Escapada soriana

Como en Leioa estamos pasando el verano debajo de una nube y teníamos ganas de ver las Perseidas, que se mostraban en su máximo esplendor la noche del 12 al 13 de agosto, decidimos realizar una breve escapada de tan sólo 3 días a la provincia de Soria, cuya capital tenemos a 241 km de casa. La primera foto que ilustra este párrafo es del área de servicio de Altube, que desde que lo regenta La Pausa ha perdido la gracia que tenía antes, además de ser muy caro. Ya no venden prensa, la comida es en plan autoservicio y si quieres tomar un vino, tienes que comprar una pequeña botella. Es por ello que en esta ocasión, tanto a la ida como a la vuelta, hicimos un alto en el camino en la localidad de Panzares, situada a orillas del río Iregua con vistas a los Mallos de Cameros, al borde de la carretera que une Logroño con Soria por el puerto y túnel de Piqueras. A la ida en el Mesón de los Ángeles y a la vuelta en la Venta de Panzares, del que no olvidaré fácilmente la tarta de queso casera.

Para esta corta escapada hemos elegido para pernoctar las dos noches el Parador Antonio Machado, edificio moderno y un tanto impersonal, en el que agradecí especialmente, debido al intenso calor, su aire acondicionado y la comida en su restaurante, donde compartimos un exquisita ensalada con espárragos en tempura, a la que siguieron sendos platos de paleta de cordero y solomillo de ternera de Ávila. Además el alojamiento nos salió gratis gracias a los puntos obtenidos con las estancias anteriores. El Parador está ubicado a 1 km de la plaza Mayor, en el parque del Castillo, desde donde bajamos caminando hasta el centro a las 6 de la tarde, con 35 grados de temperatura, pasando por el mirador del Sagrado Corazón.

Un calor al que no estamos acostumbrados, condicionó bastante esta escapada. Como en la ciudad de Soria hemos estado unas cuantas veces, la última hace 5 años, decidimos dedicarle tan solo un par de horas, centrándonos principalmente en sus iglesias, así que comenzamos por la Concatedral de San Pedro, en cuyo interior se estaba muy fresco. Destaca en ella su plateresca portada sur, presidida por la imagen de San Pedro con las llaves en la mano. Una vez en su interior, lo más importante es el retablo mayor (siglo XVI) y, sobre todo, el claustro románico del siglo XII (entrada: 2 euros), declarado Monumento Nacional.

Pasamos junto al Palacio de los Condes de Gómara el edificio más representativo de la arquitectura civil renacentista de la ciudad y la iglesia del Carmen, accediendo al interior de la iglesia de Santo Domingo, cuyos orígenes se remontan al siglo XII, destacando su portada, considerada una de las mejores del románico español. Permanecemos un momento en su interior escuchando cantar a las monjas. A un paso tenemos el Instituto Antonio Machado, cuya construcción comenzó en 1575. En un lateral vemos dos esculturas del poeta.

Soria cuenta con numerosos edificios históricos, pero en este apresurado recorrido nos acercamos a la plaza de San Esteban, a la que se asoma la antigua sede del Banco de España, de donde nos dirigimos a otra coqueta iglesia, la de San Juan de Rabanera. Junto a ella hay otras notables edificaciones, como las de la Diputación, el Palacio del Marqués de Alcántara y la Casona de los Salvadores. Concluimos nuestro recorrido en una terraza de la plaza Mayor, presidida por la Fuente de los Leones, a la que se asoman el Ayuntamiento y el Palacio de la Audiencia, además de tres esculturas dedicadas a Gerardo Diego, Leonor Izquierdo y el Fuero de Soria. De regreso al Parador nos detenemos ante la iglesia de Ntra Sra del Espino.

13 de agosto. Toca madrugar, ya que nos hemos apuntado al primer turno de desayuno (8 h), pues luego tenemos 55 km hasta el aparcamiento de la Laguna Negra de Urbión, ubicada en el Parque Natural del mismo nombre, un lugar en el que he estado en varias ocasiones. Tenemos que dejar el coche en un gran aparcamiento (4 €) para luego coger el primer autobús que nos acerque al aparcamiento superior (poco más de 1,5 km). El precio es de 1,20 € ida y vuelta, saliendo los autobuses cada media hora, de 10:00 a 14:30 y de 16:00 a 19:00 h. El lugar está lleno de encanto, pero hace bastante calor, pese a estar a unos 1800 metros de altitud.

Me sorprende ver el calzado que llevan algunas personas, cuando toca subir por una zona muy incómoda y pendiente, llena de rocas, hasta alcanzar la parte superior de la Laguna Negra. De hecho hemos empleado casi media hora en cubrir 400 metros. El caminar se vuelve más cómodo y la subida muy suave durante la siguiente hora de marcha, hasta alcanzar la Laguna Larga (2011 m). Teníamos que estar llegando a la cumbre pero, entre el calor, que mi pierna no da para muchos trotes y que veo la cima abarrotada de personas, decidimos dar la vuelta cuando nos quedaba 1 km para llegar a la Muela de Urbión (2228 m), en la que ya he estado en tres ocasiones anteriores.

14 de agosto. Aprovechando un poco el fresco matutino y dado que hasta las 12 del mediodía no hay que dejar la habitación, decidimos dar un corto paseo caminando a orillas del río Duero por la Senda de los Pescadores, recorrido que ya hicimos hace unos años siguiendo el GR 14 por un hermoso parque en el que podemos contemplar varias esculturas, como la dedicada al Duero o las que llevan como título “Poetas de Soria” o “Pájaro y yo”.

Cruzamos el Duero por un puente peatonal situado bajo la ermita de San Saturio, desde donde iniciamos el regreso, ya que no disponemos de tiempo para acceder al templo, así que las fotos que adjunto corresponden a una visita anterior. Parte de esta gran ermita está construida sobre varias cuevas en las que en el siglo VI vivió el patrón de Soria. La capilla es de planta octogonal y está profusamente decorada con frescos del pintor soriano Juan Zapata Ferrer. El altar barroco cobija un busto relicario de San Saturio con sus restos.

Teníamos prisa en la Senda de los Pescadores porque antes de abandonar el Parador quería ir a otro lugar que me encanta, el claustro de San Juan de Duero, que lo tenemos muy cerca, pues basta con cruzar el puente medieval sobre el río Duero. En este lugar se asentó la Orden de los Hospitalarios de San Juan de Duero, conservándose un monumental claustro del siglo XIII, que cuenta con interesantes arcos y capiteles. Junto a él se levanta un sencillo templo románico, en el que destacan sus elegantes templetes con capiteles historiados. Por cierto, los fines de semana la entrada es gratuita.

Como lo tenemos a mano camino de casa, a tan sólo 15 km nos detenemos en un lugar que hace muchísimos años que no visito. Se trata del yacimiento arqueológico de Soria, símbolo de la lucha de un pueblo por su libertad, a la que pondría fin el romano Escipión. Los restos de la antigua ciudad celtíbera del siglo IV aC se asientan sobre el cerro de la Muela, que domina el pueblo de Garray. Hoy podemos ver los restos de la muralla y la reconstrucción de sendas viviendas celtíbera y romana. La entrada cuesta 6 euros (4 los jubilados y parados).

Concluida la visita, nos instalamos por un momento en una terraza frente a la iglesia de San Juan Bautista de Garray, antes de emprender el regreso a Leioa, de donde nos separan 235 km, aunque paramos a comer en la Venta de Panzares.

Las Montañas Azules (Sydney, Australia)

Continúo el relato del viaje por Australia y Nueva Zelanda, realizado del 23 de septiembre al 24 de octubre de 2018, que dejaba la pasada semana en Sydney, ciudad que dejamos aparcada, de momento, para disfrutar de ella en los tres últimos días de viaje.

20 de octubre. Día 28 de viaje. Hoy nos ha venido bien estar alojados en un apartamento, pues toca madrugón y desayunar en él, ya que a las 7 de la mañana tenemos que estar en un punto de recogida cercano, pues nos hemos apuntado a una excursión a las Blue Mountains, las famosas Montañas Azules, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 2000. La excursión, de casi 12 horas de duración, la efectuamos en un minibús de 20 plazas, para luego recorrer la zona utilizando diferentes teleféricos, un ferrocarril panorámico y a pie. También asistimos a un espectáculo aborigen, visitamos la reserva natural Featherdale y regresamos a Sydney en un ferry por el río.

Abandonamos Sydney y nos dirigimos directamente al Scenic World, que cuenta con un tren panorámico, una ruta aérea, un teleférico y una pasarela por la selva tropical. Debutamos en el enorme teleférico llamado Scenic Skyway,  en el que prácticamente sobrevolamos los acantilados de los que caen algunas cascadas. Este viaje de 720 metros ofrece las mejores vistas de Katoomba Falls, Three Sisters, Mt Solitary y Jamison Valley, deslizándonos a 270 metros sobre los barrancos en una cabina con suelo de electro-vidrio, aunque también hay asientos y pisos sólidos. Inaugurado en 1958, el Scenic Skyway fue el primer teleférico de Australia. La cabina actual, de fabricación suiza, se inauguró en 2017 y puede transportar 84 pasajeros. Es el teleférico más grande del hemisferio sur.

Tras desembarcar, desde un mirador contemplamos las icónicas Three Sisters (Tres Hermanas). Enseguida embarcamos en el Scenic Cableway, un teleférico escénico de 545 metros de recorrido, que desciende suavemente hacia el valle de Jamison y regresa a la cima del acantilado. Desde la enorme cabina contemplamos hermosas formaciones rocosas. La actual cabina, de fabricación suiza, se inauguró en 2018, con capacidad para 84 pasajeros. Es el teleférico más empinado del hemisferio sur.

Desembarcamos del teleférico y accedemos directamente al Scenic Walkway, un sendero que recorre el bosque lluvioso de la selva tropical templada. Se trata de un paseo de un cuarto de hora de duración entre las estaciones del teleférico y del ferrocarril, en el que tenemos ocasión de contemplar una variada flora. También vemos elementos de la historia de la minería de carbón del sitio, incluida la entrada original de la mina, una réplica de la cabaña de los mineros y una escultura de bronce a escala de un minero y su pony.

Nos dirigimos ahora al último medio de transporte del Scenic World. Se trata del Scenic Railway, el ferrocarril de pasajeros más empinado del mundo, de quinta generación, que recorre una ruta inolvidable de 310 metros a través de un túnel por el acantilado antes de emerger al suelo del valle de Jamison. La pendiente es de 52°, aunque si quieres más emoción puedes elegir un asiento con mayor inclinación (64°), aunque también se puede optar por uno de tan sólo 20º. El ferrocarril original se construyó a finales del siglo XIX para dar servicio a la mina de carbón de Katoomba. Tras un rápido almuerzo, podemos contemplar de nuevo, ahora mejor, las rocas conocidas como Tres Hermanas.

Cambiamos de tema. La siguiente parada es el nuevo centro aborigen de Waradah (Waradah Aboriginal Centre), donde presenciamos un espectáculo aborigen mientras escuchamos el didyeridú, un instrumento de viento tradicional. El espectáculo incluye el Corroboree, canción y danza interpretada por bailarines aborígenes con pintura y vestuario tradicionales. También asistimos a la escenificación sobre la fundación de la Australia moderna, la fiebre del oro y su herencia ANZAC (Australian and New Zealand Army Corps), cuerpo especial creado en la Primera Guerra Mundial.

Volvemos al medio natural en el corazón de las Montañas Azules. Un sencillo y breve paseo nos lleva al Sublime Point, espectacular mirador sobre un acantilado que ofrece magníficas vistas panorámicas del Valle de Jamison, con sus escarpados riscos de arenisca de color rosa y teja, y una exuberante selva subtropical a sus pies. Al regreso, mientras esperamos la salida del minibús, me entretengo fotografiando hermosas flores, entre las que destaca la waratah rojo, arriba a la izquierda.

Y de mirador a mirador o, lo que es lo mismo, de Sublime Point a Lincoln’s Rock, así llamado desde 2013 en homenaje al montañero de este nombre que vivió durante dos décadas en la zona. Se hizo famoso por sus escaladas al Everest, siendo dado por muerto cuando descendía de su cima en 2006, pero encontrado con vida al día siguiente. Falleció en 2012 por un cáncer provocado por el amianto. Este mirador es mucho más salvaje, pues volvemos a contemplar el Valle de Jamison sobre unas losas al borde del acantilado.

Hemos tenido muchísima suerte. El regreso a Sydney lo tenemos en un ferry y, nada más embarcar en él, comienza a “diluviar”. ¡Menuda tormenta que tira! Por la ventanilla parece caer una cascada. Navegamos por el Parramatta, un importante río en la historia colonial de Australia. Nuestro destino final es Circular Quay, la terminal situada a un paso de la Ópera de Sydnaey. Antes de llegar navegamos frente al Luna Park, contemplamos el skyline de la ciudad y pasamos bajo el famoso puente del puerto. Lástima que el día no acompañe.

Hoy no regresamos caminando al apartamento, pues sigue lloviendo con fuerza. Tenemos suerte de conseguir un taxi en un hotel cercano. Todavía tenemos casi dos días y medio para seguir “pateando” por Sydney, pero de ello os hablaré más adelante. El viaje continúa.

SYDNEY (Australia): De Hyde Park a la Ópera y el puente

Continúo el relato del viaje por Australia y Nueva Zelanda, realizado del 23 de septiembre al 24 de octubre de 2018, que dejaba aparcado el pasado 15 de diciembre en el aeropuerto de Queenstown, en la isla Sur de Nueva Zelanda, a punto de coger el Airbus A320 de la compañía Jetstar para regresar a Australia. Por delante teníamos 3 horas de vuelo hasta Sydney, final del viaje.

19 de octubre. Día 27 de viaje. A las 13:35 h nuestro avión toma tierra en el aeropuerto de Sydney, de donde nos trasladamos al centro. Los precios de los hoteles son muy caros, por lo que hemos cogido un apartamento en el Best Western Plus Hotel Stellar ****, situado en pleno centro, a sólo 100 metros de Hyde Park. El apartamento es enorme (103 m²), con dos dormitorios, otros tantos baños y una cocina con salón, en la que no pensamos cocinar. Eso si, tampoco es barato, pues hemos pagado 1.201 € por las cuatro noches para las dos parejas. Aunque vamos a estar cuatro días en Sydney, tenemos muchísimas ganas de ver la Ópera y el puente así que, una vez instalados, iniciamos un recorrido de 7 km a pie, atravesando Hyde Park, un parque urbano de 16,2 hectáreas, el más antiguo de Australia. Cuanta con mucho arbolado, fuentes y estatuas, como la del capitán Cook, que mira a la Sydney Tower. Como las previsiones dan un tiempo variable para los próximos días, queremos aprovechar la tarde espectacular que tenemos.

A orillas de Hyde Park tenemos un notable edificio, la Catedral de Santa María, construida en 1868 en estilo gótico, con piedra caliza. Ubicada en la Collage st, es la mayor iglesia católica de Australia y la sede del arzobispado de Sydney. Junto a una de sus puertas de acceso vemos el grupo escultórico dedicado a  Saint Mary of he Cross (Santa María de la Cruz). Enseguida nos alejamos del parque, cogiendo la Prince Albert road.

Pronto pasamos ante otro monumental edificio, la Art Gallery of New South Wales (Galería de Arte de Nueva Gales del Sur), la galería de arte más antigua de Sydney, que cuenta con una importante colección de arte australiano de los siglos XVIII, XIX y XX, además de colecciones de arte asiático, europeo, internacional y aborigen. Seguimos caminando por otra amplia masa forestal, que es una especie de prolongación de Hyde Park. Se trata The Domain – Phillip Precinct.

Poco a poco nos vamos acercando a la línea de costa, pasando junto a una gran piscina, desde la que vemos un barco de la armada australiana. Estamos en la ciudad más grande y poblada de Australia, con una población en su área metropolitana próxima a los 5 millones de habitantes. Es la capital del estado de Nueva Gales del Sur y fue el asentamiento de la primera colonia británica en el país. Pasamos ahora por los Royal Botanic Gardens, a los que volveremos otro día, aunque me detengo a fotografiar la escultura “Yegua y potro”.

Al fin tenemos ante nosotros el edificio que tantas ganas teníamos de ver, la Sydney Opera House, una de las obras arquitectónicas más importantes del siglo XX, desde que fue inaugurada en 1973. Los bares que hay junto a ella se encuentran a rebosar, así que nos cuesta conseguir una mesa para tomar un vino. Desde el año 2007 forma parte de la selecta lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Nos dedicamos a contemplarlo desde diferentes ángulos, siendo la imagen que más me gusta la que tiene el puente detrás. No es la primera vez que me sucede, pero he visto la imagen de la Ópera tantas veces, que me parece que ya he estado allí. Entre nosotros, como edificio me parece más espectacular el Museo Guggenheim de Bilbao.

Desde los Royal Botanic Gardens hemos contemplado el skyline de la ciudad y nuestro siguiente objetivo, el Sydney Harbour Bridge, al que no nos hemos acercado, pues volveremos otro día. Me ha encantado este puente que cruza de lado a lado la bahía de Sydney. Se abrió al público el 19 de marzo de 1932 y tiene una longitud de 1.149 metros, con una altura de 49 metros sobre la lámina de agua, aunque el arco se eleva 134 metros. El puente cuenta con ocho carriles de automóviles, dos líneas de ferrocarril, un bidegorri y una acera. En sus proximidades amarran los cruceros y los barcos que realizan excursiones por la bahía.

La tarde va avanzando, así que iniciamos el regreso a la zona en la que tenemos el apartamento, para buscar un restaurante en el que cenar. De nuevo pasamos por los Royal Botanic Gardens y bordeamos la Government House, la Casa de Gobierno de Nueva Gales del Sur. Pronto nos encontramos con un hermoso edificio iluminado por el sol del atardecer, el Sydney Conservatorium of Music. Seguimos en una zona arbolada y con esculturas, como la de King Edward VII (1901-1910). Como sucediera en otras ciudades, los ibis se imitan aquí un poco a las palomas.

Seguimos caminando, ahora por la Macquarie st, pasando junto a la State Library of New South Wales (Biblioteca Estatal de Nueva Gales del Sur), edificio diseñado por Walter Liberty Vernon e inaugurado en 1910, con varias ampliaciones posteriores. Frente a él hay dos esculturas, la de Matthew Flinders y Flinders Cat, además de otra modernista. Enseguida vemos enfrente la iglesia St Stephens y la escultura “Il Porcellino”, fuente de bronce del jabalí. Antes de concluir nuestro recorrido de unos 7 km, pasamos junto a otro edificio histórico, el Parliament House.

Hoy hemos estado en dos países, Nueva Zelanda y Australia y hemos disfrutado con buen tiempo de dos notables construcciones, la Sydney Opera House y el Sydney Harbour Bridge. Todavía nos quedan dos días completos y una mañana para “empaparnos” de Sydney, pero mañana vamos a realizar una excursión que parece muy interesante a las Blue Mountains. El viaje continúa.

PUEBLA DE SANABRIA (Zamora) y su entorno

Dejaba la pasada semana el relato de nuestra última escapada, cuando en torno al mediodía del 21 de julio abandonábamos el Parador de Gredos con rumbo al de Puebla de Sanabria. En Tordesillas decidimos parar a comer, haciéndolo en la terraza del restaurante Doña Carmen, situado junto al puente sobre el río Duero, con una excelente vista sobre el centro histórico de la población, teniendo en primer plano las Casas del Tratado y la iglesia de San Antolín. Continuamos por la A6, que dejábamos en la salida 209 para detenernos en Tiedra, localidad en la que hay unos cuantos campos de lavanda que, en la segunda quincena de julio, se encontraban en plena floración. Tras haberlos visto en la Provenza, tenía pendiente ir a Brihuega (Guadalajara), pero la casualidad hizo que en este viaje pasara a tan sólo 3 km de los campos de esta localidad vallisoletana, que merece la pena visitar. Además cuenta con un centro de interpretación de esta planta, que a la hora en la que pasamos estaba cerrado.

Para las cuatro últimas noches de esta escapada hemos optado por alojarnos en el Parador de Puebla de Sanabria ****, un moderno edificio con tan sólo 42 habitaciones, ubicado a 1 km del centro histórico de esa población. Cuenta con una pequeña piscina y un restaurante con un buen chef, pero como en la mayoría de los Paradores, dispone de poco personal, así que los trabajadores tienen que esforzarse mucho para hacernos la estancia agradable. La verdad es que nos sentimos como en casa por el trato recibido.

Desde el Parador tenemos una magnífica vista del centro histórico de esta villa, declarada bien de interés cultural, además de formar parte de los pueblos más bonitos de España. En la panorámica que tenemos ante nosotros destacan el castillo de los Condes de Benavente, de mediados del siglo XV, y la torre de la iglesia de Santa María del Azogue, románica del siglo XII, aunque con numerosas transformaciones posteriores. A su lado se encuentra la coqueta ermita de San Cayetano, capilla barroca del siglo XVIII, En el otro lado, cerrando la Plaza Mayor, está el monumental Ayuntamiento. Un paseo por la calle Costanilla nos permite contemplar otros notables edificios. Si os va la fruta, al comenzar la calle, en la frutería El Extremeño encontraréis género de calidad. Casi al lado, el Supermercado Vaquero es una buena opción para comprar productos de la tierra. A orillas del río Tera hay una buena zona de baños.

El 22 de julio concluía la ola de calor, así que optamos por ir a un lugar en el que hemos estado varias veces, la laguna de los Peces, de origen glaciar, pues se encuentra a 1707 metros de altitud. De aquí parte un recorrido muy bien señalizado mediante hitos y postes azules, que discurre por el Parque Natural del Lago Sanabria, hasta un refugio y dos viejos chozos para guardar el ganado, situado sobre otra hermosa laguna, la de Muria o de Yeguas, junto a la que hay una fuente. El recorrido tiene poco más de 6 km de ida y vuelta y un desnivel de 124 metros.

En el viaje de regreso nos detenemos a tomar algo en el pequeño pueblo de San Martín de Castañeda, aprovechando para visitar el monasterio del que el pueblo toma su nombre. Desde un par de miradores contemplamos nuestro siguiente destino, el lago de Sanabria, deteniéndonos enseguida a comer el bocadillo en el área recreativa de Vigo. Pese a que ahora cobran el aparcamiento a orillas de lago y que es jueves, no conseguimos aparcar, así que saco un par de fotos y nos dirigimos a tomar el café a Ribadelago, fotografiando también el monumento dedicado a las víctimas de la catástrofe sucedida el 9 de enero de 1959, en la que la rotura de la presa causó 144 muertos.

El 23 de julio nos propusimos recorrer el entorno de la sierra de la Culebra, buscando algún sendero para realizar una marcha sencilla. Sólo encontramos dos, optando por el PR-ZA 02, que parte de Riofrío de Aliste, a 60 km de Puebla de Sanabria. Fue un error pues la señalización era muy antigua y deficiente. Conociendo los criterios de la Bizkaiko Mendizale Federazioa, aquí no estaría homologado. Además el retorno circular consistía en 3 km de carretera, así que optamos por hacer ida y vuelta, unos 11 km, por el mismo camino, llegando hasta el restaurado molino Picón, tras seguir el curso del río Becerril junto a un robledal y cruzar bajo el ferrocarril por un túnel habilitado para el río. Lo mejor, las dos sombreadas mesas que había junto a una fuente en el punto de partida, donde aparcamos el coche, frente a un molino restaurado. En una de ellas comimos el bocadillo al concluir la ruta.

La siguiente cita la tuvimos en el corazón de la sierra de la Culebra y en el pueblo probablemente más representativo de ella, Villardeciervos, declarado conjunto histórico-artístico por constituir un bello ejemplo de la arquitectura rural de la comarca de La Carballeda. Aparcamos el coche junto a la estatua de un ciervo que preside la llegada a esta localidad, aprovechando para tomar el café en la terraza del Remesal, situada al lado. Bajo un sol de justicia fuimos contemplando sus ricas construcciones de piedra de sillería con cerramientos de madera, llegando hasta su edificio más notable, la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción.

Dedicamos toda la jornada a cortejar a la sierra de la Culebra y sus rocosas cumbres. Por la mañana, la casualidad hizo que paráramos a comprar pan en Ferreras de Arriba, pudiendo así contemplar su elegante Ayuntamiento y las esculturas de dos personajes de la mascarada de invierno, que se celebra el 26 de diciembre. También fue una casualidad que para regresar a Puebla de Sanabria,  el GPS nos hiciera entrar en Portugal, pasando por dos pequeñas aldeas, con sus estrechas calles empedradas, que parecían sacadas de otra época. Se trata de Guadramil y Río de Onor, Rihonor de Castilla en el lado español. Estas dos localidades forman un pueblo mixto único en la península ibérica, una unidad poblacional con distinta hora e idioma oficial.

Por si en el entorno de Puebla de Sanabria había mucha gente, para el sábado 24 de julio preparamos una ruta circular de unos 8 km por uno de los mayores parques naturales de Portugal, el de Montesinho, al que se accede de la pequeña aldea del mismo nombre situada a tan sólo 27 km del Parador. La subida la realizamos por un aburrido camino que al final sale a una ancha pista que lleva al Barragem de Serra Serrada, embalse que nutre de agua a Bragança. Buena parte de la ruta es sombreada pues discurre por un robledal, realizándola completamente solos, aunque rodeados de molestas moscas y algunas mariposas.

Aunque no tiene nada de sombra, el descenso es mucho más hermoso y entretenido. Desde el embalse, situado a 1290 metros de altitud, se realiza en su totalidad por un sendero, que a veces se pierde pues hay que caminar sobre las losas de granito. El paisaje resulta muy atractivo por las formaciones rocosas y por la vista del Barragem de Montesinho, que tenemos a nuestros pies. Hay algunos vistosos pasos entre piedras y cruzamos sendos arroyos por unas losas a modo de puente. La señalización es buena, con numerosas marcas de pintura, que a veces hay que buscar cuando se pierde el sendero, y abundantes hitos.

Los horarios portugueses no son como los nuestros, así que cuando regresamos a la aldea de Montesinho, el único bar, en el que tomamos café a la llegada y al que quedamos en volver para tomar un vino con queso de cabra, estaba cerrado, así que nos desplazamos hasta Bragança. Aunque teníamos preparado el bocadillo y localizado el lugar en el que comerlo, optamos por realizar un picoteo en el restaurante O Acácio. Su propietario me enseñó su enorme local y la amplia terraza completamente vacíos. Éramos los dos únicos comensales, pues a Portugal le está afectando mucho económicamente el COVID. Estuvimos muy a gusto, máxime cuando el propietario se desplazó a una pastelería para que tuviéramos de postre el rico pastel de Belem. De allí regresamos al Parador, desde donde tuvimos por última vez la vista, ahora nocturna, de Puebla de Sanabria.

Para el domingo, 25 de julio dejamos los 473 km que nos separaban de Leioa, todos por autovía y autopista, dando por concluida la tercera escapada del año.

Por la Sierra de Gredos (Ávila)

Pese a haber recibido la segunda dosis de la vacuna el 29 de mayo, sigue sin apetecerme viajar por el extranjero, ni tomar aviones. En el coche podemos viajar sin mascarilla y detenernos donde nos apetezca, evitando aglomeraciones. Es por ello que del 18 al 25 de julio hemos vuelto a realizar una escapada peninsular centrada en la comunidad de Castilla y León y más en concreto en la abulense Sierra de Gredos y en el entorno de Puebla de Sanabria (Zamora), con una breve incursión a la zona de Bragança, en Portugal. De nuevo, debido a la situación de la pandemia, optamos por alojarnos en los Paradores de las zonas citadas, tres noches en el de Gredos y cuatro en el de Puebla de Sanabria. La cabra montés ibérica, la floración de los campos de lavanda y los lagos y lagunas, han sido los principales objetivos de esta escapada.

Distante 486 km de Leioa y ubicado en Navarredonda de Gredos (Ávila), el Parador de Gredos **** fue nuestro alojamiento durante las tres primeras noches de esta escapada. Dado que en julio ya suele hacer calor, otro de los motivos de optar por este alojamiento fue por su situación a 1590 metros de altitud y por la vista panorámica que desde él se tiene del circo de Gredos. Aquí pude degustar unas ricas migas castellanas. Inaugurado en 1928, es el Parador más antiguo de la red. En su 50 aniversario reunió a los “padres de la Constitución”, para que pudieran redactar el texto en este remanso de paz.

Por la tarde pensábamos haber hecho alguna pequeña marcha, pero como hacía unos 30 grados, tras instalarnos en la habitación, decidimos desplazarnos a tomar el café a Arenas de San Pedro, la capital comarcal, distante 39 km. Grave error, pues descendimos más de mil metros de altitud por lo que la temperatura alcanzó los 36 grados. Domingo por la tarde y calor son dos buenos argumentos para que los bares estén cerrados, aunque en uno de ellos nos pusieron sendos cortados con hielo. Antes de llegar al centro nos acercamos al Santuario de San Pedro de Alcántara, situado a unos 3 km. En el casco urbano, buscando las sombras, contemplamos los dos principales edificios, el castillo del Condestable Dávalos (siglos XIV-XV) y la iglesia de Ntra Sra de la Asunción.

De regreso al Parador nos detuvimos en Mombeltrán para fotografiar el precioso castillo de los duques de Alburquerque, de finales del siglo XV, que domina el valle. Nuestro principal objetivo se encontraba en lo alto del puerto del Pico (1352 m), donde por un momento pudimos caminar por una calzada romana magníficamente conservada. Poco más adelante, cerca del puerto de Menga, en un par de ocasiones nos detuvimos frente al risco de la Cueva del Maragato, para observar la actividad de los buitres. Cigüeñas vimos en varios lugares, pero me quedo con la pareja instalada en el campanario de la iglesia de San Benito, en el cercano pueblo de Barajas.

El 19 de julio lo tenía marcado en rojo en el plan de esta escapada, pues el objetivo consistía en acercarnos al circo de Gredos, al que hacía muchos años que no acudía. El punto de partida lo teníamos a 18 km del Parador, en el lugar conocido como la Plataforma, un gran parking con capacidad para unos 250 vehículos, al que se accede desde Hoyos del Espino previo pago de 3 € por vehículo. Pese a su tamaño, sábado y domingo tuvo que cerrarse al estar completo. Aquí comienza un amplio camino empedrado, tardándose unas dos horas y media en llegar a la Laguna Grande, a cuya orilla se encuentra el refugio Elola, a 1950 metros de altitud, siendo la caballería la encargada de realizar su abastecimiento.

He estado en dos ocasiones anteriores en la zona, ascendiendo la primera vez al techo de esta sierra, el pico Almanzor, de 2591 metros, así que sentí una gran satisfacción al llegar al collado de Los Barrerones. (2170 m), apareciendo ante mí las grandes moles del Almanzor, el Ameal de Pablo y La Galana, cimas destacadas del precioso circo de Gredos. Y un poco más adelante, en uno de los miradores, la Laguna Grande y el refugio Elola a mis pies. El camino por el PR-AV 17 es muy evidente y está bien señalizado

En Gredos habita un buen grupo de cabra montés, que en mis anteriores escapadas tan sólo las puede ver en las rocas graníticas del Almanzor o pastando a última hora de la tarde junto a la Laguna Grande. Ahora puedes ver ejemplares a lo largo de todo el recorrido, incluso en la propia Plataforma de acceso. Antes eran muy huidizas pero ahora, en el mirador que hay una vez pasado el collado de Los Barrerones, una cabra se nos acercó en busca de comida, que se la puedes dar en la propia mano. Eso sí, sólo vimos hembras, muchas de ellas con una cría, pero ni rastro de los machos y su gran cornamenta.

El día 20 de julio teníamos previsto subir a la laguna Cañada del Gallo, pero la casualidad hizo que cambiáramos de planes. En el viaje de ida, 38 km antes de llegar al Parador paramos a comer y echar gasolina en Solosancho, donde vimos un cartel que indicaba que a 4 km se encontraba la zona arqueológica de Ulaca, de la que nunca habíamos oído hablar y que pudo ser la mayor ciudad celta de Europa. Cuenta con 3 km de murallas, pudiendo albergar a 1.500 personas. Este Castro Vettón cuenta con curiosas rocas de granito, conservando varias construcciones, entre las que destacan el hermoso altar de los sacrificios y la sauna. El recinto cuenta con 14 paneles explicativos, pero una no muy buena señalización. Para recorrerlo hay que llevar buen calzado para caminar durante unas 3 horas con buenas cuestas. Muy cerca, en el pueblo de La Hija de Dios, vimos una “Tenada”, construcción tradicional del Valle de Amblés, utilizada para guardar los carros y algunos animales.

Como seguía el intenso calor, renunciamos a caminar a partir del mediodía, así que a media tarde nos desplazamos hasta El Barco de Ávila, distante 43 km del Parador de Gredos y situada a orillas del río Tormes, cruzado por el monumental Puente Viejo. Cuenta con un notable casco antiguo, que se puede recorrer a lo largo de algo más de 3 km en una ruta autoguiada. Llamó mi atención la Casa del Reloj, antigua Casa Consistorial, aunque entre sus edificios me quedo con iglesia de la Asunción de Nuestra Señora (siglos XIV-XVI), en cuyo interior destacan el retablo mayor y el órgano. Notables son también el Castillo de Valdecorneja y la Puerta del Ahorcado, resto de la antigua muralla.

Como hasta el mediodía no tenemos que dejar la habitación, tras desayunar, el 21 de julio decidimos recorrer los 3 km escasos del sendero PR-AV 19, “Senda del pinar de Navarredonda”, cuyo inicio se encuentra al lado del Parador de Gredos y recorre este amplio pinar albar, especie que puede alcanzar los 30 metros de altura. La primera parte se realiza en descenso hasta llegar a la llamada Peña Histórica, que cuenta con una cruz sobre un bloque de granito y, un poco más adelante, un pequeño refugio y la fuente de la Ladera, desde donde toca caminar cuesta arriba hasta concluir la marcha bajo la ermita situada junto al Parador. Resulta muy agradable caminar por esta sencilla y sombreada ruta.

Rodeados por las fuerzas vivas del PP y periodistas que esperan la llegada de Casado, recogemos el equipaje e iniciamos el cambio de escenario. Por delante tenemos 343 km para llegar a Puebla de Sanabria, pasando por Tordesillas. La escapada continúa, pero de ello espero hablar la próxima semana.