Ganas de discutir

Cada vez hay más coches en la carretera, cada vez hay más adultos que salen a pasear solos y el domingo hubo familias que salieron al completo a la calle en vez de respetar la norma de un adulto hasta con tres menores. Si la mayoría mantenemos la disciplina hasta esos que se creen más listos que los demás estarán a salvo. Pero si a esos sumamos los que desde Instagram, Facebook y Twitter muestran su ira ante las y los jetas, la situación se acerca a lo insoportable. Todos vemos lo que hay, no necesitamos gruñones ni gruñonas ni agitadores de WhatsApp. ¿Cómo pueden algunos tener ganas de discutir a estas alturas?

Siempre presente

Esto no va a ir a menos cada día de que pasa. Al contrario: habrá repuntes y estoy dispuesto a apostar a que volveremos a estar confinados, a más tardar, el próximo otoño. Así que la recomendación del gobierno español el día en el que los niños podían volver a salir a la calle me pareció, para variar, tremendamente acertada: “Sanidad pide a las CC.AA. que dispongan del doble de camas de UCI para poder iniciar la desescalada” (República.com). Esto es lo que ni podemos ni debemos olvidar: el virus sigue ahí fuera, hemos estado confinados solo para no enfermar todos a la vez, pero aún podemos contagiarnos.

Falsos debates

Tengo que escribir esta columna y estar atento a la actualidad política en mis horas de trabajo que, cada día más, intento tasar y respetar. A eso, sumo el Teleberri. Pero a partir de ahí, cada día más, siento que solo tengo ganas de refugiarme en series intrascendentes, novelas pendientes o algún videojuego. Paso de debates inútiles que solo buscan hacer daño a personas, como a Pablo Iglesias, que ha ido al supermercado con escolta y sin mascarillas. ¿Y qué? Claro que tiene escolta, es un vicepresidente del gobierno. No, no es necesaria la mascarilla. Y por supuesto que compra en el súper. Como todos los políticos.

No, no todo está fatal

A los que del “todo está fatal”, los del “los que tienen que tomar decisiones no tienen ni idea”, los del “no nos hacen test a todos y todos los días porque no quieren”, no les deseo ningún mal en esta pandemia. Pero sí espero que la mayoría acabe harto de ellos y les dé a espalda. Estar mal en medio de una pandemia no es lo nuestro, con gobernantes que cometen errores porque son humanos y una sanidad que puede saturarse pero está ahí para todos. Estar mal en medio de una pandemia es tener que pagar “hasta 73.000 dólares por entrar en la UCI: el coste de contagiarse del virus en EEUU” (La Información).

Doble rasero

Ante la evidencia de que hacer test masivos a diario es inviable, digan lo que digan algunos, la mejor manera de controlar a la ciudadanía va a ser a través de su móvil conectado a Internet, se pongan como se pongan algunos (curiosamente, los que quieren test a la puerta de casa y móviles opacos suelen ser los mismos). Siempre lo recuerdo: ya cedemos toda nuestra información, ahora solo hay que aceptar que lo hagamos por nuestra salud. Un buen ejemplo lo hemos encontrado en Público (y no me lo esperaba, la verdad): David Bollero nos recuerda la tremenda cesión de datos que hacemos en las aplicaciones para ligar.

Por algo será

Este curso verán en esta columna muchos menos comentarios sobre publicaciones de El Español que hasta ahora. ¿Por qué? Supongo que por el mismo motivo por el que a Pedro J. Ramírez le ha abandonado el 80% de la plantilla del digital en los cuatro años que lleva on-line. El exdirector de El Mundo prometió a colaboradores y lectores un medio que iba a competir con las versiones on-line de las grandes cabeceras del papel, y hoy ofrece un producto pobre, con titulares cada vez más tendenciosos, revisionista, que mezcla opinión con información, y con submarcas como Navarra.com, que son pura infamia.

Así se trata a los fascistas

Con el final del proceso judicial sobre el importe de la expropiación de la casa natal de Hitler en Austria nos hemos enterado de cómo este estado trata el edificio: primero, lo tenía alquilado a la propietaria para asegurarse del uso y de que no iba a convertirse en un monumento a la vergüenza nacional, y después ha acabado por expropiarlo para poder reconvertirlo. Como les he adelantado, el importe de lo abonado ha sido asunto de litigio y de noticia (en República.com, un digital que, con mucho menos marketing lo hace infinitamente mejor que El Español), pero nadie ha “dejado hacer”, y eso es lo importante.

La gran pesadilla americana

La cifra es terrible: 40 personas al día han muerto por disparos de armas en EE.UU. en lo que vamos de 2019, según leemos a David Bollero en Público. Para hacer la estadística se suman las grandes matanzas que conocemos, los asesinatos individuales y los accidentes. Es decir: todos los fallecimientos producidos por una bala disparada. A esto habría que sumar los heridos, algunos seguramente con lesiones irreversibles. Si se extrapolan los datos del primer semestre a todo el año, 2019 acabará siendo uno de los más sangrientos. Es evidente que en EE.UU. tienen un problema y lo tienen que resolver por su propio bien.

Que hagan lo mismo que con el alcohol

Desde EE.UU. llegará (se lo voy adelantando) una nueva moda: la de que ser abstemio mola. No lo discuto: es evidente que el alcohol es malo aunque lo tengamos interiorizado en nuestra cultura como parte del disfrute y la socialización. Lo que me parece más discutible es la capacidad de EE.UU. para exportar sanas costumbres mientras permite que la gente adquiera y posea armas de fuego con controles mínimos. En cualquier caso, ahí está este nuevo movimiento según Magnet: clubes de soda y bares de batidos imaginativos son una nueva tendencia que ya ha alcanzado a Sillicon Valley.

No nos dejemos llevar, por favor

La pasada semana hubo dos grandes bulos (tres si contamos la marcha de Williams a Manchester) que se movieron por la red y, lo peor, fueron redifundidos por periodistas: el del puente medieval belga que iba a ser demolido para que pasen los cruceros (solo será modificado un arco que fue derribado durante la Segunda Guerra Mundial y reconstruido después), y el del machismo en la recepción de una generala en Moncloa (se cumplió el protocolo militar al dedillo). Tenemos que mantener nuestra credibilidad, como individuos y como profesión, que no se la lleve los que soplan siempre a favor.

Es de justicia

A veces, Euskadi va por delante de otros países de su entorno y otras veces, va por detrás, como cualquier otro país evolucionado que intentan mejorar pese a las dificultades. Hoy nos toca estar orgullosos porque el Gobierno Vasco contempla en sus presupuestos una partida para las víctimas de abusos policiales, siguiendo con su política de reconocimiento a todas las personas que han sufrido la violencia sin observar su origen. Es de justicia, no hay más. Y este acto de justicia no es incompatible con el respeto a las fuerzas de seguridad, digan lo que digan los oportunistas (e injustos).

Otegi comete una injusticia

A igual vulneración de derechos, igual reparación. Pero algunos no han vulnerado los mismos derechos, por eso Arnaldo Otegi es profundamente injusto cuando afirma que “hay 250 presos de ETA y habrá 250 recibimientos en sus pueblos” (El Independiente), para empezar, porque los 250 presos de ETA no han cometido los mismos delitos. De hecho, no es lo mismo recibir con una fiesta a quien mantuvo secuestrado a Ortega Lara que a él mismo por el caso Bateragune. Para entenderlo solo hay que abrir un poco la ventana y dejar que la sensibilidad ilumine el discurso de filas prietas.

Lo que es Twitter

El texto de David Bollero en Público sobre cómo Twitter le ha cerrado el acceso a su cuenta es de los que hay que leer, no por el caso particular, sino para refrescar lo que son las redes sociales, en general: un negocio, sí, en el que el contenido lo regalamos los usuarios para generar la atención de otros usuarios en una web en la que, entre tuit y tuit, post y post, foto y foto, los propietarios meten publicidad. Ese contenido, claro, hay que regularlo (pero por lo que dirán los anunciantes, no por lo que dicen los usuarios), y los mecanismos que activan las empresas son arbitrarios e injustos.

Los dueños del fútbol

En las asociaciones anónimas deportivas es más fácil saber quién es el propietario en función del accionariado. En los clubes, el tema se complica. Pero ni con un formato ni con otro las directivas parecen controlar el futuro inmediato de los equipos: los horarios de los partidos los dicta una entidad y puede corregirla otra diferente en base a la decisión de una jueza. Todo esto, para que a diez mil kilómetros de distancia alguien vea un Athletic-Osasuna (porque Barça y Madrid apenas juegan los domingos a las 12:00). En medio de este embrollo, solo el Real Madrid accede a no jugar en lunes y viernes.

Las intrahistorias

No recordaba su nombre pero sí su rol: Martin Selmayr, la mano derecha de Juncker en Bruselas, parece que cae en desgracia para alborozo de los muchos enemigos que se ha ganado en sus años como hombre duro de la política comunitaria. En El Confidencial hacen un interesante relato sobre el personaje, su trayectoria y su final, que sirve también para retratar lo que es ese monstruo político, la Unión Europea, tan fascinante como necesaria, tan maquiavélica como importante. Ya saben que estas “intrahistorias” me resultan irresistibles, también como lectura de verano.

No te hagas autónomo, hazte partido político

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David Bollero da la vuelta estupendamente al argumento con el que el ministerio de Hacienda pretende exonerar al PP pese a su financiación ilegal. Dice este bloguero de ‘Público’ que, visto el razonamiento, lo más conveniente es que todos los autónomos nos constituyamos como un partido político, de este modo, en vez de cobrar una factura por arreglar un fregadero, el fontanero ofrecería al cliente que le hiciera una donación libre de IVA por la que el donante, además, desgravaría.

Juan Carlos I, el intocable

Juan Carlos I pide a gritos un sobrenombre. Aunque con la suerte que tenemos seguro que quien lo elige es una caterva de monárquicos y pelotas, le buscan uno positivo, y PP, PSOE, Podemos, Ciudadanos y UPyD se organizan para popularizarlo. Pero iría bien “el cazador”, “el de Franco”, “el jubilado” o hasta “el intocable”. Según ‘El Confidencial’, el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona ha suspendido una exposición porque en ella podía verse una escultura en la que Juan Carlos I aparecía vomitando y “montado”.

Lo que necesitamos son… etiquetas, según Podemos

Lo que necesita esta sociedad, empezando por los medios de comunicación, son etiquetas de calidad, según Pablo Echenique. El ex eurodiputado de Podemos (otro que deja el escaño en Bruselas para centrarse en las siguientes elecciones, como si solo pudieran ser elegidos algunos) propone crear una auditoría ciudadana que señalara qué etiqueta merece cada redacción de informativos (‘Vertele’). Lo de tutelar a la audiencia (y al votante) no lo he entendido nunca.

La radio, ¿en crisis?

Para mí no lo está. De hecho, es el medio que mejor resiste las embestidas de la televisión, internet, etc., en mi opinión. Pero no sé si alguna empresa de comunicación puede permitirse lo que va a cobrar Carlos Herrera en la COPE: seis millones de euros al año durante cinco años, según ‘El Confidencial Digital’, son los culpables de que el periodista abandone su proyecto en ‘Onda Cero’. Dudo mucho que, pese a la recuperación que nos anuncian se materialice, la cadena episcopal sea capaz de rentabilizar esa inversión, pero cada uno se arruina como quiere.

¿Solo en Alemania?

Posiblemente solo en Alemania hayan hecho este estudio, pero estoy convencido de que si se repite en el resto de países de la Unión Europea, y más allá, los resultados serían similares… o peores. Poco o nada tiene que ver que Alemania siga siendo el motor económico europeo: el estrés y la presión laboral son incluso peores en condiciones como las que vive España y, por desgraciada extensión, Euskadi. Tres millones de germanos, el 6,7% de los trabajadores, toman medicación para hacer frente al trabajo (‘La Información’).