Ni “genio y figura”, como dijo insistentemente ayer por la mañana un invitado en la televisión pública española, ni mucho menos “puto amo”, como le llamó Óscar Puente en las horas previas: Pedro Sánchez es un irresponsable que ha dramatizado el ataque a su familia para catapultarse en los procesos electorales que se le echan encima, Catalunya y Europa. No hay nada que me invite a pensar que sus palabras, como su preocupación o su reflexión, sean sinceras. Vicente Ruiz, director adjunto de El Mundo, plasmaba en X un pensamiento similar: “Es capaz de todo y parece mentira que sigamos picando una y otra vez”.
¿Cuál es la conclusión?
Muchas y muchos lo vimos en directo: Pedro Sánchez sigue. Pero, ¿cuál es la conclusión? ¿Que hay que acabar con la montaña de bulos y desinformación? ¿Que hay que debilitar a la extrema derecha? ¿Y para concluir eso ha montado todo este tenderte? ¿En serio? “Somos dignos de su esfuerzo”, escribía Antonio Agredano en X, tirando de evidente sarcasmo. No me parece bien lo que hemos visto. Y no considero legítimo ni legitimador el espectáculo que ha dado Sánchez para acabar mostrando, por un lado, que es capaz de instrumentalizar el amor a su mujer, y por otro, que no le importa arriesgar el crédito de su país ni el de su partido.
El gran teatrillo
Mario de las Heras en X calificó con acierto el espectáculo como “Pedromima Full”. Es a lo que hemos asistido: una especie de autoparodia del autoelegido, con Óscar Puente entregando carnes de putoamismo y el PSOE cantando el “Quédate” de Quevedo. Un show en el que el jefe del Estado ha sido la estrella invitada por contrato (que trabaje algo no está mal) y en el que hemos visto, también, las costuras al gobierno de coalición: Susana Díaz es un jarrón chino en el consejo de ministros, algo inédito hasta la fecha. Pero no deberían de sorprendernos las sorpresas: Sánchez es un jugón. Pero no es un buen político, se venda como se venda.
Casi como si nada
Sánchez retoma su agenda y aquí no ha pasado nada. Bueno, algo, sí: se llevará un buen racimo de ovaciones allá donde vaya, ya sea en su propio grupo parlamentario, ya sea en un mitin del PSC. Y mejorará las expectativas y los resultados del PSOE. También querrá mostrarse como el abanderado de las causas justas y de una política limpia. Pero Pascü acotaba en X este nuevo superpoder de Sánchez: “Yo habría terminado con un ‘pero lo del novio de Ayuso, eso sí es verdad’”. Porque a este juego ha jugado y juega también el PSOE. Y también se juega en Euskadi, por cierto, y somos muy pocos los que lo señalamos.
España es un asombro
Si Sánchez sorprendió el lunes, el fin de semana fue España la que dejó atónito al mundo. Y no para bien, precisamente: “Impresionante, este país es un asombro constante”, tuiteaba Rafa Cabeleira sobre las manifestaciones a favor de Pedro Sánchez. ¿Manifestaciones que han conmovido al presidente español? ¿Manifestaciones que formaban parte de un libreto? ¿Manifestaciones con aroma electoral? ¿Manifestaciones dirigidas? ¿Hacia dónde? ¿Por quién? Nada de lo que hemos visto es mínimamente razonable ni justificable. Y si algo limpia la política es decir la verdad a la ciudadanía. Jugar con ella, manipularla, sirve para todo lo contrario.