Buen camino, Alberto. O no

Realmente, podía haber elegido cualquier momento porque a Alberto Núñez Feijóo el inicio de su mandato en el PP iba a coincidirle, seguro, con una sentencia o un juicio al PP. Así es el partido que, sin empacho, ayer Carlos Iturgaiz e Iñaki Oyarzabal pusieron de ejemplo al empresariado vasco de la mano de Isabel Díaz Ayuso: “El partido deberá pagar 204.198,64 euros por beneficiarse de las actuaciones de la trama corrupta en Boadilla del Monte (Madrid). Con esta son tres las condenas para el PP por sufragar eventos de las campañas electorales con dinero de mordidas de la red de Francisco Correa” (Público).

Va a pillar yate hasta Carromero

Realmente, Iturgaiz y Oyarzabal tampoco habrían “acertado” esperando a otra semana para traer a Díaz Ayuso a Euskadi: la actualidad del PP de Madrid es tan convulsa, vergonzante y constante que siempre va a salpicarles. Y la ciudadanía ya se ha acostumbrado a pensar mal: en el PP de Madrid les pareció buena idea volver a sacar la candidatura de la ciudad a unos Juegos Olímpicos para intentar tapar el atraco a la Comunidad de un empresario avispado y un noble de España con las mascarillas. Lo que a más de uno seguro le vino a la cabeza es que con las obras necesarias para organizar unos Juegos Olímpicos puede pillar yate hasta Carromero.

Hasta al banco le pareció escandaloso

¿Cuánto y cómo tienes que trincar para que hasta al banco en el que ingresas la comisión le parezca escandalosa? Pues ya lo sabemos: “Los bancos que canalizaron las comisiones por la venta de mascarillas y otro material sanitario para el Ayuntamiento de Madrid fueron los que dieron la voz de alarma. Las entidades que gestionaron los seis millones de dólares que se repartieron Alberto Luceño y Luis Medina con el suministro de estas partidas desde China en plena pandemia, avisaron al Sepblac de que esta fuente de ingresos era sospechosa tanto por la elevada cuantía como por la falta de justificación de la misma” (Vozpópuli).

La respuesta de Ángeles

“Solo el 21 de marzo de 2020 murieron por covid 1326 personas. Una de ellas era mi madre. Si me abrazo al humor negro y al sarcasmo al hablar del caso Luis Medina es porque es el salvavidas al que me aferro siempre y también porque lanzallamas no tengo”. Este tuit de Ángeles Caballero tiene que resonar en las cabezas de Alberto Luceño, Luis Medina, José Luis Martínez-Almeida, Alberto Núñez Feijóo, Carlos Iturgaiz, Iñaki Oyarzabal, Isabel Díaz Ayuso… Y cualquiera que tenga que ver mínimamente con el saqueo vía mascarillas, vía miedo y vía falta de escrúpulos. Porque, sí, este atraco tiene padres: quienes abrieron la puerta a la impunidad.

El saqueo

Me gusta imaginar que Luis Medina pensaba que estaban yendo a medias con la comisión y que se ha enterado esta semana de que su socio, Alberto Luceño, le ha tangado dos millones. Seguramente no sea así pero, puesto a dibujar a dos personajes siniestros, voy a por todas y en mi mente son ladrones, supuestamente, hasta entre ellos. Pero no negaré que Medina tiene mejor gusto que Luceño, que ha demostrado ser un pobre de espíritu: como quien se baja toda la discografía de Metallica porque es gratis aunque no vaya a escucharla nunca, Luceño compró relojes y coches de alta gama a puñados simplemente porque podía.

No me lo creo

A estas alturas del siglo XX no soy nada optimista, y por eso no me creo que estemos cerca de un cese de la invasión rusa sobre Ucrania: Vladímir Putin es capaz de asumir con normalidad el bombardeo sobre un teatro en Mariúpol en el que se escondía población civil y junto al que habían pintado la palabra “niños” para que lo leyesen quienes lanzan las bombardeos, así que también lo es de engañarnos con una paz próxima mientras avanza sobre Kiev, que ha sido un objetivo prioritario desde el primer día. Ya no me creo nada, estoy desesperanzado, resignado y cabreado. La de hoy es una columna pesimista, aviso.

Tenemos que guardar bien todo esto

Lo que está haciendo Putin, pero también lo que están haciendo quienes se aprovechan de la invasión para subir sus precios por el morro (y luego los bajan, cuando las amenazas apuntan como misiles), tenemos que grabarlo bien en la memoria o, por lo menos, en las hemerotecas. Por muy difícil que nos lo pongan. Del mismo modo, tenemos que guardar muy bien el relato de los pasos que está dando el primer gobierno con ultradrechistas en España: “Vox anuncia un acuerdo con Mañueco para eliminar en Castilla y León el reconocimiento de la violencia machista” (Público). Una victoria para el fascismo es una derrota para las democracias.

La diferencia es muy sencilla

Javier Durán clavó ayer su tuit sobre el paso atrás en consensos fundamentales que PP y Vox han dado en Castilla y León: “Es violencia de género, ‘violencia intrafamiliar’ es otra cosa”. Y bajo estas pocas palabras incluía una foto de Teodoro García Egea, Pablo Casado, Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez-Almeida. Más claro no puede quedar lo que es violencia intrafamiliar porque la hemos visto en el PP, en directo, con todos los detalles. Y más clara no puede ser la maniobra de la extrema derecha, anulando la violencia de género, que ha posibilitado el partido de Núñez Feijóo y Carlos Iturgaiz.

“Efectivamente”

¿Andrea Ropero lanzó la pregunta para pillar a Isabel Díaz Ayuso? Puede ser. ¿La respuesta de la presidenta de la Comunidad de Madrid, en cualquier caso, muestra cómo es, cómo piensa y lo que le importa todo lo que no sea ella misma? Sin ninguna duda. Josué Coello transcribe en su tuit el momento: “Las ayudas a la maternidad, paternidad y para niños con enfermedades graves incluidas en los famosos 21.000 millones de euros, ¿son un derroche? ‘Efectivamente’”. Esa fue la escueta pero contundente respuesta de la del PP. “Efectivamente”. La populista, cazada a lazo por una pregunta sibilina pero acertada.

Ya sabemos lo que hace

Sigo en Madrid porque, después de meses viendo chistes en Internet sobre la actividad (más bien, inactividad) de Toni Cantó al frente de la Oficina del Español, por fin podemos compartir una noticia sobre un hecho concreto protagonizado por él: “Toni Cantó, profesor del centro formativo para la ultraderecha de Maréchal Le Pen. Cantó ha sido el encargado de impartir una clase de oratoria en el instituto de la ultraderechista francesa, uno de los puntos de encuentro actuales de los estrategas y militantes del neofascismo en España” (La Marea). Allí se encontrará con Juan Carlos Girauta y Carina Mejías, ambos, ex de Ciudadanos.

Ha empezado otra guerra

La guerra que ha iniciado Vladímir Putin en Ucrania no es una guerra más, aunque no es la única que se libra en el mundo ni la primera retransmitida en directo (el ataque de Israel sobre Palestina de hace unos meses ya lo vivimos minuto a minuto). Y es una guerra especial porque sucede a las puertas de Europa y porque Rusia es un país enorme, con un potencial militar difícil de igualar, con un líder que no responde ante nadie, y que se ha preparado durante años, posiblemente, durante décadas, para librar y ganar cualquier guerra energética y digital (con ciberataques) que se le presente. A eso nos enfrentamos.

No, no vale todo

Cualquiera que se atreva a mirar de frente a lo que nos enfrentamos abandona de inmediato cualquier discurso bonista sobre la guerra, el diálogo y los pueblos hermanos. A un agresor siempre le para alguien, nunca para él solo. Pero tampoco vale todo: “La presencia de altos cargos con ideología neonazi y/o de extrema derecha en el seno de la OTAN” (Público) no es permisible. En una guerra hacen falta personas con inteligencia y sensibilidad, y la historia nos ha demostrado que ningún fascista lo es. El grupo de izquierdas europeo, The Left, hace bien en dirigirse a la Comisión para que intervenga a las puertas de un conflicto.

Un poco más cerca

La guerra de Rusia contra el sentido común en Ucrania ha eclipsado el gran tema español: la salida de Pablo Casado del Congreso, donde se despidió con estas líneas que también ha tuiteado: “Entiendo la política desde la defensa de los más nobles principios y valores, el respeto a los adversarios y la entrega a los compañeros”. El sufrimiento que le generaron sus propios compañeros me pareció horroroso, pero no por ello voy a aplaudir a un Casado que ha hecho una política más de calificativos que de lo sustantivo (y así le ha ido), y que ha sido un activista del bajo nivel de la democracia que padece su propio país.

No, no facturan como “comisionistas”

La indecencia de Putin y la desvergüenza de Casado no pueden hacer que nos olvidemos de que la crisis política en España empezó por una posible comisión del hermano de Isabel Díaz Ayuso en un contrato de un proveedor de mascarillas. Que tenga precaución con la descripción de los hechos no significa que trague con cualquier cosa, como parece que hace Cristian Campos, por lo que leemos en su tuit. El jefe de Opinión en El Español cree que “comisionista” es un epígrafe para autónomos, que “comisión” se factura así, y que si no lo haces estás libre de toda sospecha (sobre todo, si eres del PP). Claro que sí, guapi.

La culpa la tiene siempre los vascos

Pablo Echenique, escarbando en el nivel político español, se ha unido esta misma semana al viejo mantra de que, pase lo que pase, la culpa siempre la tenemos vascos: el PSOE, el partido que es socio de gobierno de Podemos, tumba la iniciativa de una empresa pública de energía en España y el que fuera mano derecha de Pablo Iglesias señala al PNV. ¡Claro que sí! Porque la gente en España y en Euskadi es tonta y, total, si traga con que Casado respeta al rival y que si en una factura no aparece el concepto “comisión” no lo es, ¿por qué no va a tragar con que el enemigo de la energía barata es el principal partido vasco?

«Guerra total»

Al PP no le duran las alegrías ni lo que dura una noche electoral: la “guerra total” (me parece que Público ha acertado en su definición) que se han declarado los unos a los otros solo puede traer el colapso de la cúpula del partido. A nadie se le escapa ya que Pablo Casado es un cadáver político, que no va a ser nunca una alternativa real a Pedro Sánchez, pero la que ha montado (o ha dejado que monten, que en este caso, da igual) con un espionaje a Isabel Díaz Ayuso, su gran rival interna y, a la vez, uno de los valores políticos de este PP desnortado, solo puede acabar mal. Y sí, la responsabilidad es atribuible a Casado.

Ángel Carromero, en el centro

¿Qué ambiente se respiraba en los despachos de los populares ayer, tanto en la sede principal, como en el gobierno de la comunidad de Madrid, como en el ayuntamiento de la capital de España? Es muy difícil levantar ese mal rollo, esa sensación de traición y de estar expuesto al escarnio público por los que son “los tuyos” y “las tuyas”. Porque esto no va de hechos (el espionaje en sí mismo) sino de personas: algunas fuentes apuntan a Ángel Carromero (nada menos que director general de Coordinación del Ayuntamiento de Madrid) como brazo ejecutor. Levanta eso internamente y ante la opinión pública.

Y el hermano, claro

Todo apunta a que el supuesto espionaje buscaba desactivar a Isabel Díaz Ayuso como enemiga interna de Pablo Casado. Para lograrlo, el elegido ha sido el hermano mayor de la presidenta de la Comunidad de Madrid: “Sus negocios como freelance, como autónomo, comisionista o heredero de sociedades de sus progenitores también han ido poco a poco haciéndose hueco en los medios de comunicación”, leemos en El Plural, donde también explican cómo Tomás continúa participando en contratos adjudicados por la comunidad de Madrid, como hicieron su madre y su padre en la época de Esperanza Aguirre.

¡Qué va a hacer el PP!

El desmentido por parte del PP es inevitable. ¿Qué van a hacer? Tampoco corre ningún riesgo el puesto de trabajo de Ángel Carromero, ni los contratos en los que participa, de manera directa o tangente, Tomás Díaz Ayuso. Cualquier paso que alguien dé ahora será susceptible de ser interpretado como consecuencia de las noticias que han atravesado al PP de norte a sur. Así que, al mal ambiente y a la sensación de decepción habrá que añadir el bloqueo. No solo en acciones: los bloques de isabelistas y pablistas se apretarán y mirarán de frente ahora más que nunca. Otra vez, el PP de Pablo Casado es corto en victorias y largo en derrotas.

Hombre, algo hay

Lo más difícil para el PP va a ser coser el partido internamente. Esa es una tarea compleja, que siempre se alarga más de lo deseado y, lo peor, que es percibida en el exterior como un síntoma de debilidad, de fragilidad, como si te desactivara para empresas mayores. Que se lo digan a Pedro Sánchez, que hizo implosionar al PSOE. Ahora le toca al PP, que tendrá que cobijar su escándalo y tensión internas mientras fuera arrecia: los juicios por corrupción siguen celebrándose y la cadena de adelantos electorales que Casado había programado para escalar hasta las generales ahora le puede pesar y hasta asfixiar.

El eco castellano-leonés

La lectura ya más sosegada de los resultados electorales en Castilla y León, elevados a anticipo de unas Generales por el empeño de Casado y la participación de Sánchez y Abascal, nos sigue dando reflexiones interesantes, como la que hizo a vuelapluma Aitor Esteban en clave vasca: “Unas elecciones muy lejanas. Abstención en el municipio del Condado de Treviño: 64’11%. Abstención en La Puebla de Arganzón: 59’59%. Abstención en la provincia de Burgos: 37’19%”. La excepción burgalesa en el territorio alavés ha vuelto a mostrarse ajena a un proceso electoral que le atañe pero que ni le ocupa ni le preocupa.

Haciendo cosas nazis

A Jorge Buxadé ya le vimos arrastrado por sus propios compañeros, entre collejas, porque había salido muy alegre al atril durante el mitin de fin de campaña de las elecciones catalanas de 2021. El pasado domingo, el eurodiputado de Vox celebró los resultados de su partido en Castilla y León también muy arriba, cantando “obrero y español” a sus parroquianos. Una canción que es, qué casualidad, la que corean en sus manifestaciones los integrantes de Hogar Social Madrid, esa asociación de ultras, de neonazis, de cabezas rapadas. Esa y no otra fue la tonadilla que vino a la cabeza pelada de Buxadé en plena algarabía.

Ayuso, sin complejos

Isabel Díaz Ayuso sabe todo esto porque de tonta no tiene ni un pelo, aun así, está “a favor de pactar sin complejos con la ultraderecha: ‘Que no importe lo que opine la izquierda’” (Público). La presidenta de la Comunidad de Madrid quiere gobernar con quienes corean canciones de grupos nazis y con quienes anuncian, en su primer pulso negociador, que pedirán la derogación de la ley autonómica de Violencia de Género y el decreto de Memoria Histórica. Medidas que ha impulsado o gestionado el PP, que es el partido que lleva gobernando Castilla y Léon más de 30 años seguidos con su característico “progresismo”.

¿El pueblo? ¿Qué pueblo?

Pero lo del PP no es tanto amor al facherío (que también) como su afición a disparar con pólvora del rey: las elecciones las pagamos todos y sus consecuencias quienes serán gobernados por la derecha sufriendo las extorsiones de la extrema derecha. Y Ayuso promueve ese pacto con Vox, con todas sus consecuencias negativas, sin pensar en el bien de la ciudadanía castellano-leonesa: “Génova se indigna con Ayuso: ‘Ha roto la tregua al primer día’” (Vozpópuli). Todo lo que está pasando va del PP, de sus luchas intestinas y de cuánto tiempo podrá aguantar Casado al frente del partido con su equipo.

Y la izquierda, a lo suyo

Después de que el PSOE haya perdido las elecciones (en la anterior cita con las urnas en Castilla y León fue la opción más votada aunque acabó gobernando el PP con Ciudadanos) y de que Podemos haya enterrado el listón de sus expectativas, tocaría una autocrítica. Y solventarlo todo con la excusa sociológica de que la autonomía es así de facha no cuenta, precisamente, como tal. Galleto Fontanedo lo tuiteaba con sorna: “Una manera muy buena de recuperar los votos perdidos es insultar a los votantes. No hacer ni un poco de autocrítica y llamar masa aborregada a la mayoría política , una estrategia sin fisuras”.