sur de la isla, subiendo y bajando colinas mientras el autobús criollo sigue la carretera tropical y baja hacia la campiña granadina. Pronto llegamos a una playa rodeada por árboles de uva de mar y cocoteros, donde somos obsequiados con un ponche de ron. Se trata de la playa de Grand Anse, la más famosa de la isla, situada a tan sólo 3 km de la capital. Dicen que está considerada como una de las 10 playas más bonitas del mundo. Pasamos una hora en ella y regresamos al barco. Tras estar más de 3 horas hablando en francés, al despedirnos, el guía nos dice en perfecto castellano: ¿Habláis español? Yo también. La influencia de la cercana Venezuela es grande en la isla.
Nos ha gustado Grenada. Puede ser un destino al que volvamos a pasar una semana, como ya hemos hecho en Guadalupe y Martinica. Nuestro barco zarpó a las 18:00 con destino a Basseterre (St Kitts & Nevis), población en la que ya estuvimos dos años antes. Desde el MSC Fantasía contemplamos por última vez una panorámica de las colinas de Grenada, que a los conquistadores españoles les recordaban las de la ciudad andaluza de Granada, motivo por el que eligieron su nombre. Enseguida asistimos al espectáculo de la puesta de sol en el Caribe, de las que hemos visto ya unas cuantas.
El viaje continúa, pero de nuestro siguiente destino hablaré en otra ocasión.