Su plan avanza

La izquierda abertzale es lo que fue, por eso nos encontramos a Joseba Permach incrustado en la campaña del rector Joxerra Bengoetxea. Y lo que fue es lo que es: victimismo, trampantojos, excusas imposibles y, por supuesto, desequilibrio y caos. “Sindicatos de EHU convocan paros y concentraciones esta semana para pedir un ‘aumento de la inversión pública’”, leo en Orain, y pienso: ¡por supuesto! El plan, su plan, avanza. Vale, pero, ¿de dónde sustraemos ese dinero? ¿A quién beneficia que parezca que el funcionariado, alentado por la izquierda abertzale, de ELA a EH Bildu, quiere apropiarse de todos los recursos? ¿A quién perjudica?

¿Cómo lo vamos a hacer?

Por supuesto, no pienso renunciar a ningún servicio social y pienso ser muy crítico con quien pretenda recortarlos o, simplemente, abandonarlos. Pero esa exigencia no es solo para el poder ejecutivo: los servicios tienen que ser sostenibles y hay que cuidar, también, a quien genera los recursos para hacerlos posible. ¿De verdad alguien piensa que las cotizaciones del sector público lo pagan todo? “El salario medio de los funcionarios alcanzará los 3.500 euros tras las subidas pactadas con el Gobierno”, leo en Vozpópuli, y me parece bien. Pero mi obligación es preguntarme: ¿cómo lo vamos a hacer posible?

La política real

“Por primera vez en siete años, PNV y ERC barajan retirar su apoyo” al gobierno de España, publican en El Imparcial. “Tras el adiós de Puigdemont”, los hechos de las últimas semanas “han precipitado un viraje discursivo tanto en PNV como en ERC”. “Hay una inestabilidad parlamentaria que hace prácticamente imposible conseguir una mayoría”, atribuyen a Aitor Esteban. Y me parece bien: el bloque de la investidura siempre fue de equilibrio difícil, y ya solo queda EH Bildu como muleta de un gobierno preocupado por los juicios al entorno de Sánchez y ocupado en preparar anzuelos y cebos sin mirar la cuenta de resultados.

El postconflicto

Lo vi, en directo, en Irlanda del Norte: allí el postconflicto se confundía en una ensalada de exageraciones y sarcasmos, mientras todas las semanas había noticias sobre violencia directa en los medios y las miradas se apartaban de la tragedia, propiciando cierres en falso hasta de las heridas. En Euskadi y en España asisto a lo mismo: Ayuso hablando de ETA en presente, contertulios que hablan de ETA como si fuesen las inundaciones de Bilbao (algo que vino y pasó como si nadie tuviese ninguna responsabilidad), y chistes o gracietas alentadas por quien más mierda tiene debajo de la alfombra. No me gustó entonces y no me gusta ahora.

“Música de ‘El Padrino’”

En Euskadi tenemos a la izquierda abertzale hablando de derechos humanos como si los hubiesen inventado ellos, y en España tienen al PP hablando de corrupción como si no tuvieran nada que ver con ella. Cada país tiene sus miserias. No salgo de mi asombro con el arrojo de Bildu y no salgo de mi asombro con el del PP: “Miles de personas responden a la llamada de Feijóo: música de ‘El Padrino’ y gritos de ‘¡elecciones, ya!’”, titulan en Economía Digital. Lo de la banda sonora de ‘El Padrino’, pinchada por DJ Pulpo, en un acto con Aznar y Rajoy me parece de una desfachatez de nivel avanzado. ¿Allí, como aquí cuela todo?

Yo, en el equipo de Argiñano

Cuando hablo de Argiñano hablo de Karlos, el padre, que ya tengo una edad. Hace ya mucho tiempo le oí decir, palabras más, palabras menos, que de poco o nada sirven los títulos académicos o los másteres, si no sabes hacer una tortilla de patatas o unas lentejas. Pocas sentencias habrá más acertadas. Me acordé de esa frase cuando leí este titular en Euronews: “Los ultraprocesados alimentan la crisis sanitaria mundial: los expertos exigen su regulación”. El “consumo de alimentos ultraprocesados, como aperitivos envasados, platos preparados y bebidas azucaradas, constituye una grave amenaza para la salud pública”.

Ya, ni el teletrabajo

De la pandemia ya solo nos queda una sociedad dramáticamente individualizada y egoísta. Ni el teletrabajo llegó para quedarse (por lo menos, en la empresa privada y en Catalunya): “El boom deshinchado del teletrabajo: sólo un 10% de las vacantes dan la opción de hacerlo” (Ara). Sin embargo, “la combinación entre presencialidad y trabajo a distancia está ganando terreno al formato 100% remoto, que ya ha caído ligeramente por debajo del 8%”. “La opción de hacer teletrabajo es un privilegio barcelonés. De todas las vacantes que mencionan esta modalidad, un 92,3% se concentra en la demarcación de Barcelona”.

Recuérdese

En mi humilde opinión, hace bien Andoni Serrano en recordar que algunos tienen menos credibilidad al quejarse de la deriva de la vivienda en España y, por extensión, en Euskadi y Catalunya: “Saltarse la competencia autonómica con una ley dictada desde Madrid era un plan sin fisuras. Lo de Rufián y Otxandiano hablando de vivienda es para mear y no echar gota”. De esta manera tan brusca comenta un corte de Pello Otxandiano en Radio Euskadi, en el que se desentendía de su pasado reciente, otra vez, y la noticia de que la ley española de Vivienda fue pactada y aprobada con los votos de EH Bildu y ERC.

Voy a reparar una injusticia aquí y ahora

“La prensa española ignora el viaje de Pablo Iglesias a China, mientras que los medios del gigante asiático cubren su discurso”, leo en Diario Red, el digital que dirige Pablo Iglesias. Y pienso: esto tengo que arreglarlo, ¡cómo no voy a hablar yo de ese periplo y de que fue vestido para rendirse ante un régimen mejor que cuando era vicepresidente y ministro! Pero no voy a tirar de sarcasmo: Iglesias viajó a alabar la dictadura china exactamente igual (incluso en sus motivaciones: gustar para que caiga algo) que hizo Pedro Sánchez y hacen los líderes mundiales que olvidan el detalle de que estrechan la mano de un puño de hierro, y no de oro.

Pone en peligro otra cosa

elimparcial.es “¿Está poniendo en peligro Trump la celebración del Mundial 2026 de fútbol?”, se preguntan en El Imparcial después de que el presidente de EE.UU. haya amenazado con retirar las sedes de las ciudades regidas por los políticos más progresistas de su país. Lo que pone en peligro Trump no es el mundial de fútbol, en el que tendrá intereses (si no, ¿qué hace Infantino en todas las fotos?), sino algo más profundo e importante: ¿qué es eso de boicotear desde el poder a quien tiene un pensamiento diferente pero legítimo? Por desgracia, “eso” tiene un nombre y da miedo. Pero aunque dé miedo, pie en pared.

Este tipo tiene acceso a un botón nuclear

Donald Trump ha asumido esta cruzada como suya: “Las autoridades sanitarias de EE.UU. alertarán sobre una relación entre el uso de paracetamol en el embarazo y el riesgo de autismo en niños”. “Creo que hemos encontrado una respuesta al autismo”, ha dicho el propio Trump, adelantándose a “la recomendación de un fármaco llamado leucovorina como tratamiento contra el autismo”. Vaya, como si alguien quisiera vendernos algo… En Science Media Centre han recopilado varias reacciones profesionales negando la relación que ha afirmado, ya para siempre, el gobierno EE.UU. con su presidente al frente.

Mira, tú, no

Del mismo modo que en Euskadi algunos quieren lavar su pasado fascista con el asesinato de 65.000 personas a manos del gobierno y el ejército israelíes, otros quieren lavar su imagen de intervencionistas denunciando muy alta la censura de Donald Trump hacia periodistas como Jimmy Kimmel. Yo, desde luego, no me dejo: me parece de un cinismo monumental que en Diario Red, el digital que dirige Pablo Iglesias, aprieten los puñitos cuando diferentes voces (y veces) en Podemos han abogado por un control de los medios de comunicación. Ser antifascista es mejor que ser fascista. Ser coherente también es mejor que ser fascista.

La vida loca

Según The Objective, “Ábalos presentó al PSOE 800.000 euros de gastos para ‘complementar su salario’”. Durante sus últimos 30 meses como secretario de Organización habría presentado cerca de 27.000 euros mensuales”. En la exclusiva que dicen manejar este digital aseguran que “el partido habría sido utilizado como herramienta para blanquear capitales”. Cómo no, “la persona que presentaba esos gastos en nombre del ministro era Koldo García”. En resumen, en The Objective hablan de “una operativa que describe una presunta financiación ilegal del PSOE” Pero mi frase favorita es: “Ábalos siempre se quejaba de que no tenía dinero”.

Pero tú separa la basura

Europa ha quedado retratada en la foto de la invasión rusa sobre Ucrania, y en la inacción contra Israel, pero también en la urgencia climática que, más allá de la atrocidad de la guerra, vivimos: “El mundo sigue abrazado al carbón, el petróleo y el gas: los grandes productores planean sacar más, no menos. Estados Unidos, Rusia, India, Arabia Saudí o Brasil extraerán hasta 2030 más del doble de combustibles fósiles de lo que permitiría limitar los peores efectos de la crisis climática: lluvias torrenciales, sequías o grandes incendios” (El Diario). Eso, sí, a buenistas y a separar la basura no nos gana nadie.

También tenemos lo nuestro

Los vuelos baratos, Airbnb, Glovo, y las compras on-line, son las “comodidades” que están destrozando nuestro planeta, nuestra sociedad y nuestros umbrales éticos. Somos peores personas y peor colectivo humano desde que hemos instalado en nuestras vidas estos falsos avances que nos obligan a cerrar los ojos ante nuestro propio impacto, facilitando que neguemos nuestra participación en lo peor que nos pasa. “Los españoles devuelven una de cada cuatro compras en las tiendas en línea” (El Imparcial). ¿Cuál es el impacto medioambiental de esta “comodidad”? ¿Por qué no nos paramos a pensarlo ni un segundo?

La diferencia

No habla claro Arnaldo Otegi en X porque sabe que no puede: su intento de dejar caer paralelismos entre declaraciones de irresponsables peperos y de instituciones vascas es burdo porque que si señalamos las diferencias sale perdiendo. Ojalá en Euskadi las protestas contra la presencia del Israel Premier Tech no hubiesen sido capitalizadas por fascistas con urgencias por tapar sus vergüenzas. Ojalá en Euskadi las protestas no hubiesen sido violentas (sí, mover una valla al paso de ciclistas esprintando es violencia porque atenta contra su integridad). Y esa exigencia ética debería de ser reivindicada por quien se manifestó con la mejor voluntad.

Tengo mis dudas

No tengo ninguna duda en que Arnaldo Otegi y otros están aprovechando 65.000 asesinatos en Gaza para limpiar su imagen. Tampoco tengo ninguna duda en que el gobierno y el ejército israelíes están cometiendo un genocidio que debe ser detenido. Pero tengo mis dudas de que Pedro Sánchez, viendo la instrumentalización de las manifestaciones, pueda pronunciar las palabras que los medios de derechas, como El Imparcial, están recogiendo: “Ha mostrado este domingo su ‘admiración’ por las manifestaciones propalestinas durante La Vuelta. Sánchez ha presentado a España como ‘ejemplo y orgullo ante una comunidad internacional’”.

La espiral del silencio

No veo ningún problema en que los manifestantes boicoteen La Vuelta con sentadas sobre la calzada, ocupando el espacio de los ciclistas. Al contrario. Pero me parece preocupante la cantidad de falsos dilemas que nos están presentando: puedo estar en contra del genocidio y de su instrumentalización. Me parecen preocupantes los ataques a Pedro Delgado, que está en contra del boicot, porque todas las espirales del silencio son peligrosas. Y me parece importante señalar acciones pacíficas como las de José Luis Rebordinos en El Diario: “El Festival de San Sebastián es un altavoz, por eso decidimos condenar el genocidio en Gaza”.

¿Qué debemos hacer cuando nos encontremos a un militar israelí?

Las declaraciones del director de Zinemaldi, por pacíficas, no están teniendo impacto. Y eso me resulta significativo y preocupante, pero como ciudadanía tenemos que estar prevenidos. ¿Qué debemos hacer cuando nos encontremos con un militar israelí que está participando en el genocidio? “Soldados del Ejército israelí vacacionando en Italia ha despertado indignación en la isla Cerdeña. La prensa reveló la información de los militares que estarían ‘liberándose del estrés de las operaciones militares en la Franja de Gaza’. Los combatientes presuntamente requerían de protección de escoltas de la Policía italiana” (France 24).

La masacre continúa

“Al menos 53 muertos en ataques israelíes en la Franja de Gaza desde el amanecer de este sábado”. Solo este titular en el Heraldo justifica las sentadas en las carreteras para protestar contra la presencia del Israel Premier Tech, la valentía de Rebordinos y la indignación ante el descanso de militares israelíes en Cerdeña. Pero lo terrible es que esos 53 asesinatos se suman a los más de 60.000 anteriores. No puede pasar ni un día sin ver, señalar y denunciar una masacre injustificable e indefendible: la que perpetran el ejercito y el gobierno de Netanyahu y su banda de ultras. La historia les condenará pero no devolverá ninguna vida.

Es serio

El problema no lo tiene François Bayrou o Emmanuel Macron, el problema lo tienen Iparralde y Francia: en DW hablan de un “gigantesco endeudamiento del país” y de unas proyecciones económicas preocupantes para 2030. Francia “gasta 67 000 millones de euros anuales solo en intereses”. Eso asfixia cualquier desarrollo. La situación es seria, grave, y lo que proponía Bayrou no era caprichoso y, menos, ideológico: los partidos (descartada la ultraderecha, por supuesto) tienen que ser responsables y gestionar, juntos, un ajuste inaplazable. “Francia ya figura entre los países con mayor presión fiscal” por lo que necesita “reducir el gasto público”.

¿Dónde está Hamás?

Lo dije ayer y lo digo hoy: estoy de acuerdo con Pedro Sánchez de que es el momento de dar “un paso más” contra el gobierno y el ejército israelíes, pero que me indigne lo que hace y lo que dice Netanyahu con vergonzante impunidad no implica que deje de preguntarme: ¿y Hamás? ¿Por qué no vemos los pasamontañas negros en las imágenes de los bombardeos y sí los vimos durante el fallido alto el fuego? ¿Por qué retiene a las personas secuestradas? Si, como yo, Hamás “celebra las nuevas medidas españolas contra Israel e insta a otros países a que sigan el ejemplo” (El Imparcial), ¿debo de preocuparme? ¿Por qué? ¿Por qué no?

Cuando vas con ultras

Cuando la fascistada (y en Euskadi tenemos la nuestra, disfrazada de solidaria) crece los países se envilecen. Estamos rodeados de pruebas. Por eso no podemos normalizarla, como Ismael García Villarejo en Economía Digital: “PP y Vox rozan los 210 escaños: un bloque capaz de borrar el legado de Sánchez”. En su blanqueo a los ultras señala datos interesantes: hasta un 20% del voto del PP que se fuga a Vox lo hace “por cómo Miguel Tellado conduce la oposición”. Otro 40%, “por la percepción sobre el liderazgo de Feijóo”. En resumen, ya hay un “desgaste cuando el PP se encuentra en máximos de expectativas”.

No es broma

El crecimiento de la extrema derecha genera un peligro real: “Ultraderechistas instan a comprar pistolas y actuar como ‘lobos solitarios’ contra migrantes en un foro con 400 miembros”, cuenta Danilo Albin en Público. “El chat de Democracia Nacional en Telegram difunde mensajes de odio racista e instrucciones para quienes ‘se vayan a enfrentar a un moro, negro o cualquier musulmán’”. Respecto a las armas de fuego, un usuario chateaba: “Se pueden conseguir fácil desde Andorra comprando con prepago y tal sin registrar a tu nombre”. Otro miembro del grupo advertía: “Nos tomaremos la justicia por nuestra mano”.

Otro problema de verdad

Le gestión, o mejor dicho, la mala gestión, también genera problemas sociales, no hace falta mencionar todo el día a la fascistada de allí y de aquí: “Compartir vivienda en Madrid cuesta un 10% más que hace un año y un 54% que hace cinco”. Hablan en El Periódico de España solo de los alquileres compartidos que “se encarece a un ritmo vertiginoso, reflejando la fuerte tensión que atraviesa el mercado del arrendamiento”. Ojo, que el problema no lo tienen solo en Madrid: en la CAV, que sí cumple con la ley española de vivienda, “el precio de las habitaciones se ha disparado por encima de un 40%”.