Hora y media de tren desde Samarcanda en Talgo-Afrosiyab y estamos en nuestro siguiente destino, la monumental ciudad de Bukhara, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Nos instalamos en el hotel, comemos en un restaurante italiano muy barato, como todo en este país, y nos disponemos a recorrer la ciudad en el taxi que hemos contratado. La primera parada es en el Complejo Poi Kalon, el tesoro de la ciudad, formado por el minarete Kalon (siglo XII), de 47 metros de altura, la madraza Mir-i-Arab y la mezquita Kalon, ambas de comienzos del siglo XVI. Luego volveremos a este lugar para una cena tradicional en el Restaurante Chasmai-Mirob, situado justo enfrente, desde el que se tiene una impresionante vista del complejo. Nos adentramos en el bazar cercano, donde percibimos que las marionetas son la artesanía más popular del país. La siguiente cita en el Chor Minor, que destaca por sus cuatro minaretes, aunque sobre todo quedamos prendados por la belleza y simpatía de una niña.
La milenaria Bukhara es la ciudad más monumental del país, así que aprovechamos el segundo día para patearla bien. He seleccionado para esta entrada tres lugares comenzando por la mezquita Bolo Khauz, de comienzos del siglo XVIII, que tiene aspecto de palacio debido a sus columnas de madera tallada y a su artesonado. Enfrente se encuentra la enorme ciudadela El Ark, residencia de los emires de Bukhara hasta la invasión rusa. Nos encaminamos ahora hacia un amplio parque en el que se encuentran dos mausoleos, el austero Chasma Ayub y el más antiguo de la ciudad, el de Ismoil Samaniy, magnífico ejemplo de la arquitectura musulmana de ladrillo del siglo X. Bukhara está lleno de madrazas, así que os presento una de ellas, Abdulloson, que data de mediados del siglo XVII. Hoy hemos comido unas brochetas en una terraza junto al estanque de la plaza central, en el Restaurante Lyabi House Bukhara. Y mucha bebida. El calor, pese a estar a comienzos de junio, es muy intenso. Menos mal que es seco. A media tarde regresamos a Tashkent en tren.
Hoy ha tocado madrugón, pues a las 07:50 sale el vuelo a Urgench (unas 2 h). Un taxi gestionado por el hotel nos recoge en el aeropuerto y nos traslada a nuestro siguiente destino, Xiva, distante 39 km. Nos alojamos en el Hotel Asia Chiva, magníficamente situado frente a la puerta Tash Darvaza, que nos da acceso a Ichan Qala, la ciudad interior amurallada, declarada Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Estamos en un lugar lleno de encanto, que podemos recorrer a pie, lleno de altos minaretes, mezquitas, madrazas en desuso, como en Samarcanda y Bukhara, palacios… Es mi cumpleaños y lo celebramos con platos de carne en el Restaurante Khorezm Art, situado frente al Conjunto de Allakuli Khan. El vino no puede faltar. Cuando salimos nos damos cuenta de que en Xiva no hay alumbrado público y es un lugar muy laberíntico. La seguridad es total, pero tenemos que caminar bajo la luz de la luna y la que proporciona algún edificio iluminado. Pronto una niña acude en nuestra ayuda y nos guía hasta la puerta, frente a la que se encuentra nuestro hotel. Nos va a alumbrando con la luz de la pantalla de su móvil. La gente en Uzbekistán es encantadora.
Nos levantamos temprano para concluir la visita a la encantadora población de Xiva, importante oasis en la Ruta de la Seda. Tenemos que aprovechar la mañana, pues a las cuatro de la tarde tenemos el vuelo Urgench-Taskhkent. Caminamos por la calle principal, donde se encuentra el emblema de la ciudad, el Kalta Minor o minarete corto, que se quedó inacabado pese a que se proyectó para ser el más alto del mundo. Nos sentamos en una terraza para disfrutar de un grupo de animación y salimos del recinto amurallado para acudir al mercado. Pese a ser un lugar impresionante, en Xiva casi no hay turismo extranjero, pero si muchos turistas nacionales. Por hoy ya vale. El viaje continúa.
Por fin una día sin viaje. Volvemos a pasar todo el día en la capital de Uzbekistán, Tashkent. Como las distancias son muy largas, volvemos a contratar un taxi para todo el día. Primera parada en el Recinto Memorial Shakhidlar Maydoni, situado en un amplio parque con la antena de televisión como referencia. La siguiente cita es en la moderna pero espectacular Mezquita Minor, aquí llamada el Taj Mahal uzbeko. De allí nos dirigimos al Complejo Hazrati Imon, centro de la cultura islámica en Uzbekistan desde el siglo XVI y probablemente el lugar más hermoso de la capital. Pausa para comer y continuamos visitando la catedral católica, sin mayor interés, la colorista catedral ortodoxa y el Monumento al coraje. Hemos dejado para el final el impresionante mercado, el Chorsu Bazar. Merece la pena.
Hoy tampoco toca madrugar, pues el vuelo Tashkent-Almaty no sale hasta las 14:20 h. La hora y media de vuelo resultará ser lo más interesante del día, debido a que tenemos que cruzar los montes Tian Shan, una estribación del Himalaya. Hemos cambiado de país. Estamos en la antigua capital de Kazajistán, llamada anteriormente Alma Ata. Nos tomamos la tarde con tranquilidad, vino rosado frío y cena en un italiano. Aquí todo es mucho más caro y moderno. Tras haber recorrido Uzbekistán, ya poco nos puede llamar la atención. Al día siguiente contratamos un taxi para recorrer los lugares más interesantes, que están muy dispersos: Museo de instrumentos kazajos, Monumento a los caídos en la Guerra Mundial y la Catedral ortodoxa de la Ascensión, construida en 1907 por el arquitecto Andrei Zenkov, toda en madera. A mediodía tomamos un teleférico para subir a la colina de Kok, lugar de esparcimiento y parque de atracciones infantil, donde existe un monumento a los Beatles. Regresamos al centro administrativo de la ciudad, la Plaza de la República. La ciudad no nos ha dicho mucho.
Se acabaron los madrugones, por ahora. Hasta las 12:55 h no sale el vuelo a Astaná (1,45 h), que nos dejará en la capital de Kazajistán desde 1997. Nos tomamos la tarde con mucha tranquilidad y al día siguiente lo pasamos en lo que ha sido la disculpa del viaje, la Exposición Internacional Expo 2017, dedicada a la “Energía del futuro”. No es universal, como la de Shanghai, pero nos resultó muy atractiva.
Menos mal que hemos contratado un taxi para recorrer Astaná, pues las distancias son terribles. En 1999 la UNESCO la declaró “Ciudad del Mundo”, aunque también ostenta otro título, el de segunda capital más fría del planeta, solo por detrás de Ulaanbaatar, su homónima en Mongolia. Quién lo diría con el calor que hace a mediados de junio. Todo es nuevo y espectacular en esta ciudad, con obras de arquitectos de prestigio. Para esta entrada he seleccionado solo seis lugares: Museo Histórico Militar y de las Fuerzas Armadas, Teatro de la Ópera, Mezquita central Nur Astaná, Astaná Ballet Teatro, Circo y Centro Cultural. Faltarían muchos más: instalaciones deportivas, Torre Báyterek, Mezquita Hazret Sultan… Salimos empachado de tanto edificio moderno y rascacielos que recuerdan a Dubai. Derrotados llegamos al hotel, donde solo podremos dormir un par de horas, pues el vuelo a Estambul sale a las 03:25. El viaje ha concluido.
INFO: Optamos por realizar los trayectos Bilbao-Estambul-Tashkent y Astaná-Estambul-Bilbao con Turkish Airlines, pues es la única compañía que vuela a los dos destinos y desde Bilbao. Además el aeropuerto de Estambul está muy bien preparado para las horas de escala. Los vuelos Tashkent-Xiva-Tashkent los efectuamos en un avión de hélice de Uzbekistan Airways y los trayectos Tashkent-Almaty-Astaná, con Air Astana, que nos pareció una magnífica compañía.