Acabo de regresar de pasar una semana en la Región de Murcia, un lugar que está muy lejos (860 km de Leioa a La Manga del Mar Menor), pero tenía una asignatura pendiente, asistir a la impresionante fiesta de los Caballos del Vino y eso no me ha decepcionado. En seis días he recorrido más de 1.200 km por esa comunidad, que se realizan con mucha rapidez, ya que su red de autovías llega a casi todos los rincones.
Decepcionado por el caos urbanístico que es La Manga del Mar Menor, el primer día nos acercamos al Cabo de Palos, distante menos de 5 km, pudiendo caminar desde el puerto hasta el faro bordeando la agreste costa, en parte también machacada por las urbanizaciones. El recorrido merece la pena. En el puerto disfrutamos de la actividad de los pescadores, que con gran trabajo extraían de sus redes las rayas capturadas.
La tarde la dedicamos a conocer Cartagena. La zona del puerto ha quedado fenomenal para dar un agradable paseo. Luego nos introducimos en el peatonal casco antiguo, lleno de vida, pues abundan los comercios, bares y restaurantes. Nada más acceder a él encontramos su monumental Ayuntamiento y el Teatro romano.
El segundo día nos desplazamos al norte de la comunidad para recorrer el valle de Ricote, situado entre Archena y Cieza. En la imagen vemos los dos primeros pueblos, Villanueva del río Segura, a la izquierda, y Ulea, a la derecha, que estaba en fiestas, concentrándose junto a la iglesia de San Bartolomé y la Casa del Cura, que forman un hermoso conjunto. Continuamos el recorrido hasta Ricote, que cuenta con dos monumentales edificios, el Palacio de Llamas y la iglesia de San Sebastián. A continuación nos detuvimos en el embalse de Azud de Ojós, en el río Segura y en Blanca, población que tiene un monumento dedicado a sus populares encierros. Dejamos para el final lo que nos parecía más interesante, las cuatro norias situadas en Abarán. Lástima que no exista señalización para llegar a ellas, necesitando la ayuda de Google Maps, y que la Noria Grande esté en restauración. Las otras tres estaban funcionando.
Y llegó la fecha que esperábamos, el 2 de mayo, día grande de las fiestas de Caravaca de la Cruz, pueblo que me encantó en mi anterior viaje. Pasadas las 10 de la mañana ya estábamos en el Templete para ver los ensayos de la carrera de los Caballos del Vino por una abarrotada Cuesta de la Simona. A las 12 fue el desfile por la Gran Vía, en el que toma parte todo el pueblo, pues, vestidos de rojo y blanco, participan 58 peñas encabezada cada una por su caballo y concluyendo con una charanga musical. Luego vienen los grupos de moros y cristianos, acompañado cada uno por una banda de música, concluyendo con los gigantes y las autoridades. El espectáculo dura más de dos horas. Los festejos los encabezó la amazona Carmen María Jonquera, haciendo el deleite de los asistentes. Aprovechamos para comer y luego ver en una pantalla gigante parte de la carrera de los Caballos del Vino, acompañados por sus cuatro caballistas, pues es muy difícil y peligroso verla en directo, ya que la cuesta del Castillo tiene solo 80 metros de recorrido y hay miles de personas. El ambiente durante todo el día fue fenomenal. Finalizamos la jornada en Mula, pueblo declarado conjunto histórico-artístico.
El cuarto día lo dedicamos a Murcia capital, una ciudad en la que me alojé en mi anterior viaje y de la que tenía muy buen recuerdo. Ahora ha quedado fenomenal, con su casco antiguo prácticamente peatonal y lleno de ambiente, quizás por el puente que tenían en Madrid. Mientras tomamos un café en una terraza de la plaza del Cardenal Belluga, tuvimos la suerte de contemplar un espectáculo de danza al aire libre, teniendo como telón de fondo la monumental Catedral. Luego nos dedicamos a recorrer la ciudad: Palacio Episcopal, Ayuntamiento, Mercado de Verónicas, Casino, plaza de las Flores, Teatro Romea, plaza de Santo Domingo…
El quinto día lo dedicamos a recorrer la costa sur, deteniéndonos en primer lugar, cerca de Mazarrón, para contemplar las erosiones de Bolnuevo, situadas junto a la playa del mismo nombre, donde el viento y el agua han modelado las rocas de forma caprichosa. La siguiente cita la tenemos en la población costera de Águilas, en la que destaca su emplazamiento. Después de comer nos desplazamos a otra población que ya conocía, Lorca, tristemente famosa por el terremoto del 11 de mayo de 2011, que, aunque solo fue de 5,1 grados, causó 9 víctimas mortales y grandes destrozos en iglesias y otros edificios, que ya no son prácticamente visibles. El rincón que más me gusta es la plaza de España, presidida por la iglesia colegial de San Patricio y el Ayuntamiento.
El sexto día bordeamos todo el Mar Menor (68 km por carretera), desde el Puente de la Risa, en La Manga, hasta San Pedro del Pinatar, el lugar que más nos ha gustado de esta zona, pues allí se encuentra el Parque Regional de las Salinas y Arenales, una preciosa zona en la que abundan las dunas, salinas, charcas y gran variedad de aves, perfectamente acondicionada para recorrer caminando o en bici. También hay un agradable paseo, conocido como el paseo de los molinos, que lleva desde el molino Quintín (en la foto), hasta el molino Calcetera (casi 2 km). Aquí pusimos el punto final a esta escapada a la Región de Murcia.