¿A quién vamos a pedir principios?

“El sistema gasista español, que concentra un tercio de la capacidad de regasificación de toda Europa, está erigiéndose en un gran hub continental para la llegada y reexportación de gas natural licuado (GNL), el que se transporta congelado por barco, hasta alcanzar máximos históricos”. Después de haber leído esto en Activos, me pregunto: ¿a quién vamos a pedir que tenga principios, que se alinee con el agredido en vez de con el agresor? ¿Qué mierda de mundo estamos construyendo? Y que nadie me venga con que de otra manera sería más caro porque, de hecho, ya lo es. El dinero es para las y los de siempre. Y el sufrimiento, también.

¿A Israel?

El actual gobierno de Israel ha dado motivos de sobra para no creerle una palabra, pero algunos tuits en su cuenta oficial en castellano generan preguntas: es perfectamente plausible, porque lo hemos visto, que Hamás use hospitales para cubrir instalaciones militares. Si Israel las ataca, ¿de quién es la culpa? Cuando Israel las ataca (y creo que no debería de hacerlo en ningún caso), vemos en los informativos las imágenes que ofrece Hamás (no hay corresponsales extranjeros en Gaza y sabemos que Hamás controla el flujo informativo). ¿Por qué se emiten sin explicación? Al final, ¿nos importa comernos propaganda o no tanto?

¿A la Liga?

“La Liga firma a Arabia Saudí como patrocinador y promocionará el país por 20 millones anuales”, leo en 2 Playbook y me pregunto: ¿no habían criticado Tebas y compañía el contrato que Rubiales había hecho con el mismo país para llevarse allí la Supercopa a cambio de sus buenos millones? Pero, claro, ¿qué más da en este mundo de mierda, en el que un tuit tapa a otro tuit y ya está, nada ha sucedido? ¿De verdad a nadie le importa que una dictadura, por mucho que tenga acceso a recursos naturales y gane mucho dinero con ello, se esté comprando el fútbol, el deporte y, lo que es más importante, el mundo a trozos?

¿Al Barça?

Al final, Iñigo Martínez e İlkay Gündoğan juegan con el Barça: el club pudo birlárselos a sus clubes de origen e inscribirlos gracias a su última palanca, esa que activó el año pasado pero después la venta del activo culé no se ejecutó porque faltaba dinero (pero la palanca sí permitió inscribir a Lewandowski, por ejemplo). Pues bien, este año, qué casualidad, qué sorpresa, casi me caigo de la silla al leerlo, “el fondo que prometió 40 millones al Barça admite dificultades para reunir los primeros 20” (Vozpópuli). Lo que podría permitir al club librarse de la venta y, en consecuencia, activar, por tercera vez, esa palanca. Y no pasa nada.

¿A quien nos vendió los iPads para Educación?

Critiqué al instante la compra de miniordenadores que hizo el Gobierno Vasco de Patxi López. Aquellas pantallas no solucionaban nada. Y me he mostrado siempre disconforme, siempre, con la sustitución que progresivamente se hizo de aquellos dispositivos por iPads o similares. Estoy convencido de que no aporta nada al desarrollo de las y los niños. Nada. Ahora empieza la marcha atrás: leo en Linkedin que algunas universidades privadas comercializan sus MBA aclarando que no hay pantallas en el aula y asegurando que la experiencia es positiva para profesorado y alumnado. Líbranos, espíritu de Steve Jobs, de las y los tecnófilos animosos.

Un poco de dignidad

“El director de la oficina de Nueva York del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Craig Mokhiber, ha presentado su dimisión por la inacción de los organismos de la ONU para prevenir el ‘genocidio’ de la población palestina en la Franja de Gaza a manos de Israel”. Hay más dignidad en este párrafo de InfoLibre que en los ríos de tinta que necesitan quienes hacen piruetas para no señalar la violencia del estado israelí y de Hamás, con la población de Gaza como rehén colectivo. “Estamos viendo un genocidio ante nuestros ojos”, clamó Mokhiber, atónito, como muchos, con la impunidad de Israel.

Y mucha indignidad

Quien no muestra dignidad alguna es José Luis Martínez-Almeida, que se ha plegado a otorgar la medalla de oro al pueblo israelí a petición de Vox y PP, en este orden, por lo que parece en las crónicas capitalinas. Hacer ese reconocimiento ahora, usando a la ciudadanía, en este caso, la del estado sionista, permite que veamos una falta de empatía significativa. Y permite que hablemos también de lo desnortada que está la extrema derecha española, que ya no sabe con quién debe empatizar como católica meapilas que es. Pero vuelvo al reconocimiento, que solo aporta ruido, insensibilidad, tensión innecesaria y vergüenza a paladas.

Eso ya lo hizo la justicia

Es evidente para todo el mundo que si Pedro Sánchez no necesitase los votos de Junts, el PSOE seguiría en contra de la amnistía. Es tan evidente eso como que el carácter revanchista y “represor” (El Independiente) de la justicia española cuando intervino en el Procés no se lo otorga Sánchez, se lo regaló la propia Justicia. No podemos negar, tampoco Núñez Feijóo, que cuando entró, la justicia quiso corregir lo meliflua que le había resultado la actuación de Rajoy en Catalunya. No solo judicializaron el conflicto: lo agravaron con sentencias desmedidas que los niveles superiores del poder judicial entendió como ejemplarizantes.

Tenemos un problema

El populismo fascista prende bien entre la juventud. Lo vemos en España y mucho más cerca. Así que en Vox han decidido impulsar “Revuelta, una organización juvenil que aspira a penetrar en las universidades” (The Objective). Es evidente que España tiene un problema si la ultraderecha ha encontrado un target penetrable en su juventud. Pero el mismo exactamente tenemos en Euskadi, donde quienes quieren que no tengamos memoria quieren convencer a quienes no vivieron los años de plomo de que no pasó nada y de que quienes ahora se esconden (como antes) importan menos que quienes tuitean guay.

Gol, no, goleada

No ha tenido ni que ganar. Tampoco le ha hecho falta competir. Los impulsores del mundial de fútbol en Arabia Saudí se han limitado a esperar sentados sobre su montaña de dinero a que la organización del campeonato les cayera encima. Y les ha caído para 2034 después de ver triunfar a Qatar con la de 2022, celebrada el pasado invierno. Yo voy más allá: estoy seguro de que para la fecha la superliga mundial será una realidad, impulsada por el dinero árabe y los equipos nacionalizados para competir con los de las mejores competiciones europeas. Para entonces el fútbol será diferente y quienes lo seguimos, también.

Crímenes de guerra

Esto no lo digo yo, ni sale publicado en un blog de esos que llaman a la rebelión poniendo al mismo nivel a víctimas y fascistas, esto lo dice la secretaria general de Amnistía Internacional, Agnès Callamard: “En su intención declarada de usar todos los medios a su alcance para destruir a Hamás, las fuerzas israelíes muestran un desprecio escalofriante por la vida de la población civil. Han pulverizado edificios residenciales calle tras calle, matando a civiles masivamente y destruyendo infraestructuras esenciales, mientras Gaza, debido a las nuevas restricciones, se queda rápidamente sin agua, medicamentos, combustible y electricidad”.

Y encima, Twitter

Por si la tragedia en Gaza no fuera suficiente, tenemos que aguantar a quienes nos quieren convencer on-line de que Israel y Hamás actúan, con sus ataques sobre la población civil, en legítima defensa: “Los verificados de X (Twitter) generan el 75% de las noticias falsas sobre Israel y Palestina” (Hipertextual). Esto es posible porque Elon Musk, gracias a una idea con la que solo buscaba hacer más dinero, quitó los check azules que llevaban las cuentas verificadas por Twitter y los puso a la venta. Así, cualquiera con ocho dólares al mes puede proyectar imagen de autentificación y escribir las mierdas que le den la gana.

Una buena noticia

Evidentemente, espero que el corresponsal en Palestina (sabemos que a Gaza no van a dejarle entrar, veremos desde dónde emite) del medio que ha lanzado Pablo Iglesias, Canal Red, narre lo que ve con su sesgo. Y cuando lo vea decidiré si me gusta o no. Pero me parece una noticia magnífica que un medio envíe otro par de ojos, con una cámara y un ordenador, a una zona en la que se están produciendo crímenes de guerra (y lo dice Amnistía Internacional). Y me parece igualmente una grandísima noticia, para el oficio y la sociedad, que un crowdfunding haya generado los 52.600 € necesarios para el trabajo en solo un par de días.

Pero que empiece por casa

Sin ir a Palestina, en Canal Red también podrían investigar esto que hemos visto en Vozpópuli: “El Gobierno de PSOE y Podemos ha vendido armas a Israel por valor de 40 millones de euros. Desde el año 2020 se han autorizado 147 licencias para la venta de armas a Israel”. Y de esto Pablo Iglesias o Ione Belarra no pueden echar la culpa a Yolanda Díaz ni a Sumar. De hecho, tanto él como ellas tienen responsabilidad directa sobre lo sucedido porque estaban en el mismo consejo de ministros, junto a Garzón, por cierto, que iba aprobando esas ventas de armamento. Señalar atrocidades está bien, hacer algo cuando se puede está aún mejor.

El Estatuto Vasco

Resulta tan interesante como necesaria la pieza en El Independiente sobre cómo se gestó el Estatuto de Gernika cuyo cumplimiento íntegro ha puesto encima de la mesa EAJ-PNV para dar luz verde a la investidura y la legislatura en España. Recuerda Mikel Segovia que el partido abertzale fletó un avión que permitió a sus diputados registrar el texto en Madrid tras negociarlo con UCD, que en el referéndum Alianza Popular pidió el “no” y la izquierda abertzale (que renunció entonces y durante 40 años a negociar) promovió la abstención, y que desde la aprobación su cumplimiento ha sido esquivado por todos los gobiernos españoles.

Gaza, hoy

El periodista de la BBC, Alaa Daraghme, tuiteaba con medida dureza un simple “Gaza today” junto a un vídeo de 29 segundos en el que se veía un par de explosiones y la devastación posterior en esas calles estrechas y esos edificios precarios. Un ejemplo del día a día de una población cercada y aplastada por Israel, y presa de Hamás en su propio territorio. Pero esta no es una cuestión de equidistancia, sino de momentos: el de ahora es el de la violencia de Israel sobre personas indefensas y es el que hay que señalar, determinar, exponer y criticar. Lo que vemos es, sencillamente, intolerable, y tenemos que alzar la voz.

Israel no quiere que lo veamos

Benjamín Netanyahu y la tan popular inteligencia israelí saben que esta guerra no es como las demás: la tecnología hoy permite que veamos su poder de destrucción a tiempo real y nos indignemos con cada tuit o cada vídeo que nos llega a WhatsApp de una fuente fiable. Por eso atacan, infundiendo terror añadido, las sedes de los medios de comunicación en Gaza: Bessma Momani mostraba en Twitter cómo los periodistas de Associated Press evacuaban su edificio después del aviso de Israel de que iba a ser bombardeado (junto con sus antenas), intentando rescatar el máximo posible de equipos en menos de una hora.

Nos toca ponernos serios

“Ya han muerto cerca de 150 palestinos en Gaza. Hay 8 israelíes asesinados”. El rótulo es de LaSexta, la televisión española más “progre”, según algunos, porque mantiene al Gran Wyoming. La del periodismo que resiste, según Ferreras. La que diferencia entre palestinos que mueren porque les cae encima un misil como a quien le cae una maceta, y entre israelíes que son asesinados por el cruel Hamás. No solo el periodismo: la ciudadanía tiene que tomar conciencia de lo que pasa, reconocer una injusticia y actuar contra ella de una manera firme, decidida y activa. No, no es un simple rótulo.

¿Dónde están los de “nos adelantan por la izquierda”?

Ya que me he metido en el fregado de pedir responsabilidad a la profesión ante una masacre injusta, pediría también a esos compañeros expertos en política internacional comparada EE.UU.-Europa que nos expliquen cómo puede ser que el gobierno de Biden, que adelantaba por la izquierda al viejo continente, haya derrapado y vetado hasta por tres veces que el consejo de seguridad de la ONU pida un alto el fuego en Gaza. Insisto: esta guerra, tan cruda, tan difundida sin filtros, tiene que servir de palanca: no podemos permitir que todo siga igual, ni los vetos, ni las posiciones, ni las explicaciones de una ligereza insultante.

¿Cómo? ¿Por qué?

Para no terminar enfadado conmigo mismo, finalizo la columna como la he empezado: hablando bien de la profesión. La ocupación de viviendas de familias palestinas por parte de sionistas y los disturbios al final del Ramadán duramente reprimidos por el poder israelí son los dos grandes brochazos del inicio de esta escalada, pero un sencillo hilo tuiteado por 5W pone orden e información a los hechos: Israel provocó, Hamás cayó en la provocación y los de Netanyahu han cogido aquello a por lo que han ido sin dudarlo. El conocimiento esta vez tiene que ser motivo de indignación y de acción. No hay justificación que valga ya.

Palestina como excusa

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Es grave, pero porque también lo han convertido en habitual, ya no nos escandalizamos. Pero no deja de ser grave que Bildu vuelva a usar causas ajenas para objetivos propios, y que su entorno, debidamente coordinado, colabore en la difusión de mensajes capciosos que poco o nada tienen que ver con la verdad. Pero parece que la verdad es lo que menos importa, que el sufrimiento del pueblo palestino es lo que menos importa, lo que importa a los representantes de Bildu en el ayuntamiento de Bilbao es que la prohibición de cualquier bandera en la fachada les permite atacar al alcalde. Lo que demuestran es que solo les importan ellos mismos.

Palestina. Punto

Si pusiéramos todos en el centro de nuestra preocupación a Palestina como territorio en el que habitan personas con sus vidas, proyectos, ideas y sentimientos, no estaríamos hablando ni de este conflicto ni del aprovechamiento del mismo por quienes piensan que todo vale. Pero es allí donde, sobre todo, deberían de poner en el centro de su estrategia de Paz al pueblo palestino. Y no me refiero a Israel, sino a Hamás que, si se confirma que ha atacado primero después del alto el fuego, o no lo ha evitado, poco hace a su pueblo. Medios conservadores como ‘Libertad Digital’ lo llevan a portada, pero esa es la consecuencia menos importante: la más horrible será el sufrimiento de la población, que recibirá el contraataque de un ejército israelí implacable y poderoso.

Twittear la guerra

Esta vez no lo hace un periodista o un habitante de un espacio en conflicto, quien twittea la guerra, en esta ocasión, es el presidente de Azerbayán. Lo hace, además, por medio de su cuenta en Twitter en inglés, es decir, con clara vocación de dar a conocer su ofensiva contra Armenia por Nagorno-Karabakh, un territorio en permanente disputa entre ambos estados. Ilham Aliyev deja claro que recuperará el terreno por medio del ejército, y apela a la resistencia de su propio país, en mensajes que, aunque sea por medio de Twitter, suenan a la antigua propaganda que estudiábamos.

Envidiable campaña por el “no”

De la campaña por la independencia de Escocia me da envidia hasta la oposición y las acciones que promueven un Reino Unido así, unido. La última, los artistas que creen que ambas naciones, Inglaterra y Escocia, están mejor juntas. Mick Jagger, Sting, Stephen Hawking, Helena Bonham Carter (todos ellos ingleses, no escoceses), y hasta el estadounidense Michael Douglas, entran al trapo (‘Diario Crítico’). ¡Ya me gustaría ver a Pablo Alborán, Juan Diego Botto, o Diego Martínez Santos, el científico español premiado con el mejor joven físico experimental de Europa y al que denegaron una Ramón y Cajal para poder regresar a España, hacer su propia campaña a favor del mantenimiento de Euskadi en España, desde el respeto y durante un proceso limpio y democrático, aunque no estuviera de acuerdo con ellos!

#pentatrillones de campañas, y no lo sabes

Lo he dicho varias veces ya en la tertulia sobre Internet y nuevas tecnologías en la que participo cada jueves en ‘Onda Vasca’, junto a Begoña Beristain: desde que me informaron de que existían “agencias” que ofrecían a usuarios de Twitter con gran alcance y que mencionaban tu marca sin que fuera en un sentido negativo, todavía me creo menos esta red. Y la prueba de que existen la ofrecía el mejillón suicida, que mostraba el e-mail que le había enviado la agencia que le lleva la campaña a Amstel, y que le ofrecía 12 cervezas a cambio de 3 tweets. Fueron varios los twittstars que accedieron, incluso a tan bajo precio (igual variaba en función de la “categoría”), pero la trampa estaba ahí: los lectores no sabían que les colaban publicidad.