Retomo el relato del viaje por Australia y Nueva Zelanda realizado en otoño de 2018, que dejaba el pasado 24 de agosto en Sydney, tras regresar de las Blue Mountains, las Montañas Azules.
21 de octubre. Día 29 de viaje. Compramos un billete válido 24 horas para el BigBus Sydney, que nos permite subir y bajar de sus autobuses cuantas veces queramos. Nuestro primer destino es Bondi Beach, la playa más famosa de Australia. La palabra “bondi” en la lengua aborigen local hace referencia al sonido de las olas al romper. El día está tristón pero hay ambiente de surfistas y socorristas, aunque la playa me ha decepcionado. Me quedo con la de Ereaga. Lo más interesante ha sido ver las pinturas murales y el Bondi Pavilion, construido a finales de la década de 1920.
La siguiente parada la efectuamos en King Cross, el barrio rojo de Sydney, aunque la nueva normativa ha fomentado la aparición de cafés, comercios de moda y mercados de productos orgánicos. En esta zona destaca la fuente Alamein Fountain y un monumento a los soldados que murieron durante la Segunda Guerra Mundial. La fuente fue diseñada por el arquitecto de origen australiano Bob Woodward. De nuevo en el autobús contemplamos dos emblemáticas torres, la de de Sydney y la del Reloj de la Estación Central de Sydney.
El trayecto en el BigBus es ahora bastante más largo, pues tiene como destino una de las zonas que más me han gustado de Sydney, Darling Harbour, un gran paseo peatonal situado al oeste del distrito central de negocios de Sídney. El abanderado paseo atraviesa Cockle Bay, uno de los canales que conforman el puerto Darling. Desde el paseo contemplamos parte del skyline de la ciudad, la Torre de Sydney, la noria y, al comienzo, el Australian National Martime Museum.
Ahora toca caminar un kilómetro hasta la peatonal Dixon street, donde se encuentra una de las típicas puertas de acceso a Chinatown, el barrio chino más grande de Australia, situado en la parte sur del Distrito Central de Negocios de Sydney. Toda la calle está repleta de comercios y restaurantes de cocina oriental, en uno de los cuales nos sentamos a comer, cosa que no ha sido fácil ya que estaban abarrotados. Vemos a monjes budistas y, caminando hasta el final de la calle, en la confluencia con la Hay street tenemos el enorme Market City, ante el que pasa un moderno tranvía.
Tras tomar un café en la frontera con la zona china, de nuevo cogemos el BigBus hasta Sydney Harbor Bridge, que atraviesa la bahía de Sydney desde que se abrió al público el 19 de marzo de 1932. La longitud total del puente es de 1.149 metros y el arco se eleva hasta una altura de 134 metros. Un periodista se dispone a entrar en directo en televisión teniendo como fondo el otro emblema de la ciudad, la Sydney Opera House, uno de los edificios más representativos del siglo XX, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2007. Esta zona tiene una especie de imán para nosotros. Tres días en Sydney y los tres nos hemos acercado aquí, como hacen los cruceros.
Cerca del Sydney Harbor Bridge, tenemos The Rocks, el barrio más antiguo de Sydney, al que hace poco más de doscientos años llegó la primera flota de prisioneros enviada por el gobierno británico. En la actualidad se ha convertido en un privilegiado lugar, al estar enclavado entre el puente y la Ópera, por lo que cuenta con edificios coloniales, numerosos pubs y tiendas de lujo, que se ubican en torno a la George street. Llamó mi atención el grupo escultórico, “First Impressions”, dedicado a los pioneros de la nueva colonia. La tarde avanza cuando tomamos uno de los últimos autobuses, que ya circulan casi vacíos.
Aunque ya os hablé de él en agosto, otro sitio por el que tenemos que pasar todos los días es Hyde Park, el parque urbano ubicado en el distrito comercial central de Sydney. Su paso es casi obligado pues tenemos al lado el apartamento en el que pasamos las cuatro últimas noches del viaje. La verdad es que no nos importa, pues es un agradable y arbolado lugar desde donde contemplamos la Torre de Sydney, la estatua del Capitán Cook, el Australian Museum o el ANZAC War Memorial, Monumento a los Caídos
El viaje está a punto de concluir, aunque todavía nos queda más Sydney por patear, pero de ello espero hablaros la próxima semana.
Después de leer tú comentario , aunque se ve una ciudad espléndida,algo en ella me dice qué no me gustaría demasiado.Un abrazo.
No fue de lo mejor del viaje. Me decepcionó bastante.