Los recibimientos en nuestros barrios a personas que han colaborado hasta en cuatro asesinatos, con paseíllo, música, abrazos y besos, es indignante. Y a quien no se lo resulte tiene un problema, el de colaborar y convivir con el fascismo sin notarlo. Lo tiene, por ejemplo, Sortu, el partido que controla Bildu sin tapujos, que no duda en lanzar “vivas” a quien sale de la cárcel por matar o ayudar a matar, y a quienes participan con alborozo (y sin distancias de seguridad por la pandemia) en una comitiva que no es tolerable en ninguna sociedad que, después de muchísimo sufrimiento, solo quiere avanzar en paz.
De cajón
Lo más probable es que volvamos a ver recibimientos de ese tipo y que volvamos a indignarnos. Lo más probable es que Porrotx vuelva a instrumentalizar el sufrimiento de las hijas e hijos de presos de ETA para exhibirse como el payaso que explica a las niñas y niños qué son los derechos humanos. Lo más probable es que cuando critiquemos la contradicción evidente, vuelvan a salir a defender a quien fuera concejal de Euskal Herritarrok en Lasarte-Oria (sustituido por su compañera, Pirritx) gente como Joseba Permach. Lo más probable es que se la cuelen solo a quien necesita creerse lo que le cuentan.
De vergüenza
El periodista vasco Roberto García clava, por desgracia, su sentencia en forma de tuit: “2021 y dedicando calles a Millán Astray. El tamaño de la derrota es tremendo”. Es cierto: resulta escalofriante comprobar, día tras día, cómo el franquismo no solo sobrevive, es que goza de una salud extraordinaria. En Euskadi, simplemente, no podemos permitirnos que el fascismo vasco nos derrote con sus falsas lecciones de derechos humanos y con unas muestras de cariño a quien ejerció la violencia directa contra quien pensaba diferente. La dignidad y el sentido común no pueden ser los derrotados. Otra vez, no.
De locos
Mientras la autoproclamada izquierda abertzale intenta darnos lecciones de derechos humanos con material defectuoso y aprovecha la pandemia para intentar aproximarse a la juventud defendiendo a la minoría que ataca a la Ertzaintza, el chiringuito de Gorliz y las tiendas del centro de Donostia, en nombre del libre botellón, no tiene tiempo de preocuparse de que el gobierno español al que sostiene junto a otros partidos muestre la inacción que resume muy bien este titular en Público: “Los precios de la vivienda, el agua, los alimentos y la energía se desbocan y exprimen a las familias”.
De rebote
La sorpresa para mí no fue el despido de Javier Cárdenas de Europa FM, sino que el cuñado al que enchufó Alfonso Arús se haya ganado la vida durante tantos años (y por lo que parece, nada mal) como comunicador. Después de varios rebotes sin resultado, quien saltara a la fama por entrevistar a frikis y reírse de ellos antes de convertirse en uno de sus personajes, ha acabado en OK Diario. El digital de Inda, famoso por difundir bulos en beneficio del fascismo español, le ha hecho un hueco y publicará sus podcast, que serán una adaptación más modesta de los programas mañaneros que Cárdenas grabará la tarde anterior.