
¿Qué han conseguido los matones que fueron a amedrentar a quien intentaba animar el domingo pasado en San Mamés? Lo mismo que el conjunto de los exhuelguistas: nada. Bueno, algo sí algo han conseguido: que mucha más gente se dé cuenta de lo que son, de lo que han sido siempre y de lo que van a seguir siendo aunque ayer retomaran la animación desde el fondo norte de San Mamés. No, no tenemos que dar ningún valor a su anuncio porque no lo tiene: abandonar el chantaje y el acoso para recuperar el protagonismo no es generoso. Solo espero que los jugadores no les rindan pleitesía.
¿Qué consigue?
Santiago Abascal prefiere judicializar la política antes que hacerla. Ahora anuncia que “acudirá a la Justicia” si el PNV no devuelve lo que le quitó la Gestapo, disfrutó Franco, mantuvo el gobierno español por el morro y ha sido, por fin, restituido. ¿Qué consigue Vox con esto? Primero, generar incertidumbre porque lleva el balón a un campo en el que los árbitros son de parte. Después, gastar tiempo y dinero para montar argumentos y alegaciones, otra vez. El tiempo que los partidos dedican a los jueces no lo dedican a la ciudadanía, esto es así, y Abascal lo sabe pero no le importa. Ojalá sí le importase a quien vota.
Qué ridículo, Alberto
Al final, el PP va a votar a favor del ómnibus después de que el PSOE y Junts alcanzaran un acuerdo y los catalanes anunciasen, primero, su voto a favor. Y aunque ese decreto ha sido adelgazado, sigue conteniendo las líneas rojas que el propio PP había marcado, como la sede del Gobierno Vasco en París que pagó el PNV (a ver si empezamos a llamar al “palacete” por su verdadero nombre). En resumen: que Alberto Núñez Feijóo ha hecho el ridículo, y su partido, también. Y no es la primera vez que lo hace, por cierto, por jugar a ser más de derechas que Vox. De lo suyo gastan.
El mirlo blanco
“Albert Rivera, denunciado por su ex por no pagar las extraescolares de su hija”, leo en El Plural, y me acuerdo de aquella entrevista amable que le hizo Pablo Motos, en la que el líder de Ciudadanos, en su mejor momento, reconocía que se hacía el dormido cuando esa misma hija se despertaba por la noche. Ja, ja, cómo se reían los dos. Después, hemos sabido que Rivera se pensaba que trabajar fuera de la política era poco más que tener una nómina. Y ahora nos enteramos de esto. Una joyita. El mismo que lideró el partido que cebó a Vox y a Alvise Pérez, y que se rodeó en el Congreso de maleducados y malencarados.
Y ahora, ¿qué?
A estas alturas, quien asegure que la ley española de vivienda, esa que Bildu y ERC aprobaron al gobierno español, buscaba algo más que un beneficio electoral rápido, simplemente, está en el ajo. La realidad es esta, después de varios meses de que la ley haya entrado en vigor: “España es uno de los cuatro países donde Bruselas ve riesgo de una futura burbuja inmobiliaria” (InfoLibre). Y la perspectiva de futuro, esta otra: “La vivienda de segunda mano en España todavía está más barata que en la burbuja 2007. Pero esto va a durar poco” (El Blog Salmón). Y ahora, ¿qué? ¿A quién van a echar la culpa?