Si ya teníamos claro que esta Liga de las estrellas es un coto privado entre el Barça y el Real Madrid, esta semana de nuevo nos lo han vuelto a demostrar. Esta vez ha sido con un nuevo horario para un partido del Athletic, al que no le van a dejar descansar entre partido y partido, ni siquiera, las 48 horas de rigor. ¡Qué más da! ¡Como si se muere alguno! Les trae al pairo.
Imagen real de lo que es esta Liga
El Barça podría haber aceptado la solución intermedia (mala para los dos equipos) de jugar el domingo a las 12 del mediodía. Pero no. El Barça parece que tiene prohibido jugar a esa hora. El Athletic por el contrario está abonado, salvo esta vez que se han dado cuenta que había un horario todavía peor para él, y ala… (con perdón) ¡A ……. TOCAN!
Que el que pone los horarios por tener los derechos televisivos nos lleva dando por el … , toda la Liga, también lo sabíamos. Pero que queréis que os diga, es que no me acostumbro. Así que el derecho a pataleo no me lo va a quitar nadie.
Mi solución es clara. Que el sábado a la noche vayan a jugar a Barcelona todos los que no juegan ni un solo minuto ni en el primer equipo ni en el Bilbao Athletic. Y no digo no ir porque nos sancionarían, porque sino, tampoco iba. Además hay que tener en cuenta que igual van los titulares y resulta que les ponen las cosas difíciles a los azulgranas y ya sabemos, en esos casos, las cosas que pasan… que quizá va Iraizoz y es muy capaz, que le conozco, de hacerle a Messi un penalti con el labio (como ya hizo otro año con Henry), o que Aurtenetxe se tire en plancha sobre el codo de Xabi, y claro, no haya más remedio que expulsarle (a Aurtenetxe, claro, por vandalismo contra el codo), vamos… los daños colaterales que tienen siempre estos partidos. Así que, que no. Que nadie me intente convencer que yo no llevaba a los titulares.
Y luego que proteste el entrenador ese que tienen los blancos, diciendo que estamos desvirtuando la competición. Sí señor. Esa Liga que está ya desvirtuada por unas decisiones arbitrarias, absurdas, y diferenciadoras de unos y de otros, que nos llevan siempre a la misma conclusión: NOS ESTÁN TOMANDO EL PELO, y lo peor de todo es que lo permitimos.