Un beneficio inesperado

Supongo que para Qatar no será ninguna sorpresa. Tampoco para el llamado “mundo árabe”, formado por unas 1.500 millones de personas. Pero para mí sí lo ha sido: entendía que Qatar quería limpiar su imagen comprándose un Mundial y un equipo de fútbol, el PSG, pero no vi venir que, además, se encaramase al liderazgo de los países islámicos. Con el éxito futbolístico de Marruecos se ha topado con un rival inesperado, pero también le ha beneficiado para acabar de convencer al mundo de que el mayor polo de atracción árabe es el pequeño emirato regado de miles de millones en reservas naturales. ¿Para qué? Esa es la pregunta.

Pues que hagan algo

La llamada de Radamel Falcao en redes sociales para intentar impedir el asesinato de Amir Nasr-Azadani en Irán, donde ha sido condenado a muerte por participar en las propuestas tras otro asesinato, el de Mahsa Amini, no es algo menor. Ni que sea en Twitter ni que sea un futbolista banalizan esa pena. Al contrario: tiene que funcionar como altavoz. No solo ha tuitedo el colombiano, pero su capacidad de alcance, como futbolista que ha jugado en diferentes países, es difícil de superar. El mundo árabe, empezando por sus nuevos líderes, debería de decidir si este tipo de ejecuciones les representan o no.

Sin miedo ni vergüenza

Volviendo a temas mucho más triviales, este Mundial ha sido el de Twitch. Especialmente, en España, donde su seleccionador ha hecho directos cada noche con un éxito irreprochable. Una vez cesado, tampoco eligió un medio tradicional para hablar: se juntó con Ibai Llanos y ambos mantuvieron una charla amable sobre la que reflexiona Rubén Uría. Nada de esto perjudica al periodismo que, como bien señala el de Goal, emitía los directos en las páginas web de los medios. Entiendo que yo lo veo de otra manera, pero creo que el acercamiento de la prensa a estos nuevos formatos tiene que ser sin miedo ni vergüenza. Sin complejos.

¿Pudo beneficiar al Barça?

No voy a dejar pasar la última columna monográfica sobre fútbol de este Mundial sin comentar la noticia que esta misma semana publicaban en El Confidencial: el contrato de la Supercopa con Arabia Saudí que Piqué facilitó a la RFEF incluía una penalización millonaria en el caso de que no se clasificasen Real Madrid o FC Barcelona para el torneo en el emirato. Y la RFEF es, al mismo tiempo, quien se jugaba el dinero y quien designa los árbitros para los partidos de las competiciones que dan acceso a esa Supercopa. Precisamente esa coincidencia de intereses le resulta “notoria” a la jueza Delia Rodrigo, que investiga el caso.

Lo mejor de Messi

No me va a importar ver a Leo Messi levantar la Copa del Mundo esta tarde si gana la final. Los viejos, los achacosos, los que tenemos la sensación de que ya hemos dado lo mejor de nosotros, también tenemos derecho a triunfar una última vez. A este Messi pasado, más que pasota, le admiramos en su ocaso porque con sus paseos sobre el césped demuestra que no hay grafo, predicción, estadística o análisis de una inteligencia artificial que encaje con él o con este deporte. La tecnología, vía VAR, nos ha hurtado la emoción del gol, y empuja a la prensa a mostrar probabilidades de gol que no demuestran absolutamente nada. Y menos, con Messi.

Pero sigue siendo el rey

En la España juancarlista y en la pérfida Albión, el rey emérito sigue siendo impune. Más bien, inmune: “La Justicia británica reconoce la inmunidad de Juan Carlos I en la demanda de acoso de Corinna. El Tribunal de Apelación de Londres deja bajo protección todos los actos privados del exjefe del Estado previos a su abdicación en 2014” (El Independiente). Como suena: da igual lo que haya hecho, que no va a pasarle nada. En España, las regulaciones fiscales, ya lo hemos visto, no han tenido ninguna consecuencia, ni siquiera aunque hayan quedado acreditados ingresos difícilmente justificables. Y en el Reino Unido tampoco va a sudar.

Vale, Pablo, pero que lo tuitee Irene

No he leído el texto de Pedro J. Ramírez en el que reflexiona sobre “exhumar a Franco y no inhumar a Irene Montero”. Hace tiempo que no pierdo ni un segundo en El Español, el proyecto digital del periodista que apostó por el PP, UPYD y Ciudadanos. Sé que Ramírez intenta llamar la atención y sé que esa no es una buena señal para su medio. Pero también creo que nada bueno suma Pablo Iglesias haciendo una encendida defensa en Twitter a Irene Montero, la madre de sus hijos. La ministra es perfectamente capaz de defenderse sola si quiere hacerlo, estoy seguro de que no necesita un macho alfa ni un jarrón chino a su lado.

“Partos virales”

Grabar y subir a redes cómo te das el primer beso puede parecer cándido, pero para quienes hemos pasado ya muchas horas en redes y sabemos que estas son una escalada constante, muestra un riesgo. De ahí a grabar y subir a redes (algunas aceptan contenido explícito, como Twitter u Onlyfans) otro tipo de primeras veces solo hay un trecho fácil de recorrer. Lo que no esperaba, sinceramente, era lo de los “partos virales” (EPE): influencers que han subido a sus canales cómo han traído al mundo a sus hijas e hijos. ¿Para qué? ¿Qué product-placement cabe en ese momento? ¿Tanto les cuesta resistirse al engadgement?

Echamos de menos más seguridad

Esta serie de sorpresas virtuales son precisamente las que nos descolocan, las que nos ubican en una Internet hostil en la que no nos sentimos cómodos. Sobre esa sensación escribe, y muy bien, Antonio Ortiz en su blog: él habla de que sentimos “nostalgia de la cámara de eco”, es decir, de un entorno on-line que sea también parte de nuestra zona de confort. Y avisa: “Estamos cansados”. Estoy bastante de acuerdo en su planteamiento: precisamente es esa inseguridad la que da pie a la polarización. Si no estuviésemos inseguros, simplemente, seríamos más felices. Como lo estamos nos sentimos superados y expuestos. Más que nunca.

Empieza otro Mundial

Muchos llevamos toda la vida viendo mundiales de fútbol por afición al deporte, sin una selección a la que animar, sin sentir que se nos va la vida en un balón al palo. Elegimos equipo cada cuatro años en función de nuestro estado emocional, de la geopolítica del momento o de si Iñaki Williams va con Ghana, y disfrutamos a nuestra manera del torneo que hoy afronta su fase decisiva. Mi buen amigo Asier ha elegido equipo: en su batzoki, el de Santutxu, se banca a la albiceleste y a Messi aunque camine por el césped en su último Mundial hasta que, en solo unos segundos, convierta el fútbol en un deporte maravilloso.

La EA de España

Me ha sorprendido algún tuit que pedía un final más honroso para Ciudadanos, como si el partido de Albert Rivera, Juan Carlos Girauta, Marcos de Quinto, Toni Cantó y otros hooligans neoliberales hubiese sido digno de respeto en algún momento. La cutre batalla final entre Inés Arrimadas y Edmundo Bal es un correcto fin de fiesta para quien cebó a la ultraderecha. En Euskadi también asistimos a ridículos estertores de un partido político, creado solo para sustituir a otro y que ha acabado en las garras de la izquierda abertzale por pura supervivencia. Estos espectáculos son siempre entretenidos, disfrutemos de ellos.

Y la Trump de España

En el Huffington Post recogen una especie de semblanza que han publicado en el francés Libération sobre Isabel Díaz Ayuso, de la que dicen que “va por buen camino para liderar la oposición de derecha a nivel nacional reivindicando abiertamente a Donald Trump en nombre de la sacrosanta libertad”. En el diario francés, tradicionalmente progresista, la presentan como una “populista conservadora que durante la pandemia se jactó de desobedecer las instrucciones del Gobierno central”, y critican abiertamente su política sanitaria. Realmente, no han publicado en francés nada que no sepamos.

El problema lo genera quien paga

Que Victoria Federica haya llegado a ser una influencer que vive de su presencia en los saraos madrileños (podría cobrar hasta 6.000 € por aparición) es uno de los mejores ejemplos de todo lo que va mal en España. Porque, además, la nieta de Juan Carlos I, como su madre y su hermano, son bastante desagradables con quien cubren esos actos, es decir, la prensa. Pero estando seguro de que su caché forma parte de la historia negra de España, como estoy, creo que no se le puede criticar nada por haberlo cobrado (incluso más, hasta “cinco cifras” según Vozpópuli) por un acto benéfico organizado y pagado por la fundación de McDonald’s.

Es muy gordo, es verdad

No soy un gran admirador del fútbol latinoamericano, lo confieso. Prefiero a las selecciones europeas por predecibles y a las africanas por inesperadas. Pero creo que el codazo de José María Giménez “al director de competiciones de FIFA”, Manolo Zubiria, es un poco el codazo del fútbol al organismo. No defiendo al jugador, al que podemos ver en acción en la Liga, pero tampoco lo haré a la FIFA. Si de algo tiene que servir el Mundial de Qatar es de coscorrón (porque no pasará de ahí): podrán hacer lo que quieran, pero lo vemos, lo señalamos y, hacemos que empiece a importar. Solo así dejarán de poder hacer lo que quieran.

Me temo que solo es un aviso

Llevo tiempo pensando que en el debate sobre el coche eléctrico instituciones e industria no están contando toda la verdad: ¿sería posible sustituir toda la flota de coches con un motor tradicional por los eléctricos? ¿Podemos soportarlo teniendo en cuenta que la electricidad ya es la base energética del resto de cosas? ¿Qué materia prima sustituiría al petróleo como la que más dependencia nos generaría? ¿Por qué se empeñan en imponer su compra si son artículos de lujo? El aviso de Suiza no es local, es para todo el mundo: existe la “posibilidad de prohibir la circulación de coches eléctricos si hay riesgo de apagones” (FCE).

Que siga rodando ese balón

En mi casa no hemos decidido hacer boicot al Mundial. Directamente, me lo hacen a mí para que no pueda ver los partidos. No es tampoco por motivos políticos, sino por la cena, los deberes, los entrenamientos y las duchas. La vida, que pasa sin fijarse en los detalles. Y aun así este Mundial me está reconciliando con mi profesión, a la que todos los periodistas acabamos perdonando los excesos como a un hijo. “La FIFA no quería que la política empañara el Mundial de Qatar. Ha conseguido exactamente lo contrario”, titulan en Magnet antes de resumir los intentos de FIFA y emirato que la prensa ha abortado señalando las evidencias.

Incomprensible

Me da igual qué equipo resulte beneficiado por las decisiones del videoarbitraje, lo que tengo claro es que perdemos casi todos: afición, equipos, clubes, selecciones… Todos menos los árbitros, claro, que ahora necesitamos para cada partido más de media docena y cada vez cobran mejor. Entiendo que este colectivo esté totalmente a favor del VAR, pero el resto seguimos alucinados con errores flagrantes, retrasos imperdonables y la emoción del gol, secuestrada. Ya lo escribió Valdano en el siglo pasado: “El fútbol y la tecnología se llevarán bien siempre que no se mezclen”. Y algunos se empeñaron en mezclarlos.

En su justa medida

A un Mundial de fútbol solo llegas si tienes una mente ganadora y una ambición probada. Y solo lo ganas si eres un competidor nato que no necesita más motivación que la propia. Esto está bien para el deporte de élite, y en algunos momentos, para esa parte de la vida que a veces se come a las otras, como es el trabajo, pero para mi día a día me quedo con este tuit de Bukuku: “‘Es que no compites’, ‘es qué no sé qué’. Caballero, por favor, vaya usted a hacerle lo de la mentalidad de tiburón a su puta madre. A esta vida se viene a pasarlo lo más tranquila posible, no a escuchar la catequesis de un tío de frenopático”.

Más lejos que nunca

Me fascinan estas historias: la humanidad ha llegado más lejos que nunca. La cápsula Orion, que podría ser tripulada, “logra superar el récord del Apolo 13 al distanciarse de la Tierra 434.522 kilómetros” (Microsiervos). ¿Para qué? “‘Artemis está pavimentando el camino para vivir y trabajar en el espacio profundo en un ambiente hostil y, al final, llevar humanos a Marte’, aseveró en la rueda de prensa el administrador de la NASA, Bill Nelson”. Insisto: a mí esto me maravilla, y más cuando a ras de suelo lo único que recibimos son señales de que esta civilización se va a la mierda por nuestro propio empeño.

50 años jugando

El Pong, el primer juego en una consola (Atari, en este caso), que consistía en pasar una bola virtual de un lado a otro de la pantalla mientras las o los jugadores subían y bajaban sus barritas para impedir que saliera del monitor, acaba de cumplir 50 años. Nos lo recuerdan en Engadget. Es decir: esta civilización lleva medio siglo jugando a videojuegos porque todo el mundo, por lo menos en esta parte del planeta, ha jugado alguna vez. Un tiempo y una experiencia suficientes para saber que no son malos en sí mismos y para construir una industria que mueve más dinero que la de la música y el cine.

Déjalo, Isabel

Isabel Díaz Ayuso se ha pasado de rosca. Ya ni siquiera llama la atención, que es lo peor que le podía pasar, con sus apelaciones constantes a ETA, algo que no le toca ni por tiempo ni por lugar. Pero ella insiste, y esa una señal más de su debilidad, de su desgaste e incluso de su fragilidad. La mujer fuerte, la única del PP que mantenía el pulso con la extrema derecha se ha quedado sin argumentos y empieza a dar vueltas en círculos: el gobierno de Sánchez lo hace todo mal y ETA vive, la lucha (la de ella) sigue. De ahí no la sacas. Si algo he aprendido estos años es que al político hay que darle tiempo antes de decidir que sabemos cómo es.

La cosecha de los vientos

Para parar a la fascistada es necesario hablar claro, llamar a las cosas por su nombre y señalar lo que necesitemos señalar, para bien y para mal. Y si el tono en el Congreso ha subido hasta lo insoportable no es por casualidad: porque el PSOE ha dejado hacer, porque al PSOE le interesaba que Vox sacara la cabeza, porque al PSOE le venía bien que Abascal le comiera la tostada a Casado, porque si el PSOE es el objeto de la ira de Vox, y esta es visible, es bueno para el PSOE. Pero ahora toca recoger las tempestades: los discursos se han ido de lo permisible y la cámara se le ha ido de las manos a la Mesa. Pero todo ha sido por un motivo.

La dictadura china, en plenitud

Nunca me he creído el relato de China sobre el surgimiento, la expansión y la mortalidad del coronavirus en su propio territorio. Y la política de “cero covid” del gobierno me invita a pensar que en aquel país el impacto de la pandemia fue terrible (no quiero imaginar lo que puede estar pasando en Corea del Norte), sobre todo por la terquedad de la dictadura. ¿A qué tiene miedo? ¿Qué sabe el gobierno chino que ocultó y sigue ocultando que le mueve a actuar de esta manera? Confinamientos forzosos, violencia, señalamiento… En El Confidencial lo resumen así: “Intimidación y secretismo: la táctica silenciosa de Xi para minar las protestas”.

Así tiene que ser

No, Elon Musk no está obrando el milagro, no está consiguiendo que Twitter funcione con menos personal después de haberse librado de quienes querían que su trabajo fuese compatible con su vida, Musk está dejando cosas sin hacer. Las más peligrosas. Y la Unión Europea, como cualquiera que no se enamore rápidamente de los latigueros con mucho éxito, se ha dado cuenta: “El comisario europeo de Mercado Interior, Thierry Breton, pide al magnate que Twitter destine ‘suficientes recursos humanos’ para cumplir con las nuevas reglas de Bruselas sobre control de contenidos” (La Información).

Un trabajo mal hecho

La mayor parte de las y los aficionados a la selección española de fútbol se enteran de lo que dice Luis Enrique Martínez en Twitch gracias a la prensa tradicional. Después de ver durante años la acción de las y los grandes prescriptores en redes sociales o plataformas tengo claro que estas necesitan a los medios tradicionales como complemento, por lo que no entiendo el “miedo” que, como bien apuntan en Magnet, “evidencia” la manipulación de la COPE a una emisión para presentar como burdo al seleccionador asturiano, que lo está haciendo muy bien como streamer amateur. Ese nerviosismo de la radio deja ver, sobre todo, desconocimiento.