Todo cambió en unos días…

Por fin acaba 2020, el año en el que los adultos sentimos miedo y todos, mayores y pequeños, sufrimos un estrés tan sostenido en el tiempo que no tenemos ni idea de cómo nos va a afectar. Nos han afectado el falso teletrabajo, los ERTE y los ERE, la conciliación imposible, las malas noticias acumuladas Teleberri tras Teleberri y las peores noticias que han ido llegando, a modo de goteo, vía telefónica y de gente a la que queremos… “A partir de la primera semana de marzo fue como un tsunami”, titulan en el reportaje de El Independiente sobre cómo lo vivieron los sanitarios, pero vale para recordar cómo lo vivimos todos.

Grandes y enormes dudas

Lo mejor del confinamiento fue, a la vez, lo peor: estar cerca de los más próximos, el teletrabajo y las clases por Zoom… Que suponían jornadas laborales y escolares sin límites claros y, a veces, sin fin, y roces inevitables con los que más quieres. Y los que tenían que salir a trabajar lo hacían con miedo. Todos nos enfrentamos a grandes dudas y preocupaciones, y a dilemas: desde el principio se vio venir que la lucha por el material sanitario y la posible vacuna (hoy, una realidad) agrandaría la brecha entre ricos y pobres, ya fuesen países o ciudadanos. Las consecuencias, reales y morales, están aún por descubrir.

De cartón-piedra y virtuales

Me gusta el fútbol como entretenimiento y fenómeno sociológico. Y como esto último una vez más ha sido útil para explicarnos a nosotros mismos: en La Información clavan lo que hemos sido como espectadores, pero no solo del deporte, sino de todo lo que nos ha pasado desde marzo. Somos “de cartón-piedra”, “aficionados 3D” que flotan en un “falso ambiente” digital. Esas composiciones sobre las gradas y ese griterío enlatado nos representan: nos han infantilizado y manipulado como sociedad, y no creo que hayan sido los políticos en los gobiernos, precisamente, que bastante tenían con salvar cada obstáculo.

Vamos a acabar bien

Hoy hace un año tenía muchas expectativas en el año nuevo: el año en el que iba a cumplir 40 años en mejor forma que en los anteriores y bien rodeado por la familia que había creado. Pero todo salió mal: he vuelto a engordar y entré en mi cuarta década casi en la clandestinidad. No obstante, estoy convencido de que 2021 podré disfrutarlo. Y lo voy a empezar después de la mejor cena que pueda preparar solo para cuatro. No pido mucho: “Ya estoy pensando en los huevos fritos con patatas que me voy a cenar en Nochevieja”, tuiteaba hace unos días Urko. Realmente, a nadie le hace falta mucho más.

Cada concierto, un regalo

Casi sobre la bocina y gracias a mi amigo Igor, el pasado domingo pude ir a mi primer concierto desde marzo. Fue de Mikel Urdangarin y fue estupendo: las distancias entre butacas, la adecuada (también sin pandemia), y él y sus músicos estuvieron a la altura de las circunstancias. Supo emocionarse y emocionarnos. Como el propio Urdangarin reconoció: cada concierto es un regalo. Y así tenemos que tomarnos la vida después de la pandemia. No perderé el tiempo respondiendo a si hemos salido mejor o peor, me conformo con salir consciente de la suerte que es un concierto o una cerveza con amigos.

No son las formas: es el fondo

“Hace 3 días Podemos me convocó a una reunión para decirme que continuaba trabajando y mandarme tareas. Hoy me llega un despido por burofax. Al menos en las formas esperaba un poco más del partido que prohíbe los despidos”. No hace falta añadir mucho más al tuit de Esperanza Fernández que el pasado viernes se desligaba, vía burofax, de Podemos. Aunque pudiera parecerlo en una primera lectura, no es una cuestión de formas, sino de fondo: del fondo de un partido que actúa de esta manera (y no parece la primera vez) mientras vende solidaridad con los empleados del mundo.

Pues ya sabes, Javier

Hubo un tiempo en el que Javier Maroto era presentado ante el electorado como un político blanco como la nieve y puro como el hielo. Pero todo se torció a la altura de Sotosalbos. Maroto ya no es lo que era: ahora es un senador por Segovia, que es algo muy digno cuando no eres uno del PP de Gasteiz que no sacó su escaño en las elecciones y acabó impuesto por el jefe como senador autonómico. Dicho esto, Maroto sigue teniendo destellos, como este en El Independiente: “Vox ha demostrado con palabras y hechos que es la ultraderecha”. Cierto. Una verdad redonda. Ahora ya sabe con quién pacta su partido.

Un gobierno por sectores

Llevo 20 años observando la política vasca y, de un modo u otro, contándolo (casi siempre en DEIA, y lo escribo con orgullo), así que sé perfectamente que los gobiernos de coalición en Euskadi tienen zonas en común y áreas por las que solo se mueven los de un partido. No es que no esté mal, es que es la mejor forma de que funcionen. Los cuentos de hadas son para mi hija y mi hijo. También sé a estas alturas que cuando un gobierno empieza a dividirse en “sectores”, de coalición o no, ya ha empezado su declive. Y no es que el español empiece a separarse, es que nació de dos facciones irreconciliables.

¿Estos lodos?

De un prestidigitador como Tezanos no me creo nada que podamos ver. Es como estar delante de un buen mago: si estoy observando lo que él pretende es porque me está ocultando lo que no quiere que aprecie. El presidente del CIS es un manipulador tan hábil que no le importa que sepamos que manipula. Así que, ¿qué hay detrás de esa caída de los partidos en el Gobierno? ¿Y de la subida de PP, Vox y Ciudadanos? Personalmente, no me la creo: pocos admitirán que votarían a Ciudadanos, por ejemplo. Y Podemos es una marca que da bien en las encuestas. Pero lo más importante es: ¿qué busca la encuesta?

Carbón para Trump

No sé si Trump tiene mucho dinero o tiene muy poco pero sabe aparentarlo, como aseguran algunos. Pero sí sé que encontrará la manera de regalarse lo que le apetezca esta Navidad siempre que pueda comprarlo. Así que Olentzero puede aprovechar para llevarle el carbón que, de corazón y pensamiento, todos le deseamos. Soy de los que cree que el trumpismo está muerto, y que ni Donald ni ninguno de sus hijos podrá levantarlo. Y más cuando empiece a rasgarse el velo y empecemos a conocer las cifras económicas (y sus derivadas sociales) que deja en herencia a Biden y leemos en La Información.

La cruda realidad de una pandemia

Las terrazas, a rebosar; algunos camareros, con la mascarilla por debajo de la nariz; los sindicatos, intentando hacer el agosto desde marzo; la oposición a todos los gobiernos, asegurando que sabe lo que hay que hacer; nosotros, quejándonos; el personal sanitario, exhausto; y los que nos gobiernan, tomando decisiones difíciles y trabajando todos los días más de doce horas. Esta es la realidad de la pandemia, no la que queremos inventarnos. Y el titular de El Confidencial, el que más justicia hace al momento: “Europa busca blindarse ante la variante del coronavirus para evitar el colapso en Navidad”.

Que se vayan a la mierda

En esta situación a los que menos necesitamos son a los que lo veían venir, a los que llevan 10 meses asegurando que ellos ya sabían lo que había que hacer, y a los que pretenden arrimar el ascua de muertos y restricciones a su sardina (que huele mal), ya sean políticos, contertulios o periodistas que perjudican a la profesión con su lucha por que hagamos clic en su enlace con titulares escandalosos y noticias amarillas. Porque creo que detrás de las piezas sobre las alertas de los perjuicios de las vacunas que no son tal solo hay eso: el clickbait. Vamos, que el fin, como el medio, es espurio y miserable. Sin paños calientes.

Pues yo difundo esto

Malas noticias hay para regalar, y a esas hay que sumar las que los periodistas buscan para conseguir algún clic a su web. Pero yo prefiero difundir otras noticias, y no es solo por el espíritu navideño: “Illa dice que la vacuna será efectiva contra la cepa del Reino Unido” (El Nacional). Eso dejaría el nuevo descubrimiento sobre la enfermedad “solo” en que esta es más contagiosa. Lo que nos lleva a un aviso claro: el de mantener la distancia que nos permitirá mantener la salud hasta que estemos todas y todos vacunados. Así que, sí, buenas noticias pero con especial precaución, como casi todo desde el pasado mes de marzo.

Raphael es el mensaje

Si hay un cantante que ha sabido envejecer y evolucionar sus shows es Raphael, admirado por sus primeros seguidores, sus hijos y sus nietos. Un maestro del espectáculo capaz de reírse de sí mismo en el cine y de llenar un pabellón en plena pandemia. Y de esto último, ¿quién tiene la culpa? Pues de quien se lo permite en Madrid que, por supuesto, es la misma que mantiene abierta la hostelería para que los profesionales del resto de comunidades se enfaden con sus gobiernos, de la misma que basa sus números en test de antígenos en los que solo confía ella, y la misma que da las cifras de contagios con meses de retraso.

Sí, ella

En el anterior párrafo me refiero, claramente, a Isabel Díaz Ayuso, la única miembro de un gobierno que en España me ha hecho dudar de la buena fe de quien gestiona, sinceramente. Pero ahí está ella, asesorada por Miguel Ángel Rodríguez, con su mirada desconcertante y sus decisiones populistas que, ojo, le están dotando de una notoriedad nada desdeñable. ¿Qué quiero decir? Pues lo que advierten en El Independiente: “La proyección de Ayuso como referente nacional amenaza el liderazgo de Casado”. Porque Ayuso lo tiene todo para triunfar en un PP que han Voxizado, entre otros, el propio Casado.

Cómo entienden los fascistas la política

La política solo puede perseguir una cosa: el bien común. También en procesos transformadores como un nuevo país, el objetivo y el medio tiene que ser el bien común. Nada se consigue destruyendo, obviamente. Tampoco persigue el bien común ni consigue nada quien, en mitad de una pandemia, pide elecciones anticipadas. Este último es Santiago Abascal. A los del principio del párrafo todos los conocemos en Euskadi y ahora se permiten regalar lecciones sobre hacer país (por cierto, España) y cuidar a la gente a la que antes amedrentaban. Qué asco de año.

El plan de Madrid

El plan de Díaz Ayuso y la Comunidad de Madrid más que sanitario parecía político. Y lo sigue pareciendo ahora que empezamos a observar consecuencias que muchos esperábamos, por desgracia: aunque ha reculado y ha hecho más restrictivas sus medidas en Navidad, el desastre parece inminente al confirmarse como menos útiles de lo esperado los test de antígenos por los que apostaron en Madrid cuando ya despertaban muchas dudas. Pasadas estas semanas cada vez hay más voces que alertan de que la herramienta es incluso peligrosa, al no detectar muchos positivos asintomáticos que han seguido contagiando.

Si no quieres oírlo…

¿Podemos pedir a la nieta de Juan Carlos I que pregunte a su abuelo si el origen del dinero que saca de la tarjeta que le regaló es lícito? ¿Podemos reprochar algo a Victoria Federica de Marichalar? ¿Podemos reprochárselo por las veces que la prensa está aireando que se pasa por su real arco del triunfo las recomendaciones sanitarias? ¿O podemos liberarnos y pensar que la familia entera se lo ha buscado con esa sensación de impunidad que desparraman y esa acumulación de abusos? Y es más: ¿no sería Juan Carlos I el único culpable de esta situación y de que increpen a su nieta, la de la tarjeta “black”?

¿De la red o de la empresa?

Cuando oigo hablar del fin de Facebook siempre pienso en la red social, que desde hace un par de años emite evidentes signos de agotamiento pero sigue siendo indispensable para fines comerciales o políticos. La empresa, sin embargo, va viento en popa. Tanto que, en EE.UU., “la Comisión de Comercio de Estados Unidos demanda a la red social por monopolio” (El Independiente). Su posición dominante, después de comprar Instagram y WhatsApp, y hacerlas crecer, es indiscutible. Pero no es el único: Google, Apple o Amazon también se han agigantado, ¿poniendo en riesgo nuestra libertad de decisión?

Le Carré tenía razón

No se me ocurre mejor homenaje a John Le Carré que recordar, como Juan Tallón en Twitter, esta genial frase suya: “Téngame informado, pero no muy informado”. La información es necesaria, sin duda, y en esta pandemia estamos demostrándolo. Tanto como que un exceso de información deriva inevitablemente en una desinformación y, esta, en mentiras, bulos y patrañas que son aprovechadas por los populistas en la oposición (Euskadi, Alemania, Francia, España…) o en los gobiernos (EE.UU., Brasil, Hungría, Polonia…). Informar bien de lo importante es lo único que deberíamos exigir y exigirnos.

El campechano

Quiero creer que hubo muchos periodistas que nos contaron los hechos cuando sucedían, pero como podían contarse entonces, y que ahora solo estamos conociendo la versión para adultos, sin paternalismos ni velos. Por eso ahora vemos un vídeo de hace 30 años de Juan Carlos I, diciendo a una periodista con la que coqueta, además, que “probablemente” intente evadir impuestos pero que cree que “es importante” que el rey los abone, y sabemos que “el campechano” era (y es) un tipo que se reía de todos y que, a la luz de los indicios y lo publicado por fin, empezaba a acumular dinero negro.

El honorable

Antes o después, Juan Carlos I se morirá y Felipe VI tendrá por delante veinte años de reinado para convertirse en “El Honorable”, hasta que su hija mayor herede el trono, la jefatura de Estado y un business familiar que incluso cumpliendo escrupulosamente con todas las obligaciones resulta deleznable. La evolución, como la de los Digimon pero de carne, hueso y caspa, ya ha empezado: “El Rey comienza con el relevo de la casa militar una renovación de su entorno. También en la llamada Casa Civil, bajo la batuta de Jaime Alfonsín, puede haber cambios de calado” (El Independiente).

El papista

La turra que hemos tenido que aguantar sobre la casa real española solo es comparable a la turra que todavía tenemos que aguantar sobre los españoles avasallados en Catalunya y lo necesarias que son iniciativas supuestamente transversales como Sociedad Civil Catalana. Tan transversales en realidad que el jefe de comunicación de la organización, Pablo Zaragoza, se ha pasado a Vox: “Concretamente, ocupará el puesto de director de comunicación del partido de la ultraderecha, con Ignacio Garriga como candidato a la presidencia de la Generalitat”, leemos en El Plural. Sí, eso es lo que son, por mucho que los mismos medios españoles que aplauden a Felipe VI les cubran de velos de pureza.

La íntegra

Seguro que en Sociedad Civil Catalana y en Vox hay un pulso constante para saber quién es más español de derechas. Una pugna que ha acabado en enfrentamientos directos entre ellos en concentraciones relacionadas con Vox o su propia estructura interna local. Pero en la izquierda no son menos: Teresa Rodríguez es de las que marcan una línea en el suelo e indica que en su lado está la verdadera izquierda. Según Estrella Digital, está organizando una alternativa a Podemos en Andalucía que contaría con el mismo nombre, “Adelante”, y parte de sus integrantes, lo que puede acabar en los juzgados, según el medio.

El teletrabajo

El teletrabajo está bien… Siempre que sea una opción: yo he teletrabajado mucho y lo he hecho muy a gusto, pero esta última temporada se me está haciendo difícil, lo confieso. Estoy deseando volver a la calle… Y elegir cuándo teletrabajo, que en eso consiste si es de verdad. En esas condiciones parece que el 72% de quienes lo hemos probado lo querríamos incluso sin pandemia ni restricciones, según el informe que han cazado al vuelo en Xataka. Un porcentaje altísimo que sí puede convertir esta opción en uno de los efectos irreversibles de la pandemia, que ha empujado, por ejemplo, nuevas leyes.