Los musulmanes están en el punto de mira, sí, pero del propio ISIS, como bien recordaba Javier Espinosa en Twitter: todos esos mentecatos que han confundido religión con terrorismo si tanto odian a los musulmanes podrían unirse al Estado Islámico, que es actualmente quien a más personas de esta religión asesina cada día. Curiosamente, muchos de los que se confunden ahora también confundieron ser vasco con apoyar o pertenecer a ETA, y algunos incluso sufrieron esa identificación perversa y ahora echan la culpa a un colectivo indiscriminadamente.
¿Y qué hay más importante?
Parece de chiste pero es trágicamente cierto: Pedro Sánchez y Pablo Iglesias hablaron ayer por teléfono porque no han logrado cuadrar sus agendas. ¿Qué es más importante que hacer avanzar a un país? ¿A qué juegan? ¿Qué extraño e innecesario pulso se están echando? Y sobre todo: si es noticia que hablen por teléfono, ¿es porque no lo hacen normalmente? ¿Y si no lo hacen, qué demonios hacen? ¿Cómo se comunican? ¿O no se comunican? Pase lo que pase en el futuro, algunas de las cosas que han pasado son para no olvidarlas.
El Estado Español
El español es ese estado en el que el jefe del Gobierno es, a la vez, el de un partido político que paga las obras de reforma de su sede con dinero negro (entre otros posibles delitos, todos ellos mayores), y en el que la familia directa del jefe del Estado no hace contrato a sus trabajadores domésticos (entre otros posibles delitos, todos ellos mayores). Este retrato de lo que es el estado español actual que nos regalan sus dos figuras más relevantes me parece extraordinario. Y no para bien, precisamente.
El “tontobuenismo” de Obama
La expresión no es mía, sino del periodista Víctor de la Serna en Twitter, pero estoy de acuerdo en lo que transmite: la presencia de Obama en Cuba ha sido una oportunidad para la democracia desaprovechada. Tanto ha sido el fiasco que solo la soberbia de un dictador como Raúl Castro y su negación de los presos políticos se han salido del guion establecido: llamadas a la calma al pueblo cubano ante lo que pueda venir, intentando asegurar una transición tranquila hacia el cambio de manos de la propiedad de la isla, de los Castro a las multinacionales estadounidenses.
¿Y falta actitud?
Puedo compartir la falta de especialistas en ciertas áreas de trabajo, que es lo que se fijan en El Confidencial, pero no puedo compartir la falta de actitud o compromiso de los trabajadores vascos que demandaba Roberto Larrañaga esta misma semana. Coincido en que en Euskadi hay mucho trabajo: quedan cosas por hacer y empresarios que quieren hacerlas, pero los trabajadores queremos cobrar por llevarlas a cabo y, claro, eso es lo que detiene la idílica maquinaria. Si la “actitud” es aceptar condiciones muy precarias lo que sobran son intenciones de latiguero.