Del 2 al 10 de mayo hemos realizado la tercera escapada del año, eligiendo para esta ocasión la isla de Menorca, que no visitaba desde hace 21 años. Ahora resulta muy cómodo el desplazamiento, gracias al vuelo diario que tiene la compañía Vueling desde el aeropuerto de Bilbao. Además el precio fue muy asequible, 105 € por persona con equipaje de mano y maleta facturada. De esta forma, en hora y cuarto, con excelente puntualidad por cierto, estábamos en el aeropuerto de Menorca, donde habíamos reservado un Citroen C3 para desplazarnos por sus 695,7 km² de extensión. En coche recorrimos más de 850 km y a pie casi 85.
La elección del hotel también fue un acierto, optando por el Grupotel Playa Club, un confortable alojamiento de 4 estrellas, no muy grande y repartido en varios edificios que se distribuyen en torno a una hermosa piscina y un precioso jardín. Se trata de un resort de apartamentos situado a un paso la playa de Son Xoriguer. Cada uno de ellos tiene 50 m² y cuenta con cocina equipada, un gran salón y una amplia terraza, todo ello preparado para 4 personas. La ventaja de viajar fuera de temporada es que por 8 noches en media pensión pagamos 766 €, a los que hay que añadir otros 52,80 (3,30 € por persona) de la cara tasa turística de Baleares.
Son Xoriguer se encuentra en el extremo suroeste de la isla de Menorca, al sur de Ciutadella. Es una zona llena de hoteles con amplios jardines y poca altura. El lugar más curioso es en un entrante del mar con forma de concha próximo a Cala´n Bosch, que muchos conocen como el lago, en el que se ubica el puerto deportivo. Nada más llegar recorrimos a pie la zona, llegando hasta el faro de Artrutx (2,5 km), construido a mediados del siglo XIX. Otra tarde fuimos caminando por el Camí de Cavalls hasta Sa Cova des Pardals, situada a menos de 2 km del hotel. Se desciende a su interior por unas escaleras talladas en esta oquedad situada bajo el acantilado marino, que fue utilizada por los pescadores y para el contrabando.
Hay tres cosas que me han sorprendido especialmente en este viaje por Menorca. La primera fue de gozar de poder viajar en mayo, pues la naturaleza explota en la isla, estando muy verde y repleta de flores. La segunda es la cantidad de muros de piedra seca que hay en la isla que, por cierto forman parte del patrimonio inmaterial de la humanidad de la UNESCO. Se trata de muros formados por dos filas de grandes piedras apiladas, rellenas con otras piedras más pequeñas. La tercera sorpresa fue la cantidad de vacas que vimos, incluso desde la terraza del apartamento, así como de queserías. Aunque en mucha menor cantidad, también contemplamos algunos rebaños de ovejas.
Como al principio las previsiones meteorológicas no eran buenas, fuimos amoldando nuestro programa a ellas, comenzando por la cultura talayótica, que se originó a finales del segundo milenio aC y aspira a convertirse en Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Seleccionamos los cuatro lugares que me parecían más interesantes, siendo el primero la Naveta des Tudons (entrada: 2 €), considerado el monumento prehistórico más famoso de las islas Baleares, pues se dice que es el edificio más antiguo de Europa. De allí fuimos a Torre d’en Galmés (3 €), donde primero visitamos el centro de interpretación, situado a 700 metros de la entrada. Se trata del poblado prehistórico más importante de Baleares, pues en él pudieron llegar a vivir 900 personas. La lluvia nos hizo salir por patas, pero cesó cuando visitamos el tercer lugar, Torralba d’en Salort (4 €), el mejor ejemplo de la cultura talayótica de Menorca y el que cuenta con la taula más conocida, pues tiene casi 5 metros de altura.
Comimos muy bien en el restaurante Casino de San Clliment y, aprovechando la salida del sol, fuimos a ver un coqueto pueblo de pescadores, de nombre Binibequer Vell, que cuenta con laberínticas calles y casas encaladas, que lo convierten en uno de los pueblos más bonitos de Menorca. Parece artificial, pero es un pueblo real. Hemos dejado para el final el cuarto poblado talayótico, Talatí de Dalt (4 €), que me pareció el más flojo, siendo lo más interesante un gran talayot, la taula, las viviendas con una cubierta de losas y las cuevas, utilizadas como lugar de enterramiento. En todos los lugares hacen descuento a los mayores de 65 años.
A un paso de nuestro hotel teníamos la ciudad más monumental y poblada de la isla, Ciutadella de Menoría, donde para estar como en casa, hicimos algunas compras para los días que comimos de bocata, en uno de los Eroski locales. Hace 21 años tuve ocasión de asistir en esta población a las fiestas de Sant Joan, viendo a los caballos en “Jocs des Pla”, en el lugar en el que en esta ocasión dejé el coche, junto al Port Antic, para subir a la plaza des Born, donde se encuentra el Ayuntamiento y la oficina de turismo, en la que iniciamos el recorrido monumental: casas señoriales, Catedral, convento y claustro de San Agustín, Molí des Comte… Os recomiendo visitar el mercado del pescado, donde podéis hacer la compra y llevar a que os lo preparen en el restaurante anexo.
Una de las tardes, tras la segunda visita a Ciutadella y ver que el tiempo estaba espléndido, nos desplazamos hasta un lugar que nos gustó mucho y que se encuentra a 18 km al norte de la ciudad. Se trata del faro de Punta Nati, de 11,5 metros de altura, construido en 1912. Desde allí fuimos caminando hasta la agreste pero preciosa cala es Pous y contemplamos las barracas, construcciones de piedra en forma escalonada, generalmente de los siglos XVIII y XIX, que servían para guardar el ganado y protegerse de la lluvia y del viento. Completamos la jornada regresando a Ciutadella, en cuyas proximidades, en una zona de acantilados al que se llega en poco más de 5 minutos de marcha desde Cala’n Blanes, tenemos otro lugar lleno de encanto, el Pont d’en Gil, un agujero bajo el acantilado por el que pueden pasar embarcaciones pequeñas. Por ambos lugares pasa el Camí de Cavalls.
Esto ha sido sólo el picoteo del viaje a Menorca. Dejo para la próxima semana el resto. El viaje continúa.