SANTO DOMINGO (República Dominicana), Patrimonio de la Humanidad

Seguimos en el Caribe, pero retrocedemos dos años cuando realizamos el primer crucero por esta parte del mundo, quedándonos luego una semana en la francesa isla de Guadalupe, estancia que hicimos coincidir con los vistosos Carnavales que celebra. En la noche del 31 de enero nuestro barco, el Costa Favolosa navegó en paralelo a la costa de las norteamericanas Islas Vírgenes y Puerto Rico, antes de atracar a las 13:30 h del día 1 en La Romana, moderno centro turístico en la costa sudoeste de la República Dominicana. Como anochece pronto y la ciudad estaba alejada de donde atracamos, optamos por salir tan solo a un chiringito del puerto a tomar una piña colada. Era éste un destino de playa, pues al día siguiente el barco se desplazaba hasta la cercana isla Cristina, permaneciendo anclado 8 horas cerca de su costa. Como he comentado en otras ocasiones lo mío no es la playa. Si no voy a la que tengo a 3 km de casa, no me voy a ir a la otra parte del mundo para pasar el día en una, así que nos apuntamos a una excursión en francés para conocer una interesante ciudad, Santo Domingo, la capital del país, cuyo casco colonial forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.

2 de febrero de 2016. Toca madrugón y breve desayuno, pues tenemos que abandonar el barco antes de que zarpe a las 7 de la mañana. Por delante tenemos 123 km en autobús, algo más de hora y media de viaje por la autovía del Este, para llegar a Santo Domingo. Antes de detenernos, desde el autobús contemplamos el Faro de Colón, un monumento en forma de cruz  que mide unos 800 metros de largo por 36,5 metros de alto. Frente a él se encuentra el papamóvil con el que Juan Pablo II recorrió la ciudad. La primera breve parada la efectuamos para fotografiar el Palacio Nacional, inaugurado el 16 de agosto de 1947, como sede del poder ejecutivo del país.

Desde el autobús observamos varios anuncios sobre pelucas antes de pasar bajo el puente Ramón Matías Mella, que salva el río Ozama. Enseguida llegamos a nuestro destino, bajando del autobús vigilados por un miembro de CESTUR, la policía turística, ya que somos un reclamo para los delincuentes pese a estar en un país relativamente seguro. Caminamos por la plaza Patriótica Coronel Caamaño, bordeamos las Atarazanas y pasamos ante la Casa de la Rectoría, del siglo XVI, el primer edificio que vemos del casco colonial, que forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde el 8 de diciembre de 1990.

A partir de ahora toca caminar. La calle El Conde esquina con la de Las Damas nos da acceso al casco colonial, por el que circulan algunas calesas. La ciudad de Santo Domingo fue fundada seis años después del descubrimiento de la isla por Cristóbal Colón en 1492, por lo que sirvió de modelo a casi todos los urbanistas del Nuevo Mundo. De nuevo con la vigilancia de agentes de CENTUR, efectuamos la primera visita, pasando previamente por los servicios que hay a la entrada. Se trata de la Fortaleza Ozama, el fuerte más antiguo construido por los europeos en América. Fue levantado entre 1502 y 1508 para proteger a la ciudad de los diversos ataques de los piratas y conquistadores ingleses, franceses y portugueses. Desde el fuerte contemplamos otro barco de Costa Cruceros y la estatua de Gonzal Fernández de Oviedo. Nuestro recorrido continúa pasando ante la Casa de Diego Caballero, del siglo XVI.

La siguiente visita se encuentra muy cerca y es la más interesante, pues se trata de la Santa Iglesia Catedral Basílica Metropolitana de Nuestra Señora Santa María de la Encarnación o Anunciación. ¡Vaya nombre rimbombante! Construida en estilo gótico en el siglo XVI, es también la Catedral más antigua de América. En su interior destacan las bóvedas de crucería de la nave principal, los retablos y cuadros. En la catedral se albergaron durante un tiempo los restos de Cristóbal Colón, que se trasladaron en 1795 a la Catedral de La Habana y finalmente, entre 1898 y 1899, a la de Sevilla. Contemplamos también un monumental nacimiento y, ya en el exterior, el busto del arzobispo Meriño.

Frente a una de las puertas de la Catedral tenemos el pequeño parque Colón, presidido por la estatua del almirante, creación del escultor francés Ernesto Gilbert. Casi enfrente vemos el Palacio Consistorial, construido en 1504 como residencia del alcalde mayor, aunque en el siglo XIX fue completamente remodelado en estilo neoclásico. En 1913 se le añadió la torre de 29 metros de altura, en la que se puede ver el reloj. En nuestro deambular por el casco antiguo llaman nuestra atención alguna señal de tráfico y el rótulo de una furgoneta municipal. Accedemos a continuación a la peatonal calle El Conde, que cuenta con numerosos comercios y servicios turísticos.

Es una auténtica gozada pasear por la zona colonial y contemplar los edificios antiguos, pero es un rollo ir en grupo pues no podemos hacerlo con libertad, al no poder detenernos a tomar un café o un vino, pero siempre hay tiempo para las compras, en un lugar escogido por el crucero para llevarse su comisión. Eso sí, disfruto fotografiando los coloristas cuadros y otras artesanías, además de conversar con los comerciantes de otras tiendas de recuerdos que hay en la misma calle.

En la cercana y amplia plaza de España tenemos la visita a otro lugar de interés, el Alcázar de Colón o Palacio Virreinal de Don Diego Colón, un palacio majestuoso en el que vivió el primer gobernador de la isla Hispaniola e hijo de Cristóbal Colón. Fue construido entre los años 1511 y 1514 por más de 1.500 indios taínos sin usar un solo clavo, sólo con herramientas rudimentarias como sierras, cinceles y martillos. Se construyó en estilo mudéjar con rocas coralinas de la zona y contaba con más de 55 habitaciones. Vivieron en él tres generaciones de la familia Colón, alojándose otros personajes como Hernán Cortés.

En esta apresurada visita a la capital de la República Dominicana por fin tenemos un descanso. Se ha echado la hora de comer, cosa que hacemos en el cercano Restaurante Atarazana, el más antiguo de la ciudad colonial. De lo que comimos no me acuerdo pues, para hacerlo más rápido, fue en plan autoservicio. Si que recuerdo con agrado a los músicos que nos recibieron y al grupo folclórico que animó los postres y cafés.

Apresuradamente tenemos que regresar al autobús, así que sobre la marcha tomo algunas fotos de los lugares ante los que pasamos, como el Palacio de la Real Audiencia, del siglo XVI, convertido en Museo de las Casas Reales. Como el grupo camina despacio, puedo fisgar un poco el Panteón de la Patria, mausoleo donde se conservan los restos de personajes destacados de la historia de la República Dominicana. Una curiosa escultura, un vendedor de sombreros y la fachada del Museo Casa de Tostado, que ocupa una de las casas más antiguas de Santo Domingo, completan este reportaje.

Tenemos algo más de hora y media de autobús para regresar a La Romana y luego 45 minutos en un catamarán para llegar al punto en el que está anclado nuestro crucero, el Costa Favolosa, en un lugar paradisíaco frente a la isla Catalina, también denominada isla Ikiita, en la que la mayor parte de los pasajeros han pasado una agradable jornada. La isla Catalina es el único lugar de República Dominicana donde puede uno encontrarse cara a cara con mapaches y liebres salvajes.

A las 5 de la tarde partimos hacia Philipsburg, capital de St. Maarten. El viaje continúa, pero de ello os hablaré en otra ocasión.

Un comentario en «SANTO DOMINGO (República Dominicana), Patrimonio de la Humanidad»

  1. En estos momentos de confinamiento es un placer dejar volar la imaginación con tan bellos lugares y tan profesionalmente explicados. Un abrazo.

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