«La complicidad»

Me parece bien, sin matices, que la izquierda abertzale siga avanzando para integrarse plenamente en la democracia: “Lo quieran o no, la foto con Sánchez abre otra fase política, la de la complicidad”, dice Arnaldo Otegi y recogen en El Independiente. Lo que no dice es por qué él mismo y quienes le rodean han despreciado hasta ahora esa “complicidad” con los gobiernos españoles. Casi nadie airea sus debilidades por iniciativa propia, pero prensa y ciudadanía debemos presionar y exigir una explicación de por qué la izquierda abertzale ha perdido tanto tiempo, nos lo ha hecho perder y cuáles son los motivos de su rectificación.

La coherencia

Arnaldo Otegi sabe que no tiene que dar ni media explicación (aunque es evidente que podemos y debemos exigírselas) porque la sociedad vasca premia largamente en las urnas cada paso que la izquierda abertzale da alejándose de la violencia. Hubo un tiempo en el que la coherencia también era un valor que premiaban las y los votantes, no solo en Euskadi, también en España. Pero ese tiempo ya pasó: “El PP celebra que Donald Tusk forme gobierno en Polonia sin haber ganado las elecciones, pero critica que Sánchez lo haga en España”, titulan en Infobae. Para colmo del descalabro, Tusk va a arrebatar el gobierno al Vox polaco.

Hablemos de ello

José Andrés se lía, es evidente, en su largo tuit de respuesta a Ione Belarra. Pero está claro que lo que quiere denunciar es la falta de coherencia de la ministra. La de Podemos hace bien en pedir, como personaje público que es, que cesen los ataques israelíes sobre la población civil. Pero el chef le reclama que vaya más allá, que también condene a Hamás, y que alce la voz con la misma firmeza contra la agresión rusa sobre Ucrania. No olvidemos que el cocinero asturiano ha actuado con su ONG humanitaria en el país que ha decidido invadir el Kremlin, y ha visto sobre el terreno sus consecuencias. La templanza solo va bien frente a los fogones.

Fallos en los protocolos

El fallecimiento de Álvaro Prieto ha abierto varios debates. Empiezo por el que podía haber salvado su vida: con la excusa del ahorro de recursos y de la comodidad en la compra, los tickets en papel han desaparecido. Muy bien. Pero eso implica que la responsabilidad ante las incidencias tendrá que ser compartida por usuarias, usuarios y compañías: si el joven hubiera sabido que podía cargar su teléfono en el tren que le correspondía, tal vez nos habríamos ahorrado una tragedia. Sin embargo, la tendencia en las estaciones es quitar los enchufes e incluso cobrar por cargar el móvil cuando te empujan a mostrar el billete en una pantalla.

No, los periodistas no hicieron nada mal

Los periodistas que mostraron, según lo veían, el cuerpo que podía ser del joven Álvaro Prieto no hicieron nada mal. El tiempo de reacción es perfectamente explicable y el medio, RTVE, ha eliminado las imágenes de su web. Quienes las difunden, incluso para acusar a quienes las grabaron de malos periodistas y malas personas, mueven un archivo que no puede sacarse del programa original. Mr. Insustancial explica en X muy bien lo que yo quiero decir: “El compromiso de un periodista es con la información. Cuanto antes se entienda esto menos falsos debates, menos maniqueísmo y, por supuesto, menos fariseísmo”.

Frenar la escalada

La candidez de Ione Belarra me pasma, pero reconozco que, en esencia, tiene razón: la escalada de violencia entre Israel y Palestina es el verdadero problema, y atajarla es lo que permitirá una paz que posibilite articular la convivencia. Claro que un tuit lo soporta todo y lanzar obligaciones al aire (“la comunidad internacional debe implicarse a fondo”) es sintomático de que lo tuyo (lo de Belarra) es simplificar. Los conflictos, por definición, tienen varias capas y se agravan y agudizan si se alargan en el tiempo. Incluso identificando la ocupación sionista como origen, el conflicto árabe-israelí es extraordinariamente complejo.

Que le den el nobel de la paz

No me gusta David Jiménez como no me gusta ninguna periodista ni ningún periodista que deja a sus compañeras y compañeros de redacción a los pies de los caballos. Igual que en el caso de Belarra, Jiménez me ha sorprendido porque ha parecido dejar de lado la autoexigencia de sus siempre sesudas reflexiones (o eso cree él): considera que “los palestinos tienen derecho a un Estado libre; los israelíes a vivir en paz en el suyo”, como si esto no fuese excluyente, como si la tierra se pudiese duplicar, como si un estado no fuera una potencia ocupadora y un colectivo no estuviese recluido en áreas empobrecidas.

No podemos obviarlo

Voy ya con un tuit de un periodista a quien realmente admiro: Carlos Franganillo llevaba a Twitter la investigación del Wall Street Journal sobre el apoyo iraní a Hamás. Este apoyo ha sido mencionado desde el primer momento incluso por Israel pero como parte de un error: lo subestimaron. Y es capital para poner contexto a la acción de Hamás que ha iniciado una guerra que en un solo fin de semana se ha cobrado mil personas muertas. Este apoyo lo cambia todo: hay otros intereses más allá de la legítima defensa de un pueblo Palestino oprimido y, ahora, utilizado por Irán, para empezar.

Lo que supone

Hamás sabe que Israel va a actuar con una fuerza extrema sobre el pueblo palestino, y que las circunstancias, con su ciudadanía sitiada, favorecen al estado sionista. No discuto la violencia estructural de Israel, que el actual gobierno habrá incrementado para desgracia de millones de personas empobrecidas, recluidas y oprimidas. Pero tampoco debemos pasar por alto que Hamás sabe que “lleva a su pueblo al suicidio” (El Independiente) cuando recibe el apoyo de Irán por otros intereses y que sus líderes lo hacen, según varios analistas, desde fuera de Palestina, en emiratos como el qatarí y en condiciones diferentes a las de su pueblo.

Y lo que nos supone

De los creadores de “es por la pandemia”, de su continuación “es por la guerra de Ucrania”, y del reciente episodio “es por la inflación”,  nos va a llegar ahora “es por la guerra en Israel” que “tensiona al alza los precios del petróleo” (Activos). Y como ya sabemos, cuando el petróleo se encarece, todo lo hace. Y lo que no, se sube de precio porque, oye, si han valido las tres excusas anteriores puede valer una cuarta. Lo que yo no entiendo es cómo el mundo se conecta con facilidad por medio de consecuencias económicas pero no se puede conectar por cuestiones humanitarias o políticas a finales ya de 2023.

«Palabras de amor»

En Euskadi podemos y debemos discutir de muchas cosas: modelo de país, ruta para alcanzar la independencia en el contexto mundial actual, qué responsabilidad toca a cada una y uno de nuestro pasado más terrible… Pero lo que no me parece discutible es que necesitamos denunciar el discurso edulcorado de la izquierda abertzale. Nadie que haya ejecutado o colaborado en un asesinato a quien pensaba diferente puede ser blanqueado. Cuidaremos sus derechos y su reinserción, pero el “amor” del que habla Garazi Perea, concejala de Bildu en Bilbao, en el mensaje de Iñaki Goikoetxea que celebraba Otegi, resulta ajeno y extemporáneo.

“Fascismo”

Javier Bauluz respondía con claridad a esta pregunta que se encontraba en Twitter: “La gente que se alegra del terremoto en Marruecos, ¿qué mierda tiene en la cabeza?”. El premiado fotoperiodista no lo dudó: “Fascismo”. A las cosas hay que llamarlas por su nombre, en Marruecos, en España y en Bilbao. Lo que vemos en Twitter cada día de personas que se tienen por románticas y que añoran tiempos que consideran mejores, en los que los y las fascistas campeaban como el Cid pero con la pistola al cinto o debajo de la cazadora, tiene un nombre claro y se lo ha dado Bauluz. Y el fascismo es el enemigo.

“Asesinada”

No valen las palabras de amor, no vale el anonimato en Twitter, no valen los eufemismos cuando se trata de señalar el fascismo. Otro fotoperiodista, Manu Bravo, respondía a Ione Belarra, que “apoyaba” a “los familiares” (me sorprende esta falta de atención al lenguaje inclusivo) de Emma Igual, la cooperante víctima de un ataque ruso en Ucrania. Ione Belarra tuiteaba que “ha muerto” y Bravo respondía: “Que no le dio una puta embolia. Asesinada por aquellos con los que no tenéis huevos a mojaros”. El ganador del premio Pulitzer explotaba así ante quienes son incapaces de llamar “asesino” a quien lo es.

“La República”

La misma Ione Belarra con otras declaraciones ha inspirado este tuit que, lo reconozco, me ha ilusionado: “Primero los indultos. Luego la rebaja de la malversación y la derogación de la sedición. Ahora la amnistía y el referéndum de autodeterminación. Pronto será la República”. Lo escribe Miguel Tellado, diputado del PP en el Congreso, y me parece un planazo. ¿Dónde hay que firmar? Evidentemente, el también vicesecretario de organización de los populares lo redacta como si se tratase de una alarma, pero creo que en esa falta de sensibilidad se encierra la incapacidad del PP para asaltar su propio cielo.

“El malismo”

El PP es incapaz de ver lo alejado de la realidad que suena parte de su discurso porque lleva tanto tiempo sumergido en el cuadro que le marca Vox que ha perdido el sentido común y el propio, como sugería Unamuno (muy del gusto de ese PP que celebra la existencia de cada vasco no nacionalista). Alejandro Izaguirre, sin embargo, lo tiene muy claro: “El malismo es la ideología actual de la derecha. Es el ‘caca, pedo, culo, pis’ de los niños pequeños rebeldes llevado a la edad adulta. Talar árboles por joder, quitar carriles bici, y ahora el concejal de salud de Valladolid repartiendo ceniceros”.

La gran victoria de Errejón

Sabemos que Yolanda Díaz encabezará la lista por Madrid. Sabemos que un alta cuna como Agustín Santos será el número dos. Sabemos que días antes de que Podemos se doblegara a la voluntad de Sumar, Íñigo Errejón aceptó ir en un discreto cuarto puesto en esa lista. Sabemos que Ione Belarra no se atreve a encabezar la lista por Nafarroa. Y sabemos que la líder de Podemos irá quinta por Madrid. Con todo lo que sabemos podemos afirmar que la victoria política y estratégica de Íñigo Errejón es absoluta: la líder de Podemos va detrás de él, muerde el polvo porque Podemos es hoy más irrelevante que Más País.

La torta a Iglesias en la cara de Montero

Es injusto el veto a Irene Montero. Creo que todas y todos estamos de acuerdo en eso: amigas y amigos, enemigas y enemigos, y enemigas íntimas y enemigos íntimos. También tenemos claro que su exclusión, difícil ya de revertir, es un símbolo. Es la derrota de Podemos, es la torta a Pablo Iglesias en la cara de la propia Montero. La pieza en Contexto del ex vicepresidente muestra un proteccionismo peligroso: mezclar la olla y lo otro no fue nunca una buena idea, empeñarse en hacerlo lo parece aún menos. Echar la culpa a las cloacas y los medios muestra, además, un infantilismo que asusta.

¿Y por qué?

El veto a Irene Montero se explica en clave partidista (y eso que Díaz, como Iglesias al principio, aseguraba que la dinámica de partidos estaba superada), pero también supone un veto al ministerio de Igualdad, íntimamente ligado a la ministra. ¿Qué pasa? “¿Ha dejado el feminismo de ser un reclamo electoral?”, se pregunta Violeta Molina en EPE. Lo cierto es que el feminismo ha sido retorcido en público y su bandera ha sido tan movida, y no siempre para bien, que es dificilísimo vincular el voto feminista práctico con un partido, incluso pese a los intentos del ministerio de Igualdad. Y de eso, como de casi todo, hay responsables.

“Sánchez prometió”

Este no me parece un tema menor: cuando el 29 de mayo Pedro Sánchez convocó elecciones para el 23 de julio sabía perfectamente que todos sus anuncios en campaña, especialmente en materia de vivienda, quedaban en suspenso, en el mejor de los casos. Ahora intenta salvar algunos muebles con los fondos europeos, según The Objective, pero lo cierto es que los miles de pisos prometidos quedan, más bien, comprometidos. Y ahora, ¿qué? ¿Hará más promesas en campaña? No lo dudo. ¿Vinculará sus anteriores compromisos con los futuros resultados? No espero menos. Pero la pregunta importante es: ¿genera confianza suficiente?

La diferencia está en los detalles

Nunca me ha gustado eso de que “Dios está en los detalles” aunque entiendo perfectamente qué quiere decir y esté de acuerdo: la diferencia, lo que distingue algo cuidado de algo que no lo es, está en los detalles. Por eso no he querido dejar pasar este tuit de un aficionado del Amorebieta: “¿Qué os parece que el presidente de la Federación Española de Fútbol no sea quien entregue el trofeo de campeón de la máxima competición masculina de fútbol que organiza?”. Rubiales no estaba para entregar la copa al equipo vasco, para reconocer su enorme mérito, no cuidó ese detalle, no demostró que ese torneo, ese fútbol, le importa.

El empeño en fracasar

Lo siento, pero no entiendo el empeño en fracasar. Si algo ha salido mal: autocrítica, examen, propuestas de mejora y a seguir. Pero lo de revolcarse en el fango no lo he entendido nunca. Y es lo que está haciendo la izquierda española, claramente. Una izquierda española con una bis vasca importante: Podemos lo lidera una navarra que, sin embargo, irá quinta por Madrid. “Sumar ofrece a los morados encabezar Navarra. Un caramelo envenado porque ‘allí no quieren a Belarra’”, leemos en El Independiente. Las propuestas con malicia, igual que las negativas con desesperación, no son atractivas para las y los votantes. Es evidente.

De escudero, un sangre azul

Creo que sé muy poco de política: no entiendo que Sumar y Podemos se empeñen en hacer públicas sus discusiones, que solo les genera desgaste, y no entiendo que Yolanda Díaz haya escogido a un sangre azul como su número dos: Agustín Santos puede tener un currículum brillante y haber trabajado para el PSOE, pero también es un sangre azul de libro que siempre ha flotado en aguas pacíficas de ministerios, embajadas y puestazos. Un progre de alta cuna, en plata. ¿Qué mensaje proyecta? ¿En quién está pensando Díaz cuando hace la elección de la persona y de lo que significa? Quien mira más hacia arriba que hacia abajo suele tropezar.

Núñez Feijóo no va mal

Al PP le quedan dos piedras en el zapato. Una es la de todos los partidos: la fecha y la abstención. Y la otra es Vox. Pero Núñez Feijóo, pese a todo y contra todo pronóstico (por lo menos yo no vi llegar su éxito el 28-M), avanza y acierta en los mensajes (también pese a sus habituales errores): “Si el PP gana, el PSOE tendrá una oportunidad para reconstruir el partido que existía antes de Sánchez” (Nius). Esto es un gol, es insistir en su idea (la del PP, claro) de “el sanchismo” y de todas las connotaciones negativas que es capaz de meterle. Y es una idea que cala fácil porque el cortoplacismo de Sánchez nos ha sobrecogido a todas y todos.

Rusia, sí

Sigue habiéndolos. Cada vez más escondidos, cada vez menos, es cierto, pero seguimos encontrando a defensores de lo indefendible, a difusores de teorías de la conspiración, a personajillos que ven la película de “La cortina de humo” en cada informativo, a propagandistas a sueldo del Kremlin y a tontos útiles que defienden a Rusia y atacan a Ucrania desde sus redes sociales completamente gratis. Ahora tendremos que verles negando que el ataque a una presa y a la ciudad natal de Zelenski no tiene nada que ver con la contraofensiva ucraniana, y afirmando que la agredida es Rusia. Y por los nazis, por supuesto.

Vuelve la mula al trigo

Doy por hecho que, al final, Florentino Pérez fichará a Kylian Mbappé. Lo doy por hecho porque el presidente del Real Madrid es de esa casta a la que nadie le dice que no. Tardarán más o menos, pero todas las personas y todas las cosas claudican ante ellos, ante los dueños de los países. Lo que espero es que lo haga rapidito porque de los creadores de los clubes-estado tenemos ahora los jugadores-historia, y aburren: la historia de Mbappé, la de Messi no fichando por el Barcelona, aquella de Neymar, la de Griezmann que va y viene… Un Mbappé al que dieron plenos poderes en París para demostrar que solo es un buen jugador más.