Todo mal

Ya ha pasado Olentzero así que ya puedo volver a ser un poco malo e ir más allá del “todo mal. Todo” con el que acertadamente describe César Calderón la horrorosa foto de Instagram de Alberto Garzón frente a un gran árbol, con su bebé y su mujer, los tres con jerséis de lana, y un pie de foto que intenta huir de la celebración religiosa. La foto es desacertadísima, tiene razón Calderón, pero, claro, estamos hablando de un futuro ministro que va haciendo acopio de boato. Y para los de la piel fina: sí, uno de izquierdas puede tener arbolazos, familia tradicional y jersey de lana, pero también críticas por una comunicación política pésima.

Cuando tienes una visión corta

LaSexta se ha hecho pasar por una tele progre pese a emitir ficción ultraconservadora estadounidense, valorar a las periodistas por su físico, dar poder a presentadores bien relacionados con la derecha y ser el trampolín de Vox (como antes lo fueron de Podemos, es cierto). En este contexto, lo de Miguel Ángel Revilla como vendedor televisivo de crecepelos no es ideología, es freak-show. Pero ahí sigue él, dejándose sobar por mantener la popularidad soltando chorradas como: “Podemos decir que este país es ingobernable” (El Nacional). Lo será para los políticos de visión corta y sin cintura.

¡Ojalá!

La extrema derecha ya ha empezado a mover la idea de un “Spexit” (no les da el cerebro ni para encontrar un nombre atractivo), si esta toma forma y hay una corriente que la impulsa, nos encontraríamos en el mejor escenario para el independentismo: del mismo modo que la UE no va a dudar a la hora de acoger a Escocia mientras el sur de Gran Bretaña abandona Europa (porque habrá que ver a medio plazo cómo termina lo de Irlanda del Norte), Euskadi y Catalunya serían muy bien acogidas por Europa si lo que queda de España opta por seguir el camino del Brexit españolizado por Abascal.

Sí va calando

En una época en la que ya no bebemos únicamente vino tinto de Rioja y nos hemos abierto a los de Rivera, Toro, Francia, América y hasta Australia, es normal que los cavas que bebemos no sean solo catalanes, pero es innegable que las sucesivas campañas de boicot han impulsado el consumo de los espumosos “alternativos”: “Aragón ha pasado de 700.000 botellas vendidas en 2012 a 1.200.000 en 2018. (…) El cava valenciano pasó de tener una demanda de 1.500.000 millones de unidades en 2012 a otra de 8.000.000 en 2017. El extremeño cerró 2018 con 6.000.000 de botellas vendidas” (Magnet).

Ya sé que voy tarde pero…

Sé que estas líneas habrían sido más útiles antes del paso de Olentzero, pero como en muchos hogares vascos los Reyes Magos también se comen su mazapán y su medio vasito de leche, les dejo el post en Xataka sobre por qué no hay que hacer ciertos regalos aunque estén de moda: “Introducir un micrófono y/o una cámara en la casa de alguien poco ducho en tecnología que no ha pedido tal cosa no es un asunto menor”. Javier Lacort se refiere a esos dispositivos a los que hablas y te dan respuestas, ponen música o cuentan minutos. Y si los regalamos tendremos que explicar todo lo que pueden hacer.

¿A quién le toca lidiar con estos?

En Vozpópuli se fijan en “los siete duros del entorno de ETA que no aprueban la disolución”. ¿Es el momento de hablar de quienes más sed de sangre tienen cuando ETA, por fin, forma parte del pasado? No creo. Pero sí toca hablar de la herencia de ETA, básicamente, para que no nos la cuelen: es la izquierda abertzale la que tiene que gestionar a sus pistoleros, a quienes han querido serlo pero la derrota de ETA no se lo ha permitido, a quienes llevan décadas en la cárcel y a sus familias.

Mientras tanto, en Catalunya…

Me hubiera encantado escribirles que mientras todos mirábamos a Kanbo, en Barcelona la política avanzaba, por fin. Pero me temo que no es así. Y no me da miedo que se caduque la noticia mientras imprimen el periódico, porque la renuncia de Elsa Artadi es solo una muestra más del bloqueo. Del bloque que impone Puigdemont a todo el país. Que sí, que ha sido el líder nacionalista más votado, pero es el momento que se haga a un lado y deje de torpedear opciones de avance.

Pitar al himno no conlleva pena

Aunque tengamos muchos motivos para creer lo contrario, a veces la justicia española parece razonable: “La Audiencia Nacional ha absuelto al presidente de Catalunya Acció, Santiago Espot, de la multa de 7.200 euros a la que fue condenado el pasado mes de diciembre de 2017 como promotor de la pitada al himno en la final de la Copa del Rey en el Camp Nou entre el Barcelona y el Athletic de Bilbao el 30 de mayo de 2015, al entender que actuó amparado por la libertad de expresión” (Público).

¿Qué puede salir mal?

Yo creo que a partir de lo que voy a contarles nada puede sorprenderme ya en Twitter: Dalas, el youtuber que ha sido acusado por acostarse con menores de edad aprovechando su fama, un tipo que alardea de sus ideas machistas y retrógadas, un tipo despreciado por los youtubers más reconocidos (sí, hay verdaderos profesionales de la materia) está pidiendo usuarios y contraseñas de Twitter a sus seguidores para acceder a sus cuentas y hacer bromas. Qué risa, ¿no? Pues no.

Euskadi ya estaba allí

Ahora que ETA ya no está Euskadi puede avanzar como país a más velocidad, aún, que la que ha logrado alcanzar pese a la losa. Una Euskadi que, con distintos jefes de estado, lleva en el mismo sitio muchos siglos. De vez en cuando sale algún dato que nos lo recuerda, para pesar de los que quieren uniformizar el estado español y la historia: esta vez es en Magnet, en un vídeo con el mapa de Europa sobre el que van sobreimpresionando los nombres de los gobernantes desde el 400 a. C.

Tarde. Muy tarde

En Bildu decidieron tuitear en inglés y hacerlo hablando de que ayer se abría una nueva época. No se me ocurre un “postureo” mayor ante una evidencia tan flagrante: ETA va tarde, 800 muertos tarde, 60 años tarde. Y quien fija en el 3 de mayo el reinicio de Euskadi también va tarde. Jodidamente (sí, esta es la palabra, porque ETA solo nos ha jodido) tarde. La mayoría de las ciudadanías vasca, española y francesa abrimos la puerta a la paz hace ya años, cuando nos creímos que por fin habíamos derrotado a ETA.

Mal. Muy mal

No, no se hace país esperando a ETA, como sugería Arnaldo Otegi en su tuit. Ni el futuro de Euskadi empieza hoy: el futuro de Euskadi lo han construido quienes, pese a ETA, su extorsión y sus tiros en la nuca, invertían en Euskadi, se quedaban en Euskadi o venían a trabajar (o de turismo) a Euskadi. Esperar a ETA para declararse a favor del país, la libertad, y la paz; esperar a ETA para decir: “Estamos aquí” es hacerlo todo mal, por mucho que un pacificador te mencione.

Anclados en un tiempo

Hace ya muchos años, Jonan Fernández nos lo explicaba en la universidad: ETA vendía un coche de segunda mano que nadie quería comprar. Así ha sido el final de la violencia: una lucha por poner en valor un sufrimiento que no aportaba nada positivo, como era evidente. ETA se despedía ayer con un relato viejo, increíble (salvo para quien necesita justificarse), anclado en el día después del asesinato de Carrero Blanco pero que es completamente inútil hoy.

Inútil. Completamente inútil

“¡Cuanto sufrimiento inútil! ¡Cuánta sangre y lágrimas vertidas por la enajenación mental de unos pocos! ETA ha sido derrotada sin haber conseguido ninguno de sus supuestos objetivos. Ninguno. La democracia constitucional ha ganado. Honor, a las víctimas”, tuiteaba Jordi Sevilla, y resumía muy bien lo que muchos pensamos: ETA y el sufrimiento que han generado han sido inútiles. Y no han hecho ningún favor a sus fines, compartidos en parte por una mayoría abertzale y pacífica.

En la calle sí pasa desapercibida

Además del día del último comunicado de ETA, ayer fue el día de la libertad de prensa. Precisamente por la insistencia de los periodistas el “agur” de ETA tiene mucha repercusión mediática. Pero a veces creo que nos equivocamos: “La realidad es que la carta en la que anuncian su disolución pasa casi desapercibida”, tuiteaba Miguel Ángel Puente. En la calle la mayoría ni siquiera se ha encogido de hombros. Pero las víctimas merecen que prestemos atención al fin de su pesadilla.