El pasado 5 de febrero volví a La Laguna, ciudad que no visitábamos desde noviembre de 2013. Nuestro destino era la isla de La Palma pero, al haber quitado Vueling el vuelo directo desde Bilbao, optamos por volar vía Tenerife Norte, aprovechando para pasar así 24 horas en esta encantadora población, cuyo centro histórico se encuentra a tan sólo 7 km del aeropuerto. Fue un acierto elegir para pernoctar el La Laguna Gran Hotel, muy bien situado en la calle Nava y Grimon. Además de ser un alojamiento lleno de encanto que ocupa un edificio de 1776 y cuenta con un buen restaurante, nos atendieron fenomenal, pues nos dieron la habitación a las 10 de la mañana, nada más llegar, cosa de agradecer.
Una vez instalados en el hotel, nos dirigimos directamente hasta el mercado municipal, situado al final de nuestra calle, en la plaza de San Francisco. Era la hora del hamaiketako, así que antes de acceder a su interior decidimos tomar algo en una terraza situada en su exterior, ya que la churrería anexa estaba abarrotada. Nos sorprendió ver en la plaza lo que parecía ser un enorme árbol de Navidad. Me encantan los mercados y este me gustó por lo bien ordenado que estaba todo, por el colorido de las frutas y verduras y por la variedad de pescados. Eso sí, me sorprendió el precio de las pequeñas papas negras: 7,50 €/kg.
Sin salir de la plaza de San Francisco tenemos la siguiente cita en el Santuario del Santísimo Cristo, sencillo edificio que alberga una de las imágenes religiosas más antiguas de Canarias, el Cristo crucificado de La Laguna, una imagen flamenca de estilo gótico, del siglo XV. Regresamos al hotel y seguimos caminando hasta a la plaza del Adelantado, en cuyo entorno hay notables edificios históricos como el barroco palacio de Nava (siglo XVII), el convento de Santa Catalina de Siena, fundado en 1606, y la pequeña ermita de San Miguel, la más antigua de la ciudad.
Nuestro paseo monumental continúa por la calle Obispo Rey Redondo, donde sucesivamente encontramos las casas del Corregidor, de la Alhóndiga, de los Capitanes Generales y Riquel. Casas señoriales, iglesias y calles empedradas, muchas de ellas peatonales, configuran un precioso centro histórico con abundantes edificios de los siglos XVI al XVIII, conservando su trazado original de ciudad colonial, motivo por el que en el año 1999 la UNESCO incluyó a San Cristóbal de La Laguna en la selecta lista del Patrimonio de la Humanidad.
Pasamos junto a la Catedral, ahora cerrada, y el centenario Teatro Leal. Enfrente tenemos uno de los emblemas de La Laguna, la iglesia de Nuestra Señora de la Concepción, fundada en 1511, en la que destaca su torre, de 28 metros de altura, que presume de contar con la campana más grande de Canarias. En la plaza de la Concepción llama la atención la escultura “Caballo y caballero”, de José Abad. Aunque es temprano por eso de la hora menos, optamos por comer, cosa que hacemos muy cerca de la escultura, en la terraza de “Rincón Lagunero”, donde hemos tenido mucha suerte encontrando una mesa. La Laguna es una ciudad de mucho ambiente y, aunque hay mucha hostelería, todo está a tope.
Como hoy ha tocado madrugón, tras la comida decidimos regresar al hotel para descansar un poco, haciéndolo por la peatonal calle San Agustín, antigua calle Real. En casi todas las calles del casco antiguo aparece el nombre actual y el antiguo. En esta calle se encuentra el palacio Salazar, palacete barroco del siglo XVII, actual Palacio Episcopal, en el que pudimos visitar su coqueto patio interior adornado con varias esculturas. Casi enfrente tenemos la Casa de los Jesuitas, de estilo canario.
A media tarde regresamos a la calle San Agustín para visitar el palacio Lercaro, que cuenta con un pórtico de estilo genovés. Su interior alberga el interesante Museo de Antropología e Historia (MAE), que recoge un montón de cuadros, muebles y utensilios. Junto al coqueto patio interior, en la planta baja contemplamos los carruajes de Nava, una Berlina del siglo XVIII y un Landau del siglo XIX, en magnífico estado de conservación. La entrada cuesta 5 € pero, como todos los museos del Cabildo, los viernes y sábados de 16:00 a 19:00 h es gratuita, cosa que agradecimos.
Como al mediodía la encontramos cerrada, por la tarde, tras la misa vespertina pudimos visitar la Catedral de Nuestra Señora de los Remedios, otro de los símbolos de la ciudad, cuya construcción comenzó en 1515 en estilo neoclásico, aunque ha sufrido muchas transformaciones a lo largo de la historia. En su interior destaca el retablo de Mazuelos, situado en la capilla mayor, además del púlpito, realizado en mármol de Carrara.
Pensábamos que nuestra visita a La Laguna había concluido en la Catedral, pero tras tomar algo y emprender el regreso hacia el hotel, caminando por la calle San Agustín vimos un comercio que llamó nuestra atención por los originales zapatos que se veían en su interior. Se trata de Pisaverde, al que se accede por la calle Juan de Vera, y que os recomiendo visitar. Los zapatos, diseñados por Plácido Alonso Ponce, están elaborados con fibra de plátano. Si dispones de tiempo puedes echar un vistazo a su web: https://www.pisaverdestore.com/.
De esta forma concluyó nuestra estancia en San Cristóbal de La Laguna. Al día siguiente, 6 de febrero, a las 09:45 h tomamos el vuelo PM418 de Canary Fly con destino a Santa Cruz de la Palma, pero eso es otra historia.
Bonita ciudad que conozco,aunque reconozco que contigo es mucho más completa la visita. Un abrazo.