Igual que Rusia

No veo ninguna diferencia entre la invasión rusa sobre Ucrania por el morro, y la invasión israelí sobre Líbano por el morro. Por eso espero una respuesta internacional equivalente: rechazo, amenazas y sanciones, por lo menos, sobre el papel, porque dos años después de aquella invasión Rusia sigue pagando los tiros y la metralla con la pasta que le pagamos los europeos por sus recursos naturales. Pero volvamos al plano de lo políticamente correcto, de lo que se dice para la galería: la agresión del gobierno de Netanyahu merece, como la del de Putin, una respuesta internacional inequívoca. Todo silencio será justificación.

“Opiniones”

En The Objective han decidido enfocar lo que está pasando en nuestra UPV/EHU así: “La Universidad del País Vasco veta a un maestro por publicar opiniones ‘de ultraderecha’”. Puede parecerme bien pero, ¿no debería de vetar también a personal docente e investigador por otro tipo de opiniones fascistas? ¿Quién determina y en función de qué las opiniones que inhabilitan a una o un profesor? Cuando antes de verano Ainhoa Ozaeta, condenada por la justicia francesa a 20 años de cárcel por ser dirigente de ETA, dio una charla invitada por un grupo de investigación de la misma UPV, ¿a qué apelaron las y los convocantes?

Así es

El relato de Mikel Segovia en El Independiente sobre cómo salen de la cárcel la mayoría de los jefes históricos de ETA es muy interesante: “Viejos y enfermos”. Así de claro. Por encima de los 70 años, en su mayoría, y afectados por cánceres que en poco tiempo les llevan al otro barrio, donde sus víctimas les estarán esperando. Vidas que se han ido por los desagües de las prisiones y que han segado o condicionado para siempre y por desgracia otras vidas. ¿De qué ha valido? ¿Quién les impulsó a hacerlo? ¿Nadie va a señalar a los culpables de tanto sufrimiento inútil y a sus justificadores, algunos de ellos en instituciones como la UPV/EHU, precisamente?

Qué fácil es ser de Vox

Haber sido un fascista de ETA solo pasa factura en los cuerpos de quienes han comido maco, pero socialmente no genera ningún reproche y creo honestamente que eso debemos revisarlo. Como debemos revisar lo fácil que resulta formar parte de otras fascistadas. Por ejemplo, en Vox nunca tienen culpa de nada: si les pillan financiando sus campañas con un banco húngaro propiedad de un magnate amigo de Viktor Orban y del propio gobierno del país, la culpa es de las entidades españolas, que no les dan crédito. El lío no es menor, como apuntan en El Diario, porque está prohibido recibir dinero vinculado a instituciones públicas extranjeras.

Con absoluta normalidad

Juan Carlos I se pasea por España con absoluta normalidad: “Los Reyes Felipe VI y Letizia, junto al Rey Juan Carlos I, se han reunido este viernes en un ‘breve encuentro familiar y privado’ con la Princesa Leonor en la Escuela Naval de Marín en la que la heredera completa su formación castrense” (El Imparcial). Sus viajes a Sanxenxo se han naturalizado, y ya a nadie le importa que se fugase a Abu Dabi cuando empezaron a salir a borbotones los millones que iba acaparando, que desconozcamos cómo paga su estancia, que sepamos que ha montado una fundación allí con la que asegurar que sus herederos recibirán su fortuna, y lo de Barbara Rey, claro.

El amor

Querer y que te quieran es estupendo. Solo lo mejora que siga pasando. ¿Y de la pasión qué puedo a decir? Pocas cosas nos gustan más que ir a un sitio sabiendo que cuando llegues vas a follar. Pues lo mismo le pasa a un rey. Por eso Juan Carlos I sale tan contento en las fotos junto a Barbara Rey. Qué alegría, qué pasión, cuánto se quieren. Lo único malo para él, para ella y para mí es que han pasado 30 años de aquel momento. Porque pueden contarnos lo que quieran del enfado de la actriz y del cabreo del emérito, que en el fondo les da igual y en las formas nadie va a buscar las respuestas a preguntas evidentes.

El velo

Ayer hablábamos de las futuras memorias de Juan Carlos I, esas que él va a llamar “Reconciliación” y en las que clama: “Me están robando mi historia”, y hoy tenemos que hacerlo de este lance pasado. Pero no hay lance sin caña, y no me refiero a la real. Susana Griso despreciaba las fotos que ha publicado, por fin, Privé: “Las ha intentado vender en España y no lo ha conseguido” (El Economista). Pero en esa frase hay mucha enjundia: ¿por qué no lo han logrado? ¿Cuántos medios siguen siendo fieles a Juan Carlos I? ¿Quién tiene capacidad de influencia sobre ellos? ¿Y por qué? ¿A cambio de qué?

“Juan Carlos I estalla”

Me ha sorprendido que apenas hubiese referencias en los digitales ayer sobre la publicación de estas fotos y, sobre todo, sus consecuencias. Así que tengo que irme hasta la web de Lecturas para ilustrar mi reflexión: si ya ha quedado probada esa relación, ¿no es lógico que pensemos que el rumor del dinero que se abonó a Barbara Rey por su silencio también es real? ¿Cuánto? ¿Cómo? ¿Exactamente para qué? ¿De dónde salió? Y la más importante: ¿por qué se habría ocultado durante todo este tiempo si es dinero público? Por supuesto que tenemos derecho a saber, hasta el último detalle, de lo que nos afecta como ciudadanía.

¿Para qué sirve la familia real española?

Mientras veíamos a Juan Carlos I tan contento junto a Bárbara Rey hace treinta años, su hijo sufrió ayer una crisis política: no le han invitado a una movida en México. Terrible. Atroz. Que se posicione el gobierno, que alguien diga algo en el Congreso y que haya tertulianos muy indignados en las radios y las televisiones. El rey está ofendido, ¡viva el rey! O algo así. Pero lo cierto es que, como dicen en el digital de Pablo Iglesias, Diario Red, acertadamente, Felipe VI es “un lastre para la política exterior española”. Y muy útil en la interior tampoco parece, la verdad.

Otro

En el fondo, Alvise Pérez solo hace lo que ha visto: si en España hay millones de personas capaces de declararse “juancarlistas” y seguir como si nada después de todo lo que sabemos (me refiero a la millonada infame acumulada, no a los folleteos), ¿por qué no va a intentar él también tomar por tonta a la ciudadanía? Pues lo hace con ahínco: le han pillado cogiendo 100.000 pavazos en metálico, a cambio de favores políticos, de un tío que captaba inversores en criptomonedas, y asegura “que lo hizo por rebeldía con el Estado” (El Independiente). Mira, si te cuelan esto mereces haber invertido en el chiringuito.

No podemos permitirlo

Hemos visto la masacre que el ejercito israelí ha cometido en Gaza, cumpliendo órdenes del gobierno ultraderechista que lidera Netanyahu (sí, cuando la extrema derecha llega al poder pasan estas cosas, también en 2024), y vamos a ver ahora la que va a cometer en Líbano, ¿sin que podamos hacer nada? Me niego a resignarme, a asumir que ninguna institución supranacional o la suma de los dirigentes de gobierno sensatos pueda evitarlo, me revuelvo ante la idea de que volvamos a oír cifras de muertos inasumibles por misiles israelíes. Y si no hay realmente mecanismos para parar esta locura debemos crearlos cuanto antes.

“Me están robando”, dice

El mismo Juan Carlos de Borbón que cuando regresó a Sanxenxo por primera vez desde su huida a Abu Dabi respondió: “Explicaciones, ¿de qué?” a la prensa, ahora afirma, en el adelanto de sus memorias: “Me están robando mi historia” (The Luxonomist). El dinero endurece los rostros, es tan evidente como lógico. No sé cómo serán sus memorias, no voy a perder ni un segundo en leerlas, no generan en mí ninguna curiosidad. Si escribo sobre el rey emérito será para dejar claro que no me merece ningún tipo de respeto y que creo que sigue riéndose de sus súbditos a la cara. Allá quien le compre la mandanga.

Sabemos cómo funciona, ¿lo sabe él?

Que Juan Carlos I piensa que todas y todos menos él somos idiotas es una realidad fácilmente comprobable cada vez que habla, escribe o respira. Que Antonio Garamendi también lo piensa acaba de quedar clarísimo: “Insiste en que los trabajadores reciban su sueldo bruto: ‘Si vieran que es casi el doble dirían, ¿pero a dónde va este dinero?’” (20 Minutos). Da por hecho que la ciudadanía no sabe cómo funciona una nómina, la tributación o los servicios sociales. Lo que empiezo a dudar ahora es: ¿lo sabe él? ¿Conoce Antonio Garamendi los beneficios sociales de las retenciones y los impuestos? ¿Quién queda peor con su pregunta?

Un listo

A estas alturas, cuando una persona dice en voz alta que es “juancarlista” deja claro lo que es. De la misma manera, quien todavía defienda a Alvise Pérez nos invita a que generemos una opinión sobre su papel en el tinglado y más vale que cobre una pasta gansa por hacerlo porque el eurodiputado la maneja: “Cobró 100.000 euros en metálico” de “un empresario de criptomonedas durante la campaña”, en concreto, del “creador del Madeira Invest Club”, Álvaro Romillo, un “club financiero que cerró la semana pasada tras no poder pagar a cientos de afectados” (El Diario). Ya sabemos dónde ha ido el dinero. Ahora hace fata saber por qué.

Último robo

Ya hemos hablado de robos en esta columna, pero faltaba el menos importante y, a la vez, el más frecuente: el del Real Madrid. Sabemos que la liga de Tebas necesita que el club blanco y el FC Barcelona estén fuertes, pero lo que estamos viendo es una exageración. Y no valen los aspavientos: las amarillas que sacan a los jugadores por protestar, lo vemos todos en los estadios, son muchas menos de las que merecen. Lo mismo pasa con las agresiones: la de Endrick a Santiago Mouriño en el Santiago Bernabéu es injustificable y totalmente punible, pero, eh, es el Real Madrid. Igual que, eh, es Juan Carlos, es Antonio y es Alvise. Y Netanyahu.

Por guapo

No voy a fingir un falso escándalo: que Juan Carlos I haya encontrado la fórmula de una fundación en Abu Dabi que gestione su patrimonio y el modo en el que este llega a sus herederas, una vez Felipe VI ha renunciado a su herencia (venga, voy a hacer como que me lo creo), me parece lo de menos. Lo que más llama mi atención, de nuevo, es por qué Arabia Saudí le hizo una donación de 65 millones de euros y por qué él la aceptó, o por qué percibió “52 millones de euros en comisiones por la venta del Banco Zaragozano” (Público) cuando era jefe de Estado en España. Y estos son solo los ingresos más llamativos.

Por qué es importante Broncano

No me gustó La Revuelta el lunes (aunque Aitor Francesena lo dio todo y demostró que las barreras están en las mentes), no creo que vuelva a verlo. Menos me gusta El Hormiguero: no me gusta el presentador, no me gustan sus entrevistas, no me gusta el tono del programa y, por supuesto, no me gusta lo que transmite. El Hormiguero es un aspersor de testosterona y odio maquillado, y proyecta una visión de la sociedad (también de la vasca) machirula que me incomoda. Así que, sí, es importante que el programa de David Broncano (que ganó en Euskadi porque a ir de progres no nos gana casi nadie) exista y dé la batalla de la audiencia.

Así, no

Salvo en el caso de Ciudadanos, que se disolvió consumiendo sus propias reservas de mala uva, mala educación y mala política, sufro viendo las luchas intestinas de los partidos políticos. Yo los concibo como herramientas para debatir, defender ideas y llegar a acuerdos entre personas que piensan diferentes para beneficio de todas las personas. Así que las laceraciones y las sangrías me generan desasosiego: “Rovira se desvincula de los carteles de los Maragall y acusa la candidatura de Junqueras de guerra sucia” (El Nacional). “Yo también tengo capturas”, avisa. ¿Así entienden la democracia? ¿Así quieren convencer a las y los votantes no afiliados?

La tragedia sin fin

No podemos naturalizar el sufrimiento humano: “Al menos 40 muertos en un campo de refugiados de Gaza tras uno de los mayores ataques de Israel”, leo en Euronews y me niego, me revelo ante la idea de que esas 40 personas fallecidas, las heridas y las familias de todas ellas simplemente formen parte de un titular sobre el que pasar con ligereza. Forman parte de una tragedia y de una masacre que el actual gobierno de Israel perpetra con impunidad. Urge, un día más, que alguien haga algo para pararlo, para que no haya más titulares como el que me sobresaltó ayer, que Netanyahu sea juzgado implacablemente en una corte internacional.

Más claro, imposible

El guionista portugalujo, Raúl Díaz, ha tuiteado como si nada una de esas frases extraordinarias por la concentración de verdad que poseen: “El orden de peligrosidad, de menor a mayor, es el siguiente: un idiota, un idiota que se cree listo y un idiota que los demás piensan que es listo”. No importa cuándo lo leamos, cuándo lo retuiteemos y cuándo lo veamos relanzado en X o en otra red social. Es así: Trump en el debate, Maduro en el gobierno, Abascal tuiteando “puto ladrón”, Permach alabando las políticas del gobierno español, Alvise riéndose de sus votantes o Laporta asegurando que no han fichado más porque no han querido.

Una pregunta pertinente

“¿En qué agujero han estado metidos los últimos 15 días los que hablan de ‘campaña de guante blanco’ en Euskadi?”. La pregunta la lanzaba César Calderón en Twitter y es extraordinariamente pertinente. Extraordinaria porque no hemos visto a nadie señalar la muchísima desinformación que ha corrido por X (antes, Twitter) y WhatsApp impulsada por el partido político que decía que iba a elevar el nivel del debate. Pocos, poquísimos, hemos hablado de ella. Y nadie se ha atrevido a denunciarla o exponerla por medio de un reportaje necesario y que se hace con alegría cuando es posible mencionar a Trump o el Brexit.

El resultado ideal… para Pedro Sánchez

Juanma Lamet resume en un breve tuit lo amplia que es la victoria del PSOE en Euskadi: “‘El resultado de las vascas es el ideal para Sánchez. Gana el PNV, así que se quita un problema. El PSE mejora y es quien apuntala el Gobierno. Bildu, contento. Yolanda al menos saca algo, y Podemos, nada. Y Vox se mantiene… ¿Qué más podía pedir Sánchez?’, analiza un barón”. Y en la relación de partidos que menciona, significativamente, no aparece el PP pero sí Vox. Sánchez siempre ha necesitado a los de Abascal para confrontar: vive mejor contra la extrema derecha que contra una derecha razonable. Y en esa trampa cae Núñez Feijóo una y otra vez.

Pagafantas

Víctor Lenore resumía con un cartel de una película vasca el papel de Sumar y Podemos en la pasada campaña: Pagafantas. En la imagen, Gorka Otxoa cargaba con Sabrina Garciarena. Para Lenore, la imagen era muy gráfica: “Sumar y Podemos con chaqueta roja, Bildu con vestido de flores”. Es así de fácil: los escaños que han perdido los de la izquierda a la izquierda del PSOE los ha ganado Bildu. Y Permach cuenta con quedarse con los 58.000 votos que obtuvieron estos partidos el 21-A. Depende de ellos, de que empiecen a hacer bien las cosas, que Bildu se quede con todo el pastel o de que las fantas se las paguen Otegi y Otxandiano.

Cuidado con la escalada

La investigación policial, judicial o periodística son necesarias. Pero todo el mundo sabe que ganar mucho dinero difícilmente será delito. Sí es delito que quien adjudique contratos se lleve una mordida a cambio. También sabemos que una comisión parlamentaria, básicamente, solo sirve para que los medios destaquen lo que les dé la gana. Pero si algo debemos tener claro, recuperar de nuestra memoria y ser conscientes, es que durante la pandemia exigíamos a nuestras y nuestros representantes que hicieran lo que fuese necesario para protegernos, y eso pasaba por comprar material médico que se subastaba de facto.

El jubilado más caro del mundo

Además del gasto que desconocemos que nos causa Juan Carlos I (y que nadie me venga con que sus aviones, residencias, estancias o personal de apoyo no se paga con dinero público, porque ya sabemos cómo se va ocultando en diferentes ministerios gastos imputables a la Casa Real), el jubilado más caro del mundo está generando una huella de carbono que tampoco podemos permitirnos: “El rey Juan Carlos habría recorrido (solo este mes y como mínimo) 4.000 kilómetros en avión privado”, pero “es muy probable que el emérito haya realizado muchísimos más vuelos de los que se tienen en cuenta” (El Independiente).