Strasbourg (Estrasburgo) es una de las tres capitales europeas, la capital de la nueva región Gran Este de Francia, de la colectividad europea de Alsacia y del departamento de Bajo Rin. Con casi 850.000 habitantes es una ciudad que me encanta, catalogada como Ciudad Histórico-Artística y declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1988. Para conocer esta ciudad, a la que dedicamos una jornada completa, y el norte de Alsacia, en este nuestro segundo viaje nos alojamos en el Hotel Ibis Styles Strasbourg Avenue du Rhin ***, situado en 29 Avenue Aristide Briand. Aunque habíamos obtenido la vieñeta ecológica para acceder al centro, optamos por el tranvía, que tenía una parada muy cerca del hotel.
Bajamos del tranvía en Langstross y nos dirigimos a la principal plaza de Estrasburgo, la place Kléber, dedicada al general Jean-Baptiste Kléber, nacido en Estrasburgo en 1753, en cuyo centro se encuentra la estatua a él dedicada. La cara norte de la plaza la cierra el enorme Aubette, antiguo edificio militar construido entre 1765 y 1778. En la plaza se celebra un pequeño pero curioso mercadillo. Empezamos a ver casas con entramados de madera.
Comienza aquí nuestro deambular por el centro histórico de Estrasburgo, dirigiendo nuestros pasos a la place de la Cathedrale, a la que luego volveremos, mientras contemplamos las elegantes fachadas con entramado de madera de algunas viviendas. Llama nuestra atención la estatua dedicada a Chevalier Liebenzeller, vencedor de la batalla de Hausbergen y padre de la república libre de Estrasburgo (1262). Pronto nos asomamos al río Ill, disfrutando de magníficas vistas.
A continuación nos acercamos al río Ill, para embarcar en el Batorama, navegando durante unas dos horas por los canales que bordean el centro histórico de Estrasburgo, una actividad que no realicé en mi viaje anterior. Eso sí, si el día está soleado, recomiendo llevar crema de protección solar, pues el sol pega de lo lindo. Con el pinganillo en el oído para escuchar las explicaciones en castellano, nos dirigimos en primer lugar a la Petite France, preciosa zona que luego recorreremos caminando.
Navegando por los canales llegamos al monumental edificio de la Commanderie Saint-Jean y de allí a uno de los emblemas de la ciudad, los Ponts Couverts. Cambiamos de zona y desde el barco contemplamos sucesivamente la iglesia neogótica de Saint-Paul y la zona europea que no conocía, en la que se encuentran los edificios del Parlamento Europeo y de la Corte Europea Derechos Humanos. El crucero concluye junto al Palais Rohan, del siglo XVIII, antigua residencia de los príncipes-obispos y cardenales de la Casa de Rohan.
Como la tenemos a un paso, aprovechamos para visitar a continuación el principal emblema de la ciudad, la Catedral de Notre-Dame, que se alza majestuosa en el centro del casco antiguo. Obra maestra del arte gótico, fue construida entre los siglos XII y XV, destacando su torre y el renacentista reloj astronómico. El acceso es gratuito, pero se cierra cada día sobre el medio día, pues a las 12:30 desfilan por el reloj los apóstoles, cobrando la entrada 3 €. No nos coincidió el horario, así que no pudimos verlo.
Tras visitar el templo nos quedamos en la plaza de la Catedral, a la que se asoman magníficos edificios antiguos, entra los que destacan la Farmacia del Ciervo, del siglo XII, y la Casa Kammerzell, que cuenta con un entramado de madera de estilo renacentista. En la actualidad cobija a un restaurante de nivel. Nosotros optamos por otro más barato, el restaurante Au Dauphin, situado enfrente, en el que pudimos degustar platos alsacianos con una excelente relación calidad-precio.
Después de comer seguimos caminando por la Gran Isla, rodeada por el río Ill, que alberga el centro histórico declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. A continuación nos dirigimos a la Petite France (Pequeña Francia), el lugar más coqueto de la ciudad. Aunque ya la recorrimos en el barco, disfrutamos de ella de forma más pausada caminando, mientras observamos el paso de los barcos por las esclusas de los canales y de la actividad de los piragüistas.
Nuestro recorrido continúa por una prolongación de la Pequeña Francia, donde se encuentra el rincón que más me gusta de Estrasburgo presidido por los Ponts Couverts, conjunto de tres puentes que salvan el río Ill. Entre los siglos XIII y XVIII existieron en este lugar cuatro puentes cubiertos, aunque ya no lo están. Frente a ellos se encuentra la presa Vauban (barrage Vauban), construida en el siglo XVII sobre el río Ill. Desde su terraza se tiene la mejor vista sobre los Puentes Cubiertos, con la torre de la Catedral de Notre-Dame como telón de fondo.
Elegimos este lugar para concluir de forma espectacular la visita a Estrasburgo, pues de aquí nos dirigimos a coger el tranvía para regresar al hotel. Por cierto, los días en los que la contaminación es alta, el transporte público es gratuito en Estrasburgo.