Para muestra, un botón

Muchos negacionistas de la pandemia, antivacunas y activistas contra la mascarilla y el Pasaporte Covid demuestran lo listos que son cuando sugieren que se sienten como las y los judíos al principio del nazismo. Después de leer ese argumento casi a diario necesito compartir este tuit de Shine McShine: “Dejad de banalizar el Holocausto de esta manera. Dejad de comparaos con los judíos en la Alemania nazi. Los judíos no pudieron elegir ser o dejar de ser judíos. Tú has podido elegir vacunarte o no”. Pero los negacionistas no son los únicos: algún youtuber también asegura sentirse perseguido por Hacienda como por Hitler.

Este es así

Hay que ser muy ignorante o muy mala persona para dejar por escrito esto que ha tuiteado Cristian Campos: “Bueno, la izquierda calló durante 40 años mientras vivía Franco, cómo no se va a callar con los fascistas catalanes que piden que se apedree a niños. Dentro de 40 años más, dirán que ellos corrieron delante de los nacionalistas”. Campos es así. Y de esta manera encuentra acomodo en digitales y medios que se autodefinen como liberales porque presentarse a sí mismos como colaboracionistas o, directamente, extrema derecha, no queda igual de bien. Este, con Franco, seguro que no hubiera callado.

No lo ha dicho nadie en Euskadi

Si un medio vasco llega a titular que “los policías del País Vasco estallan” no tardaría en actuar algún agente del poder judicial de oficio o Vox, de beneficio, vía denuncia. Pero lo ha dicho Eduardo Inda y lo han publicado en OK Diario, ese medio que retuitean sin empacho desde la cuenta del PP pese a que desinforma e intoxica a diario, y no va a pasar nada, por supuesto. Javier Durán ironizaba en Twitter con “los límites del humor” en una España en la que titiriteros pasan noches en los calabozos y humoristas o simples tuiteros tienen que sufrir procesos judiciales por haber hecho chanzas mil veces hechas.

Que los liberales den pedales

Liberales como Cristian Campos o Eduardo Inda son los que han defendido modelos de negocio basados en la esclavitud, los de esas empresas de envíos a domicilio que cuentan con falsos autónomos porque si pagan la Seguridad Social del personal que requieren no son rentables. Pues bien, “Europa va a regular el trabajo de los repartidores. Más de 4 millones de falsos autónomos pasarán a ser reconocidos como asalariados. La reacción en bolsa: las grandes empresas de reparto se hunden y han perdido 9.000 millones. El éxito del negocio era vulnerar derechos”, tuitea Javier Gil.

Así se responde a tonterías

El PP vasco tiene una grave crisis de ideas: copian a Ayuso cuando pueden y aprovechan los tirones contra el nacionalismo en Catalunya siempre que se les presenta ocasión. Si el problema creado ahora allí es el lingüístico, lo trasladan hasta aquí: el concejal del PP en Getxo, Javier Elorza, se quejaba de que BM rotulaba “solo en vascuence y no en las dos lenguas oficiales”. Gorka Mostajo tiraba de ironía para responderle en su justa medida: “Creo que eres el único en todo Getxo que no sabe lo que quiere decir ‘deskontuak’”.

Tenemos que inventarnos dramas

Hace cinco años se popularizó El Trap de Las Meninas, en el que el verso “tenemos que inventarnos dramas” tuvo un especial éxito precisamente porque es sangrantemente cierto: el del pasaporte COVID es el último drama que algunos han necesitado inventarse para pasar de su responsabilidad. Antes de ser objetivo en su propia emisora del odio de los negacionistas, Txema Gutiérrez tuiteaba con tino: “Pues ya he hecho uso del dichoso Pasaporte Covid para poder cenar en un restaurante, y qué quieres que te diga, no me sentí en la Varsovia ocupada por los nazis ni nada de eso. Todo muy bien, muy correcto y muy razonable”.

Un bonito autorretrato

Entre mis pocos logros en Twitter exhibo el de haber sido bloqueado por la ultraderechista Cristina Seguí mucho antes de que Vox fuera lo que es hoy. Pero no por ello he dejado de ver sus peripecias, ya que los pantallazos en los que se autorretrata abundan. Uno de los últimos es el comentario negativo que puso en Google a un restaurante que no le dejó entrar, precisamente, porque no podía mostrar su Pasaporte Covid. Sin haber consumido, Seguí habló de la mala calidad de la comida y el servicio, a lo que la gerencia del restaurante, evidente, contestó haciendo viral el selfie que la de Vox se ha hecho.

Pero, ¿qué crees que no saben ya de ti?

Puedo entender que alguien no quiera vacunarse porque es una muestra más de nuestro fracaso como sociedad y como gremio: hemos dejado que cualquiera desinforme mejor de lo que nosotras y nosotros informamos. Pero no entiendo que alguien ponga la excusa de que con el Pasaporte Covid nos tienen controlados: “Aceptas cookies, tienes activada la ubicación del móvil, puntúas los sitios en Google, publicas tu vida en Instagram, Facebook y Twitter, pero no quieres mostrar el Pasaporte Covid en un bar, porque José Luis el camarero utilizará la información para dársela a un traficante de órganos kurdo”, tuiteaba Guapito de Cara.

Pero ese QR no te salva

Puedes estar vacunado, tener tu Pasaporte Covid descargado en el móvil, mostrarlo al entrar a un restaurante, quitarte la mascarilla para cenar con otra familia y contagiarte. “Que las vacunas no te vuelven inmortal es algo que nunca pensé que habría que explicar”, tuiteaba con resignación la Concejala de Festejos (una cuenta muy popular, con más de 60.000 seguidoras y seguidores). Por supuesto, tampoco te vuelve impenetrable el QR que llevamos en el móvil o el bolso. Nada lo hace, ni siquiera la extrema precaución. Pero todas las medidas, todas, se han mostrado útiles pese a la queja constante de los que van de listos.

Sí, así somos

Borja Barba lo ha tuiteado mucho mejor de lo que yo podría escribirlo, así que me limito a copiar y pegar: “Hay que empezar a asimilar ya que hay un muy elevado porcentaje de mayores de 40 añitos con una mentalidad extremadamente infantil. Para evitar sorpresas”. Y la mentalidad infantil no tiene nada que ver con comprarte una consola, seguir leyendo cómics o jugando la pachanga con los mismos amigos de siempre. Por supuesto que no. Ser infantil es no asumir la parte de responsabilidad que te toca y echar la culpa a “los políticos” como veinte años antes se la echabas a “los viejos”.

Todos a la cárcel

“Democracia de cuartel” lo llama Aitor Esteban y lo llama bien en su respuesta al también diputado Alberto Asarta, de Vox, que no tiene reparo en tuitear que quienes no piensan como él, independentistas vascos y catalanes, incluidos, por supuesto, “comenzarán a desfilar por los juzgados” “cuando los españoles nos den su confianza”. Así entiende la democracia este militar retirado: un “todos a la cárcel” de libro y sin separación de poderes. Golpismo puro y duro, a cara descubierta y para alborozo de sus seguidores, engorilados cada vez que algún nostálgico anuncia venganza sobre los demócratas.

Un conflicto nada nuevo

Ana Vega, que antes de la pandemia recibió un reconocimiento de DEIA por su labor en Twitter, ha elaborado un interesante hilo sobre cómo, ya en 1929, “la prensa recoge el malestar de productores y bodegueros contra el Consejo Regulador de Rioja y su intención de ‘erigirse en zona vitivinícola autónoma con la denominación de Rioja Alavesa’”. La periodista gastronómica ha escarbado en la documentación de la época para mostrar cómo desde sus primeros pasos, la D.O. Rioja (que ni siquiera se llamaba así) ha andado por el alambre territorial y ha tenido la insatisfacción como pilar.

Cada vez que habla Casado de corrupción…

Cada vez que Pablo Casado habla de corrupción nos acordamos de la del PP, un partido que ha sido condenado por lucrarse de prácticas corruptas. Cada vez que el presidente del PP intenta darnos lecciones al respecto (“tenemos un compromiso absoluto por la ejemplaridad y la transparencia”, tuitean en el Huffington Post), recordamos cómo se han ido de rositas la mayoría de sus dirigentes, incluido ese tal “M. Rajoy” que aparecía en los papeles de Bárcenas y a quien nadie investigar pese a aparecer junto a cantidades que se habría llevado al bolsillo. Así que, por el bien de la democracia, que Casado siga haciéndolo.

Merkel se va entre aplausos

Angela Merkel ha dejado definitivamente su cargo entre los aplausos de los representantes de todos los partidos salvo la extrema derecha en el parlamento alemán, y de toda la Europa política, en general. Y la historia solo endulzará el relato. Pero volvamos a ese minuto de ovación después de 16 años de presidencia porque ayuda a reconciliarnos con la política, ahora que es una práctica infravalorada y asaltada por cuatreros. Como tuitea Patrycia Centeno, que se negaran a hacerlo los nazis (su partido podía haber pactado con ellos para mantener el poder pero se negaron por principios) “aún eleva su prestigio”.

Y Scholz entra buscándolos

El nuevo canciller de Alemania, Olaf Scholz, que además fue ministro de finanzas en la última legislatura de Merkel, ya ha tomado su primera decisión al frente del país: “Subir un 25% el salario mínimo”, como recordaba Ion Antolín, hasta los 2.000 €. Una medida que en España encontraría el rechazo del Banco de España, los empresarios, partidos políticos y, por supuesto, los opinadores liberales de cabecera en cada medio que, en nombre del equilibrio, dan espacio a estos especímenes. No digo que en Alemania nadie esté en contra. Repito lo que han dicho y escrito en España, y resulta una auténtica vergüenza.

Ganan ellos

El atolondramiento necesario para ser negacionista en plena pandemia mundial es aprovechado por quienes menos escrúpulos tienen, según Magnet, donde exponen el caso australiano pero como una excepción, sino como un ejemplo: “Los grupos de supremacía racial y de derechas están aprovechando esa vacilación con las vacunas para distribuir ideologías conservadoras a nuevas audiencias a través de protestas y redes sociales. Entre ellas se encuentran narrativas complejas sobre la resistencia a un ‘Nuevo Orden Mundial’, que supuestamente amenaza una forma de vida pasada”.

No son los únicos

Cargamos mucho las tintas contra los antivacunas, pero hay otro grupo que también merece nuestros chistes aliñados con cierto desprecio: quienes han arremetido contra las normas y recomendaciones sanitarias para controlar la pandemia en un contexto económico que no puede detenerse. “Ojo a esto. Los países (europeos) que han dejado circular el virus sin freno por no ponerse una mascarilla son caldo de cultivo para variantes”, alertaba en Twitter María Ramírez, ahora que todos miramos con atención qué dicen los científicos sobre Omicron. Y nosotros teniendo que aguantar a quienes las llamaban “bozales”.

Carmena, abandonada

No son aislados ya los comentarios sobre la intención de Yolanda Díaz de evitar a Manuela Carmena mientras lanza su nueva candidatura. No sucede lo mismo en el caso de la exalcaldesa de Madrid, que reniega de los partidos pero no de la política… ni de su popularidad. Carmena acaba de publicar un libro, está de plena promoción y no pierde ninguna oportunidad ni para dejarse ver, ni para explicar su visión de la política (tan particular como irreal), ni para lanzar algún piropo a la ministra, a la que no me extrañaría que acabase por nombrar como su heredera ideológica. Mientras tanto, Díaz huye.

Las y los vascos, parece que no

“Quizá la lección más importante es que los que viven y son responsables de la región deben tener tanto los recursos como la libertad para tomar decisiones”, esta es la frase que en About Basque Country han destacado del artículo que ha publicado Martin Wolf en el Financial Times sobre “las lecciones que los británicos pueden aprender del País Vasco para revitalizar zonas en declive”. En el blog recuerdan las muchas dificultades que han tenido y tienen que superar grandes proyectos en Euskadi, con ETA y después de ETA, y lo importante que es recaudar, gestionar y legislar aquí. Todo esto es lo que ha fascinado a Wolf y a tantos otros.

¿Abandonarías tus redes sociales por responsabilidad?

Eso es lo que ha anunciado, por segunda vez, la empresa Lush, de jabones, según leemos a Enrique Dans. La marca ya no tendrá presencia en Facebook, Instagram, TikTok o Snapchat (sí la mantendrá en Twitter y YouTube) “tras las revelaciones sobre el impacto psicológico que esas redes sociales tienen sobre las chicas jóvenes, que representan un importante porcentaje de sus usuarias”. Como recuerda Dans: “En 2019, Lush anunció también su abandono de las redes sociales en el Reino Unido argumentando que ya no eran un canal adecuado para el diálogo con sus clientes, aunque posteriormente terminó por volver a ellas”.

No es un oasis, es negociación

Lo del “oasis vasco” es como lo de los “charnegos” catalanes, que solo lo usan quienes quieren acusar de racistas a los nacionalistas catalanes, o lo de los “maquetos”, que solo lo usan quienes quieren hacer lo propio con los nacionalistas vascos. El “oasis vasco” solo lo usan quienes quieren negar su existencia. Y así es: no existe, nadie recuerda a ningún político que lo haya usado nunca como algo positivo. Euskadi no es un oasis, pero en Euskadi sí se negocia, como tuitea Dani Álvarez: “Con el pacto presupuestario PNV-EHBildu-PSE, más de 82% del parlamento dará el visto bueno al eje de la gestión de un gobierno”.

¿Dónde están ahora los agoreros?

Si Lordo lo tuitea mejor de lo que yo lo escribiría, ¿qué puedo aportar? “Por supuesto que no se comenta que baja el paro después de la subida del SMI, ni hay papers ni tabarras desde tribunas salmón ni el Banco de España, es que date cuenta de que si se entera la peña de que es mentira que es necesario vivir en la precariedad permanente”. A esto hay que sumar la cantidad de contratos que se han consolidado gracias a una sencilla carta del ministerio. Y en Euskadi, donde el gobierno siempre ha estado a favor de la subida de sueldos, también hay que tener en cuenta el impulso económico. Las cosas bien hechas también pueden ser noticia.

Del ministerio a la campaña

El paso del tiempo nos trae a exjugadores que lo han supuesto todo en los años en los que se enfundaban camisetas y que ahora que visten traje nos han regalado algunas decepciones. Y también nos trae a políticas como Yolanda Díaz que al frente de su ministerio eran prometedoras (y al párrafo anterior me remito) y ya dejan ver que en campaña van a resultar un fiasco, sobre todo, por las altas expectativas que ella misma y su entorno habían generado. César Calderón, que de política argentina también sabe, destaca a Díaz como “estudiante de peronismo” por sus intentos de ensanchar su base a marchas forzadas.

Qué asco

Los intentos de Yolanda Díaz de mostrarse como una opción transversal anuncian el fracaso. Las formas son distintas a las de Macarena Olona, como tienen que ser, pero el fondo no es tan diferente: ambas quieren salir de sus espacios a la izquierda del PSOE y a la derecha del PP, cada una a su manera. Y la manera de Vox, por supuesto es la de siempre: insultando, cuando no es a una persona o a un colectivo concretos, es a la inteligencia de las y los votantes. La última de Macarena Olona: ‘Anguita se sentiría orgulloso de Vox’”, leemos en El Plural. El absurdo es tan grande que no encuentro ni qué buscan con semejante provocación.

Y qué insensatez

Para pactar con Vox es necesario tener unas enormes tragaderas (lo que te convierte en un colaboracionista), estar de acuerdo (lo que te convierte en extrema derecha) o ser un insensato. Isabel Díaz Ayuso da muestras de algo de una de las tres opciones anteriores constantemente, por ejemplo, esta misma semana: “Ayuso, en pleno auge del covid en Europa, dice que los ‘cierres’ de otros países crean ‘una alarma inexistente’” (Huffington Post). Es evidente que Ayuso va a por un tipo de votante irreflexivo y poco maduro, incapaz de entender, simplemente, qué es una pandemia mundial. Y es evidente que le va bien.