Tras la pausa de Semana Santa, continúo el relato del viaje realizado a Grecia del 10 al 20 de marzo pasado, que dejaba hace dos semanas en Loutraki.
El 13 de marzo nos desplazamos hasta Diakopto, población costera distante 92 km, que se realizan en casi su totalidad por autopista. Nuestro objetivo era viajar a lo largo de algo más de una hora en el ferrocarril que sube hasta Kalavrita. Durante dos días intenté comprar los billetes en la web sin conseguirlo. Ni siquiera en Diakopto nos enteramos de que el servicio ferroviario estaba suspendido en Grecia debido al terrible choque de trenes el 28 de febrero, en el que perecieron 57 personas. Nos informó de ello un taxista en Kalavrita, tras ver la estación cerrada. Como no nos coincidían los horarios, optamos por efectuar el recorrido en coche, viendo desde lo alto la garganta del Vouraikos, por la que pasa el tren y las montañas nevadas al otro lado del golfo de Corinto. Merece la pena.
Mientras tomábamos un café en la estación de Diakopto, que estaba abierta, buscando un plan alternativo mi mujer encontró que, en la ruta a Kalavrita, teníamos el monasterio Mega Spileon, cuya traducción literal es “Gran Cueva”, aunque su nombre oficial es monasterio de la Dormición de la Theotokos. Dicen que es uno de los monasterios más antiguos de Grecia, aunque fue destruido por los alemanes el 8 de diciembre de 1943, ejecutando a 22 monjes y visitantes. Reconstruido posteriormente, ahora es un complejo de ocho pisos ubicado en el acantilado de 120 metros de altura y situado a unos 950 metros de altitud, por lo que pasamos bastante frío (5 grados).
Nuestro recorrido concluyó en Kalavrita, importante y popular centro de esquí que, al igual que Sierra Nevada, presume de sol, nieve y playa. Cuenta con una calle peatonal que reúne a buena parte de los comercios y la hostelería, además del Museo del Holocausto y la Catedral de la Asunción de la Virgen María. Antes de comer, nos desplazamos al Memorial dedicado a la Masacre u Holocausto de Kalavrita, que recuerda el exterminio casi total de la población masculina, así como la destrucción de la ciudad por las fuerzas de ocupación alemanas durante la Segunda Guerra mundial, el 13 de diciembre de 1943. De allí regresamos a Loutraki, parando a tomar fotos de la garganta del Vouraikos.
14 de marzo. Sin salir del Peloponeso nuestro siguiente destino estuvo en Kaiafas, distante 191 km de Loutraki. Al llegar, parados en un semáforo, vimos que al lado teníamos un supermercado, así que aprovechamos para comprar pan, un sobre de salchichón, un trozo de queso y una botella pequeña de vino. El tema es que íbamos a dejar el equipaje en el hotel y salir disparados hacia el Templo de Apolo Epicuro, construido en la segunda mitad del siglo V aC y declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1986. Está protegido por una gran carpa mientras lo restauran. El problema es que también cierra a las 15:30 h, por lo que hicimos un alto en el camino para comer de bocadillo y no perder tiempo. La entrada reducida nos costó 3 €.
En la ruta hacia el templo vimos carteles que anuncian las Neda Waterfalls, cascadas del río Neda que presuntamente se encuentran en la proximidad de la ruta, cosa que comprobamos en Google Maps. El acceso se realiza desde la aldea de Perivolia, por una estrecha carretera que luego se convierte en una pista. En una amplia curva aparcamos el coche y seguimos caminando unos 500 metros, hasta coger un estrecho sendero que sube y baja, paralelo al río, hasta la cascada a la que al final no llegamos por no haber llevado bastones y por temor a que anocheciera, así que la foto de la cascada es de Wikipedia. El recorrido merece la pena, pues es una preciosidad.
No vimos la cascada pero llegamos a tiempo de ver la preciosa puesta de sol en la playa de Kakovatos, que ahora languidece. Muy cerca tenemos el agradable Kaiafas Lake Hotel ***, que lo regenta una familia que hace que nos sintamos como en casa, disfrutando para la cena, por un módico precio, de la tradicional gastronomía griega. Estamos rodeados de olivos en medio de la nada, a 800 metros del lago y a 900 de la playa de Kaiafas. Podía ser un remanso de paz, pero la perfección no existe, pues también se alojaban sendos grupos de jóvenes franceses y holandeses. Grecia está lleno de estudiantes de todo el mundo.
El 15 de marzo fue el día de más viaje, pues tuvimos 435 km hasta Kalambaka, casi 300 por autopista, pero en la primera parte empezó a diluviar. Menos mal que la carretera era buena y llevábamos delante un camión que circulaba a 80/100 km/h, al que me pegué como una lapa y que no nos abandonó hasta que cesó la lluvia, poco antes de coger la autopista en las proximidades de Patra. Cuando llevábamos 139 km nos detuvimos junto al Rion Fortress (Castillo de Río), construido por el sultán otomano Bayezid II en 1499, para proteger la entrada al Golfo de Corinto. Desde él contemplamos el puente de Río-Antirio, oficialmente llamado puente Charilaos Trikoupis, que une el Peloponeso con el resto de Gracia. Tiene una longitud de 2.252 metros, una anchura de 28 y está formado por cinco tramos de cable. Fue inaugurado el 7 de agosto de 2004. Por el continuó nuestra ruta.
Este día tocó malcomer en un área de servicio de autopista, que finalmente abandonamos para volver a encontrarnos con la lluvia y los 5 grados de temperatura. Una parada en el camino en el pintoresco Caffé Excelsior y llegamos a uno de los puntos fuertes del viaje, Meteora, nombre dado por los monjes a los gigantescos pilares de roca que vieron aquí en el siglo XIV, sobre los que edificaron varios monasterios. Aquí pasamos dos noches en el alojamiento que más nos ha gustado del viaje, Divani Meteora Hotel **** en Kalambaka. Por ser de Bilbao nos dieron una habitación de más categoría y nos dejaron prolongar la salida un par de horas. Todo gracias al Athletic o, mejor dicho, a Ernesto Valverde, al que todo el mundo recuerda en Grecia por sus años al frente de Olympiacos, con el que ganó tres ligas y dos copas, que ha colocado a Bilbao en el mapa.
Quería volver a ver este lugar y que mi mujer lo conociera, pues tengo un buen recuerdo de cuando lo visité en 1978. Por ello cogí la habitación con vista a las montañas. En aquella ocasión vinimos varios amigos en dos coches desde Bilbao (2.986 km), para de camino subir al Triglav y al Olympo. En el viaje estrené mi Ford Fiesta, pero eso es otra historia. De los monasterios espero hablar la próxima semana. El viaje por Grecia continúa.