Hoy empiezan las clases… En Ucrania

Me parece admirable la voluntad que demuestran el gobierno y, especialmente, el pueblo ucraniano: hoy sus niñas y niños vuelven a las aulas. Las y los que pueden, claro: quienes no han sido asesinados por la artillería rusa, quienes no siguen en los hospitales, quienes han podido regresar a sus casas o lo que queda de ellas, quienes no estén bajo dominación rusa y quienes no viven en zonas donde las balas y las bombas siguen silbando. La vida sigue aunque Vladímir Putin quiera acabar con ella, ese es el mensaje que Ucrania lanza al mundo y que debemos escuchar para entender que tenemos que seguir ayudando al invadido.

Y China sigue colonizando África

Me sorprende que podamos leer tan poco sobre el avance de China sobre África y cómo lo está ejecutando. Solo algunas noticias sueltas pero representativas como la de El Confidencial: China ha construido y regulará, vía peaje, una autovía para circunvalar Nairobi y acceder mejor “a países vecinos sin salida al mar como Uganda, Ruanda, Sudán del Sur y República Democrática del Congo”, donde están las minas. Una autovía que no podrá usar por su coste la ciudadanía de Kenia: una vez más “los ciudadanos siguen sin recibir los beneficios del dinero chino”, que exporta su modelo de grandes infraestructuras y su dinero, vía préstamos.

Los préstamos

Hace un par de días, en The Political Room tuiteaban, precisamente, una imagen que mostraba las deudas de los países con China: “Como muestra está infografía que analiza datos del Banco Mundial, China es el nuevo prestamista preferido de los países de bajos ingresos. Los préstamos chinos tienen tasas de interés más altas y ventanas de pago más cortas que los de instituciones internacionales”. Solo en África, según El Confidencial, “Pekín ha dado préstamos por valor de 160 mil millones de dólares al continente”. Préstamos que dan una posición de poder a la dictadura oriental parecida al del usurero con sonrisa y matones.

Y seguimos dando palmas

China hace lo que le da la gana en África mientras la dictadura es blanqueada por la derecha mundial, que le considera un proveedor y un cliente de primera, y la izquierda mundial, que sigue sin distinguir a un comunista de un capitalista salvaje y represor. Ahora toca aplaudir su capacidad para reducir en un 40% de media la polución en las grandes ciudades. ¿Cómo lo han hecho? Imponiendo el camino que a las democracias occidentales les costó mucho recorrer: desaparición del carbón y otros combustibles más contaminantes, y apuesta por la energía nuclear salpicada con algunos destellos verdes (El Nacional). Y sobre todo, sin oposición interna.

Occidente tiene la culpa

Si para algo ha servido la invasión rusa sobre Ucrania es para que salte a la vista, de un modo repentino y desagradable, la dependencia que tenemos en Europa hacia los sátrapas rusos, chinos o de emiratos y califatos. Solo es necesario que tengan las materias primas de las que carece Europa (o no quiere explotar) para que nos tengan en sus manos hasta en lo más trivial, como la organización de un Mundial que va en contra de todos los principios básicos. Ante nuestra sumisión, voces como la de Éric Cantona resultan revolucionarias: “No veré el Mundial de Qatar. Ha muerto gente construyendo los estadios. No es un país de fútbol” (Contrainformación).

¡Claro que no lo tiene!

Valoro positivamente las opiniones de Jordi Sevilla y, sobre todo, valoro su valentía para hacerlas públicas en Twitter. Pero en este caso, con el debido respeto, tiene poco mérito porque, igual que él, éramos muchos (todos, salvo los que facturan) quienes “señalamos hace tiempo que no tiene sentido que el gas marque el precio de toda la electricidad, incluso la generada con fuentes renovables más baratas. Ese ‘mercado’ regala beneficios extra a las empresas”. Esta era su reacción lógica a la noticia de que “Alemania se abre a excluir el gas del sistema de fijación de precios de la luz” (La Voz de Galicia).

Vox y Bildu

En Euskadi, Bildu, y en España, Vox. Es así de sencillo y sé que algunos de sus representantes se pondrán rojos de indignación al leerlo, y puede que hasta saquen pantallazo de la web y me mencionen en Twitter para que sus seguidores (empezando por los influencers de cabecera) intenten molestarme durante la jornada. Hablo de Vox y hablo de Bildu en igualdad de condiciones, porque comparten manual de acoso al periodista. Igual que comparten manual de “guerra sindical: Vox agitará las calles frente a la ‘tibieza’ de UGT y CCOO ante el Gobierno” (El Confidencial). Si esto les molesta, a unos o a otros, que no coincidan tanto.

“Sumar” no suma

Al final, “Sumar” es solo una idea bonita, como “Junts” en Catalunya, pero que no se ajusta a la realidad: “Díaz no contempla Sumar como ‘una sopa de siglas’ y dificulta la alianza con Podemos”. O lo que es lo mismo: Sumar no busca una suma, sino una neutralización de los rivales, empezando por los de la propia izquierda. Yolanda Díaz lo que busca es una aclamación, una fórmula muy romántica, que queda muy bonita en las películas, pero que en la realidad de la política actual es imposible. Y si se empeña en ser aclamada y reclamada por toda la izquierda, más que “sumar” dividirá. Ya lo hemos visto en Andalucía.

La represión de una dictadura

El mundo tiene hoy problemas mayores que los que surgen en la isla de Cuba por culpa de la dictadura a la que está sometida su población. Pero Miguel Díaz-Canel, además de anunciar medidas económicas que avanzan hacia el capitalismo con una retórica pasadísima, mantiene la peor tradición de la represión: el opositor José Daniel Ferrer lleva preso y sin contacto con el exterior casi 50 días y “activistas de la organización en el exilio Unión Patriótica de Cuba han exigido este lunes al Gobierno cubano una prueba de vida” (Nius). Ferrer ya fue detenido y encarcelado con anterioridad por el régimen por su activismo contra la dictadura.

Estábamos esperándole

Cuando el gobierno español impuso en pleno agosto medidas para ahorrar energía como el apagado de las luces de los escaparates pensé en las luces de Navidad que suelen poner en Vigo. Esta semana, por fin, su alcalde “ha anunciado que en Vigo continuarán con la tradición del encendido de 11 millones de bombillas led”, aunque con una hora menos de duración porque, según Abel Caballero, del PSOE, “prescindir del encendido de luces en Navidad por la crisis energética sería un drama económico” (Público). No me parece irresponsable por sus intenciones para este invierno, me parece irresponsable por lo que ha hecho hasta ahora.

Siguen ahí

Hace tiempo ya que no leía o escribía sobre sectas y estas semanas lo he hecho ya un par de veces para hablar de un grupo de supuestos criptoactivistas que captan a chavales muy jóvenes a los que incitan a entregarles todo su dinero. Y parece que no son casos aislados: “Los ‘cazadores de mentes’ se reinventan con criptomonedas o terapias de autoayuda” (EPE). Pero en el reportaje también hablan de modelos de sectas más reconocibles (enviados de Dios, comunas, etc.). Sin embargo, “ahora las sectas se han alejado de los estereotipos. No son tan numerosas y ni siquiera hace falta que sus miembros coincidan físicamente en un espacio”.

Alguien tiene que pagar la fiesta

Alfredo Pascual ha escrito en El Confidencial uno de esos reportajes necesarios: responde a una pregunta que nos hacemos muchos y lo hace con todos los detalles. El titular es cristalino: “Una camiseta de fútbol cuesta ocho euros y se vende por 170: ¿están timando al aficionado?”. Sí. Pero, ¿por qué lo hacen? Yo lo tengo claro: alguien tiene que pagar la fiesta del fútbol, que necesita que el torrente de millones nunca deje de correr, y lo hacemos los aficionados del entorno. ¿Cuántas camisetas del Athletic se venden en el Reino Unido? ¿Y de la Real en China? ¿Quién paga ese dineral? Quien vive en los alrededores.

“Fair play”

La UEFA ya ha abierto expediente al PSG y al Olympique de Marsella por incumplir el famoso “fair play financiero”. En el peor de los casos, el organismo impondrá una multa que clubes que tienen dinero para fichar lo que quieran abonarán como si de una comisión más se tratase. Y ahora amenaza a otros equipos: Barça, Arsenal y Juventus, entre otros, han levantado alguna sospecha en Nyon. ¡Qué habilidad! ¡Cuánta viveza! ¿Cómo habrán llegado a la conclusión de que el FC Barcelona ha podido hacer algo sospechoso de incumplir con el mínimo equilibrio exigible, que es el que sugiere la UEFA?

Correcto

En InfoLibre podemos leer otra buena noticia: “Los accionistas de grandes bancos y energéticas presionan contra los altos sueldos de los directivos”. En las juntas de accionistas es el punto que menos apoyo recibe aunque siempre se aprueban holgadamente. Hablamos de grandes empresas como Santander, Iberdrola, BBVA, Bankinter, Repsol, Red Eléctrica, Caixabank o Endesa. Y hablamos de emolumentos como el de Ignacio Sánchez Galán, que ingresó 13,2 millones de euros en 2021. Dinero que, evidentemente, no se reparte entre los pequeños accionistas ni sirve para abaratar la factura de Iberdrola. Al contrario.

No me preocupa, pero…

No suelo estar preocupado por la información que doy a las grandes empresas: ni en el supermercado cuando paso la tarjeta de fidelidad, ni en el banco, ni a las propietarias de las redes sociales digitales, aplicaciones o el buscador que uso a diario. Pero comprobar la comprobación que ha hecho Bert Hubert sí me ha escamado: ha creado un programita que le alerta con un leve pitido cada vez que envía un dato suyo a Google. Es lógico que cada tecleo en el buscador le dé información, pero cuando navega con Chrome casi cada clic es información que se queda la gran empresa para gestionarla como quiera.

Reunión de criptobros

Ahí van a estar todos (la mayoría serán chicos), hasta 7.000, según la organización, escuchando lo que quieren oír: que hay una fórmula mágica que les hará ricos sin apenas esfuerzo. Solo necesitan reunir todo el dinero que puedan y entregárselo a empresas que están catalogadas como chiringuitos financieros, advertidas por la CNMV o, directamente, sancionadas y que no pueden operar, según relatan en El Confidencial. El denominador común: las criptomonedas. El lugar: Madrid. La movida: el festival Mundo Crypto. Los colaboradores necesarios: Cristina Pedroche, Jorge Fernández, Daniel Lacalle y representantes del gobierno de El Salvador.

Actualización a día de la fecha: Jorge Fernández ha anunciado que no presentará el evento.

“Criptosecta”

7.000 se reúnen en Madrid pero parece que iban a ser más los que iban a acudir hasta Dubai para el evento de una criptosecta, IM Academy, que con exactamente la misma fórmula (promesas de crecimiento económico sin esfuerzo) hace desaparecer a chavales y todo su dinero. El evento en Dubai fue cancelado por presiones de familias afectadas por la secta, y la organización anuncia ahora que se celebrará en Suiza. “La Red de Prevención del Sectarismo y del Abuso de Debilidad advierte que las criptosectas difunden a los jóvenes guías para comunicarse con los padres y que no sospechen de sus actividades”, leemos en Vozpópuli.

Qué pereza. Y qué irresponsabilidad

Esta semana empieza el curso político español en el Congreso y nadie duda de que, aunque queden varios meses para que empiece, estará marcado por el ciclo electoral que se nos avecina. Personalmente, me da una pereza terrible lo que viene, sobre todo con el estilo que ha cogido la política española últimamente y que especialmente Podemos y Bildu han importado a Euskadi. Pero también me parece una irresponsabilidad: el gobierno español tiene que gobernar sin mirar el calendario electoral. Sé que es una quimera, que los partidos españoles no distinguen gestión de acción política, pero sigo pensando que es lo correcto.

Feijóo se ve fuerte

En ese ciclo electoral el PP espera remontar y es evidente que Núñez Feijóo se ve fuerte. Primero, ha arrinconado a Abascal con el primer revés electoral de Vox, en Andalucía. No solo eso, el gallego se permite iniciar su particular ronda de deshielo señalando lo que a su juicio son errores que han cometido otros: “Saben que se equivocaron con la moción de censura”, dice del PNV y recogen en El Independiente. No sé yo si es muy inteligente acercarse a alguien diciéndole antes en qué crees que se ha equivocado, pero es la estrategia que ha elegido Feijóo que, no lo olvidemos, es el que sale a vender.

Igual hay que empezar a regularlo

¿Estaríamos dispuestos a no poder elegir el destino vacacional alegremente a cambio de disfrutar del que podamos tranquilamente y que, además, nuestras propias ciudades acojan un turismo sostenible? Esa es la pregunta que, a medio plazo, vamos a tener que hacernos. Estoy seguro. También lo estoy de que la respuesta vendría mediatizada por una tarjeta de crédito: ya encontrarían la manera los ricos de generar “fast-pass” para colarse y tener acceso a más privilegios. De lo que no hay duda es de que hemos generado un mundo insostenible en lo ecológico pero también en lo social, lleno de desigualdades.

¡Y no lo retira!

Rosa Díez miente. Lo sabe. Se lo ha explicado hasta el alcalde al que ha señalado en su mentira. Pero no retira su tuit publicado el pasado 18 de agosto, en el que comentaba la noticia que ya trajimos a esta columna por su falsedad: “Alsasua organiza una jornada contra la Guardia Civil y la Policía y exige su expulsión” (Vozpópuli). La exconsejera vasca de Turismo con el PSE asegura: “Lo hace el Ayuntamiento de Alsasua, formado por Geroa Bai y Bildu”. A lo que Javier Ollo, alcalde de la localidad, responde: “El Ayuntamiento nunca ha organizado este acto y este año tampoco”. Pese a ello, Díez mantiene su tuit.

La grandeza de no hacer ruido

Muy enfadado tiene que estar Ignacio Aguado para hacer pública su baja en Ciudadanos sin dejarse nada en el tintero: “En el caso de que la refundación ‘fuera necesaria’, Aguado cree que ‘tendría que ser impulsada por una nueva Ejecutiva y no por la misma que lleva tres años encadenando un fracaso electoral tras otro’” (El Confidencial). Acusa a esa ejecutiva de haber emprendido “una huida hacia delante” y lamenta “la ausencia total de estrategia, el desgaste de la marca y la falta de un liderazgo”. Irte bien de los sitios, sin hacer ruido, es un arte que en Ciudadanos se les ha dado siempre regulinchi.

Correcto

“El ministro de Transporte francés, Clément Beaune, ha anunciado que Francia está estudiando limitar el uso de aviones privados por parte de particulares y empresas en distancias cortas o cuando existan alternativas ferroviarias”, leo en Nius, y casi me levanto y aplaudo al ordenador. Beaune plantea, además, que esta sea la norma en Europa, lo que ya casi me hace llorar de la emoción. No podemos permitir que los ricos contaminen lo que quieran mientras nosotros separamos latas, envases, papel y vidrio. Ni es justo, ni es motivador, ni realmente sirve para nada nuestra labor ante un jet privado.

¿China sí puede moverse?

No dejo de alucinar, a mis cuarenta y tantos, con cómo intentan tomarnos el pelo a todas y todos a diario: no hay manera de explicar el conflicto entre China y EE.UU. por Taiwán sin aclarar que China lo que quiere es que nadie le sustituya como proveedor. De la misma manera, no es posible explicar que el gigante asiático (aquí, tirando de lugar común) perdone “la deuda de 17 países africanos ante la mirada crítica de Estados Unidos” (Misiones Online) sin hablar de cómo la dictadura oriental intenta quedarse con las minas y sus recursos incluso empeorando las condiciones de vida de quienes las trabajan y los extraen.

Sí, nos rastrean

Esta es la típica noticia sobre algo que todo el mundo sabe pero que, por fin, se ha confirmado: por supuesto, las redes sociales rastrean nuestros movimientos fuera de ellas, por ejemplo, en el buscador de Google. “Una investigación desvela que esas plataformas (Instagram, Facebook y TikTok) incrustan código en los navegadores externos para seguir rastreando la actividad y comportamiento de sus usuarios” (EPE). Lo ha desvelado un “exempleado de Google y Twitter especialista en privacidad”. ¿Cómo funciona? Cuando seguimos un link dentro de una red social se abre un navegador dentro de la plataforma que recoge nuestros datos.