«Cuando la diferencia se agranda…»

Ya sé que Obama cobra medio millón por conferencia y que, por lo tanto, él es de “los ricos”. Pero eso no deslegitima su discurso, como no lo hace que haya obreros de derechas, por mucho que se queje la izquierda caviar, precisamente. La tesis del expresidente es que cuando la diferencia entre ricos y pobres se agranda, la ciudadanía comparte menos experiencias, y en esa brecha es donde surgen y se refuerzan los populismos. Es tan sencillo como lo cuenta Obama (y recogen con precisión en el Huffington Post), y pararlo también lo sería si para ello los que más tienen estuviesen dispuestos a renunciar y repartir. O nosotros lo cogemos.

A estos hay que pedírselo

En esencia es muy sencillo: si quienes más tienen renuncian, por ejemplo, a hacer derrapes en la Luna con todoterrenos, el planeta sería un sitio mejor, con menos contaminación y más recursos para repartir a quienes menos tienen, reduciendo esa diferencia. No estoy exagerando: “General Motors y Lockheed Martin no solo están diseñando vehículos lunares para la NASA, sino que quieren fabricar y vender nuevos modelos para usuarios privados” (El Confidencial). Los primeros en la lista de clientes privados, por supuesto, serán Jeff Bezos y Elon Musk, pero no los únicos. Y estamos hablando de 2025.

También a estos

Me gusta el fútbol, pago mi cuota de socio, compro merchandising oficial varias veces a lo largo de una temporada y, sí, aunque colaboro en el sostenimiento del circo, me parece injustificable lo que ganan los jugadores. Porque no, no lo generan (de hecho, todos los clubes pierden dinero) y sí lo malgastan: Sergio Ramos y Pilar Rubio se comieron una chuleta bañada en oro en el restaurante del hortera Salt Bae. Una usuaria de Twitter concluía sobre la noticia: “Los ricos deberían tener muchos más impuestos porque no saben en qué coño gastar su dinero, y ese dinero podría ir a gente que lo necesita”.

¿Vale todo?

Jon Rahm ha dado una lección estupenda estos días, asegurando que cuando uno tiene mucha pasta como él (ganada por ser uno de los mejores del mundo en lo suyo) es mejor no ser ambicioso y valorar otras cosas como el prestigio o la lealtad. Es lo que no hacen otros como, por ejemplo, Gerard Piqué, ambicioso hasta el extremo. Gracias precisamente a gente como él, como Rubiales, y como los golfistas que aceptan venderse a los saudíes a cambio de duplicar sus millones, pueden jeques y emires hacerse con más poder. Lo vemos en el deporte de élite pero no lo vemos en negocios que generar millonarios sin decencia.

Una limpieza de vez en cuando

Lo siento por quienes han visto cómo se volatilizaban todos sus ahorros después de invertir en criptomonedas que, de pronto, han perdido casi todo el valor acumulado. Pero no lo siento por quienes, guardando lo mínimo para seguir, han perdido el dinero que se jugaban en la tragaperras de la especulación. Y la caída, además, está siendo con todo: los diferentes tipos de monedas virtuales y servicios de soporte van dándose de bruces y, sobre todo, dejando que veamos de qué ha ido siempre todo esto, como la plataforma Celsius, que “precisamente, ha acaparado todas las miradas, pues es sospechosa de estafa piramidal” (El Blog Salmón).

El problema

El dinero público es limitado y si hay que rescatar a la hostelería, el transporte y el poder adquisitivo del funcionariado, habrá que quitar dinero de otros objetivos y planes. La otra opción es limitar el beneficio de empresas como las que Julen Bollain recordaba en Twitter, y que han obtenido en 2021 los siguientes beneficios: Iberdrola: 3.900 millones, Endesa: 1.900 millones, Naturgy: 1.200 millones, BP: 6.615 millones, Repsol: 2.499 millones, Cepsa: 661 millones. Ojo, que por ese beneficio también tributan. Pero yo sí probaría a limitarlo a ver qué sale más rentable. Solo por probar. Solo por una vez. A ver qué sucede.

Un mes que lo ha cambiado todo

María Sahuquillo es de esas periodistas que dignifican la profesión: se ha tirado dos meses en Ucrania y ha contado para El País cómo ha vivido la amenaza y la posterior invasión de Rusia. Su trabajo es estupendo y, por suerte, no es la única. En este mes ya pasado hemos visto cómo ha cambiado para siempre la vida de millones de personas gracias a las y los periodistas (y sus medios) que han decidido que el mundo tenía que ver lo que estaba sucediendo. No me cansaré nunca de reconocer su mérito ni de recordar que cualquier limitación del derecho a la información, cualquiera, sitúa a quien la ejecuta en el mismo plano que Putin.

No son mis modelos

Con periodistas como Sahuqillo, tantas otras y tantos otros (salvo a quienes no les permiten trabajar, como a Pablo González, que sigue detenido y aislado en una cárcel de Polonia) jugándose incluso la vida, Juan Caño, el presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid, decidió elegir otros modelos para la profesión: “Algo debe tener nuestra profesión para generar celebridades de la talla de nuestra reina y de la presidenta de nuestra comunidad” (El Huffington Post). Algo debe tener nuestra profesión, es cierto, pero no es bueno si nos dejemos meter goles como el de Caño y otros peores.

Pues vete

Del mismo modo que no entiendo a quienes pierden un escaño y dejan de hacer política, como si solo la hicieran cuando hay posibilidad de seguir ganando dinero con ella, no entiendo a quienes dejan el partido con el que llegaron a un parlamento pero mantienen el escaño: el último caso es el de la diputada canaria de Podemos, Meri Pita, muy crítica con la dirección de su formación (con serios problemas en Canarias), tanto que ha decidido abandonar la disciplina del partido y pasarse al Grupo Mixto. Qué morro, ¿no? Y que no venga con la historia de que ella se debe a sus votantes, como si estos hubieran elegido a la persona y no al partido.

Se acabó compartir contraseña

Era cuestión de tiempo: la estrategia de compartir contraseña de Netflix, entre otras plataformas, solo ha servido para que la compañía entre en más hogares. Ahora pretende cobrar por hacerlo y es absolutamente lógico, pero recibirá quejas airadas de algunos usuarios que quieren todo gratis o con un buen descuento, agrandando la bola de un consumismo low-cost absolutamente inasumible. Necesitamos romper esta tendencia de bajos costes que nos ha echado en manos de China durante una pandemia y de las dictaduras árabes para evitar la de Putin. O asumimos el precio o asumimos el coste.

Diez mil féretros

Este tuit de Mikel Ayestaran es de los que hielan el corazón: “Rusia informa de la muerte de 9.861 soldados en 3 semanas. Tienen también 16.153 heridos”. Lo publicó hace unos días, así que puede que la cifra que reconoce el Kremlin sea hoy superior a 10.000. 10.000 personas que han perdido la vida solo en Rusia por una invasión innecesaria e injustificable (en todo punto). 10.000 familias que lloran la pérdida de un ser querido que, salvo el descerebrado seguidor de Putin de turno, estaría en el frente por obligación. 10.000 seres humanos que ya no existen por una sinrazón histórica que, sin embargo, sabemos que no puede vencernos.

Hostia, tú, qué risa

Umberto Eco estaría sorprendidísimo de cómo el mundo se empeña en darle la razón de semejante manera: Internet permite que todos los periodistas que están en Ucrania jugándose la vida para que sepamos cómo Rusia invade un país por el morro sean despreciados por una legión de imbéciles que, desde su sofá, redifunden los mensajes que los medios rusos emiten al dictado del Kremlin desde Moscú. Ya puede compensar el sueldo su infamia, entre otras, a Helena Villar, de Russia Today, que hasta se permite hacer chistes sobre quienes rechazan sus intentos de propaganda y se define como “agitprop ruso” en Twitter.

¡Pues claro!

Cuanto más dure la invasión rusa sobre Ucrania más féretros contaremos, más retuits a propagandistas sufriremos, más veces veremos en acción a los batallones de extrema derecha que combaten a los rusos, y escarnios o atrocidades cometidas por los invadidos, y más chorradas tendremos que aguantar de quienes critican que Zelenski se defienda con todo lo que tenga, incluida una ley marcial inevitable que también limita la acción de partidos, por pequeños que sean, que puedan tener una conexión con Rusia. Criticar eso desde aquí es una tontería como la URSS de grande, además de muy cómodo.

El problema es de todos, por desgracia

He estado tentado a escribir que si Isabel Díaz Ayuso convence a alguien con argumentos tan simples como el que han destacado en el Huffington Post el problema es de esa persona. Pero no es cierto: que las y los convencidos hayan sido la mayoría de las y los votantes madrileños ha hecho que el problema sea de todas y todos. Este es el famoso problema: “Cuando cayó el muro de Berlín, una gran parte de la sociedad quiso ver qué había al otro lado, donde habían estado gobernando socialistas y comunistas. ¿Qué había? La nada. ¿Qué hay ahora mismo en muchos supermercados de este país? La nada”. Esta es Díaz Ayuso.

Si Eduardo Garzón te calla así…

Uno de los economistas de cabecera de la derecha española es Daniel Lacalle que, además de analista económico troglodita, es tuitero: “El único que recibe beneficios caídos del cielo sin invertir ni crear empleo en energía es el gobierno, que recauda 11.000 millones de la tarifa”. Semejante chorrada ha sido bien respondida en Twitter por Alberto Garzón, economista de cabecera de la izquierda española: “El gobierno no recauda nada. Aprende a diferenciar gobierno de Estado. Es de primero de economía y de ciencia política”. Garzón es el mismo que proponía imprimir más dinero como solución a una crisis económica. Si te calla este…

Menudo cabronazo

No creo que vaya a suceder, de hecho, no creo que vaya a suceder algo bueno en los próximos meses, pero me gustaría que la guerra en Ucrania provocada por Rusia sirviese para que las democracias pusieran freno a las dictaduras. Empezando por la de Putin, que hace décadas que borró el sistema electoral ruso, siguiendo por China y continuando por los distintos emires y jeques en el mundo. Esa banda de hijos de puta tiene que ser tratada como tal, tiene que ser arrinconada y destruida tan eficazmente como seamos capaces. Soportar ahora la amenaza nuclear rusa es motivo más que suficiente para empezar la aniquilación.

No les necesitamos

Los dictadores que se asientan en grandes recursos energéticos o que subyugan a grandes mercados potenciales nos sobran. Es evidente. Evidentísimo. Y esos recursos seguirán ahí cuando sean depuestos con tanta ayuda internacional como sea necesaria. Pero también nos sobra la legión de gilipollas que les justifican cómodamente desde las democracias: las dictaduras de Rusia, Cuba o China han sido vilmente blanqueadas, y lo siguen siendo. Comparto la sorpresa de La Niña Repollo: “Pensaba que lo de la gente que cree que Putin es comunista era una coña pero resulta que no”.

Por eso soy pesimista

Cuando Arturo Pérez-Reverte tiene razón no me cuesta nada dársela desde que sus crónicas y sus posteriores colaboraciones en El Semanal me empujaron a ser periodista. “Chicos y chicas valientes mueren otra vez, combatiendo solos y sin esperanza ante profesionales de la guerra. Europa es una piltrafa y Putin lo sabe. En unas semanas, quienes hoy lo critican negociarán sobre hechos consumados. ‘Hemos conseguido la paz’, dirán. Y hasta la próxima”, tuiteaba durante el fin de semana. Pocos resúmenes leeremos tan realistas, tan lúcidos y tan eficaces sobre lo que vemos, una y otra vez, en este mundo de mierda.

El enemigo es el mismo de siempre

Anda Vox muy ocupado en señalar a todos menos ellos como colaboradores necesarios de Putin en España para que no se note que quien más debe al ruso es precisamente la ultraderecha en España, igual que en EE.UU., Brasil e incluso Alemania: “Todo el Parlamento alemán aplaude en pie al embajador de Ucrania… salvo la ultraderecha” (El Huffington Post). Putin es el mayor antisistema que hay en el mundo, el más bananero de los dictadores, y uno de los más hábiles: ha sabido hacerse necesario y temible pactando, eso, sí, con los peores demonios. Ojalá se equivoque como todos los que han cebado a monstruos.

El papel de las redes

Celebro que las grandes tecnológicas que mueven información en el mundo (Facebook, Twitter y Google) hayan movido también ficha ante la guerra. Aunque su respuesta, una vez más, ha sido insuficiente y ha llegado tarde. ¿Cuánto dinero han ganado estas redes sociales y el buscador mientras Putin desestabilizaba políticamente al mundo? Ahora le han cerrado el grifo (parcialmente) pero al dictador le da igual: Rusia cuenta con su propia red social, nacionalizada, y su canal de mensajería, Telegram. Y lo más importante: a quien invade un país y amenaza al resto del planeta con su arsenal nuclear le da igual lo que tuiteemos.

Todos a la cárcel

“Democracia de cuartel” lo llama Aitor Esteban y lo llama bien en su respuesta al también diputado Alberto Asarta, de Vox, que no tiene reparo en tuitear que quienes no piensan como él, independentistas vascos y catalanes, incluidos, por supuesto, “comenzarán a desfilar por los juzgados” “cuando los españoles nos den su confianza”. Así entiende la democracia este militar retirado: un “todos a la cárcel” de libro y sin separación de poderes. Golpismo puro y duro, a cara descubierta y para alborozo de sus seguidores, engorilados cada vez que algún nostálgico anuncia venganza sobre los demócratas.

Un conflicto nada nuevo

Ana Vega, que antes de la pandemia recibió un reconocimiento de DEIA por su labor en Twitter, ha elaborado un interesante hilo sobre cómo, ya en 1929, “la prensa recoge el malestar de productores y bodegueros contra el Consejo Regulador de Rioja y su intención de ‘erigirse en zona vitivinícola autónoma con la denominación de Rioja Alavesa’”. La periodista gastronómica ha escarbado en la documentación de la época para mostrar cómo desde sus primeros pasos, la D.O. Rioja (que ni siquiera se llamaba así) ha andado por el alambre territorial y ha tenido la insatisfacción como pilar.

Cada vez que habla Casado de corrupción…

Cada vez que Pablo Casado habla de corrupción nos acordamos de la del PP, un partido que ha sido condenado por lucrarse de prácticas corruptas. Cada vez que el presidente del PP intenta darnos lecciones al respecto (“tenemos un compromiso absoluto por la ejemplaridad y la transparencia”, tuitean en el Huffington Post), recordamos cómo se han ido de rositas la mayoría de sus dirigentes, incluido ese tal “M. Rajoy” que aparecía en los papeles de Bárcenas y a quien nadie investigar pese a aparecer junto a cantidades que se habría llevado al bolsillo. Así que, por el bien de la democracia, que Casado siga haciéndolo.

Merkel se va entre aplausos

Angela Merkel ha dejado definitivamente su cargo entre los aplausos de los representantes de todos los partidos salvo la extrema derecha en el parlamento alemán, y de toda la Europa política, en general. Y la historia solo endulzará el relato. Pero volvamos a ese minuto de ovación después de 16 años de presidencia porque ayuda a reconciliarnos con la política, ahora que es una práctica infravalorada y asaltada por cuatreros. Como tuitea Patrycia Centeno, que se negaran a hacerlo los nazis (su partido podía haber pactado con ellos para mantener el poder pero se negaron por principios) “aún eleva su prestigio”.

Y Scholz entra buscándolos

El nuevo canciller de Alemania, Olaf Scholz, que además fue ministro de finanzas en la última legislatura de Merkel, ya ha tomado su primera decisión al frente del país: “Subir un 25% el salario mínimo”, como recordaba Ion Antolín, hasta los 2.000 €. Una medida que en España encontraría el rechazo del Banco de España, los empresarios, partidos políticos y, por supuesto, los opinadores liberales de cabecera en cada medio que, en nombre del equilibrio, dan espacio a estos especímenes. No digo que en Alemania nadie esté en contra. Repito lo que han dicho y escrito en España, y resulta una auténtica vergüenza.