Desde mi encierro, hoy os invito a visitar de forma virtual San Marino. En el romano aeropuerto de Fiumicino recogemos el Citroen Picasso, alquilado a Locauto, con el que nos desplazamos a este pequeño estado de tan solo 61,19 km² y una población de poco más de 33.000 habitantes, un enclave rodeado de territorio italiano, situado a 10 km del mar Adriático. San Marino es una república parlamentaria y presume de ser el Estado soberano más antiguo del mundo. Si pensáis recorrer las carreteras italianas por estas fechas, conviene saber que en buena parte del país es obligatorio circular con neumáticos de invierno o llevar cadenas para la nieve del 15 de noviembre al 31 de marzo, aunque no haya ni gota de nieve en las carreteras, como fue nuestro caso cuando cruzamos los Apeninos los días 25 y 26 de marzo de 2017. Por delante teníamos casi 400 km de viaje.
Nuestros amigos
Eduardo y Mariluz estaban pasando unos días en la Toscana, así que aprovechamos
para quedar a comer con ellos en Betolle, una pequeña aldea de la provincia de
Siena, cerca de donde ellos se encontraban y que nos pillaba a mitad de camino.
Al final nos enrollamos y para cuando llegamos al Grand Hotel San Marino ya
había anochecido, por lo que nos limitamos a dar un paseo por nuestro entorno,
para tomar las primeras imágenes nocturnas. Por cierto, el 25 de marzo es
festivo en San Marino, pues celebran el aniversario del Arengo, representante
familiar de una asamblea que gobernó el país hasta mediados del siglo XIII.
Si algo ha
llamado especialmente mi atención en este pequeño país son las excepcionales
vistas que se tienen desde la parte alta de su capital, Città di San Marino,
que realmente es un pequeño pueblo de poco más de 4.000 habitantes, situado
sobre el monte Titano, en los montes Apeninos, a una altitud media de 749
metros. Hoy ha tocado madrugar, pues disponemos tan solo de la mañana para
recorrer esta encantadora ciudad.
La ciudad de San
Marino estuvo protegida por tres cercos de murallas, datando el más antiguo el
siglo XI. Aunque lo normal es acceder al casco antiguo por la puerta de San
Francisco, también conocida del Loco, y luego pasar la Puerta Nueva (en la
parte inferior de la imagen), nosotros entramos en el recinto amurallado por la
Puerta de la Muralla Nueva, ya que la teníamos al lado del Hotel. El centro
histórico de San Marino y Monte Titano forma parte del Patrimonio de la
Humanidad de la UNESCO desde el año 2008, como testimonio de la continuidad de
una república libre desde la Edad Media.
En mi opinión,
el principal atractivo del centro histórico se encuentra en las fortalezas que
protegían la ciudad, construidas en los riscos de su parte alta. Un agradable
paseo recorre las tres torres de guardia, siendo la primera la Guaita (o
Rocca), construida en el siglo XI dominando toda la zona costera. La segunda,
la más alta de las tres, es la Cesta. Edificada en el siglo XIII, acoge el
Museo de las Armas Antiguas. La última torre es Montale, de finales del siglo
XIII, que se alza aislada y conserva aún un antiguo calabozo.
Tras haber
recorrido la zona de montaña, descendemos “un peldaño” hasta la parte alta de
la ciudad. Pasamos junto a la Basílica de San Marino y la iglesia de San Pedro
y llegamos a la Piazza della Libertà, el corazón del casco antiguo, en cuyo
centro se encuentra la estatua de la Libertad (1896). Lo más llamativo de la
plaza es el Palazzo Pubblico, construido con formas medievales a finales del
siglo XIX. Tras él tenemos un mirador desde el que se domina una espectacular
vista hasta el mar Adriático.
En la zona que
da al mirador existen dos importantes esculturas, una modernista de título
“Nido de vida” y otra mucho más clásica, un busto en memoria de Bartolomeo
Borghesi. Seguimos descendiendo y fotografiando esculturas. En el pequeño
parque Orti Borghesi tenemos unas cuantas: “En memoria del bombardeo”,
“Insecto”, “Alumna de danza”, “A Aldo Volpini”…
Nuestro
recorrido monumental por el caco antiguo está tocando a su fin. Pasamos por la Piazza
Titano y nos dirigimos al punto más bajo, la Puerta de San Francisco, cerca de
la cual se encuentra la iglesia del mismo nombre, edificada en el siglo XIV. Comenzamos
la subida hacia el punto de partida pasando por la hermosa Piazza Sant’Agata.
Unas escaleras nos conducen hasta nuestro hotel, frente al que tenemos aparcado
el coche. Desde allí echamos un último vistazo a las estribaciones montañosas
de los Apeninos. Me ha gustado San Marino, pero tenemos que salir rápido, pues
nos separan 507 km de nuestro siguiente destino, Nápoles.
Escribo desde mi confinamiento casero, presentando el lugar desde el que escribo este blog, con el ordenador, la impresora y el escáner en primer plano y bastantes recuerdos traídos de mis viajes, para animar un poco la estancia. A mi espalda tengo mi biblioteca viajera y de montaña. Es domingo, 22 de marzo y por el ordenador escucho el programa de Radio Euskadi “Más que palabras”, que presenta mi amiga Almudena Cacho. Acaban de dar la noticia de que el confinamiento se prolongará quince días más y pienso que no acabará ahí, así que en esta pequeña estancia pasaré unas cuantas horas. Eso si, a las 13:30 h pararé a comer las rabas, para que no se me olvide que es domingo, en compañía de la familia por videoconferencia. El jueves por la tarde tuvimos pintxo-pote.
Ésta es la vista
que tenía en mi calle cuando he salido a comprar el pan. Lo único bueno es que
ahora puedo escuchar a los pajaritos. Son 600 pasos de ida y vuelta, incluidas
80 escaleras de bajada y otras tantas de subida hasta casa. No tengo balcón y
desde las ventanas que dan a la calle la vista no es de tirar cohetes. A las 20
h, como cada día saldré a la ventana a aplaudir. Dicho esto paso a contaros en
qué paso parte de mi tiempo.
Me tengo que conformar con ver en la pantalla del ordenador las imágenes del recorrido que hacía cada día, caminando por Ereaga hasta el Puerto Viejo. Es la única forma de poder recordar las olas, los surfistas, las garcetas, el Serantes y el desayuno en Itxasbide Taberna. Cuándo podré volver a disfrutar de esa riquísima tortilla de patata con bonito y alegría y de ver el mar?
Pienso que al
menos me quiten lo bailado, pues este año ya he viajado a Lanzarote y a
Portugal, aunque tuve que anular el viaje a Grecia. Tenía varios proyectos en
cartera para el mes de junio, que ahora quedan paralizados quién sabe hasta
cuando: Madagascar, Kenya, Armenia y Georgia, así que en qué puedo matar tanto
tiempo libre?
Disfruto
preparando los viajes y luego revivirlos. Me encanta preparar álbumes digitales
de Hofmann, tengo 67, aunque cada vez hago menos pues ya no me caben en casa.
Para pasar el rato cada día volveré a ver un par de ellos, para rememorar los
viajes y viajar con la imaginación. Casi seguro que comenzaré uno nuevo, con
los dos viajes que he realizado este año. Es un entretenimiento bastante creativo.
Os he comentado
que disfruto preparando los viajes, pues todos los que hago los preparo en casa
y hago todas las reservas por Internet, los vuelos con las compañías aéreas,
los hoteles generalmente con Booking, con posibilidad de anular y los coches de
alquiler con Rentalcars. Esto me lleva bastante tiempo, pues ya no compro guías
de viaje, ya que la información está mucho más actualizada en Internet. Luego
me preparo mi propia guía en la que llevo toda la información actualizada. Lo
malo es que ahora es impensable prever cuál será mi propio destino, aunque
continuaré con la segunda parte del viaje a Portugal, un país que me encantó.
Sin salir de
esta habitación tengo una buena biblioteca viajera, con gran cantidad de
revistas, guías y libros de viajes y numerosas publicaciones y guías
montañeras, que me pueden proporcionar nuevas ideas para el futuro. Esto se
prevé largo, así que habrá que tenerlo en cuenta.
Si la salud me
lo permite, a partir del próximo martes seguiré con este blog, escribiendo
sobre países y lugares que he recorrido principalmente en los meses de marzo y
abril. Al menos así estaré en contacto con un tema que me apasiona y
proporcionando ideas que os puedan servir para cuando esta crisis sanitaria
concluya. Ya estamos más que informados sobre la emergencia sanitaria.
Debo seguir
escribiendo sobre viajes? Es la pregunta que me hago ahora que estamos
encerrados en casa. He llegado a la conclusión de que voy a seguir, pues ahora
tenemos mucho más tiempo para leer y preparar proyectos para el día en que
podamos retomar la vida cotidiana. Lo mismo que nos proponen realizar visitas
virtuales a museos a través de Internet, mi propuesta consiste en poder viajar
con la imaginación y daros ideas para futuros viajes. Además, tras 48 horas de
encierro domiciliario, pese a reconocer la gravedad de lo que estamos pasando,
ya estoy saturado de tanta información sobre el coronavirus.
Escribo estas
líneas en mi segundo día de encierro, así que este relato es completamente
actual. Desde hace meses tenía pagados dos billetes de avión a Atenas y varios
hoteles reservados en Grecia para recorrer ese país del 10 al 20 de marzo. El
lunes, día 9, al mediodía, recibo la noticia de que Lufthansa comienza a
reducir vuelos, así que decido cancelar el viaje y dedicar la tarde a cancelar
las reservas de hoteles y el coche de alquiler. Como tenemos ya las maletas
hechas, decidimos marchar los mismos días a Portugal, donde el coronavirus está
incipiente, pues sólo hay 19 casos, concentrados en su mayor parte en una zona
del norte a la que estaba prohibido acceder. Vamos en coche, pues si la cosa se
complica, en cualquier momento podemos volver a casa.
Al poco de
cruzar la frontera de Vilar Formoso, nos detenemos a tomar un café con los
riquísimos pastelitos de Belén. Percibimos que Portugal es muy barato, pero la
gasolina es carísima y en las autovías estás constantemente pagando con el
Via-T. Dejamos la autovía en Viseu y entramos en un laberinto de carreteras de
montaña para llegar a nuestro destino, Arouca, a casi 700 km de Leioa. En el
Hotel Sao Pedro pasamos tres noches. Para las cenas optamos por el Café
Arauquense, situado en pleno centro frente a la capela da Misericordia, al lado
del convento y a un paso del Ayuntamiento. En Arouca nos hemos sentido como en
casa, por la amabilidad de la gente.
11 de marzo. El
principal objetivo de este viaje era recorrer los Passadiços do Paiva, un
sendero de 8,7 km que en su mayor parte se realiza sobre pasarelas de madera,
bordeando la garganta del río Paiva. Estamos en el llamado Arauca Geopark,
pudiendo contemplar varias cascadas y la construcción del que pretende ser el
puente colgante más largo de Europa. Para acceder a las pasarelas hay que pagar
una entrada de 2 € (1 si lo haces por la web). El recorrido lo efectuamos de Areinho
a Espiunca, donde hemos dejado el coche, trasladándonos en taxi hasta el punto
de partida (15 € con Taxis Barbosa). El recorrido nos ha encantado, pues además
había poca gente. Portugal comenzó a tomar medidas antes que aquí y al día
siguiente cerraron las pasarelas.
Por la tarde,
antes de regresar al hotel, visitamos el Museo das Trilobites, integrado en el
Geopark de Arouca, incluido en la Red de Geoparques de la UNESCO. Nos acompaña
en la visita su director, que estaba aburrido ya que han suspendido las visitas
escolares. Tras ver un interesante documental, podemos contemplar, incrustados
en la pizarra de la zona, los fósiles de animales que habitaron los mares hace
500 millones de años. La entrada cuesta 5 €. Un curioso lugar a recomendar.
12 de marzo. Decidimos pasar el
día en Porto (Oporto), distante menos de una hora. Dejamos el coche en un
parking situado junto al Ayuntamiento y nos disponemos a patear la ciudad, buscando
espacios abiertos. En la oficina de turismo atienden con guantes y hay que
situarse a un metro del mostrador. Descendemos por la avenida dos Aliados y nos
dirigimos a la iglesia y Torre de los Clérigos. Como hay poca gente, entramos,
cosa que no hacemos en la librería Lello, con cola para entrar, así que nos
acercamos a la fuente de los Leones y a la iglesia do Carmo.
Aunque en Portugal hay todavía
muy pocos casos, cada vez que entramos a un bar nos lavamos con agua y jabón y
constantemente con el desinfectante que lleva mi mujer en el bolso. Por lo que
pueda suceder a nuestro regreso, antes de abandonar Porto compramos tres
mascarillas y dos frascos de desinfectante. La siguiente cita la tenemos en la
preciosa estación de San Bento, edificio de influencia francesa, con su atrio
revestido con veinte mil azulejos (551 metros cuadrados), de comienzos del
siglo XX.
La siguiente cita la tenemos en
la Catedral (Sé do Porto), cuyo interior visitamos pues prácticamente no hay
nadie. Se ha echado la hora de comer, así que bajamos al Cais da Ribera. Hay
muchos turistas en Oporto, de muchas nacionalidades pero con mayoría española.
Esperamos a que se aligeren las abarrotadas terrazas, dando un paseo hasta el
emblema de la ciudad, el puente Luis I. Estamos manteniendo a rajatabla las
medidas de seguridad, sentándonos siempre con una mesa libre por cada lado.
Concluimos la jornada en la desembocadura del Duero, viendo cómo rompen las
olas sobre el Faro de Felgueiras. Hacía mucho que no iba a Oporto. Es una
ciudad preciosa que forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
13 de marzo. Emprendemos rumbo a
Lisboa, deteniéndonos en primer lugar en Aveiro, conocida como “la Venecia de
Portugal” por los canales que discurren por el casco urbano. Aquí no sucede
como en Oporto, pues las terrazas están casi vacías, Lo mismo sucede con los
moliceiros, las góndolas locales que surcan los canales. Reciben este nombre
porque hasta el siglo pasado eran utilizados para la recogida del fondo de la
ría y el transporte del moliço, una planta acuática.
El día se ha cubierto
completamente cuando llegamos al Mosteiro de Santa Maria da Vitória,
popularmente conocido como Monasterio de Batalla, declarado Patrimonio de la
Humanidad por la UNESCO. Pensábamos encontrarlo cerrado, pues en Lisboa ya han
cerrado casi todo lo visitable, pero podemos acceder a su interior (entrada 6
€, 3 los mayores de 65 años). Es un magnífico de la arquitectura gótica tardía
portuguesa, o estilo manuelino. El monasterio comenzó a construirse en 1386, concluyéndose
en 1517. Aprovechamos para comer, en una hora tardía como de costumbre,
conversando con el camarero sobre algo monotemático, el coronavirus,
omnipresente en las televisiones portuguesas.
Por la tarde nos dirigimos a la Abadía de Santa María de Alcobaça, que también permanece abierta y con los mismos precios de entrada que el monasterio anterior. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es la primera obra gótica erigida en suelo portugués, ya que su construcción comenzó en 1178. Ante el cariz que están tomando las cosas en el Estado y en Euskal Herria, decidimos poner fin al viaje. Camino de la costa, en Nazaré, el MAUC nos envía un SMS diciendo que si tenemos que coger algún vuelo, que nos replanteemos el viaje. No es nuestro caso, pero aquí concluimos. Pasamos la noche en Lisboa, anulamos sin problema las otras tres que nos quedaban y cancelamos tres noches en el Algarve y una en Évora, capital del Alentejo, región en la que no había coronavirus. Tiempo habrá de volver. Lisboa está aletargada, con poca gente por la calle y tan solo algunas personas en las terrazas.
14 de marzo. Anoche nos
encerramos en el céntrico Hotel Marqués de Pombal. Solo tres mesas ocupadas
para cenar, pero bastante gente en el desayuno. Como los días son cortos,
reservo un hotel en la periferia de Salamanca, para partir el viaje. En una
estación de servicio portuguesa, en los baños ví un buen sistema. Había cuatro
lavabos, cada uno de ellos con tres grifos, por uno salía jabón, por otro agua
y el otro era el secador. Todo ello por célula, sin tocar nada. Comimos en
Guarda y aprovechamos para hacer la compra en el Lidl, con un empleado de
seguridad en la puerta, para controlar las entradas. Cerca de Ciudad Rodrigo,
cuando paré a repostar, aprovechamos para comprar algo para cenar, que me lo
sirvieron a través de un cajón. El hotel tenía el restaurante cerrado, pero nos
dieron desayuno.
El domingo por la mañana, casi no
había tráfico de vehículos, pero si gran cantidad de autocaravanas de matrículas
extranjeras abandonando apresuradamente el país. De Salamanca a Burgos, todos
los paneles de la autovía nos recordaban “mejor quédate en casa”. Cuando
cogimos la AP-68, solo vimos un vehículo hasta Altube, el que aparece en la
imagen con Gorbeia al fondo. A las 14:15 empezábamos el confinamiento en casa.
Espero tener mucho tiempo para preparar nuevos proyectos viajeros. ¡Mucho ánimo
y suerte!
Galicia y
Asturias me encantan, tanto la costa como el interior, sus paisajes su
gastronomía… Es por ello que, dado que en marzo los días ya van alargando y
aprovechando una ventana de buen tiempo de tres días, nos escapamos a Asturias.
Si la anterior escapada que publiqué en este blog tuvo como tema principal la
naturaleza, en esta ocasión van a ser los pueblos costeros: Llanes, Llastres,
Tazones, Lluanco, y Cudillero, teniendo como campamento base la ciudad de
Gijón, distante 265 km de Leioa, que se realizan por autovía en dos horas y
media. ¡Qué bien desde que acabaron el tramo de Llanes!
Llevábamos recorridos
poco más de 20 km por Asturias, cuando decidimos efectuar la primera parada.
Fue en Llanes, población que se hizo más conocida por los “Cubos de la Memoria”,
de Agustín Ibarrola, quien pintó con diversos motivos los bloques de hormigón
que protegen el puerto. Aprovechamos también para contemplar la descarga de un
barco de pesca y recorrer el conjunto histórico de la villa: torre de la
muralla, basílica de Santa María del Concejo, diferentes casas y el monumental
edificio del Casino.
50 km después
nos volvemos a detener en Llastres, villa marinera pertenecientes al concejo de
Colunga. Catalogado como uno de los pueblos más bonitos de España, fue
escenario de la serie de televisión Doctor Mateo, emitida por Antena 3 entre
2009 y 2011, aunque en ella se llamaba San Martín del Sella. Antes de recorrer
los diferentes escenarios de la serie, como la Torre del Reloj y la iglesia de
Santa María de Sábada, subimos a la parte alta del pueblo, donde se encuentra
la capilla de San Roque, desde la que se tiene una fantástica vista. Por
cierto, se ha echado la hora de comer y al lado tenemos el restaurante El Mirador.
Tras cruzar la
ría de Villaviciosa, 27 km después nos volvemos a detener en otro de los
pueblos más bonitos de España, además de estar declarado conjunto histórico. Se
trata del pequeño pueblo marinero de Tazones, perteneciente al concejo asturiano
de Villaviciosa. Damos un paseo por la zona del puerto, contemplando sus
coloristas casas tradicionales y la Casa de les Conches, con la fachada
totalmente cubierta de conchas de diferentes formas, tamaños y colores. También
nos acercamos a la iglesia parroquial de San Miguel y a un cercano hórreo. Unas
niñas disfrazadas de Carnaval posan para la cámara.
Aprovechamos una
oferta del Parador de Gijón/Xixón para pasar las dos noches de esta escapada. Ocupa
un viejo molino centenario en el Parque de Isabel la Católica, uno de los
rincones más hermosos de la ciudad. Como telón de fondo tenemos las nevadas
cumbres de los Picos de Europa. Además estamos a un paso del Paseo Litoral de
San Lorenzo, de 5.750 metros, que recorreremos al día siguiente por la mañana,
deteniéndonos a fotografiar algunas de las esculturas que lo adornan, como la
«Madre del Emigrante», de Ramón Murieras y «Solidaridad»,
de Pepe Noja.
Una vez
instalados en el Parador, por la tarde todavía tenemos tiempo para recorrer el
centro de Gijón/Xixón. Bordeamos la playa de San Lorenzo y en primer lugar nos
dirigimos a la iglesia de San Pedro, para luego pasar ante la antigua
pescadería municipal, la Casa natal de Jovellanos, la Plaza Mayor, el
Ayuntamiento, la Colegiata San Juan Bautista y el Palacio Revillagigedo,
magnífico ejemplo de la arquitectura palaciega asturiana del siglo XVIII, que
toma un precioso color con el sol del atardecer. Foto a la escultura de Don
Pelayo, el primer rey asturiano (siglo VIII), antes de subir al Cerro de Santa
Catalina para ver «Elogio del Horizonte», la gigantesca escultura de
hormigón realizada por Eduardo Chillida en 1990. Antes de ir a tomar unos
oricios (erizos) regados con sidra, nos detenemos ante otros notables
edificios, el Teatro Jovellanos y la iglesia de San Lorenzo.
Tras el
recorrido matutino por el paseo litoral, iniciamos una nueva jornada
desplazándonos hasta Lluanco/Luanco, capital del concejo de Gozón, distante
23,5 km. Cuenta con un interesante conjunto histórico que se asoma a la playa
de La Ribera, destacando la Torre del Reloj, de 1705, la Casa de los Menéndez
de la Pola y la iglesia parroquial de Santa María, que cuenta con ricos
retablos barrocos, destacando el retablo mayor del siglo XVIII, con la imagen
del Cristo del Socorro.
Nuestro
siguiente destino está a tan solo 8,5 km. Se trata del faro del Cabo Peñas, el
más septentrional, importante y de mayor alcance del litoral asturiano. Desde
el acantilado de más de 100 metros de altura tenemos una preciosa vista de la agreste
costa y de la isla Herbosa.
Nos quedan 43 km
para llegar a nuestro siguiente destino, Cudillero. Este relevante puerto
pesquero cuenta con numerosos restaurantes, así que es el lugar que hemos
elegido para un picoteo al mediodía, mientras contemplamos sus coloristas casas
que trepan por la ladera de la montaña desde el puerto. Disfrutamos del puerto
y los barcos de pesca, llamándonos la atención que el faro (Faru de Cuideiru),
está en lo alto de la Punta Roballera. En el pueblo el edificio más notable es
la iglesia de San Pedro, gótica, del siglo XVI.
Desandamos 29 km
para desplazarnos a Avilés, donde pasaremos la tarde. No conocía esta ciudad y
me ha encantado, sobre todo su casco antiguo, declarado Conjunto
Histórico-Artístico por sus palacios, templos y edificios civiles, acercándonos
a algunos de ellos como la iglesia de San Nicolás de Bari, la calle Galiana, el
Palacio de Macua y las plazas del Mercado y de Carbayedo. La ciudad se ha
«revalorizado» desde la inauguración en 2011 del Centro Cultural
Internacional Oscar Niemeyer, junto a la ría de Avilés.
En Avilés
tuvimos la suerte de coincidir con el Antroxu, nombre asturiano por el que se
conocen las fiestas de Carnaval por estas tierras, que este año se han celebrado
del 19 a 26 de febrero con el lema “¡Llocos años venti…de folixa!”. Su fiesta
grande coincide con el sábado, en el que se realiza el Descenso Internacional y
Fluvial de la Calle de Galiana, así llamado porque se llena de espuma la citada
calle para que desciendan por ella los participantes, mientras son regados con
agua por los vecinos. Tuve que tener cuidado para tomar las fotos.
El domingo por
la mañana, tras el paseo matutino por el paseo litoral, emprendemos el regreso
a casa con parada para comer en Ribadesella, magnífico ejemplo de mar y
montaña, que cuenta con un interesante patrimonio cultural del que ya os hablé
en una anterior entrega de este blog. Salimos pronto para no pillar los
tradicionales atascos de la A-8 a partir de Castro. Es el precio que hay que
pagar para viajar a Asturias, aunque la autovía no sea de pago.
Dejaba la pasada
semana el relato de esta escapada romana en la acordonada plaza de San Pedro,
en el Vaticano, mientras preparaban todo para una audiencia del Papa. Por la
tarde, una vez retiradas las estrictas medidas de seguridad, accedimos al
interior de la enorme Basílica de San Pedro, que tiene 190 metros de longitud y
capacidad para 20.000 personas. Su construcción se concluyó en el año 1626,
destacando su colosal cúpula, a la que no subimos. Entre las obras de arte que
existen en su interior destacan el Baldaquino de Bernini, La Piedad de Miguel
Ángel y la estatua de San Pedro en su trono, que tiene el pie derecho
desgastado por los besos de los fieles.
Horario: De 7 a 18 horas. La cúpula abre una
hora después y cierra una hora antes.
Precio: La entrada a la basílica es gratuita. La
subida a la cúpula es de pago.
Metro: Ottaviano, línea A (roja).
A primera hora de la tarde teníamos reservada la entrada a los Museos Vaticanos, cuyos orígenes se remontan a 1503, año en que el Papa Julio II donó su colección privada. Hoy cuenta con infinidad de obras de arte y varias galerías y museos, como el egipcio y el etrusco, así que uno puede salir empachado de tanta cultura. Hicimos un rápido recorrido pues lo que realmente nos interesaba es la Capilla Sixtina, uno de los mayores tesoros artísticos del mundo, por los frescos que recubren por completo las paredes y el techo. Todos los frescos del techo son obra de Miguel Ángel, siendo la imagen más conocida “La Creación de Adán”, destacando también “La expulsión del Paraíso”. Sobre el altar mayor y con unas dimensiones de 13,70 por 12,20 metros se encuentra la otra obra maestra de Miguel Ángel, “El Juicio Final”. No se puede sacar fotos.
Horario: De lunes a sábado de 9:00 a 18:00 horas
(último acceso 16:00).
Precio: 17€ + 4 € reserva (merece la pena
reservar).
Con los últimos
rayos de sol, pues en febrero anochece pronto, nos acercamos a una de las
plazas más conocidas de Roma, la Plaza de España (Piazza Spagna). Un habitual
punto de encuentro son las escaleras que la comunican con la iglesia de Trinità
dei Monti. En torno a la iglesia se desarrolla un pequeño mercado de venta de
cuadros.
Situación: Piazza di Spagna.
Metro: Spagna, línea A
Hoy hemos
decidido rematar la jornada en Trastevere, pues así podremos tomar unos vinos y
cenar en una zona más barata, dado la cantidad de bares y restaurantes
existentes en este barrio. Como pasamos frente a ella, no podemos resistir la
tentación de entrar a la antiquísima Basílica de Santa María en Trastevere, una
pequeña joya. Por hoy ya vale. Mañana será otro día.
Situación: Piazza Santa María in Trastevere.
Horario: Todos los días de 7:30 a 21:00 horas.
La tercera y
última jornada completa en la ciudad eterna la dedicamos a callejear, pues ya
hemos visto todos lo “interiores” que nos interesaban. Pasamos junto a los
restos del Circo Máximo y nos acercamos al Forum Boarium (Foro Boario), ubicado
a orillas del río Tíber, para echar un vistazo al Templo de Hércules, de forma
circular y rodeado de columnas. Nuestro primer destino está casi al lado. Se
trata de la Boca de la Verdad (Bocca della Veritá), una enorme máscara de
mármol de fama mundial (1,75 metros de diámetro), de la que se cuenta que
mordía la mano de aquél que mentía. Es un lugar muy frecuentado, situado en el
exterior de una de las paredes de la iglesia de Santa María in Cosmedin.
Situación: Piazza della Bocca della Verità, 18.
Horario: Todos los días de 9:30 a 17:00 horas.
Metro: Circo Massimo, línea B.
Cortejamos ahora
al río Tíber, que lo tenemos a un paso, cruzándolo por el Ponte Palatino, desde
donde observamos el Ponte Roto así como a los cormoranes y gaviotas que
descansan plácidamente junto al río. Volvemos a cruzar el Tíber por el Ponte
Cestio, accediendo de esta forma a la isla Tiberina (isola Tiberina), una de
las dos islas que se encuentran en el Río Tíber a su paso por Roma. El edificio
más notable es la Basílica menor de San Bartolomeo all’Isola, fundada a finales
del siglo X por Otto III, emperador del Sacro Imperio para albergar las
reliquias de San Bartolomé.
Abandonamos la
isla Tiberina cruzando el Tíber por el ponte Fabricio. Frente a nosotros
tenemos la Gran Sinagoga de Roma (Tempio Maggiore di Roma), edificio concluido
en 1904. Seguimos caminando. Pasamos junto al Pórtico de Octavia (Portico di
Ottavia), antigua construcción romana del año 27 aC y llegamos a un hermoso
edificio, el teatro de Marcelo, que fue promovido por Julio César y acabado por
Augusto en el año 11 aC. Nos dirigimos ahora a la Plaza del Capitolio (Piazza
del Campidoglio), donde se encuentran el Palazzo Senatorio y el Palazzo Nuovo,
sede de los Museos Capitolinos, a los que no entramos, conformándonos con
contemplar la imponente estatua ecuestre de Marco Aurelio, realizada en bronce,
la réplica de la escultura de la Loba Capitolina, que forma parte de la Leyenda
de Rómulo y Remo y, a nuestros pies, el Foro di Cesare.
A unos pasos
tenemos el Monumento Nazionale a Vittorio Emanuele II, inaugurado en 1911 para
rendir homenaje a Víctor Manuel II, primer rey de Italia tras su unificación.
Tiene 135 metros de ancho y 70 de alto, con decenas de majestuosas columnas
corintias e interminables escaleras, todo ello en mármol blanco. Una escultura
ecuestre de Víctor Manuel de bronce preside el conjunto y dos cuadrigas guiadas
por la diosa Victoria coronan el pórtico de 16 columnas. Uno de los mayores
atractivos son las vistas panorámicas que se tienen desde la terraza, a la que
solo se puede acceder en ascensor panorámico.
Situación: Piazza Venezia.
Horario: De 9:30 a 19:30 horas (último acceso a
las 18:45 horas)
Precio: Entrada gratuita. Ascensor: 10 €.
Al lado se
encuentra la Basilica di Santa Maria in Ara coeli, una de las iglesias más
queridas por el pueblo romano por albergar una figura de madera del Niño Jesús,
de la que se dice que es milagrosa. Coincidimos con una Boda. Todavía no he
comentado que la mayoría de las iglesias, que son gratuitas, no se pueden
visitar los domingos durante los actos litúrgicos.
Situación: Piazza Campidoglio, 55.
Horario: Todos los días de 09:00 a 12:30 y de
15:00 a 18:30 horas.
Hoy se nos
amontonan las cosas, pues todo está muy cerca. Estamos en la Piazza Venezia, a
la que se asoma el Palazzo del mismo nombre, el primer palacio renacentista
construido en Roma (siglo XV). Casi al lado tenemos las coquetas iglesias de
Santa Maria de Loreto (Chiesa di Santa Maria di Loreto) y del Santísimo Nombre
de Maria en el Foro Trajano (chiesa del Santissimo Nome di Maria al Foro
Traiano). Estoy poniendo todos los nombres también en italiano porque es como
lo vais a encontrar. Entre ambos templos se alza la Columna de Trajano (Colonna
Traiana), concluida en el año 113 con 30 metros de altura (38 incluyendo el
pedestal sobre el que reposa). Estamos en los Foros Imperiales, en los que el
principal edificio es el Mercado de Trajano, el primer centro comercial
cubierto de la historia. Construido en ladrillo entre los años 100 y 110,
estaba formado por seis plantas con más de 150 locales comerciales. Como
nosotros, la mayoría de los turistas se limitan a contemplarlo desde la Via
Alessandrina.
Situación: Via IV Novembre, 144.
Horario: De martes a domingo: de 9:00 a 19:00
horas.
Precio: 11,50€
Seguimos
«pateando Roma». Nos detenemos ahora ante el Obelisco della Minerva, situado
en la plaza del mismo nombre, también conocido como Obelisco y el elefante.
Pasamos de largo la iglesia del Gesù (siglo XVI), que fue la primera iglesia jesuita
que se construyó en Roma y constituye uno de los ejemplos más destacados del
arte barroco romano. Nuestro destino es el Campo dei Fiori (Campo de flores),
una de las plazas más animadas de la ciudad, por el día por su peculiar mercadillo
y durante la noche por sus terrazas y restaurantes abarrotados.
Seguimos caminando hasta la Piazza Navona, una de las plazas más bonitas y populares de Roma. Empezamos a estar cansados, así que es un buen momento para hacer una pausa para comer, pues la plaza está rodeada de restaurantes. Luego visitaremos la plaza y su entorno. Los dos edificios más importantes que se asoman a la plaza son el Palazzo Pamphili y la Iglesia de Sant’Agnese in Agone, aunque su mayor atractivo son las tres fuentes construidas bajo el mandato de Gregorio XIII Boncompagni (siglo XVII), la Fontana dei Quattro Fiumi (Fuente de los Cuatro Ríos), la Fontana del Moro y la Fontana del Nettuno. En la plaza hay un pequeño mercado de venta de cuadros.
Nos quedan unas
pocas horas de luz para seguir «pateando» la parte vieja de Roma, que
también se puede recorrer en pequeños autobuses eléctricos, pero todos los
sitios de interés están muy cerca unos de otros. La primera parada vespertina
es en el Panteón de Agripa, que data del año 126 dC y el edificio mejor
conservado de la antigua Roma.(Horario: De lunes a sábado de 8:30 a 19:30
horas. Entrada: Gratis). La siguiente parada es en Vía del Corso, donde se abre
la Piazza Colonna, rodeada de monumentales edificios, aunque lo que llama
nuestra atención es la columna de mármol levantada entre los años 176 y 192.
Estamos viendo de día los lugares que recorrimos en nuestra primera noche. Nos
detenemos ahora en la Piazza di Pietra, para tomar un café y fotografiar las columnas
corintias de quince metros de altura, único resto que se conserva del Templo de
Adriano. Seguimos callejeando hasta la Fontana de Trevi, la fuente más bonita
de Roma y también la más popular. Tiene 20 metros de ancha por 26 de alta,
remontándose su aspecto actual al año 1762. Concluimos está intensa jornada en
la Piazza Barberini. Si en la primera jornada tomé una foto nocturna de la
Fontana del Tritone (Fuente del Tritón), realizada en 1643, hoy la tomo
iluminada con los últimos rayos del sol romano.
Metro: El casco antiguo es accesible desde la
estación Barberini, línea A.
La Via di S.
Nicola da Tolentino nos acerca hacia el Hotel Embassy, en el que nos alojamos,
pero todavía tenemos que caminar 1,3 km. Hemos recorrido a pie medio Roma. Como
estamos cansados cenaremos cerca del hotel. Mañana toca madrugar pues el vuelo
a Bilbao sale de Fiumicino a las 09:40. Teníamos pagado el autobús al
aeropuerto, pero hemos reservado un taxi, para poder salir desayunados del
hotel. La intensa escapada ha concluido.
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