KANGAROO ISLAND (y 2) (Australia)

Estamos en la tercera isla más grande de Australia. Por su situación al sur de la ciudad de Adelaida, las noches y las mañanas son muy frías y la sensación térmica mucho peor, debido al intenso viento, como se puede comprobar en esta imagen del paseo costero de Kingscote, la capital de la isla.

Tras la paliza que nos pegamos ayer, hoy hemos tomado la decisión de disfrutar de Isla Canguro con más calma así que, como nuestro hotel está muy bien ubicado cerca de la costa, tras caminar por el paseo costero, nos acercamos a una pequeña playa para contemplar estos cisnes negros.

En la misma playa de Kingscote, junto a los cisnes hay también un buen grupo de pelícanos.

Isla Canguro tiene 540 km de costa. Tal como comenté en mi anterior entrada, es lo que más nos ha gustado, así que cogemos el coche y nos dirigimos casi hasta donde dejamos la costa el día anterior. La primera parada es en Vivonne Bay, votada como la mejor playa de Australia debido a la claridad del agua, la privacidad y la limpieza. Aquí vemos otra cosa tradicional en Australia, la afición al surf.

La siguiente parada la tenemos muy cerca, en Little Sahara, espectaculares dunas de arena blanca rodeadas de arbustos que me recuerdan a la Duna de Pilat, cerca de Arcachon. Aunque cuesta un poco de esfuerzo trepar por la arena, merece la pena subir a la cima de una de las dunas para contemplar el paisaje. También me entretuve viendo cómo se lanzaban en trineo desde lo alto, eso sí, los pilotos con casco.

Hemos dejado para el final la atracción más popular de la isla, Seal Bay Conservation Park, famosa por sus leones marinos. Tiene su propio centro de visitantes y hay que pagar entrada, pero no tiene restaurante y es la hora de comer. Nos arrepentimos de no haber comprado nada para el mediodía, pues luego tenemos que recorrer media isla para comer una triste hamburguesa en un parque de aves rapaces.

Hay una entrada que cuesta el doble que permite acceder a la playa con un guía, pero nos conformamos con ver los leones marinos desde las pasarelas, pues están muy cerca. Dicen que la colonia de Seal Bay de leones marinos australianos, supone casi el 10% de su población. Es una especie amenazada. Para nosotros el viaje casi ha concluido, pues a las 18:00 tenemos que devolver el coche y a las 19:30 coger el ferry. Aprovechamos para comer algo en un restaurante italiano, cerca del puerto, pues hoy no toca cenar, ya que hasta las 22:30 no llegaremos a Adelaida.

INFO: En Isla Canguro os recomiendo pernoctar en el Aurora Ozone Hotel, en Kingscote (www.ozonehotelki.com.au). Está muy bien situado y en su restaurante cenamos la mejor comida de la isla.

Samurais en Leioa

Como ha regresado el invierno, es un buen momento para quedarse en el pueblo y visitar, en Kultur Leioa, la exposición “Samurais”, en la que nos acercan un trocito de un país, Japón, que me encantó cuando lo visité. En esta ocasión no tenemos que viajar tan lejos.

Se trata de una completa visión de una de las épocas más interesantes del medievo, a través de filosofía, forma de vida, enseñanzas, indumentaria, armaduras y objetos personales, con fotografías de finales de la segunda mitad siglo XIX, figuras y paneles explicativos.

La exposición permanecerá abierta hasta el domingo 7 de abril, con el siguiente horario: jueves y viernes, de 10:00 a 20:00 h. Sábado y domingo, de 11:00 a 14:00 y de 17:00 a 20:00 h.

KANGAROO ISLAND (1) (Australia)

Pese a llevar poco más de 30 horas en Australia y estar con el jet lag, nos ha tocado madrugar, pues teníamos que estar a las 06:15 en la estación de autobuses de Adelaida para canjear el billete sacado por Internet. A las 06:45 sale el autobús de SeaLink a Cape Jervis, que enlaza con el ferry que lleva a Penneshaw. Unos 45 minutos de travesía y para las 09:45 estamos en Isla Canguro.

Nos ha costado mucho reservar coche para recorrer la isla, pues en los buscadores habituales no había, pero finalmente lo conseguimos en Hertz. A las 10 de la mañana estábamos con el coche dispuestos a pasar dos intensos días en Kangaroo Island. Lo primero que hacemos es dirigirnos al centro de la isla, al Kangaroo Island Wildlife Park. Queremos ver koalas, pues no tenemos claro que vayamos a verlos en libertad, cosa que sucedió tres días después.

Si algo abunda en el Kangaroo Island Wildlife Park son los canguros, de todas formas y tamaños, aunque ya habíamos visto un par de ellos desde el autobús. Con la entrada te dan una bolsita con una especie de bolitas, para alimentarlos. Resulta curioso con qué cuidado comen de tu mano.

También nos detuvimos con los emúes (izda), que vimos al cabo de tres días en libertad, y con los curiosos casuarius (dcha), que no encontramos en libertad en ningún sitio.

Pasamos unas 3 horas en el Kangaroo Island Wildlife Park, para amortizar los 25 dólares australianos (algo más de 15 euros) que habíamos pagado por la entrada y disfrutar de las 150 especies de fauna nativa australiana y 600 animales con que cuenta: koalas, pingüinos, canguros, wallabies, dingos, echidnas, serpientes, cocodrilos, reptiles y aves. Si algo llamó nuestra atención fue un canguro blanco con su cría. Aprovechamos para comer un bocadillo en el pequeño bar con que cuenta.

Por la tarde comenzamos a recorrer la costa, que es lo que más nos ha gustado de la isla. Accedemos al Flinders Chase National Park para dirigirnos a nuestra primera cita, Remarkable Rocks, un conjunto de rocas de granito con formas curiosas.

Continuamos la ruta hacia el faro de Cape du Couedic Hike, construido entre 1906 y 1909 y situado encima de nuestro siguiente destino, Admiral’s Arch, un magnífico arco natural esculpido por el mar.

En la zona de Admiral’s Arch pudimos disfrutar de la presencia en las rocas de un buen grupo de focas neozelandesas, algunas con sus crías.

Estamos en el otro extremo de la isla y tenemos que regresar al hotel, situado en Kingscote, la capital de la isla. Hemos apurado el día a tope y tenemos por delante 115 km, así que tenemos que darnos prisa pues es peligroso conducir de noche, sobre todo por los canguros. En nuestro viaje por Australia hemos visto más canguros muertos en las cunetas de las carreteras, que vivos. Eso si, nos detenemos un momento para fotografiar a estos dos canguros muy cerca de la carretera.

INFO: Una buena forma de llegar a Kangaroo Island desde Adelaida es con la compañía SeaLink (www.sealink.com.au). El autobús sale a las 06:45 y enlaza con el ferry de las 09:00. Para el regreso, el ferry sale de la isla a las 19:30 y enlaza con el autobús de las 20:30, llegando a Adelaida sobre las 22:30. Por ello, en Adelaida nos alojamos en The Franklin Hotel (www.thefranklinhotel.com.au), ubicado frente a la estación de autobuses.

LA VALETA, capital de Malta

Me alegro de haber llegado por mar a La Valeta (Valletta), pues así he podido contemplar su impresionante fachada marítima, que encierra un conjunto monumental declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1980.

Nada más salir del barco nos encontramos con la muralla, así que hay que salvar un importante desnivel para llegar al centro histórico. Pronto descubrimos que un ascensor nos lleva a los Barrakka Gardens, desde donde se tiene una impresionante vista del puerto. Nuestro primer destino está a unos pocos pasos. Se trata de la Castille Place, rodeada de monumentales edificios y esculturas.

Estamos ante el Albergue de Castilla (Auberge de Castille), construido en la década de 1740 en estilo barroco y considerado probablemente el mejor edificio de Malta. En la actualidad alberga la oficina del primer ministro. El origen de su nombre se remonta a 1574, cuando en este lugar, el más alto de la ciudad, se encontraba el castillo que ocupaban los caballeros de Castilla, León y Portugal, unos de los más poderosos de la orden de San Juan, que se encargaban de vigilar la fortificación de la ciudad.

El recorrido monumental se limita a un par de calles bastante largas, en las que podemos contemplar numerosas iglesias y edificios construidos a partir del siglo XVI, durante la época de los Caballeros Hospitalarios. Los hay barrocos, renacentistas y neoclásicos. Puestos a seleccionar uno, me quedo con la Casa Rocca Piccola, que nos muestra cómo vivieron las familias nobles de la isla de Malta en el pasado. Aunque estamos en marzo hace calor, así que nos detenemos en una terraza para refrescarnos un poco.

En el centro de la ciudad se encuentra el Palacio del Gran Maestre, actual sede del Parlamento. Cuenta también con un museo que destaca por su colección de armas, provenientes de las diferentes nacionalidades de los caballeros de la Orden de Malta. Aquí se realiza el cambio de guardia. Estamos viendo que en esta ciudad todo es muy “british”. Prueba de ello son las cabinas de teléfonos y los buzones.

Nos habría gustado visitar el Museo Nacional de Arqueología para ver la escultura que muestra una mujer durmiendo, de unos 3000 años de antigüedad, pero está cerrado al público por la celebración de un evento, así que entramos a la Concatedral de San Juan, construida por los Caballeros de Malta en la segunda mitad del siglo XVI. Pese a que hay que pagar la entrada, su interior está abarrotado. Destacan sus numerosas y recargadas capillas.

Tras seguir callejeando un buen rato y un tanto empachados de edificios históricos, concluimos nuestro recorrido donde los habíamos comenzado, en Valletta Waterfront, una zona de este puerto natural, considerado uno de los más bellos del mundo, que ha sido restaurada contando con varias tiendas, bares y restaurantes. Es un buen momento tomar algo en una de sus terrazas.

Ha llegado la hora de partir. Desde nuestro barco contemplamos la curiosa forma de abandonar el puerto, pasando entre dos faros.

INFO: La forma más rápida de llegar a Malta desde Bilbao es con la compañía Volotea, que tiene un vuelo los miércoles de menos de tres horas de duración. Ese mismo día se puede llegar también con Vueling, pero hay que cambiar de avión en Barcelona.

GÉNOVA: Sabor mediterráneo

En mis viajes a Italia había circunvalado varias veces la ciudad de Génova, la sexta más poblada del país, pero nunca había entrado en ella, así que creo que ya había llegado la hora, máxime cuando desde 2006 las Strade Nuove y el sistema de los Palazzi dei Rolli del centro histórico, forman parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. El casco antiguo está lleno de sabor tradicional, como sucede con este comercio de antigüedades.

La Porta dei Vacca nos da acceso al casco antiguo. Enseguida nos encontramos ante la gran mole de la iglesia de Annunziata del Vastato, pero no hemos venido a iglesias pues en Italia tienen la colección completa, así que nos dirigimos a la Galleria Garibaldi, como aquí llaman a un túnel que nos conduce a una de las zonas más interesantes, Via Garibaldi, a la que a mediados del siglo XVI se trasladó la nobleza genovesa, por lo que está llena de mansiones y palacios, como el Blanco, el Tursi, sede del Ayuntamiento o el que aparece en la imagen, el Rojo (Palazzo Rosso). Impresiona contemplar sus monumentales fachadas y los patios interiores.

La siguiente cita la tenemos en uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad y su centro neurálgico, la enorme piazza de Ferrari, a la que se asoman lugares tan conocidos como el Palazzo Ducale o el Teatro Carlo Felice, sede de la Ópera, que tiene delante el monumento a Giuseppe Garibaldi.

Ha llegado la hora de tomar algo y lo hacemos en el entorno del lugar que más me ha gustado de la ciudad, la piazza San Mateo, un sitio lleno de sabor ubicado en torno a la pequeña iglesia del mismo nombre, que fue construida entre los siglos XII y XIII por la familia Doria, a la que pertenecieron las casas que rodean la plaza. Muy cerca se encuentra la coqueta iglesia de Santa María delle Vigne.

Seguimos callejeando por un laberinto de estrechas calles hasta llegar a la Catedral, dedicada a San Lorenzo, que fue reconstruida entre los siglos XI y XIII. Destaca su monumental fachada, que cuenta con tres portales góticos con franjas de mármol blanco y negro, adornados con esculturas.

más importante del Mediterráneo junto al de Marsella. A modo de despedida contemplamos uno de los edificios más monumentales de la ciudad, el Palazzo San Giorgio, con sus fachadas profusamente pintadas, sede de la Autoridad Portuaria.

Ha llegado la hora de asomarse a la fachada marítima de Génova y qué mejor lugar para hacerlo que el Porto Antico, el Abandoibarra genovés, pues la zona ha sido completamente rehabilitada, como podéis ver en la imagen, con la enorme escultura Bigo en primer plano, teniendo como telón de fondo el Acuario y la Biosfera.

No podemos concluir la visita a la ciudad sin visitar su principal atracción turística, el Acuario, que presume de ser el mayor de Europa (https://www.acquariodigenova.it/). Cuenta con 71 tanques con más de 12.000 animales de 400 especies. La entrada cuesta 18 €, pero nos ofertan la Senior, aunque no lo somos, que vale 4 € menos.

Se ha echado la hora de comer, así que como en el Porto Antico hay muchos bares y restaurantes, qué mejor lugar para concluir la visita a Génova que disfrutar de un buen plato de pasta en una terraza cerca del mar. Estamos en marzo y al sol hace calor. Muy cerca tenemos el Galeón (en la imagen) y un poco más adelante el Galata Museo del Mare y el Sumergible Nazario Sauro.

INFO. Génova dista 1.200 km de Leioa, así que se puede ir en coche o, mucho más rápido, en avión. Lufthansa cuenta con tres enlaces diarios entre Bilbao y Génova, vía Munich. Vueling con uno diario vía Barcelona.

Reflejos en el Abra y un portaviones

Suelo comentar que en mi caminar por el entorno de la playa de Ereaga, el paisaje cambia casi cada día. Como podéis comprobar, el final del invierno y el comienzo de la primavera nos ha traído bajamares vivas y unos preciosos reflejos en el agua. En esta imagen vemos la playa de Ereaga, el Serentes y el Puerto Viejo, a la derecha.

En esta imagen, tomada desde el muelle de Areeta, vemos el Serantes, el puerto deportivo, el faro de Arriluze y las villas de Ereaga.

Hasta la garceta se refleja en el agua.

Desde esta mañana y hasta el domingo por la tarde permanecerá amarrado en la terminal de cruceros de Getxo, el portaviones Juan Carlos I, buque insignia de la armada española, cuya visita ha levantado polémica ya que la Junta de portavoces del Ayuntamiento de Getxo ha acordado mostrar su disconformidad con la presencia de buques de guerra en el municipio. Pese a ello, gran cantidad de personas han acudido a verlo esta mañana y no quiero ni pensar lo que será el fin de semana, pues hay sendas jornadas de puertas abiertas para visitarlo y una concentración de protesta convocada por Ongi Etorri Errefuxiatuak para el sábado a las 11 de la mañana.

Cortejando a los Pirineos: De Nistos a La Vall de Boí

La propuesta de hoy tiene como objetivo pasar un fin de semana o un puente en ambas vertientes de los Pirineos, combinando la práctica del esquí de fondo en la estación de Nistos, con la visita a las iglesias románicas de La Vall de Boi, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Vielha puede ser un buen lugar para alojarse, por su amplia oferta hotelera y por encontrase entre ambos destinos.

Vista de los Pirineos desde Nistos

Nistos es una encantadora estación de esquí de fondo, situada entre los 1600 y 1800 metros de altitud, en el departamento francés de Hautes-Pyrénées. Es una buen lugar para los principiantes de esta modalidad deportiva por la ausencia de grandes desniveles, pero ante todo es un fenomenal balcón sobre los Pirineos centrales, pues mientras esquiamos podemos contemplar cumbres de la talla del Aneto, Maladeta o el Pic du Midi de Bigorre.

La estación de Nistos cuenta con 43 km de pistas para la práctica del esquí de fondo (una verde, 2 azules, 4 rojas y una negra) y 12 km practicables con raquetas. Dista 366 km de Leioa, siguiendo la ruta: Donostia-Baiona-Pau-Autopista A64 salida 16 en Lannemezan-Arreau. Continuar por RD 939 hacia La Barthe-de-Neste. Se llega en unas 4 horas.

Nuestro siguiente destino se encuentra a 138 km de Nistos, en La Vall de Boí, así que tenemos que cruzar la muga y dirigirnos a Velha, en el Val d’Aran, que abandonaremos cruzando el túnel de Vielha. La primera cita la tenemos en Erill la Vall, donde se encuentra Centro del Románico del Valle de Bohí, punto en el que podemos coger información sobre las iglesias a visitar, que forman parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.

Hay que seleccionar las iglesias que vamos a visitar, pero ya que estamos en Erill la Vall nos acercamos en primer lugar a la de Santa Eulàlia, que cuenta con un campanario ejemplo de la arquitectura lombarda del valle de Bohí. Tiene seis pisos y una altura de 23 metros.

Nos dirigimos ahora a la iglesia de Sant Joan de Boí, que cuenta con un campanario lombardo y un notable conjunto de pinturas del siglo XII, destacando las que representan a diversos animales fabulosos. Lo que hay aquí son unas reproducciones, pues las originales se encuentran en el Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC).

La más emblemática de todas las iglesias es la de Sant Climent de Taúl, que fue consagrada en 1123, destacando su torre campanario de seis pisos. Su interior contaba con varios frescos de autor desconocido, siendo el más importante el Pantócrator, uno de los máximos exponentes del arte románico en Catalunya. Aquí podemos ver una reproducción, pues el original también está en el MNAC.

Nos dirigimos ahora a la iglesia de Sant Feliú de Barruera, que aparece por primera vez documentada a finales del siglo XIII. Llama la atención su torre campanario, que se aparta del modelo seguido en las iglesias que ya hemos visitado.

Hemos seleccionado iglesias situadas en diferentes zonas, para disfrutar también del magnífico decorado que las rodea, esas montañas cubiertas de nieve. Hemos dejado para el final dos iglesias más sencillas, Nativitat de Durro, documentada desde el siglo XI, y L’Assumpció del Coll, que data de mediados del siglo XIII.

INFO: Nistos: http://www.nistos-ski.fr/. Boí: https://www.vallboi.cat/es. Podemos prorrogar la estancia en la cercana estación de esquí alpino (https://www.boitaullresort.com/), que cuenta con 45 km de pistas situadas entre los 2020 y los 2751 metros de altitud.

CHRISTCHURCH (NZ): Homenaje a un pueblo

El pasado viernes comencé el día con mal cuerpo. No me podía creer que hubieran asesinado de forma tan vil a 50 personas en una ciudad tan tranquila como es Christchurch, en la que estuve hace 5 meses. Si en una ciudad se respira tranquilidad y seguridad, es en esta. Sirva esta entrada como condolencia a los habitantes de Christchurch y a todo el pueblo neozelandés, abierto y plural donde los haya, que tan bien nos acogió el pasado mes de octubre. Pretendo con ello mostraros los aspectos positivos de esta encantadora ciudad.

Procedentes de Rotorua, en la isla Norte de Nueva Zelanda, el pasado 13 de octubre llegábamos a Christchurch en este pequeño ATR 72 de la compañía Air New Zealand Link, tras un vuelo de poco más de hora y media, en el que disfrutamos de un paisaje espectacular. Con una población de unos 375.000 habitantes, Christchurch es la tercera ciudad de Nueva Zelanda y la más poblada de la isla sur.

Christchurch ha sufrido recientemente dos grandes terremotos. El primero el 4 de septiembre de 2010, de 7,1 grados, no causó muertes, pero originó destrozos en el centro de la ciudad. El segundo, de 6,3 grados, sacudió la ciudad el 22 de febrero de 2011 a la hora de mayor actividad, causando la muerte de 181 personas y provocando el derrumbe de altos edificios e iglesias, incluida la propia Catedral, cercana a nuestro hotel, que es lo primero que fuimos a ver. Aunque la ciudad se ha reconstruido a marchas forzadas, todavía son muy evidentes los efectos de este terremoto.

Tras comer en un restaurante de comida rápida, nos dedicamos a callejear por el centro, resultando muy pintoresco el nuevo tranvía turístico, que recorre todo el centro histórico realizando 17 paradas en las que puedes subir y bajar cuando quieras. También llamó nuestra atención la cantidad de pinturas murales que hay en diferentes lugares.

Las distancias son cortas y preferimos seguir callejeando sin utilizar el tranvía. Pasamos por New Regent street, una coqueta calle con tiendas y restaurantes ubicados en edificios de estilo colonial, atravesamos un parque y llegamos a la siguiente cita, la Catedral provisional, construida con materiales reciclados por el arquitecto japonés Shigeru Ban.

Deshacemos el camino andado, regresamos a las ruinas de la Catedral, cruzamos el río Avon y recorremos Worcester Boulevard, la calle más interesante por la categoría de los edificios que a ella se asoman, aunque algunos todavía siguen en ruinas. Esta calle finaliza en la Rolleston, teniendo frente a nosotros el Canterbury Museum.

Antes nos habíamos detenido en el edificio más vanguardista de la ciudad, la Christchurch Art Gallery. Allí hay unos indicadores que señalan la distancia a otras pinacotecas. De esta forma nos damos cuenta de lo lejos que estamos de casa. Nunca había viajado a un destino tan lejano. Para mí suponía el país 107 diferente.

El entorno de la Art Gallery resulta muy agradable, destacando la escultura de un toro subido en un piano y la de una mano ubicada en la azotea del edificio.

Junto al Canterbury Museum se encuentra el Christchurch Botanic Gardens, de 30 hectáreas de extensión. Probablemente es el mejor jardín botánico que jamás haya visto. Si algo llamó sobre todo mi atención son sus enormes árboles. Después de haber estado en este lugar tan agradable y relajante, quien me iba a decir que el pasado 15 de marzo se iba a producir el terrible atentado que tantas víctimas costó en la Mezquita Masjid Al Noor, que está a un paso.

Con las últimas luces del día concluimos la visita a la ciudad en el Christchurch Botanic Gardens, surcado por el río Avon, en el que vimos varios tipos de aves. Llamó mi atención que, coincidiendo con el ocaso, los patos se acomodaban para pasar la noche. Además de grandes árboles, en este precioso jardín botánico hay una gran cantidad y variedad de flores, invernaderos y plantas acuáticas.

Christchurch es una ciudad con mucho ambiente, sobre todo cuando empieza a atardecer, concentrándose el personal en sus numerosos bares y restaurantes. Nosotros optamos por cenar cordero en un abarrotado pub.

INFO: La mejor conexión para llegar a Christchurch desde Madrid la oferta la excelente compañía Emirates, volando con el cómodo Airbus A380-800, de dos pisos. Hay que cambiar de avión en Dubai y realizar una escala técnica en Sydney. Me sorprendió ver un avión de Emirates en el aeropuerto de una localidad de este tamaño. Para dormir os recomiendo el Hotel Ibis Christchurch, magníficamente situado cerca de todo, pues pudimos recorrer toda la ciudad caminando.

NORUEGA en marzo (y 3): Rumbo a Cabo Norte

En Honningsvag hemos dejado el barco por espacio de tres horas, pues nos hemos apuntado a una excursión con destino a Cabo Norte, ya que es al único sitio en el que resulta muy complicado hacerlo por nuestra cuenta. El Hurtigruten no bordea Cabo Norte, sino que navega por fiordos interiores. El autobús se detiene y puedo obtener esta imagen del océano sacada desde tierra. Además es mar abierto.

En autobús llegamos al principal objetivo de la mayor parte de los viajeros, Nordkapp o Cabo Norte, falsamente conocido como el punto más septentrional de Europa. Digo esto porque el vecino cabo Knivskjellodden está unos 1.500 metros más al norte. Ambos se encuentran en la isla de Magerøya, así que el punto más septentrional de la Europa continental sería el cabo Nordkinn, no muy lejos de aquí. Nos encontramos sobre un acantilado a 307 metros de altitud y la vista que se alcanza es inmensa. Como hace tanto frío, la gente enseguida desaparece, así que podemos disfrutar del Globus solo para nosotros. La verdad es que no es el lugar más extraordinario del viaje. Gana mucho con la nieve, pero supongo que en verano es un pedregal.

De nuevo en el Hurtigruten continuamos la navegación. Pronto salimos a mar abierto y nos encontramos que está helado. Hasta Cabo Norte llega la influencia de la corriente del Golfo, pero una vez superado, el agua del mar se congela. Parece que el grosor del hielo no es tan grande como cuando navegamos en un rompehielos por el Bático, en la Laponia finlandesa.

El viaje de ida concluye en Kirkenes, un pequeño pueblo situado en un fiordo de la provincia de Finnmark. Aquí se bajan la mayor parte de los pasajeros, en su mayoría británicos y alemanes, que se van sin haber podido contemplar ninguna aurora boreal. Hemos navegado mucho hacia el norte, pero no nos habíamos percatado que también íbamos hacia el este, pues estamos a un paso de la frontera de Rusia en una longitud más oriental que Estambul. El lugar está lleno de encanto, así que aprovechamos las tres horas largas de que disponemos hasta que vuelva a zarpar el barco, para visitar los alrededores, comenzando con una granja de renos.

Aprovechamos la escala en Kirkenes para visitar también un hotel de hielo. La verdad es que no me atrae mucho pasar la noche sobre un bloque helado. Disfrutamos también viendo como algunas personas realizan paseos en trineos tirados por perros. Nos conformamos con verlo porque los precios son desorbitados. Además, esta actividad ya la hemos realizado cerca de Rovaniemi (Finlandia).

Embarcamos de nuevo en el Richard White para iniciar el regreso a Bergen. Espero que tengamos ahora más suerte con las auroras boreales. He puesto esta foto para que veáis como está el mar helado en el mismo puerto.

Los japoneses que han embarcado en Kirkenes tienen la suerte de contemplar una pequeña aurora boreal la primera noche. La segunda el espectáculo es increíble, pues dura una hora, desde las 00:15 hasta la 01:15 de la madrugada. No resulta fácil fotografiar las auroras boreales. No he llevado trípode y además el barco está en movimiento y la aurora no para quieta. Tampoco hay ninguna referencia, pues no tenemos ninguna población cercana. El barco ha apagado las luces exteriores, así que la única competencia de la aurora son las estrellas y alguna baliza de ayuda a la navegación.

La otra faena para fotografiar las auroras es el frío que hace, pues la temperatura exterior ronda los 20 grados bajo cero. Además al quitarme los guantes para tomar las fotos, las manos se me quedan heladas, así que cada poco tiempo tengo que traspasar la puerta que me conduce al interior del barco, para recuperarme a 20 grados. Son 40 de diferencia de un lado al otro de la puerta. Objetivo cumplido. Hemos disfrutado de una aurora boreal. Queda mucho viaje para regresar a Bergen y muchos lugares llenos de encanto de los que disfrutar, pero el viaje ha perdido ya un poco de interés. Casi es como si hubiera concluido.

INFO: La forma más directa para llegar a Bergen la oferta la compañía KLM, volando desde Bilbao vía Ámsterdam.

Días de olas en Ereaga

Llevamos toda la semana con bastante oleaje en Ereaga, olas que han ido en aumento según avanzaba la semana.

El martes fue el día de los amantes del surf, que disfrutaron de lo lindo con las olas.

Ayer, cuando salió el sol, mientras caminábamos pudimos disfrutar de una mar embravecida. Los que iban con perros contemplaron el espectáculo desde primera línea.

Hoy, con el día más tristón, el espectáculo lo proporcionaba el impacto en costa de las olas, llegando a saltar en muchas ocasiones el espigón del Puerto Viejo.