Tienen 200 presos en la cárcel

La noticia de portada de El Correo de ayer es de esas que agitan la actualidad y deberían de agitar, de paso, algunas conciencias. Los 200 presos que Otegi admite tener en sus cuentas no son poca cosa: son 200 vidas (y las de muchos familiares) truncadas también por ETA y con las que juega impúdicamente quien por la mañana se coloca ante un atril y por la tarde se sienta en un sillón para hacer la misma cosa: instrumentalizar el dolor. Qué bien se tiene que vivir en el púlpito para no querer bajarse de él ni una vez. Pero la gravedad del asunto y lo que deja claro es indiscutible salvo para quien quiera seguir mintiéndose.

Gabriel, escribe otro tuit, que me he liado

Gabriel Rufián pisa Euskadi en campaña, se saca una foto bajo la Ikurrina más grande que encuentra (curiosamente, la de un Batzoki, y no la de una Herriko), lanza un par de tuits y luego se vuelve a Madrid, desde donde no se corta en darnos lecciones. Entre él y Pablo Casado, en lo que a Euskadi se refiere, no advierto yo mucha diferencia. El lunes tuvo el cuajo de escribir que depende de cómo te tomases la declaración de Aiete eres una buena o mala persona. Ahora que sabemos lo que Otegi dijo sin leer para su público, ¿qué será para Rufián una buena persona? Porque yo ando ya un poco confundido…

Una rendición sin paliativos

De la entrevista a Jonathan Powell en Eldiario.es, y de otras noticias sobre lo que pasó hace más de diez años, muchos han puesto el foco en cómo Rajoy despreció los pasos que pretendía dar ETA, pero lo que también queda claro es que los terroristas no solo se rindieron: arrastraron su rendición. Quienes nos amenazaban, quienes nos machacaban, tenían un martillo que nadie les quería comprar ni recoger, y ya no les valía para nada después de que el pueblo en cuyo nombre mataban les diese la espalda claramente. La derrota de ETA, su rendición, insisto, fue absoluta, y el desprecio, necesario.

El futuro, los peajes

Si Arnaldo Otegi y Arkaitz Rodríguez no se hubiesen venido arriba con una declaración pública insuficiente por la mañana y un encuentro con los suyos por la tarde muy elocuente, el décimo aniversario de la rendición de ETA se habría resumido en las muchas piezas retrospectivas que resultan sorprendentemente añejas a la audiencia. En el escenario presente ETA está solo porque Otegi y Casado, Rodríguez y Abascal, se empeñan en nombrarla. En el futuro, los temas son otros muy distintos: “El Gobierno confirma que el pago por uso de las autovías llegará”, tuitean con emoticonos en Electomanía. Sigue la sangría.

Queda dicho

En esta columna ya habíamos recogido el debate que asomaba en las redes sociales de algunas marcas que proponían una reducción de horas pero también de sueldo para posibilitar la semana laboral de cuatro días. El tema me chirriaba y por fin en Xataka lo explican bien: “Si bajas el sueldo no es semana laboral de cuatro días, es reducción de jornada”. Y vestirlo como un beneficio es una trampa que parece de marketing pero es de ética básica. Otro debate completamente diferente pero que también podemos abordar es el de si estamos dispuestos a ceder carga de trabajo y sueldo para ganar tiempo y vida.

La expectativa

El domingo por la noche, Arkaitz Rodríguez intentó generar expectativas ante la declaración que él y Arnaldo Otegi leyeron, finalmente, ayer: “Hace 10 años la izquierda independentista abrió una ventana a la esperanza de este país. Nuestra voluntad es abrirla aún más”. El líder de Sortu reclamaba para los suyos el triunfo de la paz sin mencionar a ETA. Pero reconocía implícitamente que tardan 10 años en dar un paso y, lo más importante, que se tiraron 40 años manteniendo esa ventana cerrada. Los porqués y los cómos no importaban a Rodríguez: el suyo, en realidad, era un mensaje triunfalista de consumo interno.

La realidad

Solo sé tomarme de una manera los mensajes de la izquierda abertzale, sobre todo cuando vienen precedidos de un triunfalismo difícilmente justificable: con escepticismo. No voy a abrazar sus anuncios pretendidamente pomposos, ni voy a aplaudir sus avances insuficientes y con retrasos de una década, en el mejor de los casos. El texto que leyó y colgó en sus redes Arnaldo Otegi recoge lo que viene diciendo estos años. Pero sigue omitiendo lo de siempre: ETA parece el volcán de La Palma que, simplemente, se puso a escupir lava. La frase: “Debíamos haber logrado llegar antes a Aiete” resume cómo trata a víctimas y victimarios.

El futuro

Iñaki García Arrizabalaga lo tuitea con sarcasmo, pero ha puesto por escrito el deseo de quienes anunciaban y leían ayer con engolada ceremonia que quieren aliviar el daño causado y hace un par de semanas justificaban los “ongi etorris”: “Solo la izquierda independentista puede cambiar la vida de la gente”. Esa es la aspiración política de Rodríguez y Otegi, pero lo cierto es que, por desgracia, fueron miembros de la izquierda abertzale armados quienes cambiaron la vida de García Arrizabalaga y muchos otros. “Además de cobijar y amparar el asesinato, prepotentes y egocéntricos”, termina el tuit esta víctima del terrorismo.

Si tú lo dices…

Cambio de tema, como toda la ciudadanía vasca, y me fijo en este curioso tuit de un aficionado de la Real (pero podía haber sido escrito desde San Mamés, Medizorrotza o El Sadar): “Estadio de Anoeta. 20:16. Estoy solo con mi hijo en mi asiento. No tenemos a nadie a 5 metros a la redonda. Pues tiene que venir uno de seguridad todo cabreado a decirme que me ponga la mascarilla. Parecemos gilipollas”. Pues no seré yo quien se lo niegue: a mí también me parecen lo que este aficionado sugiere quienes se quejan de las medidas y, en concreto, de la mascarilla, hasta el punto de tuitear que obligan a un empleado a actuar.

Normalicemos asumir las consecuencias

¿Se tomó la actual junta directiva del Athletic excesivamente mal que un tuitero, buscando más seguidores y más notoriedad, enviara a unos mariachis a Ibaigane? Puede. Pero de lo que estoy seguro es de que el tuitero en cuestión tendría que pensar que su actuación podía tener alguna consecuencia más allá de los retuits del momento. Ahora se encuentra con que no puede renovar su carné de abonado. El motivo no es una venganza, el motivo es que mandó a esos mariachis. Lo siento, no puedo colaborar a construir una sociedad en la que las decisiones no tienen consecuencias y las instituciones están para machacarlas.

Qué desfachatez

No sabía si realmente titular este párrafo con una de estas palabras: “Desvergüenza”, “desmemoria” o “desastre”. Al final, que Felipe González dijera en El Hormiguero que “la deslealtad a las reglas de juego se paga” creo que es una desfachatez. Porque quien proyecta una sombra en forma de “x” no puede hablar en esos términos de nada y menos de indultos cuando dos miembros de su propio gobierno, Barrionuevo y Vera, fueron indultados por Aznar después de haber sido condenados por una acción del GAL. Ya sé que González, si algo ha mostrado siempre, es que no es de los que se sonrojan cuando hablan.

Balones, fuera

O Arkaitz Rodríguez no distingue entre un fascista y una castaña o sabe muy bien que con su tuit, en el que compara al PNV y a Vox porque la Ertzaintza se ha hartado de ser el pimpampún de Ernai, intenta desviar la atención hacia un enemigo común todavía mayor. Ojo, que el tema no es menor, porque de un señalamiento pasa a otro más amplio, porque evidencia que la violencia para las filas que lidera es un método de resolución de conflictos propis y un modo de aliviar tensiones internas, y porque habla del supuesto fascismo de otros para tapar prácticas fascistas tan evidentes como ese tuit y todo lo que lleva implícito.

Por ejemplo

Igual me he excedido en mi anterior párrafo y Arkaitz Rodríguez desconoce por completo lo que es un fascista. Voy a darle una pista, esto también lo es: “Vox pide que el himno de España suene todas las mañanas en los colegios de Murcia. El grupo municipal del Ayuntamiento de Murcia reclama en una moción que cada centro educativo tenga una bandera nacional en la entrada y una foto de Felipe VI en cada clase” (La Opinión de Murcia). No tengo nada en contra del himno español, pero que el partido que recibe los votos de quienes añoran el anterior régimen proponga adoraciones patrióticas tan parecidas a aquel no es una casualidad.

Y por cierto

La intervención de Miguel Ángel Leal, el responsable de la empresa que quería abrir Corrugados Azpeitia, no solo era esperada: cambia el papel del ayuntamiento en un asunto que trata de centenares de personas que podrían encontrar o mejorar su empleo. Bildu sigue adelante intentando desviar la atención (otra vez) hacia la política de partidos cuando esto va de gestión y voluntad: si el proyecto es correcto, ¿por qué no se lleva a término? Si no lo es, ¿por qué (o por quién) la alcaldesa se ve obligada a mentir? Bildu ha convertido este tema en una vía de agua en su propio casco, y en vez de taponarla, ahonda en ella.

Era una campaña… Y también me sorprende

El supuesto equipo de eSports que había presentado Celia Villalobos, prestándose además a ser su imagen, al final, ha resultado ser parte de una campaña para una cadena de ópticas. Los que nos pasamos el día mirando pantallas sabemos muy bien cuál es el vínculo. Y el atrevimiento de Villalobos para poner en marcha un equipo de gamers o para ponerse en manos de una agencia de publicidad y una empresa, en este caso, de gafas, me sigue sorprendiendo y desconcertando. Ya sé que los políticos son personas, con curiosidad y necesidad de ganarse la vida, pero si me dan a elegir, me quedo con los videojuegos.

Los «siempremalistas»

El término entrecomillado no es mío, sino del genial Javier Vizcaíno, y es perfectamente aplicable a aquellos que, como Arkaitz Rodríguez, siempre creen que todo está mal hecho: Bildu presionó para que la hostelería cerrase en primavera y el lehendakari mantuvo la actividad económica. Mal. Cuando la pandemia aconsejó el cierre de bares y restaurantes y Urkullu lo ordenó, mal. Y ahora que se les permite abrir, por supuesto, para el líder de Sortu y unos cuantos más ubicados en las esquinas políticas también está mal. Los “siempremalistas” creen que siempre ganan. Pero ganan mal.

Y los que de verdad están mal

La crisis sanitaria está siendo dura en lo colectivo y en lo personal (por eso llevo tan mal la existencia de quienes quieren beneficiarse de nuestro cansancio por su interés), y la económica derivada también lo va a ser. Muchos ya lo sufren, con ERTE o despidos (y sin la ayuda de emergencia que prometió el gobierno español), pero hay quien incluso lo sufre más: la tragedia de Badalona que acabó con tres vidas y 17 heridas y heridos (y podía haber sido mucho peor ya que podían vivir hasta 200 personas en la nave incendiada, según El Periódico) nos ha puesto también frente a un problema que no hemos querido ver.

¿Vuelve el velo?

La calidad democrática de España está ante su enésima prueba de fuego (después de quemarse en todas las anteriores, empezando por los presos políticos catalanes que siguen en la cárcel): la justicia puede seguir adelante con la causa contra Juan Carlos I ya que, según cuentan en InfoLibre, había sido avisado de la investigación por lo que la regulación voluntaria de parte de lo ocultado no le eximiría de la culpa… O puede volver a poner un velo sobre los asuntos reales, dar por buena esa regularización y cerrar en falso otro escándalo de la jefatura de Estado española. Ellos deciden. Luego lo haremos nosotros.

Que no digan que no están enterados

Tan lejos de mí quiero a la monarquía española como a los republicanos que gritan para ocultar lo que callan: varios digitales explican que el gobierno español estaría colaborando con la Casa Real para encontrar el mejor momento y la mejor manera de que Juan Carlos I regrese al suelo sobre el que reinó. “Hay clara sintonía entre la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, y el jefe de la Casa del Rey, Jaime Alfonsín”, explican en Esdiario. Lo que lleva a la siguiente pregunta: ¿está enterado Iglesias y todo lo que dicen desde Podemos es pura pose o hay, de facto, dos gobiernos paralelos que se esconden para negociar?

¿Dónde se va o de dónde viene?

El modelo de Spotify tampoco es rentable: “Puestos al robo, casi preferimos volver al clásico” es una de las declaraciones que recopilan en El Confidencial en su extensa pieza sobre el modelo de negocio de la gran app de música. Grande… Pero poco rentable para la propia empresa (que invierte todo lo que tiene y lo que no para seguir creciendo) y para los músicos que, además, sufren otros perjuicios: más atención a los más grandes que con el formato físico y la certeza de que los usuarios ya no escuchamos discos enteros, solo singles. Pero la gran pregunta es: ¿estamos dispuestos a pagar más por mejorar todo esto?

Sí… Y no

Estoy de acuerdo con Pablo Iglesias en que “la disponibilidad de EH Bildu para votar sí a los PGE es una buena noticia”. Pero cualquiera que tenga un poco de memoria no puede estar de acuerdo en la última parte de su tuit: “El bloque de la investidura se refuerza y será de legislatura y de dirección de Estado”. Bildu se abstuvo en la investidura a Pedro Sánchez, y se enrola ahora al barco de los PGE que contienen subidas a los funcionarios españoles, policía, gobierno y asignación a la Casa Real. Y la dirección de un Estado no se decide con sumas estratégicas, sino con aportaciones. Eso es de primero de política.

La realidad a medida

Cuando un partido político vira en un sentido que ha despreciado durante 40 años no lo puede hacer con soberbia y sí debe hacerlo dando muchas y muy claras explicaciones sobre por qué y cómo ha llegado a la conclusión de que llevaba tanto tiempo equivocado. Sobre todo, no lo puede hacer insultando a los partidos que le llevan esos 40 años de ventaja. A menos, claro está, que el líder de ese partido se empeñe en dibujar una realidad paralela, como Arkaitz Rodríguez. Pero Rodríguez sabe muy bien para quién habla: para quien ha justificado tantas barbaridades que esta, únicamente política, le parece menor.

Y que no nos tomen el pelo

En cualquier caso, la decisión de Bildu no solo es un movimiento táctico: implica una serie de responsabilidades. La izquierda abertzale ha decidido votar sí a los incrementos salariales ya citados en el párrafo anterior, a la compra de armamento para el ejército español, a la equiparación salarial de la Guardia Civil, al uso de los fondos europeos y a otras subidas impositivas que, ya lo hemos avisado en esta columna, recaerán en la clase media. Lo de siempre, pero ahora también avalado por ellos. Un aval que ha extendido al gobierno que ha mentido sobre el IVA de las mascarillas para seguir haciendo caja.

Por fin, justicia

La decisión del Govern de restituir a Josep Lluís Trapero al frente de la policía catalana es una decisión justa. Y como tal hay que celebrarla. La política, en su variante ejecutiva, es muy dura, muy difícil y muy ingrata, salvo para quien se la toma únicamente como un modo de enriquecerse. Por lo que sabemos, el Mayor Trapero ha demostrado que es de los que asumen responsabilidades: lo hizo durante el ataque yihadista y lo hizo en el ya histórico 1 de Octubre catalán. Y lo hizo, además, bien: sin indicios de delito por acción u omisión. Así que su restitución es justa, necesaria, de ley… Y muestra el camino.

Quiero emocionarme igual

La clasificación de la selección escocesa de fútbol para la próxima Eurocopa es una noticia estupenda para los vascos, porque la “Tartan Army” servirá de recordatorio de que la selección de Euskadi también podría disputar la clasificación, y quién sabe si la fase final, si hubiese voluntad política. Que no nos den más explicaciones, empezando por los progres que dan la bienvenida a Bildu a la dirección del Estado español, porque ya no cuelan. Yo quiero emocionarme como Sturgeon. Para empezar, el lunes le toca a nuestro equipo demostrar que es competitivo sin dinosaurios en la punta de la lanza.