Destino La Palma (y 2)

Continúo el relato del reciente viaje a Canarias, que dejaba la pasada semana en el extremo sur de la isla de La Palma, en las salinas de Fuencaliente. La mañana del 9 de febrero la dedicamos a caminar durante un par de horas por el Parque Natural Las Nieves y, más en concreto, por uno de los rincones con más encanto de La Palma, los Tilos, bosque primitivo de laurisilva que forma parte de la Reserva Mundial de la Biosfera de la UNESCO. Caminando entre grandes helechos, tilos y brezos, alcanzamos nuestro objetivo, el mirador de “El espigón atravesado”, donde nos reciben unos simpáticos pájaros.

Comemos de bocadillo en el norte de la isla, cerca de Barlovento, dirigiéndonos a continuación a unas piscinas naturales, de nombre Charco Azul, de donde parte un agradable paseo costero que bordea también una platanera. Tras caminar algo más de 1 km, nos conduce hasta un coqueto horno de cal restaurado. Regresamos al punto de partida, donde hemos dejado el coche, para concluir la jornada en el cercano pequeño pueblo de San Andrés, que se agrupa en torno a la iglesia del mismo nombre, junto a la que existe una hermosa plaza. Allí me tomé el mejor barraquito de esta escapada.

10 de febrero. Para la mañana de hoy hemos optado por un lugar emblemático, el Roque de los Muchachos, que además es el techo de la isla de La Palma, con 2426 metros de altitud. Hasta él se accede en coche por una serpeante carretera por la que subimos desde el nivel del mar. Aquí se encuentra uno de los observatorios astronómicos más importantes del planeta, con una docena de enormes telescopios de diferentes países. Es un buen lugar para contemplar la Caldera de Taburiente e, incluso, las islas de Tenerife, La Gomera y El Hierro, eso sí, si no hay calima. Previamente nos detenemos en el mirador de los Andenes.

Continuamos el viaje rumbo a Garafía, deteniéndonos en primer lugar en el mirador Tanausú, desde donde contemplamos el núcleo de Santo Domingo de Garafía. En él nos detenemos para tomar un vino de la zona y tratar de comprar un queso curado de cabra de la isla, misión imposible en el mes de febrero. Breve parada junto a la iglesia de Ntra Sra del Carmen en el barrio de Las Tricias, de donde nos dirigimos a un precioso lugar del municipio de Puntagorda, el mirador de los Dragos. Ya en el municipio de Tijarafe sendas paradas en otros dos miradores, el de Garome y el de la Muralla, donde se encuentra el moderno restaurante del mismo nombre, en el que aprovechamos para comer. Un lugar a recomendar. Nos sorprende ver allí un avestruz.

Tras la comida nos acercamos al centro del pueblo de Tijarafe, que se articula en torno a la iglesia de Ntra Sra de la Candelaria, edificada entre los siglos XVII y XVIII, que cuenta con un coqueto balcón en su fachada. De regreso al hotel y aprovechando que hay menos calima, nos detenemos junto a la iglesia de Tajuya, convertida durante la erupción del Cumbre Vieja en un excelente mirador sobre el volcán, tal como pudimos ver en televisión. De hecho, cuando llegamos había un cámara. Además de contemplar los gases que todavía emanan del volcán y los campos de lava, nos llamó la atención la existencia de un bar, ahora cerrado, y de un repetidor de telefonía móvil de Movistar,

Dado que en nuestro anterior viaje a La Palma, debido a la lluvia, no pudimos recorrer bien el norte de la isla, el 11 de febrero decidimos volver al Parque Natural Las Nieves y, más en concreto, al paraje denominado Cubo de La Galga, para realizar una sencilla ruta de senderismo de 2 km, y otros tantos de vuelta. Se trata de un precioso bosque de laurisilva situado en el municipio de Puntallana. Caminamos por el fondo de un barranco que cuenta con una frondosa vegetación en la que destacan los tilos y un par de árboles emblemáticos, el barbusano del Cubo, de 25 metros de altura, y el conocido como “los mil hijos del viñátigo, así llamado por la multitud de ramas que surgen de su base.

Ha sido una semana de circular por las sinuosas carreteras de La Palma, más de 500 km de un continuo sube y baja bordeando barrancos y paradas en algunos miradores. En esta zona norte nos hemos detenido en unos cuantos, el primero al poco de salir del hotel. Se trata del mirador de Risco Alto, que domina Los Cascajos. Nada más pasar Santa Cruz de la Palma tenemos el del Barranco del Carmen. Cerca del Barranco de La Galga tenemos el del Jardín de las Hespérides y antes de llegar a Barlovento, uno dedicado a la minería. Los últimos momentos de nuestro viaje por La Palma los dedicamos al municipio de Puntallana, visitando el centro de la población, el mirador El Salto del Enamorado, dos coquetas ermitas dedicadas a San Bartolomé y Santa Lucía y un buen área de pic-nic, donde comimos el bocadillo.

12 de febrero. Media hora de vuelo y de nuevo estamos en el aeropuerto de Tenerife Norte, donde cogimos un taxi que nos trasladó al Hotel Escuela Santa Cruz, en la capital de la isla, en el que pasamos las dos últimas noches de esta escapada canaria. Por primera vez no nos dan la habitación hasta las 14 h, así que dejamos las maletas y caminamos por la calle San Sebastián hasta el bonito mercado de Ntra Sra de África, en el que aprovechamos para comprar queso y tomar un vino. A su entrada se encuentran dos vistosas esculturas dedicadas a la lechera canaria y al chicharrero. Hemos dejado para la tarde la visita al Museo de Naturaleza y Arqueología y a la iglesia de Ntra Sra de la Concepción.

El 13 de febrero lo dedicamos íntegramente a Santa Cruz de Tenerife, ciudad que no conocíamos pese a haber estado unas cuantas veces en la isla. Esta jornada batimos el récord de caminar, pues primero recorrimos íntegramente la Rambla Santa Cruz, contemplando las numerosas esculturas que lo adornan, haciendo un alto para adentrarnos en el bonito parque García Sanabria. Caminamos luego hasta la plaza de España, para desplazarnos a continuación hasta la iglesia de San Francisco, en cuyo entorno comimos en una terraza, tras conocer la plaza Príncipe de Asturias y el Teatro Guimerá. Para la tarde hemos dejado el desplazamiento hasta el Auditorio de Tenerife, el castillo de San Juan Bautista y el Parque Marítimo César Manrique, que forman un hermoso conjunto, al que hay que añadir el Palmetum, un precioso parque botánico, en el que damos por concluida la visita a esta ciudad que nos ha gustado y de la que volveré a hablar con más amplitud.

El 14 de febrero tomamos el vuelo de vuelta a Bilbao. Nos despedimos de Tenerife contemplando desde el avión el Teide, que tiene algo de nieve. Tres horas en el Airbus 320 de Vueling y al mediodía estamos en casa. Hemos tenido suerte, pues el tiempo nos ha respetado toda la semana. El viaje ha concluido.

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