Ahogó las portadas que anunciaban la retirada de la consulta, ahogó la voz de los políticos que le trataban como a un derrotado, ahogó las palabras de los contertulios y los columnistas que le masacraban, y ahogó los descorches de esa ciudadanía cautiva de la propaganda española. Todavía no tenemos muy claro qué tipo de votación habrá el 9N en Catalunya, pero sí que los catalanes y las catalanas ejercerán su derecho a decidir qué quieren ser. Y ese hito traspasa las fronteras catalanas, como podíamos ver en la cuenta en Twitter de la ‘BBC’ para las informaciones de alcance.
El medio es el mensaje
Yo soy de los que cree a pies juntillas en la sentencia de Marshall McLuhan sobre que “el medio es el mensaje”. Seré gráfico: si escribiera esta columna con un montón de faltas de ortografía cada día y con abreviaturas propias de los más jóvenes en el WhatsApp, ¿me tomarían en serio? Pues la misma sensación tuve cuando leí el tweet de Bildu: “Hemos puesto unos gifs supermolones para llamar vuestra atención”. ¿Eso es lo que hacen en esta formación, entretenernos con animaciones? Y lo que es más importante: ¿esa es la comunicación con la que quiere identificarse EA, Sortu, Aralar o Alternatiba?
El gasto es el mensaje
Pues sí, a McLuhan se le escapó, pero el gasto también es el mensaje. Y ponemos un nombre propio a sugerencia de ‘El Confidencial’: Ildefonso Sánchez, que se gastó 484.000 euros con su tarjeta opaca de Caja Madrid, mientras que con la otra mano ordenaba cortar el agua caliente en los baños y prohibía el uso de las impresoras en la entidad para ahorrar costes. Un “déspota”, como le definen quienes coincidieron con él en la caja, que encontró acomodo entre Rato y Blesa por sus aires de grandeza: quería ser como el banco Santander y el BBVA pero ahorrando como en una pequeña oficina con apuros… y gastando como si el dinero fuera el del Monopoly.
La “élite” es el mensaje
Devastador. Así resulta el texto de José Antonio Montano en ‘Zoom News’, que recuerda inevitablemente a otros más antiguos, de grandes autores españoles críticos con el sistema que lleva enquistado en las castillas desde que España se definía así. “Lo llamativo de los gastos de nuestra élite es que no se diferencian en nada de los que hubiera tenido cualquiera del populacho de haber dispuesto de las mismas cantidades. Nuestra élite, de hecho, no es más que eso: populacho con pasta. Los becerros a los que les ha tocado el Gordo socioeconómico, eructando entre descorches de champán (con la etiqueta del precio)”.
La policía de Dallas también es el mensaje
Y vuelvo al axioma de McLuhan: el medio es el mensaje. Y en este caso, el medio es la policía local de Dallas, a la que vemos actuar en el caso del infectado por ébola en esa ciudad. Y actúan, sinceramente, como nos hubiera gustado que actuasen las autoridades españolas. Pero eso, visto lo visto contra Catalunya, gracias a las tarjetas opacas, y a pesar del ébola, es pedir mucho. En Dallas, la mascota del infectado recibe comida y bebida después de que descartaran el contagio. Y también podemos ver cómo se genera confianza mostrando que limpiaron la casa y retiraron los restos.