El detalle

Estos detalles que podemos encontrar en Internet no son, precisamente, menores: “El maquillaje del buen dato del empleo en España: hay 740.000 trabajadores fijos discontinuos inactivos. No trabajan y tampoco figuran en las listas oficiales del paro” (El Blog Salmón). Lo de dejar de llamar “parados” a los parados para que dejen de contar podría ser un chiste pero parece que es la realidad: “El llamado ‘paro oculto’” muestra un “mercado que combina elevadas cifras de ocupación con un volumen creciente de inactividad”. Una fórmula que “ha dejado de ser residual y se ha convertido en una herramienta ampliamente utilizada”.

La idiotez

Estoy seguro de que habrá algún tecnófilo que leerá estas líneas y pensará que soy un viejo anclado al pasado. Sinceramente, me preocupa menos que las y los niños que están matriculados en la “escuela de EEUU donde los alumnos solo aprenden con IA” (Business Insider). Se trata de un “experimento educativo en Texas” (¿qué puede salir mal?) y “Alpha School promete ‘aprender el doble’ en 2 horas con IA” que con un ser humano. “La red intenta crecer con nuevas sedes”. sin embargo, algunas familias han denunciado “métricas rígidas dictadas por software, presión por objetivos y lagunas curriculares”, para sorpresa de nadie.

Esto sí lo veo

Nunca ha habido tantas facilidades e incentivos para tener hijas e hijos, ni tantas trabas y obligaciones para tener un perro, sin embargo, el número de descendientes no deja de reducirse y el de mascotas, de ampliarse. Si la tendencia no se invierte, doy por hecho que la compañía de robots en el futuro será un modelo de negocio rentable. De hecho, “los robots podrían llegar a los hogares en 10 años, afirma Boston Dynamics” (Euronews). De momento, la empresa sigue centrada en que sean útiles para el transporte de cargas, pero reconoce que la entrada de la inteligencia artificial puede cambiar el mercado.

Funciona. O casi

A veces las cosas funcionan y las noticias son, simplemente, buenas: “La Comisión Nacional de Mercados y Valores sanciona a la compañía de Elon Musk por incumplir la legislación sobre la publicidad de los chiringuitos financieros” (Huffington Post). Todos esos anuncios capciosos son supuestos “escándalos” de famosos (fácilmente, denuncié o bloqueé más de cien) han supuesto a X cinco millones de multa. La clave de la sanción ha sido “la falta de revisión”. O lo que es lo mismo: la reducción de gastos que ejecutó Musk. Lo que me temo es que esos cinco millones hayan sido menos que lo que se ahorró e ingresó con los anuncios.

Digámoslo claro

Traigo este tema a propósito un lunes porque habría sido mucho más peligroso hablar un viernes o un sábado de lo que, seguramente, es lo que más echo de menos desde que empecé a cuidarme: una hamburguesa con huevo, lechuga, tomate, cebolla y mahonesa (una “a caballo” de toda la vida, en la hamburguesería del barrio) acompañada con patatas fritas de verdad. Luego vino la moda de las carnes gordas y crudas (que muy bien) y, finalmente, “la burbuja de las hamburguesas premium”. ¿Hamburguesa con risketos o con oreos, en serio? Ahora el mercado empieza a dar muestras de fatiga y saturación (Vozpópuli). ¡Cómo no!

Vives en un barrio rico

Si estás leyendo estas líneas en Euskadi te resuelvo rápidamente la pregunta que hace, a modo de gancho, El Diario: “El nuevo mapa de la renta, calle a calle: ¿vives en un barrio rico o pobre?”. Vives en un barrio rico. Porque si algo demuestra el mapa de la renta, como otros mapas y comparadores, es que Euskadi es un país, comunidad o territorio, da igual cómo lo llamemos para esto, próspero. Muy próspero. Mucho más que cualquiera de alrededor, también del norte. Aún así, el “mood” generalizado es que va fatal, que nada funciona y que todo está mal hecho. ¿Por qué? ¿A quién beneficia la mentira?

“Desplazados climáticos”

Por mucho que estemos mejor (mejor y bien, para ser exactos), no descarto que en nuestro pequeño país también tengamos que hablar de “desplazados climáticos”. Leo en El Nacional que en Catalunya ya han empezado: un barrio de Alcanar, en Tarragona, será demolido y su población, reubicada porque se encuentra en una zona inundable que, con la fuerza que tienen ahora los temporales, se ha vuelto peligrosa. Esto es un drama, evidentemente, pero también un recordatorio: el de que no debemos cortarnos en señalar la estulticia de quien niega el cambio climático.

La vivienda

Tengo claro que hasta que no friamos a impuestos a quienes consideran que la vivienda es “un activo” no solucionaremos nada. Pero el de la vivienda es un problema tan grande que es necesariamente multifactorial. Estefanía Molina ofrece en su extenso tuit un punto de vista muy interesante: en realidad, no sobran casas y, si sobran, es porque hay despoblación. Sigue siendo necesario construirlas en Barcelona o Madrid, pero también en Donostia o Bilbao, porque no podemos transportarlas. Y la actual ley española de Vivienda lo que no resuelve es justo lo que importa: la oferta.

Y las personas

Necesitarán viviendas, por ejemplo, las personas migrantes que vendrán a trabajar a nuestras ciudades y las familias que formen o traigan. Sí, tenemos que contar con ellas porque las necesitamos: “Mientras el debate político se endurece en torno a la inmigración, los datos económicos revelan que el futuro del país depende, en gran medida, de quienes llegan desde fuera” (El Blog Salmón). Esto pasa en España y, seguro, pasa en Euskadi por extensión. Así que, además de por una cuestión básica de humanidad, que nadie cuente conmigo para señalar a colectivos migrantes: les necesitamos, como poco, tanto como ellos a nosotros. Cualquier cosa fuera de esta realidad es demagogia fascistoide.

“Made in China” ya no significa lo que creemos

“Muchos creían que el “Made in China” era sinónimo de barato y poco fiable: ahora es una etiqueta que inquieta a Occidente”, así de contundente es Javier Márquez en Xataka. El primer subtítulo concentra toda la pieza: “China ha pasado de ser la fábrica del mundo a un referente tecnológico global”. Dicho de otro modo: ha pasado “del ensamblaje a la vanguardia”. Y solo tenemos que mirar a nuestras carreteras (los coches eléctricos) pero también a nuestros móviles y relojes inteligentes de marcas chinas. Y como productores China sigue arrollando: “Fabrica el 57% de las baterías de coches eléctricos del mundo”.

El presente

“Abres el móvil y, en pocos segundos, te ves a ti mismo dentro de una escena que no existía hace un minuto: eres el protagonista de un clip que parece rodado de verdad, con movimientos y rebotes que se sienten coherentes. La mecánica no tiene misterio, grabas una breve toma para capturar tu voz y tu cara, y la app te ‘coloca’ en el escenario. Lo llamativo es la sensación de control, puedes encadenar planos y mantener el estado del mundo sin que nada se desmorone. Ahí empieza el juego de Sora 2”. Así lo describe Javier Márquez en Xataka. “Con ello se perfila una nueva oleada de vídeos virales”. ¿Somos apocalípticos o integrados?

¿Y el futuro?

La inteligencia artificial puede ser asombrosa, sobre todo, como negocio: “Nvidia, fabricante de chips, ahora carga con el peso del crecimiento económico de EE.UU.” (Gizmodo). De hecho, sin la inversión en IA, “EE.UU. estaría este año en recesión, o casi cayendo en ella”. Pese al enorme esfuerzo inversor, “se hace difícil ver que pueda haber rentabilidad a la vuelta de la esquina”, ya que el retorno a las empresas aún es incipiente (lo que convierte en caro el producto) y el desarrollo para alcanzar las expectativas requiere, en dólares, “500 mil millones de inversión para que todo ande bien”.

Nuestro entorno

Hasta que la IA haga nuestro trabajo (empezando por juntar letras) seguimos necesitando personas al pie del cañón. Personas sanas que puedan dar lo mejor de sí. Pero nos encontramos con lo contrario: “En 2024 se registraron más de 9 millones de bajas anuales adicionales respecto a 2016, un aumento del 88 %” (El Blog Salmón). Se trata de “un problema global que afecta a buena parte de las economías avanzadas”. Los motivos: “el envejecimiento de la población activa”, “el aumento de la ocupación”, “condiciones laborales más precarias” y, por supuesto, la importancia creciente que damos a “la salud mental”.

Y el de otros

Tengo claro que todo empezó a ir mal no con la crisis de la iglesia, sino con la apropiación que hizo de la religión (porque estaba famélica) la extrema derecha en el mundo. David Brooks en el New York Times hace un análisis más lacerante: “Desde el asesinato de Charlie Kirk, se ha producido una gran interacción entre el cristianismo y la política”. Critica “la suposición no examinada de que ser cristiano y ser republicano es básicamente lo mismo”, y comparto con el autor que hoy “el orden moral compartido está destrozado”. “La fe desenfrenada y el partidismo desenfrenado son una mezcla increíblemente combustible”, concluye.

Gracias, Roberto

A Roberto Donetta nada “le quitó el humor que reflejaba en muchas de sus fotografías” (Photolari): “Un vendedor ambulante de semillas que se movía por el Valle de Blenio (Suiza) intentando ganarse la vida a finales del siglo XIX. Con un aire estrafalario y espíritu libre cargaba siempre con una cámara de placas”. “Recibía algún encargo ‘serio’ como bodas, fotos familiares y otras celebraciones pero solía demorarse demasiado en las entregas porque no tenía suficiente dinero para conseguir productos químicos para el revelado”. Dejó unas 5.000 placas fotográficas que en los años 80 fueron rescatadas.

Tenemos un problema

Ya lo dijo Indiana Jones: “Demasiados nazis”. Estamos rodeados de ellos y, por desgracia, no todas las personas lo tienen tan claro como el aventurero de las películas: los malos, el enemigo, a los que no podemos dejar que se hagan poderosos, son los fascistas (los de allí y los de aquí, como solía apuntar Andoni Ortuzar en sus mítines). Y tenemos que ocuparnos en que la siguiente generación lo tenga igual de claro porque, aunque nos sorprenda, hay “ultras en las aulas” que “se ponen a grito pelado a cantar el ‘Cara al sol’ y a hacer saludos fascistas” (La Sexta), en España, pero también en Euskadi. ¿O nos creemos inmunes?

¿Qué interesa (sexualmente) a los ultras?

Un post en el blog de Lawsuit, una asesoría estadounidense, ha saltado hasta este lado del océano: los datos demuestran que los republicanos están obsesionados con las búsquedas de porno protagonizado por personas transgénero. Simplemente, superponen mapas de votantes con los de búsquedas intensivas de ese tipo de pornografía, que puede estar muy bien para quien le guste, pero llama la atención la contradicción. Además, los estados en los que más búsquedas de este tipo hay son Texas, Georgia, Kentucky, Missouri, Kansas, Virginia, Carolina del Norte, Illinois, Mississippi y Tennessee. “Cuando más las odias, más las amas”, concluyen.

El colapso de las redes

Creo que vuelve a haber una oportunidad de negocio en las redes: quien ponga en marcha un Facebook como lo conocimos los viejos puede llevarse el gato al agua. Hoy ninguna red te permite estar conectado a los amigos que hiciste en la universidad, a la familia que vive lejos o a las exparejas. Instagram se ha llenado de reels para grandes públicos y expulsa poco a poco a quienes lo usábamos como “red social”. Por eso hemos pasado “de publicar hasta el desayuno a las cero fotos” (El Diario). “Estamos dejando de compartir nuestros pensamientos y experiencias en redes sociales, ahora las usamos en mayor medida como espectadores”.

Sí, Europa sigue en guerra

Europa sigue en guerra: la arancelaria con Trump, la moral contra Netanyahu y la real, en su flanco Este, con Rusia. Esto no ha dejado de ir en serio (todo ello), por eso “las startups europeas de tecnología militar despuntan gracias a la guerra de Ucrania y a los desplantes de EEUU. Solo en 2025 han recaudado 1.400 millones de euros” (El Blog Salmón). En Galaxia Militar encontramos un ejemplo más concreto: “Dinamarca elige el sistema de misiles de defensa aérea franco-italiano SAMP-T en lugar del Patriot PAC-3”. Una industria militar fuerte es, precisamente, lo que diferencia a EE.UU., Rusia, Israel o China con Europa.

Primer objetivo: los ultrarricos

La guerra de clases, además, nunca ha sido tan importante. No me refiero a la que libran los partidos y líderes autodenominados “de izquierdas”, que solo buscan ubicarse mejor en algunos temas mientras en la esfera privada son más conservadores que sus supuestos rivales. Me refiero a la que debemos mantener la mayoría de la sociedad contra los ultrarricos, responsables de guerras, calentamiento global y este sistema ultracapitalista que nos asfixia. Por suerte para nosotros, se agrupan: “El 43% de los ultrarricos de España ya residen en la capital” (EPE). Madrid acoge esas grandes fortunas que no debemos permitir.

A quien corresponde

Creo que la instrumentalización de la solidaridad con el pueblo palestino que ha hecho un condenado por ser el recaudador de ETA, debe abrirnos los ojos porque no es la primera reivindicación justa que en Euskadi es manipulada por intereses políticos: “Los pensionistas de Euskadi retoman sus concentraciones”, anuncian en Bizkaia Gaur. Y me parece bien, pero eso es lo de menos. Lo de más es que sus manifestaciones vayan dirigidas hacia quien puede hacer algo, en este caso, el gobierno español. Poner en el disparadero a instituciones vascas tiene más que ver con objetivos políticos concretos que con las pensiones.

El problema de fondo

Una pensión digna influye en la calidad de vida de quien la recibe pero también en su entorno, especialmente, en algunas zonas: “En España, hay provincias donde la pérdida de poder adquisitivo ya no está ligada a la inflación, al desempleo o a la falta de actividad económica, sino a un factor más silencioso y preocupante: la desaparición de los pensionistas, que sostenían buena parte de la renta local” (El Blog Salmón). “El fenómeno es especialmente visible en territorios muy envejecidos como Lugo, Ourense o Zamora, donde la población de más de 83 años supera ya a la franja de entre 60 y 64 años”.

De locos

El exceso de azúcar y de sal en muchos productos que podemos comprar en el supermercado lo conocemos todas y todos, pero somos idiotas (todas y todos, sí), por eso necesitamos un código de colores y letras básico que nos diga que un snack frito y con sabores imposibles no es sano. ¿No sería mejor regular lo que se puede vender? A ver si así lo entendemos mejor: “La obesidad infantil supera por primera vez al problema de desnutrición: en el mundo hay más niños con sobrepeso que famélicos” (El Periódico). El informe de UNICEF es de locos, pero más lo es que no exijamos una legislación dura.

Va bien, ¿no?

Una regulación dura, como la de New York contra Airbnb, no ha solucionado el problema de la vivienda en la ciudad. Eso es evidente: se trata de un problema (el de la vivienda) global y multifactorial. Pero en el mundo hay también una constante (Airbnb) que lo agrava en todos los municipios. En Xataka analizan los resultados: crece la oferta de alquiler a largo plazo, los hoteles se encarecen (es decir, se reduce el tráfico de turistas, que es lo que buscaban) y se disparan los alquileres por días en municipios del entorno (lo que obligará a esos ayuntamientos a tomar nuevas medidas). Frenar a Airbnb no es fácil, pero es necesario.

¿A quién beneficia Trump?

El principal beneficiado de que Donald Trump sea presidente de EE.UU. es el propio Donald Trump. Sus negocios pueden ir muy bien si su familia, al frente de ellos, aprovecha las oportunidades que está generando el patriarca. ¿Beneficia a alguien más? A los ultras, a tontos y negacionistas metidos a altos cargos, a los ultrarricos… Pero no les va bien a los productores estadounidenses de soja, por ejemplo, que ven cómo Argentina y Brasil pueden quedarse con sus clientes chinos, que no están dispuestos a pagar el recargo por los aranceles. Lo que leemos en Directo al Paladar es solo lo más visible pero.