Convencidos de lo suyo

En medio de una crisis sanitaria mundial un responsable de una comunidad autónoma no puede reiterar su apuesta por la sanidad privada y por la liberación del sector sin que pensemos que algo le va en ello. Probablemente sea ideológico y seguramente sea algo más, porque nadie con un poco de capacidad para la comparación y cero intereses puede seguir creyendo que hay que importar a Europa el modelo americano. El descarado esta vez es Javier Fernández Lasquetty, consejero madrileño de Hacienda. Sí, de Madrid, donde más fuerte está golpeando la pandemia y más han cabalgado los liberales en España.

Lo mejor, que lo conozcan

Cuanto más veamos todos a Carlos García Adanero, mejor para Nafarroa. El diputado de UPN hizo un discurso pésimo en el último pleno en el Congreso, sugiriendo que este fin de semana la ciudadanía se merecía poder pasar la Semana Santa libremente, como si no hubiera una pandemia mundial. Voy a ser bueno y voy a pensar que su habitual tono chulesco le traicionó, porque si lo decía convencido, la cosa es aún más grave. García Adanero tiene ese perfil de diputado al que le sobra el hemiciclo. Una forma de hacer política que representa a un sector cada vez más minoritario en Navarra y toda Euskadi.

Así, no

¿Puede un ministro ver una película en medio de una pandemia? Puede y debe hacerlo. Todos tenemos derecho al descanso. También el lehendakari, Pedro Sánchez, y por supuesto, sus consejeros y ministros. Yo quiero que quienes tienen que tomar decisiones estén frescos, tengan reflejos y acierten cuanto antes. ¿Puede un ministro tuitear de modo divertido que las mejores películas de Semana Santa para él son Jesucristo Superstar y La Vida de Brian en medio de una pandemia? Puede, y Alberto Garzón lo ha hecho. Pero no debería de hacerlo: las formas, como el descanso, importan, y durante una pandemia, más.

Los políticos son extraterrestres de colores

Durante esta crisis sanitaria mundial ha subido el porcentaje de chorradas publicadas en redes sociales. No tengo datos, pero tampoco tengo dudas. Además, es muy subjetivo. Para mí, una chorrada es una chorrada y, para otros, una chorrada es una idea feliz de su político, periodista u opinador favorito. Por ejemplo, esto de Alber Vázquez: “En España, la gente normal y corriente está muy por encima de los políticos, sean del color que sean. Y esta crisis no sirve sino para confirmarlo”. Para él los políticos son extraterrestres de colores. Lo suyo es el populismo baratito de retuit fácil. La realidad compleja es para otros.

EE.UU., en manos de Trump

Una crisis sanitaria inesperada y no conocida por nadie vivo, y una crisis económica derivada trágica, con caídas en picado de todos los indicadores: ningún gobierno del mundo estaba preparado para ello. Qué casualidad, todos los que saben qué hay que hacer y cuándo tenía que haber empezado el acopio, están en la oposición. Pero especialmente terrorífico va a ser lo que pase en EE.UU., con Donald Trump a los mandos de la nave un sistema sanitario y económico liberalizado hasta el extremo, lo que impide cualquier tipo de red social. El artículo al respecto en El Blog Salmón es como un cuento de miedo.

Sí, es una práctica fascista

La propagación de bulos y la difusión de verdades parciales es una práctica fascista. Y cuando digo fascista no me refiero solo a la extrema derecha española: en Euskadi ha habido y hay también fascistas que antes señalaban y mataban al que pensaba diferente y, ahora, envueltos en un manto de verdadera democracia que ellos mismos han tejido, están haciendo un ejercicio de populismo y de difusión de falsas noticias comparable solo a lo que hace Vox. En España lo tienen bien identificado pero en Euskadi funciona igual: un mensaje alarmista en WhatsApp seguramente sea otra mentira del fascismo.

Unos soldados no muy espabilados

Para la propagación de bulos los fascistas necesitan una organización marcial compuesta por soldados que no sean muy listos. Si lo fueran, no estarían dispuestos a acatar las órdenes de una banda de fascistas que no se manchan las botas. Un ejemplo del nivel es la ocurrencia que tuvieron muchos usuarios de Twitter próximos a la extrema derecha española, de repetir un tuit como si fueran robots. ¿El resultado? Que Twitter les ha bloqueado por ese tuit… Y por todo su seguidismo anterior con mensajes calcados y retuits masivos a sus “generales” (por seguir con el símil marcial). Así de listos son.

Quien los cuente como suyos también colabora

La cantidad de cuentas en Twitter relacionadas con la extrema derecha que participaron de la ocurrencia y fueron cerradas por la red social fue tan alto que varios líderes de opinión de ese ámbito ideológico han puesto el grito en el cielo porque han perdido cientos de seguidores de golpe. Por supuesto, han hecho pasar un ataque de idiocia por uno a la libertad de expresión por parte de Twitter. Pero esta mierda solo cuela ya a quien quiere que se la cuelen. Algunos de esos líderes todavía mantienen puestos relevantes en periódicos como El Mundo, como Javier Negre. Los colaboracionistas siempre estuvieron presentes.

Los que faltaban

Hoy estamos celebrando el Aberri Eguna en casa. Hoy, como cualquier otro día, mucha gente esta celebrando cumpleaños en casa. También los de niñas y niños. Y aniversarios. Y hasta nacimientos, y nadie puede ir a conocer al nuevo miembro de la familia. Estos días, quien haya querido, también estará celebrando la Semana Santa en su hogar. Así que la queja de los autoproclamados Abogados Cristianos parece fuera de lugar: “Misas canceladas, templos cerrados y desalojados…. Están aprovechando el coronavirus para imponer su laicismo”. También parece que solo se representan a sí mismos.

Una rectificación a tiempo

Tengo muchos amigos del sector de espectáculos, eventos y audiovisual. “Titiriteros”, se llaman a sí mismo algunos. Y como sé lo que trabajan y lo que cuesta crear, producir, distribuir y sostener la cultura, tengo mucho respeto por ellos. Pero creo que la huelga que habían convocado durante el confinamiento es un error. Sé que sufrirán la crisis económica derivada de la sanitaria y que van a necesitar todo nuestro apoyo como consumidores (y también de los medios, que tenemos responsabilidad en dar a conocer su trabajo y su importancia), pero todos sabemos que no son los únicos.

El carrito del helado

Llevábamos días viendo avisos de comportamientos extraños hasta que Mariluz Congosto ha publicado un esclarecedor hilo en Twitter: una serie de perfiles de nueva creación (todos de chichas jóvenes) han abalado llamativamente la acción del Gobierno y criticado a la oposición. Pero tanto el origen como la evolución de la campaña hacen pensar a esta investigadora que se trata de elementos capciosos, “de falsa bandera”, como dice Congosto, que podrían hacerse pasar por próximos al PSOE para luego virar y arrastrar seguidores. O eso, o es una campaña tan burda del PSOE que puede volvérsele en contra.

Nos dotamos de protección contra los bulos, ¿o no?

Es significativo lo que han hecho notar en Vozpópuli, que parece que ha emprendido, como la mayoría de medios, una carrera por el amarillismo que no lleva a la profesión a ninguna meta pero sí a cualquier precipicio. En este digital destacan que el grupo parlamentario de Podemos ha registrado una iniciativa para detener los bulos en Internet… Basada en una ley que el mismo grupo hace solo un mes intentó reformar y limitar en nombre de la libertad de expresión. La pregunta que hoy se decanta es: ¿nos dotamos de protección contra los bulos con todo lo que eso conlleva? Entonces, habrá que ser remangarse.

¿Y contra el virus?

Estoy de acuerdo con Marta García Aller en que resulta hipócrita clamar por la privacidad en tiempos del coronavirus cuando ya hemos renunciado por nuestra salud a la libertad de movimientos. De hecho, en el mismo digital, El Confidencial, explican cómo Google usa nuestras búsquedas y la posición de nuestro móvil para conocer cómo nos movemos y de qué nos preocupamos. ¿Si lo hace Google parece un juego o una filigrana digital y si lo propone un gobierno, una amenaza? Tenemos que pasar la adolescencia tecnológica y hacernos adultos, admitiendo lo que ya hemos aceptado en las condiciones de uso.

Llamemos a las cosas por su nombre

El Periodismo, como oficio, está, estamos haciéndolo mal durante esta crisis: nos habían brindado la posibilidad de hacer frente a la desinformación… Y nos estamos dejando llevar para sacar el titular que todos quieran compartir en sus grupos de WhatsApp con la familia. Y la Política tampoco está a la altura, salvo honrosas excepciones, con anuncios que solo generan más alarma o tratan de vestir lo normal como extraordinario: Díaz Ayuso ha anunciado que los médicos de la Comunidad de Madrid cobrarán este jueves y viernes santos como festivos. Vamos, como lo que son.

Sí, están fuera de juego

Esta crisis está sirviendo para dejar claro qué es prescindible: por mal que lo hagamos, no somos prescindibles ni los periodistas ni los políticos. Sí es prescindible la extrema derecha, el reiki y los influencers que no aportaban valor añadido y vivían solo de la pose. Juan Soto Ivars habla del “ocaso” del sector. No iría tan lejos, pero sí es evidente que algunos se están retratando: Miranda Makaroff habla en sus stories de cómo con la mente podemos convencer a nuestras propias células para que se mantengan sanas. Cuando mostraron que lo superfluo era su modelo de negocio ya nos dejaban pistas.

Lo que está mal

No está mal que el fundador de Twitter done mil millones de dólares a la lucha contra el coronavirus. Según él mismo, eso supone el 28% de su fortuna, aproximadamente. Tampoco está mal que haga pública esa donación en la red social que creó. Lo que creo que está mal es que Dorsey haya ganado alrededor de 4.000 millones de dólares con una red social que es deficitaria. Esa acumulación de riqueza sin rentabilidad, esa virtualidad basada en la bolsa, las expectativas y “la tecnología” es lo que está mal, ese exceso en las cifras de lo que manejan unos pocos es lo que es injusto y es el enorme error del sistema.

Lo que es Vox

Esta crisis del coronavirus está dejando fuera de juego a la extrema derecha, tanto que está intentando llamar la atención de manera cada vez más exagerada y acaba mostrando lo que es: el montaje de cientos de ataudes en la Gran Vía de Madrid sobre una foto de Ignacio Pereira que mostraba la capital vacía es la mejor muestra de lo que aporta Vox. No hace falta ni calificar el tuit porque la imagen generada (que no es un trabajo de aficionado, por cierto) y el modo en el que la han presentado (“Los españoles están haciendo muchas imágenes de manera espontánea”) les retrata. Y al que les apoya, también.

Tampoco se podía antes

El montaje de Vox es grave porque es falso, por el modo capcioso en el que lo ha difundido y porque lo hace un partido político. Al mismo tiempo, creo que la portada de El Mundo con los ataúdes en el Palacio de Hielo de Hortaleza no está tan mal. Es intencionada, sí, pero es inevitable y es la realidad. No obstante, lo que me parece fuera de lugar es este titular de Vozpópuli (un medio que también se está retratando… Como tantos otros, por desgracia): “España pone un veto a la tragedia y restringe el acceso de los fotoperiodistas a morgues y hospitales”. Simplemente, nunca han podido entrar.

A rebufo y equivocadamente

La decisión del PP de enviar al Congreso a sus diputados para hacer visible a la oposición muestra, primero, que van a rebufo de Vox, que avanzó días antes que sus 55 diputados estarían en sus escaños. Segundo, que se saltan el confinamiento porque la derecha española siempre cree que las normas son para los demás, y que les da igual el riesgo al que expondrán a otros diputados pero también ujieres u otros trabajadores. Tercero, que están inhabilitados para medir bien sus actos. Cuarto, que Álvarez de Toledo es capaz de decir que los diputados del PP tienen más responsabilidad que los médicos durante una pandemia.

Esto es lo que son

Y por si había alguna duda de lo que es este PP renovado, el de Casado, Iturgaiz, García-Egea y Álvarez de Toledo, su líder ayuda a dejarlo claro: durante una entrevista en Telecinco no fue capaz de decir que “sí” ante la pregunta de que habría que dotar de más recursos a la sanidad pública. Lejos de eso, aseguró que es la sanidad privada la que ayuda a financiar a la primera. Ese liberalismo, esos recortes continuados en lo más básico (que los ha hecho el PP en sus comunidades, aunque algunos extiendan ese delito a la comunidad propia por sus intereses electorales), eso es el PP. No lo olvidemos.

Del autorretrato a la caricatura

Desconfío de los medios y, sobre todo, de los periodistas que hacen gala de su objetividad. Prefiero mil veces a un compañero de oficio que es honesto y, como todos, parcial por principios (o por bolsillo). Pero los peores son, sin duda, los medios que publican caricaturas de sí mismos. Este tuit de El Mundo es tan triste para la profesión como real, por desgracia: “El Rey debe firmar los decretos que el Gobierno aprueba de urgencia sin cesar. España no está preparada para que el Monarca se viera impedido en una crisis como ésta. España debe cruzar los dedos para que Don Felipe mantenga su buen estado de salud”.

Hay que contar la verdad

En estos momentos es importantísimo contener el torrente informativo para que la desinformación no lo contamine y, sobre todo, contar la verdad. José Antonio Pérez acierta cuando, en un par de líneas, sentencia: “Si te molesta que los científicos hoy digan una cosa y mañana otra, ve y búscate un cura; ellos siempre han dicho, dicen y dirán lo mismo”. Se refería, probablemente, al cambio de criterio de la OMS y los gobiernos sobre el uso de las mascarillas. Lo que no hay que hacer es, como algunos políticos (y periodistas) irresponsables, extender bulos aunque sea a modo de reflexiones al aire.

La mejor definición

Ante la noticia de que los médicos de la sanidad pública madrileña han empezado a organizarse entre ellos sin esperar a las propuestas de la Comunidad, un conocido tuitero, Margaret Castor, escribió: “Madrid es una comunidad autónoma fallida. Esto es escandaloso”. Más allá del escándalo, la definición de “comunidad autónoma fallida” es la mejor que he leído sobre Madrid. Coronavirus aparte, Madrid está construido sobre su capitalidad, atrayendo sedes sociales y talento que roba de otras comunidades, con la colaboración de los principales partidos españoles. Y al final, para que todo sean agujeros.

El camino de Andalucía

El PP más liberal ha ejercido en Madrid esas políticas que no podía poner en marcha en el resto del Estado, insisto, apoyado en la capitalidad y con representantes regionales del PP colaborando en el vaciado de la periferia. Liderado por el PP y apoyado en Ciudadanos y Vox, Andalucía pretende seguir esa estela liberal, y en plena crisis sanitaria, como cuentan en El Confidencial, han colado una serie de medidas que “sienta las bases para la liberalización de la economía andaluza”, como más libertad a los centros comerciales, los apartamentos turísticos, o los promotores de campos de golf, que podrán volver a construir.

El mejor González Pons

Creo que ya lo he visto todo en política: una pandemia en los tiempos de WhatsApp, el PSOE compartiendo el gobierno de España, una moción de censura que prosperó, dos repeticiones electorales, el despacho de Abascal, el dormitorio de Rosa Díez y un tuit razonable de Esteban González Pons. Este: “Aviso a los jefes, teletrabajar no significa trabajar sin horario ni fines de semana. Que el personal teletrabaje no significa que se pueda disponer de su tiempo 24 horas los 7 días. Puesto que el futuro es esto, los jefes deben aprender también a teledirigir. Vamos a respetarnos”. Yo no lo habría escrito mejor.