Hablemos de Madrid

Hablemos de Madrid, de ese “oasis fiscal”, como lo califican en La Información y que atrae a grandes fortunas españolas por sus beneficios. Un tema que parece tabú: mencionan a Esperanza Aguirre, pero algunos recordamos el nombre de José María Aznar cuando nos hablaron del mediador que invitaba a partir los negocios de grandes empresas en Euskadi para que éstas dejaran de tributar una parte a los territorios vascos, en beneficio de Madrid, sin cambiar de sede social.

Aclárenseme

No creo que un tuit de una entrevista en un medio que ha tomado (legítimamente) partido a favor de la unidad de España resuma la conversación. Pero sí creo que los tumbos que está dando el independentismo catalán se pueden apreciar hoy en las declaraciones de Marta Rovira en la SER como en otras anteriores de Puigdemont. Rovira no puede ni sugerir que “la vía unilateral no existe, es un invento del estado español”, después de señalar como traidores a los nacionalistas que no creíamos en ella.

El independentismo mató a Kennedy

Prácticamente es lo último que nos queda por oír: que cuando se desclasifique la información sobre el asesinato de aquel presidente estadounidense descubramos que el que disparó era un independentista catalán con una barretina. Porque ya hemos leído hasta que Aurelio Blanco, el fiscal superior de Extremadura, cree que el fallecimiento de su homólogo catalán, José María Romero de Tejada, tiene que ver con las consecuencias del procés para el jurista. ¡Qué despropósito!

¡Qué asco!

Es repugnante, pero también es extremadamente grave que Ana Pastor denuncie en Twitter reiteradamente que es objeto de amenazas, bien en un chat de varios policías municipales de extrema derecha, bien en la mencionada red social. Si Zoido se jactaba recientemente de haber detenido en horas a quien insultó al fiscal Maza después de su muerte, podrá hacer lo mismo ante quienes amenazan y coaccionan a una periodista de un modo tan grave.

Bien desmentido

Hay sectores que viven de espaladas a Internet y viven muy bien. Por ejemplo, los dentistas o los administradores concursales. También hay niveles (grandes jefes de grandes compañías) que no consideran necesario darse a conocer en estos espacios. Pero de vez en cuando vemos algún recordatorio de lo importante que es tener una identidad digital definida en cualquier caso: el director general de Orbea ha desmentido en Linkedin un bulo sobre el falso cierre de su empresa. Lo leemos en Gananzia.

Un indicador

Es evidente que es una cuestión menor la “apasionadísima” discusión entre actualizadores de Wikipedia sobre si Catalunya ha sido independiente o no durante ocho segundos, y si así tiene que aparecer en esta enciclopedia on-line que, para muchos, es la primera fuente (ojo, tomársela demasiado en serio es un error). Una cuestión menor… Pero también un indicador de que la batalla del relato no la está ganando Catalunya ni en los espacios serios ni en los más ligeros.

Lo saben hasta en la BBC

Me temo que ni aunque la BBC lo explique en castellano muchos españoles querrán saber un poco de su propia historia. El relato de este medio es bueno para conocer el tecnicismo del término “nacionalidad histórica”, con la que en el 78 se diferenciaron Euskadi, Catalunya y Galiza porque antes de la dictadura tuvieron su propio Estatuto (no entran en la historia de cada pueblo). Luego, ya lo sabemos, esto se disolvió con el café para todos de las autonomías.

La otra Guardia Civil

En Catalunya y en España los cuerpos y fuerzas de seguridad viven un momento estupendo: su popularidad está por los aires y no creo que muchos agentes hayan percibido tanto cariño y arrope de la ciudadanía como estos días: mossos, policías nacionales y guardias civiles están siendo abrazados y vitoreados. Pero algunos miembros (y de este riesgo no se libra nadie) siguen abusando de su autoridad: “Detienen a dos guardias civiles con 38 kilos de hachís en su coche”, en Málaga.

Más abusos

Linkedin tiene un problema: que va a cerrar. Una red social solo es rentable si es de masas… Y ni eso, y si no, que se lo pregunten a Twitter, que sigue perdiendo una millonada cada año. Si a esto sumas que ya se han establecido tipos de usuarios que hacen poco atractiva tu red, tienes un problema mayor. En El Confidencial los han recopilado: el baboso, el que se cree un gurú, el que piensa que los desempleados son unos vagos, o el que se queja de los que se quejan, entre otros.

¿Solo de los deportistas?

Voy a dar por bueno que hablemos de los deportistas de élite en este caso, como ejemplo representativo de personas que, por su éxito, colocan publicidad en sus redes sociales digitales sin avisar de que lo están haciendo. Pero este mal va mucho más allá de los futbolistas, baloncestistas o tenistas. Incluso las estrellas propias de las redes, esas que fuera no conoce nadie, cometen el mismo fraude. Porque, sí, es obligatorio avisar de que se trata de publicidad.

¿Y si Trump cumple?

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Si Trump cumple con su programa el mundo podría tener un problema. En concreto, serían distintos problemas para diferentes partes del mundo (empezando por los estadounidenses, claro), pero el problema principal sería el presidente americano. En Magnet han repasado algunas de esas propuestas “peligrosas” como restringir la libertad de prensa o Internet, censar a los musulmanes, revisar tratados internacionales, o permitir algunas formas de tortura.

El “Trumpista” más famoso

Soy fan de Carlos Franganillo, posiblemente uno de los mejores corresponsales que hay hoy. El de TVE también lo hace muy bien en Twitter, donde nos puso sobre la pista de uno de los “trumpistas” más famosos: el que apareció en la portada de El Mundo haciendo un par de “peinetas”, precisamente, al mundo. Pax Dickinson parece, además, que sabe algo de marketing on-line, y ya se ha hecho con la famosa portada para su despacho… Y lo ha contado en Twitter.

Los trabajos de hoy

La mitad de los aitas y las amas no serían capaces de tener los empleos de sus hijos e hijas, según un estudio que ha encargado y difundido la red social profesional, Linkedin. La brecha generacional parece hoy y en lo laboral más insalvable, ya que los progenitores no saben en qué consisten trabajos como diseñador de interfaz de usuario, científico de datos, desarrollador, diseñador social media manager… Pero también aparecen la sociología o las algunas inversiones.

El oficio de fotógrafo

Sigo hablando de trabajos de hoy o, mejor dicho en este caso, por lo que leemos en Photolari, del no-trabajo de fotógrafo. En un artículo de esta web recogen las quejas amargas de profesionales que recomiendan buscar empleos que den estabilidad económica para poder financiar proyectos fotográficos que no se rentabilizan solos. En el texto hay un párrafo demoledor: “Un país o planeta en el que se gana más por una foto de un bolso en Instagram que por un reportaje jugándose la vida en Siria se tiene que ir necesariamente a la mierda, por resumir la situación”.

Aquellos focos amarillos franceses

Seguro que recuerdan aquellos focos amarillos que permitían identificar rápidamente en el siglo XX a un coche francés en una carretera. Pero seguro que no saben que, precisamente y por lo que leemos en el blog de divulgación, Memento Mori, esa era la intención: durante las Guerras Mundiales y después, los franceses querían que sus vehículos se identificaran rápidamente y, además, deslumbrar poco. Una vez acabadas estas y con la ciencia demostrando que la luz blanca era mejor, siguieron imponiendo la amarilla como elemento diferenciador… hasta que la UE les obligó a homogenizarse con el resto de Europa.

De Linkedin a Snapchat pasando por el sentido común

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«Hoy se cumplen 25 años del ‘Smells like teen spirit’ de Nirvana. Lo siento, ‘chavales'». El tuit (de esta semana) no es mío, es de una cuenta que les recomiendo seguir: Puerta de Tannhäuser. Si entienden el chiste del nombre, supondrán de qué va. Pero vuelvo al asunto que me ocupa en este arranque: el tiempo pasa y los que conocimos los años dorados del grunge ahora estamos pasando por una fase Peppa Pig. ¿Quieren más ejemplos? Una experta en marketing on-line, una de las mejores profesionales con las que yo he trabajado, me contaba cómo, siendo la tía enrollada de la familia, se quedó planchada cuando un sobrino le recomendó un grupo de música, ella le pidió que le pasara «el CD» y él prácticamente respondió que qué era eso. Spotify y Netflix van a fulminar los soportes plásticos y, lo que es peor, las canciones que tienen sentido en un contexto creativo, y hasta los libretos con fotos, letras y agradecimientos.

Tendré una cuenta en Twitter, y hasta una galería en Instagram, pero me hago viejo, «chavales»: no entiendo qué aporta Snapchat, la red social que los más jóvenes considera «propia». Fíjense en lo que tuiteaba este mismo fin de semana Javi Vizcaíno: «Mi hijo: ‘Sabrás que me estoy haciendo muy viejo cuando veas que me abro una cuenta en Twitter’. #TomaHostia». No hace falta que les cuente más ante una evidencia de tal calibre.

Insisto en que no entiendo ni me manejo en Snapchat, por lo que no estoy del todo seguro de haber buscado bien, pero creo que no he encontrado a ninguno de los candidatos a lehendakari haciéndose pasar por jóvenes y haciendo, por consiguiente, el ridículo. Sinceramente, me reconforta: no estamos en tan malas manos. Todos parecen haberse centrado en lo obvio: Facebook, Twitter e Instagram por medio de sus partidos. Ya no hace falta ni hablar de YouTube (del fenómeno youtuber prometo que escribiré en una columna específica), porque las tres plataformas permiten subir y consumir vídeos de manera «nativa». Lo que está muy bien para el «fan», pero es una señora puñeta para el community manager: el mismo archivo de vídeo hay que subirlo (y titularlo, añadir una descripción, etiquetas e imagen de portada) a cuatro sitios distintos. Algunos a esto lo llaman «avance». Y en Internet están «los listos».

Pero hay más plataformas que han pasado a mejor vida (por suerte): Linkedin es hoy «la cuarta» red social. Flickr, que sigue siendo mi favorita (ya les he avisado de que están leyendo una columna sobre Internet escrita por un viejo), no pasa de «repositorio». Los blogs son para los románticos. Foursquare es un caso de estudio de cómo una empresa de éxito decide equivocarse. Decir «Pinterest» sin descojonarte de la risa es casi imposible (este es un chiste para el gremio) Y Tuenti ni siquiera existe. Y así han decidido nuestros políticos que sea, porque en los equipos de campaña, por suerte, hay profesionales de la comunicación encargados de las redes sociales, en vez de frikis (que los he visto con mis propias gafas). ¿Cuál es la contrapartida? El diseño, las actualizaciones pautadas y programadas, o la espontaneidad medida. Les seré sincero: nunca me han gustado las sorpresas y, por suerte, ya tengo la edad suficiente para reconocerlo.

No hay problemas de marca en Podemos

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No me gustó lo de “Unidos Podemos” por la utilización del masculino como genérico en el participio, pero la marca es suficientemente clara. El debate sobre el logo del fin de semana me parece innecesario: Podemos ocupa más mancha pero las otras marcas son legibles. No hay que olvidar que el primer gran éxito de Podemos fue poner en la papeleta electoral la cara de Pablo Iglesias. Puede que el mayor problema lo tengan en Twitter, donde una asociación veracruzana de apoyo a enfermos de SIDA tiene el usuario.

¿Hay problema en el concepto?

Personalmente, no veo nada malo en lo que voy a contarles: en Estrella Digital explicaban que Manuela Carmena confía en encontrar una entrada de la final de Champions para su nieto, y en OK Diario que Julio Rodríguez, el fichaje estrella de Podemos en el ejército, viaja con el billete más caro del AVE. Insisto: ni siquiera me parecerían hechos noticiosos… si no fueran representantes de los que señalan a “la casta”. Y me limito a preguntarme: ¿es compatible con la doctrina de Podemos usar tus influencias y gastar más de lo necesario en viajes?

El periodismo cuesta dinero

El Español publica un texto del fotógrafo Manu Brabo en el que vuelca toda su “mala leche” no por la liberación de los periodistas secuestrados en Siria, sino por el comportamiento que tuvieron los medios durante los días siguientes: “¿Son los mismos medios que les pagaban una mierda por su trabajo mientras ellos asumían los riesgos?”. Medios que “por un lado defienden la libertad de prensa y por el otro atentan contra ella” con pagos ridículos por reportajes en los que el redactor o el fotógrafo se juegan la vida, literalmente.

¿Qué es “la transformación digital”?

Comparto la guasa con la que José Antonio del Moral escribe en Twitter: “Todo dios poniendo en sus perfiles de Linkedin que ahora se dedica a la ‘transformación digital. ¡Unos cracks!”. Precisamente Manu Bravo en su reflexión a cara de perro hablaba del coste que tiene para su profesión “el digital”. Un coste y una curva de rentabilidad que desconocemos realmente. Y aunque sería apasionante acompañar a las empresas hacia modelos de negocio de éxito basados en lo on-line, una vez más hay más humo que leña ardiendo.

La tecnología china siempre vuelve

No nos engañemos: la única transformación digital exitosa es la de las empresas que han acertado con sus modelos (y sus campañas publicitarias) de smartphones. Pagamos sobrecostes brutales por teléfonos de Apple, defendemos los modelos de Samsung como si nos fuera algo en ello… Y disfrutamos más discretamente la tecnología barata: primero Xiaomi y ahora Vivo, según El Confidencial, nos ponen teléfonos en la mano con los que hacemos exactamente lo mismo que con un iPhone por mucho menos. ¿Y los derechos laborales?