Concluyo el relato del viaje a Irlanda realizado del 6 al 20 de junio de 2016, que os contaba en tres entradas el pasado mes de junio. Intencionadamente dejé a parte el relato de nuestra estancia en Dublín, ciudad en la que pasamos las tres últimas noches, por dos motivos. El primero, porque la capital irlandesa tiene personalidad propia como para justificar una escapada con destino a esta ciudad. El segundo, porque esperaba que la compañía irlandesa volviera a enlazar los aeropuertos de Bilbao y Dublín, cosa que ya ha sucedido, pudiendo realizar cómodamente el viaje en poco más de dos horas.
La primera jornada en la capital irlandesa la dedicamos en primer lugar a comprar el Dublin Pass, que ahora cuesta 86 € y permite el uso ilimitado del autobús turístico y la entrada a un montón de lugares, los que os cito a continuación y algunos más. Os recuerdo que en Irlanda nada es barato, pero sólo las entradas a los lugares que cito cuestan 92 €, así que merece la pena. A continuación nos acercamos a O´Connell Street, la principal arteria de Dublín, donde se encuentra The Spire (La Espiral), una gran aguja que se eleva 120 metros desde el año 2003. Contemplamos algunos monumentales edificios, como el de Correos y paseamos por el St Stephen’s Green Park.
Nuestro recorrido continúa por el barrio más carismático de Dublín, de nombre Temple Bar, conocido sobre todo por su vida nocturna, pues sus estrechas callejuelas están llenas de pubs y restaurantes, muchos de ellos adornados con globos y banderas de Irlanda, pues su selección disputaba en Francia la Eurocopa de fútbol. La siguiente visita la tenemos muy cerca. Se trata del Dublín castle (castillo de Dublín), edificio del siglo XVIII, sede del Gobierno británico en Irlanda hasta 1922.
Nos dirigimos ahora a la notable Catedral de la Santísima Trinidad (Cathedral of the Most Holy Trinity), popularmente conocida como Christ Church, perteneciente a la anglicana iglesia de Irlanda. Es la más antigua de las dos catedrales medievales de la ciudad, pues su construcción comenzó en 1172. En ella vimos el ensayo de un grupo coral, para luego visitar la exposición que se realiza en su enorme cripta, del siglo XII, la estructura más antigua de Dublín que aún se mantiene en pie.
Justo al lado tenemos uno de los lugares que más nos han gustado de la capital irlandesa, Dublinia, una exposición que invita a realizar un viaje al pasado, para conocer la historia de Dublín durante la época vikinga y la Edad Media. Este museo se ubica en el Synod Hall, un edificio neogótico construido en 1875 sobre la iglesia medieval de S. Michael. Está organizado en tres partes bien diferenciadas: Dublín vikingo, Dublín medieval, y una zona denominada «History hunters» (Cazadores de historias). Merece la pena.
Y de aquí a la otra Catedral, la dedicada al patrón de Irlanda, San Patricio (St. Patrick’s Cathedral), también perteneciente a la iglesia de Irlanda. Erigida junto a un pozo en el que San Patricio bautizó a los conversos en torno al año 450, constituye la mayor iglesia del país. Su interior parece un museo, por la cantidad de bustos, estatuas, placas, sepulcros y banderas que guarda, que reflejan diferentes momentos históricos ocurridos durante su existencia. Su construcción se realizó entre los años 1200 y 1270.
Dejamos los lugares culturales para visitar ahora algo más lúdico, la conocida como Fábrica de Guinness, que no es otra cosa que su antiguo almacén (Guinness Storehouse), construido en 1904 para ser utilizado como lugar de fermentación de la cerveza Guinness, que tiene como marca registrada el símbolo de Irlanda, el arpa. El edificio cumplió con su cometido hasta 1988, volviendo a abrir sus puertas en el año 2000 para mostrar sus exposiciones. Este lugar es como un museo cuya visita merece realmente la pena, pues estuvimos aquí casi hora y media. Si no dispones del Dublín Pass, la entrada cuesta 18,50 €, que incluye la pinta que uno mismo se escancia tras superar el cursillo de aprendizaje.
Comemos bastante tarde en la zona para luego realizar la última visita de la jornada, pasando de la cerveza negra al whiskey irlandés, como aquí se llama a esta bebida espirituosa, así que accedemos a la antigua Destilería de Jameson (The Old Jameson Distillery), fundada por John Jameson en 1780. Como no teníamos tiempo, hemos pasado de largo la Cárcel de Kilmainham. Al final no hemos conseguido entrada hasta el último pase. Acompañados por un guía, durante una hora fuimos pasando por las diferentes zonas en las que se llevaban a cabo la molienda, la maceración, la fermentación, la destilación y la maduración, fases necesarias para la elaboración del whiskey. Si no dispones del Dublín Pass, la entrada es la más cara de todas, pues cuesta 22 €, que incluye la degustación de una copa de este licor. Salimos sobre las 19 horas así que, cansados, optamos por coger el autobús de regreso a nuestro retiro universitario, en el que cenamos, tras tomar una pinta en un pub, a mitad de precio que en el centro.
Hemos acertado en dejar para el 19 de junio la visita más complicada. Digo esto porque llueve y porque para acceder al Trinity Collage hay que hacer interminables colas pese a que la entrada no es barata (16 €). En nuestro caso fueron 45 minutos bajo un paraguas. Luego dedicaríamos más de hora y media a fotografiar los jardines, los diferentes edificios, las esculturas y la visita interior, la Antigua Biblioteca y la exposición sobre el Libro de Kells, un manuscrito ilustrado con motivos ornamentales, realizado por monjes celtas hacia el año 800. Fundada en 1592 por la reina Isabel I, Trinity Collage es la Universidad más antigua de Irlanda. La Biblioteca posee la mayor colección de manuscritos y libros impresos de Irlanda. Desde 1801 recibe un ejemplar de todas las obras publicadas en Irlanda y Gran Bretaña, por lo que en la actualidad posee casi tres millones de libros repartidos en ocho edificios. El edificio de la Antigua Biblioteca fue construido entre 1712 y 1732, por lo que es el más antiguo de los que se conservan.
Sigue lloviendo, así que, después de comer, optamos por visitar otro lugar cerrado, ubicado también en el centro. Se trata de la Galería Nacional de Irlanda (National Gallery of Ireland), que alberga una colección de arte irlandés y europeo desde la Edad Media hasta el siglo XX. Este museo, cuya visita es gratuita, fue inaugurado en 1864, aunque ha tenido que ser ampliado en sucesivas ocasiones. Cuenta con 54 salas en las que se exponen más de 800 obras de arte, algunas de grandes maestros de la talla de Caravaggio, Rembrandt, Monet, Velázquez, Picasso, Goya o Van Gogh.
Al estar el día lluvioso, hemos podido dedicar más tiempo a la comida antes de acceder al Museo. Al final dejó de llover y pudimos ir a despedirnos de la zona más tradicional de Dublín, Temple Bar, con sus pintorescos pubs, para luego callejear un poco antes de retornar al lugar que elegimos para pasar estas tres noches, Dublin City University – Campus Accommodation ***, donde se alojan los estudiantes durante el curso. El centro de Dublín resultaba prohibitivo, aunque este no era nada barato, 100 € la noche en una espartana habitación doble con baño y desayuno incluido. En cada pasillo había una sala con cocina y televisión.
El 20 de junio concluía nuestro viaje de 15 días dando la vuelta a Irlanda. Desayunamos con tranquilidad y nos dirigimos al cercano aeropuerto. El vuelo EI 748 de Aer Lingus, con destino a Bilbao, puso fin a nuestro periplo irlandés.
Buen final, a pesar de la lluvia.