La batalla del relato

Isabel Díaz Ayuso se comportará como una irresponsable, vale, pero ha ganado la batalla del relato: ella mantiene abiertos los locales de hostelería de Madrid, ella construye un hospital (para bien o para mal) pero es el coronavirus el que “deja a la Puerta de Sol sin campanadas”. El entrecomillado es de Economía Digital pero cualquier medio hubiera titulado de un modo similar. Justo lo contrario a lo que hemos visto, sin ir más lejos, en la CAV, donde la culpa de los cierres es de Urkullu (algunos de los que se la echan en Nafarroa incluso apoyan a Chivite) y si los datos mejoran parece que es un milagro ambiental.

Y las que vendrán

Antes del coronavirus había tantas batallas del relato, casi, como debates. Y cuando esto pase (y pasará) volveremos a asistir a los combates. “Lo que vendrá tras los PGE: el Gobierno prioriza Eutanasia, Memoria y Vivienda”, leo en La Información, y pienso que los partidos señalados como conservadores por las bancadas que se consideran “la izquierda” (hayan hecho lo que hayan hecho antes) tendrán que meterse en el fregado. Porque en esos debates hay posiciones innovadoras e interesantes en todos los grupos y algunos tendrán que hacer más esfuerzo en exponerlas y exhibirlas.

Y Vox llama a tomar las calles

Lo normal cuando un partido llama a tomar las calles es que no pase nada. “La izquierda” lo ha intentado muchas veces pero todas las manifestaciones sindicales acaban con el mismo soniquete y, al final, la indiferencia de la sociedad. Pero cuando la extrema derecha es la que hace el llamamiento, como acaba de hacer Vox, el tema se pone peliagudo: porque la fascistada sabe a quién llama y qué es lo que hace. Aquí lo conocemos bien porque fascistas que mataban al que pensaba diferente llamaron durante años a tomar las calles y todo acababa oliendo a gasolina y llamando a cristaleros.

La excepción. Sí, claro

Si no fuera un tema grave me reiría sin disimulo ante quienes defienden que el franquismo en el ejército es casi un hecho aislado. Ellos sabrán por qué se engañan e intentan engañarnos. Pero por desgracia no parece que haya nada excepcional en esas camarillas de nostálgicos de la dictadura que vamos descubriendo: “Juan Chicharro, presidente de la Fundación Francisco Franco, es el principal impulsor del manifiesto de más de 270 exmilitares retirados”, en el que se alerta de “contra el deterioro de la democracia, la imposición de un pensamiento único y en el que se afirma que la unidad de España está en peligro” (Público).

200 millones

Cierro esta columna que, sobre todo, han protagonizado fascistillas de toda gradación, con el que puede mostrarles el camino de salida: Donald Trump. El presidente de EE.UU. saliente “en el mes desde su derrota electoral, ha conseguido recoger unos 200 millones de euros en ayudas políticas. Desde donaciones para pagar los gastos legales cuando trata de impugnar los resultados, hasta ayudas para los candidatos republicanos que todavía están luchando, o incluso para liquidar los pagos de su campaña electoral”. Trump y sus herederos ya no son peligrosos, quienes le dan 200 millones sí lo son.

Influencers

Mientras celebrábamos ayer el día del influencer llegó a mi timeline en Twitter la denuncia de un hostelero de Barcelona que se quejaba de que una pareja de influencers le pidiera una invitación para comer “sus mejores platos” y dar a conocer el local. El dueño del restaurante recordaba su situación en Catalunya: sin poder abrir por las noches, con un aforo del 30% y parte del personal en ERTE, lo que menos le puede apetecer es invitar a comer, y menos, a quien se postula para que los demás lo hagan. Espero que la pandemia ataque acabe con esta falsa espuma de Internet que tanto daño hace.

También en política

Me hago mayor y más cascarrabias, y si me indignan los que, bajo el paraguas de los infuencers, pretenden pasárselo pipa a cuenta del esfuerzo de los demás (porque si no facturan y solo cobran en invitaciones, lo suyo desde luego no es un trabajo), más lo hacen quienes quieren ir de influyentes en política y no pasan de ser meros difusores de argumentarios escritos en gabinetes de partidos. Así que, bien por Daniel Innerarity, que responde a un viceconsejero andaluz que pretendía defender, con torpeza y atacando a los vascos, el paraíso fiscal y capitalino en el que han convertido Madrid.

Aquí sí que los necesitan

Donde necesitan infuencers pero de los buenos, de los que siempre hemos llamado prescriptores, es en el gobierno español si quieren rentabilizar la aplicación “Radar COVID”, esa cuyo éxito parecía condicionado a que los vascos la aceptáramos tal y como era: en castellano sagrado, porque el retraso para que un euskaldun pudiera interactuar en su idioma y frenar una pandemia mundial parecía poco menos que un sacrilegio. Pues bien, hemos pecado todos de desidia porque asistimos a un “fracaso estrepitoso de ‘Radar COVID’: solo la utiliza el 14% de la población española” (República.com).

El carísimo sistema público

El sistema, por definición, es caro: es caro el sistema de partidos, es caro el sistema sanitario y es caro el sistema público, en general. Son caros pero son necesarios y, si no, podemos valorar alternativas. Y es preciso ser consciente de ello, por ejemplo, cuando exigimos la actualización de las relaciones de la ciudadanía con la administración vía telemática: una plantilla mayor y unas webs desfasadas hacen que la actualización sea carísima en España. Hasta 50 millones de los fondos europeos por el COVID podrían ir destinados a esta puesta al día, según El Confidencial, donde han dado un buen repaso al tema.

El bonito final de Trump

El de Donald Trump va a ser un final bonito. Bonito para quienes le queremos derrotado y, a poder ser, humillado. El recuento que ha costado tres millones de dólares a “la campaña” del presidente (un concepto demasiado genérico para tanto dinero) solo en Wisconsin ha servido para encontrar 87 votos más a favor de Biden y ninguno fraudulento, como pretendía el republicano. Con esto y con todo lo demás soy de los que cree que el trumpismo está acabado. Tanto el encabezado por Donald (que tendrá 78 años dentro de cuatro) como el de Ivanka, Eric o Donald Jr., lo que es una magnífica noticia para todos.

Cuanto mejor, mejor

Es así de fácil aunque a veces se nos olvide, sobre todo en estos tiempos pandémicos que vivimos a golpe de tuit, pero que en las ikastolas todo vaya bien es, sin duda, una estupenda noticia. También lo es para quienes aseguraron que iba a ser una hecatombe, que los protocolos eran insuficientes y que nadie estaba preparado. “No van a reconocer que se equivocaron. O sea, que actuaban por instinto politiquero”, tuiteaba Javier Vizcaíno al respecto con absoluto acierto. Del mismo modo, es una estupenda noticia que el transporte público y los espacios laborales sean seguros. Insisto: así de fácil.

El pan suyo de cada día

Copio y pego de Vozpópuli: “La Fundación Zagatka, una sociedad instrumental constituida en 2003 y dirigida por el primo de Juan Carlos I, Álvaro de Orleans-Borbón, y de la que los investigadores sospechan que el único beneficiario es el rey emérito y su familia, recibió en 2008 6,5 millones de euros procedentes de cinco donaciones de las que se desconoce su origen (…) El dinero quedó depositado en una de las ocho cuentas que llegó a tener Zagatka en el Credit Suisse. Dicho dinero habría sido empleado durante los años posteriores para pagar vuelos privados y otros gastos personales del rey Juan Carlos I”.

Qué pesado…

Los tuits de Donald Trump como el que veíamos ayer por la mañana (“I WON THE ELECTION!”, así, con mayúsculas y exclamación) empiezan a sonar como el discurso repetitivo del borracho del pueblo. A estas alturas solo los muy fieles defienden su discurso y solo los que no distinguen el fascismo de su culo les secundan. Lo que va quedando claro es que EE.UU. no ha estado gobernado por un atrevido incapaz de calcular las consecuencias de sus actos, sino que el menos cuerdo, el menos responsable y el más ridículo es capaz de alcanzar sus objetivos si la ciudadanía, que es la que elige, no está atenta.

Sobre la guerra en el Sahara

El hilo en Twitter de José Antonio Bautista es un estupendo resumen para empezar a abordar con un poco de información las noticias sobre la guerra que se avecina en el Sahara. El periodista recuerda el papel de la ONU abandonando a los saharauis a su suerte, y el de Francia y EE.UU. protegiendo a la dictadura marroquí. España fue y es un sujeto pasivo “incluso con ‘el gobierno más progresista de la historia mundial’ actual”. Especialmente interesante resulta el papel del Frente Polisario: la vejez e incluso la muerte de sus dirigentes no pueden seguir conteniendo la frustración en los campamentos.

Es necesario. Son necesarios

El texto de Javier Brandoli en El Confidencial es necesario. Igual que los son los protagonistas del mismo: los corresponsales internacionales que cuentan historias en nuestros medios a cambio de precios obscenos más que ridículos e inasumibles en cualquier caso. Entre los que relatan su situación está el gasteiztarra Asier Vera que llegó a unirse a la caravana de migrantes camino a EE.UU. hasta Tijuana, solo para contarlo. Sin Asier, sin el resto de periodistas que participan en el texto, y sin los corresponsables en municipios o territorios, no habría información ni historias. Les necesitamos.

Injusto, sí. Arbitrario, no

El cierre de la hostelería en la CAV, Nafarroa o Catalunya es injusto porque pagan los hosteleros que han intentado comportarse por los clientes que no hemos sabido hacerlo. Pero no es arbitrario: la pandemia obliga a tomar este tipo de decisiones ante situaciones que, en ningún caso son comparables a las que se dan en transporte público o entorno laboral. Y quien siga empeñado en revolver el río para pescar más es quien merece el desprecio. Del mismo modo que quien pone como ejemplo la gestión de Ayuso se retrata a menos que sepa algo sobre dejar de usar PCR que el resto del mundo desconoce.

El business

Pablo Iglesias fue el látigo de la casta… Hasta que montó un partido y fue elegido eurodiputado. Desde entonces se ha empeñado en ser más de la casta que los de la vieja política: desde el nepotismo hasta el chalé, pasando por los libros y el lobbing, como describen en Vozpópuli, para ir colocando a Monedero como experto en políticas hasta en los EE.UU. de América. Monedero, fundador de Podemos y director de la fundación vinculada al partido puede hacer el camino que seguirán todos sus compañeros y camaradas según vayan bajándose del coche oficial.

En la otra orilla…

Mientras en Vozpópuli leemos que los de Iglesias han iniciado sus labores de colocación, “compra de contactos”, incluida, en Ctxt leemos que “la ilusión inicial que generó el IMV empieza a transformarse en decepción por la lentitud y las trabas administrativas. De las 837.333 solicitudes presentadas entre junio y octubre, solo se han aprobado y abonado el 1,5%”. Como el tema es serio y afecta a situaciones familiares desesperadas, me ahorraré las comparaciones odiosas. Solo pido que alguien explique, sin retórica marxista, cómo es posible que el Ingreso Mínimo Vital esté funcionando así en España.

El epílogo

La campaña estadounidense ha dado pie a tantos titulares y tantos tuits, la mayoría innecesarios, que hemos dejado pasar auténticas maravillas como la que han compilado en Magnet: el equipo de Trump se equivocó (para mí esta es la versión más plausible y, por lo tanto, la más probable) al reservar un espacio y en vez del hotel Four Seasons de Filadelfia, los abogados de Trump terminaron en el parking de la tienda de jardinería Four Seasons, en Filadelfia, que está junto a un sex-shop, para mayor diversión. La imagen y las justificaciones de quienes metieron la pata son un epílogo precioso.

La nueva era

Pero si hablamos de la Casa Blanca, mejor que lo hagamos de lo que viene: Adam Schultz sustituirá a Shealah Craighead como fotógrafo oficial del presidente. El puesto lo popularizó Pete Souza gracias a su habilidad, a la eclosión de las redes sociales en la segunda década del siglo, y a la fuerza de Barack Obama. Craighead ha pasado más desapercibida pero para los que somos “muy cafeteros” de la política, ha dejado algunos “frames” extraordinarios del mandato. De momento, de Schultz sabemos que usa cámaras Sony, igual que la fotógrafa de Trump, que se cambió a mitad de legislatura, según Photolari.

Sí, necesitamos buenas noticias

Ya sé que Pfizer es un laboratorio privado que va a forrarse con la vacuna del coronavirus, ya sé que el anuncio tuvo tanto de buena noticia como de puesta a la venta, ya sé que Cuba, Rusia y China también tienen a punto su propia vacuna (y me parece de risa que alguien se lo esté tomando en serio), ya sé que esta vacuna solo es un paso más, no el último. Ya sé todo esto y alguna cosa más. Y precisamente por eso puedo mandar con alegría a la mierda a quienes se han mostrado agoreros y cenizos ante la posibilidad de que podamos “tener una vida normal a mediados del próximo año”. Así de claro.

No nacimos ayer

Hasta que el periodista Roberto García tuiteó que “poco se habla del fiasco de Radar Covid” no me di cuenta del tiempo que llevaba sin pensar en la app que, sí, tengo en el móvil pero ya no miro. Una aplicación que iba a cambiarlo todo de tal manera que perder el tiempo traduciéndola para quienes viven en euskera o catalán era casi condenar a muerte a estos hablantes y sus convecinos. Bueno, pues ya está hecho todo el esfuerzo y, ahora, ¿qué? ¿Cuántas chorradas nos han intentado colocar desde ese centralismo rancio pese a los ordenadores y las horas de programación?

¿Un líder?

El regreso de Evo Morales a Bolivia y de su partido, al gobierno, me parecen dos noticias estupendas. De esas que me reconcilian con el mundo porque algunas sociedades son capaces de superar golpes de estado ridículos y de reforzar su democracia. Escribo esto después de haber escrito tiempo atrás que no me gustan Morales ni su populismo. Un populismo que hemos podido ver esta semana y que en digitales que se tienen por progresistas, como Púbico, describen así pese a la pandemia: “Evo Morales cierra su triunfal gira de regreso a Bolivia con un espectacular baño de masas: reúne a un millón de personas”.

La política importa… Y emociona

No quiero terminar la semana sin traer el vídeo en Facebook de Kamala Harris en el que se ve a la próxima vicepresidenta de EE.UU. telefonear a Joe Biden y decirle: “Lo hicimos”. La política importa, que intervengan en ella Biden y Harris es diferente a que lo hagan Trump y Trump. Y la política también emociona, por cierto: los pocos segundos del vídeo ponen a la piel de gallina a cualquiera con la sensibilidad suficiente para distinguir a un fascista de una demócrata (aunque sea de derechas y neoliberal). Los populistas nos han arrebatado esa posibilidad de emocionarnos con lo bueno. Recuperémosla.

Twitter, no tanto

Del mismo modo que en EE.UU. van cerrando los últimos recuentos, nosotros tenemos que ir pasando página de la campaña. Ahora toca ver cómo Trump se rebela ante el relevo, pero solo es su último show. Antes de que empiece, un párrafo sobre las elecciones en las que el ganador decidió salir del barro de Twitter y ese paso importa más de lo que parece. El populismo se ha agarrado a esta red social desde Trump a Abascal pasando por la izquierda abertzale. Y tan importante es ser consciente de ello como saber que hay que plantar cara en otros espacios. Biden ha sido sabio, pero no el primero ni el último.