“El PP vasco prevé que el mitin de la presidenta de la Comunidad de Madrid en el Palacio Euskalduna de la capital vizcaína sea el que más simpatizantes atraiga de toda la campaña, ‘hay mucha ilusión, la gente tiene muchas ganas de verla’”. Mikel Segovia en El Independiente no puede resumir mejor lo que es el PP vasco hoy: una formación reducida a su núcleo duro después de reabsorber a Ciudadanos, que era poco más que una familia en su ala derecha. Una formación que abraza el ayusismo porque todo lo demás le ha fallado. Una formación que solo aspira a conservar y activar al mínimo posible.
En la política y en la vida
Las redes sociales digitales han empeorado la política: los tuits se han convertido en la manera de comunicar de las y los representantes de la ciudadanía, y esta se ha hooliganizado, al menos, en parte, para defender y atacar a su partido y a los otros. ¿Para qué? Pero en la vida no nos ha ido mucho mejor: perdemos nuestro valiosísimo tiempo con gilipolleces pegadas unas a otras. Europa (que sirve para algo, insisto e insistiré) ya ha puesto el foco. Y el ministro español de Consumo, también: “Garzón carga contra los ‘efectos nocivos’ de TikTok, Meta o Twitter: provocan ‘ansiedad’ y ‘depresión’ en los jóvenes” (República). Y esto es innegable.
El peor problema, el propio Musk
Hablando de redes sociales: no hacen un mal resumen en Marketing Directo sobre “el rosario de problemas que Elon Musk deja en herencia a la nueva CEO de Twitter”, Linda Yaccarino. Uno de los más importantes, precisamente, lo puede solucionar la política: la huida de anunciantes e ingresos podría arreglarse revertiendo la norma de los anteriores propietarios de no permitir publicidad política en la red. Otro problema es el control de gasto y el equilibrio con el personal necesario. Pero el principal es bregar con Elon Musk, que tiene toda la pinta de querer entrometerse en la gestión de la empresa por la que pagó 44.000 millones.
¿Hay que regularlo todo? Sí
Hace tiempo que, por suerte, no oímos la milonga de la necesaria descentralización de Internet, como eufemismo de su desregulación. Curiosamente, desde posiciones progresistas han alimentado durante años ideas ultraliberales. Es evidente, lo era entonces y espero que lo sea cada día, más, que es necesaria una regulación clara sobre todo lo que podemos hacer on-line. Porque mientras divagamos sobre lo que es progre y lo que es bobo, los malos avanzan: “¿Qué hay detrás de las aplicaciones que pagan por hacer encuestas? Recogen información personal que deberíamos proteger y venden datos a terceros”, avisan en Maldita.
A estos empoderamos
También era evidente, evidentísimo, que ampliar la grada de animación en San Mamés iba a servir para empoderar a los de siempre, a quienes consideran que la bandera para reclamar amnistía para los presos de ETA, la del Arrano Beltza con la que la izquierda abertzale quiso sustituir a la Ikurriña o la que sirve para reconocer la ocupación rusa del Donbass, son elementos de animación. A quienes no van a animar cuando el equipo está ante su última oportunidad. Esos son los que controlan la grada de animación. No otros. Siempre lo fueron, pero muchos miraron para otro lado por la campaña. Y no, no todas las campañas son iguales.