SICILIA (3): Valle de Noto, Taormina y Catania

Continúo el relato del cuarto viaje del año, realizado del 10 al 20 de mayo a Sicilia, que dejaba la pasada semana tras visitar Siracusa. El programa previsto para el 16 de mayo tuvimos que modificarlo tras el retraso ocasionado por la lluvia del día anterior, así que, tras visitar el Parque Arqueológico de Neápolis de Siracusa, iniciamos el recorrido por las ciudades del barroco tardío del Valle de Noto, que forman parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde el año 2002 y que fueron reconstruidas después del terremoto que las destruyó en 1693. Comenzamos en la población de Noto, que fue la que más nos gustó, llamando nuestra atención nada más llegar sus decoradas escaleras y los preparativos para una fiesta en la que cubren las calles de flores. También vimos la Porta Reale o Porta Ferdinandea, antigua puerta de entrada en la ciudad, que fue inaugurada en 1841 con la visita del Rey Ferdinando II de Borbón.

El monumento más importante de Noto es la Catedral Basílica de San Nicoló, construida entre 1664 y 1703 presidiendo la piazza Municipio, pues frente a ella se encuentra el Ayuntamiento, que ocupa el Palazzo Ducezio. Cuenta la ciudad con numerosas iglesias, entre las que destaca la de San Domenico, del siglo XVIII, y palacios, como los de Vescovile Landolina. También aprovechamos la ocasión para que un policía nos sacara una foto con su coche, un lujoso Lamborghini.

Nos entretuvimos bastante en Noto, pues nos gustó mucho y se encontraba con mucho ambiente festivo, así a la siguiente “ciudad del barroco tardío” llegamos bastante tarde. Se trata de Scicli, distante 54 km, en la que aprovechamos para picar algo en la terraza de un bar de la piazza Italia, limitándonos a recorrer sólo el entorno de esta plaza, desde la que se contempla en lo alto la iglesia de San Mateo. En uno de los laterales está la iglesia de San Ignacio y, un poco más apartada, la de San Bartolomeo. Fue una lástima no disponer de más tiempo, pues cuenta Scicli con monumentales palacios. Este municipio es conocido por ser la Vigata de la serie del comisario Montalbano.

Nuestro siguiente destino estaba a tan sólo 10 km, en Módica, pero en toda esta zona las carreteras son muy sinuosas, en un continuo sube y baja repleto de curvas, por lo que los desplazamientos son muy lentos. Además, todos los pueblos están en cuesta, con sus edificios dispuestos en la ladera de la montaña. Es por ello que en Módica nos limitamos a visitar su principal monumento, la iglesia de San Giorgio, incluida en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Construida en el siglo XVIII, es uno de los templos barrocos más interesantes de Sicilia. Destaca su imponente fachada con forma de torre, que tiene una altura de 62 metros.

La última cita de la jornada la tuvimos a 13 km, en Ragusa, una joya barroca, pero como ya era tarde y teníamos que recorrer 83 km para llegar al hotel en Siracusa, nos limitamos a recorrer el entorno de la la piazza della Repubblica, donde se encuentran la Chiesa del Purgatorio, la Torre del Reloj y el Palazzo Cosentini, además de un cartel de la sede local del Club Alpino Italiano. Una especie de callejón con escaleras nos acerca a otros dos edificios, Santa María dell’Itria y el Palazzo della Cancelleria.

Tras pasar nuevamente la noche en Siracusa iniciamos la jornada del 17 de mayo con un largo desplazamiento, 121 km, hasta la turística ciudad de Taormina, eso sí, en esta ocasión todo por autovía. Casi todo lo que hay que ver se encuentra en los 800 metros del Corso Umberto, que enlaza la Porta Messina, de la Porta Catania, por la que accedimos al recinto histórico, pasando sucesivamente por las Cuatro Fuentes, el Duomo, el Palazzo dei Giurati, la Porta Mezzo, la piazza IX Aprile, la estatua de Oscar Wilde y la iglesia de San Agostino.

Pese a que nos quedaba a desmano, hemos repetido la visita a Taormina porque nos encantó en nuestro anterior viaje a Sicilia, aunque en esta ocasión no hemos tenido suerte de poder contemplar el Etna, encapotado por las nubes. Eso si, volvimos a visitar uno de los emblemas de la ciudad, el teatro griego, al que llegamos tras recorrer todo el Corso Umberto. Fue totalmente reconstruido durante la dominación romana, con capacidad para unos 5.000 espectadores.

En nuestro apresurado viaje anterior a Sicilia, no nos atrevimos a detenernos en Catania por ser una ciudad muy poblada, la segunda de la isla, pero en esta ocasión no pude resistir en hacer una breve visita pues se encontraba casi a mitad de camino entre Taormina (57 km) y nuestro hotel en Siracusa (70 km). Además forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Dejamos el coche cerca de la piazza della Reppubblica, presidida por la estatua de Vicenzo Bellini y nos dirigimos a la oficina de turismo sita en Via Vittorio Emanuele II, junto a la iglesia Badia di Sant’Agata y a tan solo 100 metros de la piazza del Duomo, a la que se asoman los principales monumentos de la ciudad, entre los que destaca la Basílica Catedral di San’Agata. También se encuentran allí el Palazzo dei Chierici y la Fontana dell’Amenano. En el centro de la plaza está el emblema de Catania, la Fontana dell’Elefante (uʻ Liotru).

En las dos horas largas que estuvimos en Catania todavía nos dio tiempo a contemplar la iglesia de San Francisco de Asís y a visitar el Teatro Antico, construido en el siglo II dC con roca de lava del Etna con capacidad para unos 5.000 espectadores. De regreso al coche nos detuvimos en las plazas Giuseppe Manzini y Vincenzo Bellini, a la que se asoma el Teatro Massimo Bellini, inaugurado en 1890 y dedicado a las representaciones de ópera. De regreso a Siracusa por fin pudimos contemplar el volcán Etna, que 16 días después entró en erupción.

Hemos estado ya en la mayoría de los lugares más importantes de Sicilia, pero todavía nos falta la capital, Palermo, pero de ello espero seguir hablando la próxima semana. El viaje continúa.

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