«Normalización»

Lo normal en Euskadi es España. Y todo lo que no sea España es anormal, claro. A Nico Williams se le pregunta por España, una y otra vez. Vemos a Broncano con su bombo gritando “televisión española” y le reímos las gracias. A la izquierda abertzale, hablémonos como a adultos, le va mejor desde que es simplemente izquierda, como la española. El alcalde de Iruña lo es por un pacto con el PSOE y va a la fiesta más española porque es taurino (y español) durante la semana posterior a San Fermín. Y por supuesto, la Guardia Civil desfila por Vitoria (decir “Gasteiz” acabará siendo de anormales) porque eso es “la normalidad” (El Confidencial).

“Las instituciones”

Fruto de esa transformación de la izquierda abertzale en “simplemente izquierda” y de esos pactos con el PSOE es, precisamente, la ley española de Vivienda que no está dando resultados. Además, inesperadamente los vientos del enfado han cambiado de dirección y apuntan a los dos gobiernos más progresistas de la historia de España, apoyados desde fuera por la izquierda más prístina: Bildu, ERC y BNG. Por eso “el clamor” (Público) se dirige ahora a quien manda y les apoyan, y por eso ni PSOE, ni Sumar, ni Podemos se libraron en Madrid del cabreo monumental de quienes se sienten indefensos e indefensas.

El problema

Vivir en sociedad es muy fácil: consiste en preguntarse “¿qué pasaría si todo el mundo hiciese lo que estoy haciendo?”. Y la nuestra, la española y también la vasca, son sociedades que llamamos así más por inercia que por sentido de la palabra. Somos individuos egoístas capaces hasta de acaparar un bien de primera necesidad como la vivienda para hacer negocio con él. Que Airbnb sea legal escapa de toda lógica, que haya tenedores de media docena de viviendas para especular (ellos lo llaman “invertir”) es un fracaso y que los fondos buitres no sean perseguidos por la justicia define a los gobiernos y los parlamentos.

Buena noticia para quien especula

El anuncio de Pedro Sánchez de “200 millones en bonos de alquiler para jóvenes” (Huffington Post) ha hecho más felices a los tenedores de viviendas que a la juventud. ¿Y por qué solo hay que financiar a la juventud? ¿Qué hace esa familia con niñas y niños pequeños en la que una o uno de los progenitores se ha quedado en paro? Política soft y patada a seguir: ese es el verdadero manual de resistencia de Sánchez. Pero aquí pecado tienen muchas y muchos, empezando por todos esos agentes (políticos, incluidos) que han impulsado el alquiler con discursos y medidas que beneficiaban, a medio plazo, a quien pagaba los pisos sin hipoteca.

Prisa y torpeza no son buenas aliadas

Lo sé de primera mano: prisa y torpeza con malas aliadas. Y lo sabrán, si es que tienen ojos, también desde ayer en el PP. Porque con la que ha caído al gobierno español con lo de la Vivienda, su querella “contra el PSOE por financiación ilegal, tráfico de influencias y cohecho” es una huida hacia delante mucho más nítida. ¿Para qué va a anunciarla un domingo Cuca Gamarra si no es para tapar el cúmulo de errores con lo de las sentencias? El PP podía haber insistido en su agenda social (muestra de que creen que la legislatura no va a ser breve) pero, una vez más, no han tenido cintura ni oídos, y se ha mostrado como un partido mancado.

«El lujo»

Hay muchas cosas que me parecen mal en este extracto del discurso de Arkaitz Rodríguez y en el tuit de Sortu: “No nos dejamos a Josu Muguruza, Santi Brouard, Espe Arana, Jokin Etxeberria y tantos y tantos otros compatriotas a manos de los fascistas para que ahora nos permitamos el lujo de no ir a votar”. La primera, que instrumentalice el dolor por un puñado de votos. Estaba mal cuando lo hacía el PP y está mal ahora. La segunda, que el líder de Sortu, el partido mayoritario en Bildu, olvide, literalmente, a “tantos y tantos otros compatriotas” asesinados por los fascistas a los que Otxandiano no llamó terroristas. Lo del “lujo”, ya, es el remate.

“Si estás harto de la corrupción, vota al PP”

Este tuit de @eVeydeVendetta me parece brillante: “Si estás harto de la corrupción, vota al PP”. Este es el resumen del mensaje que ha puesto Cuca Gamarra en la misma red social, X (existe porque lo he comprobado), con todo su morro: “Si estás harto de la corrupción del Gobierno, del partido y del entorno familiar de Pedro Sánchez, este domingo vota PP”. El tuit-resumen me parece brillante porque deja ver la cara dura de quien, siendo del PP, habla de la posible corrupción de otros. Lo hacen en Euskadi reiteradamente (y así les va) y ahora lo hacen también en España. La corrupción es una pelotita roja para el PP. Si se mueve la vemos más.

Y la foto de Begoña, claro

Si el PSOE quiere que hablemos de Begoña Gómez lo haremos. Tendremos que hablar, entonces, de esos favores que, según cuentan, ha pedido a grandes empresas que han colaborado gratis para sus proyectos. Tendremos que hablar de cómo se presta a que el PSOE maneje su imagen ahora que la de Pedro Sánchez parece quemada. Tendremos que hablar de lo que es una victimización vergonzante, la suya. Y tendremos que hablar de cómo Begoña, Pedro y el PSOE creen que la ciudadanía es tonta y va a tragar con la historia de amor y de lawfare, lo que sea con tal de no hablar de lo que toca: Europa.

La “policrisis”

Europa ya vota: no todos los países esperan al domingo y algunas conciudadanas y conciudadanos lo están haciendo en diferentes puntos del continente que compartimos en medio de una “policrisis”. Un concepto que describen así en Euronews: “El volátil estado de cosas en la década de 2020. Un fenómeno ‘en el que crisis dispares interactúan de tal manera que el impacto global supera con creces la suma de cada una de las partes’, según el Foro Económico Mundial”. Se trata de “crisis consecutivas que han reconfigurado profundamente sus políticas, desafiado sus viejas creencias y ahondado sus temores existenciales”.

Cuánto facha, ¿no?

Sé que parezco un exagerado cuando hablo de que debemos mantener una lucha diaria contra el fascismo de aquí y el de allí, pero en solo un par de días, y solo centrándonos en Madrid, hemos leído varias noticias que nos recuerdan la cantidad de neonazis con los que conviven (en Euskadi lo hacemos con calaña similar): el asesinato de Borja Villacís y la agresión de Alberto ‘Pugilato’ González al cómico Jaime Caravaca. Raúl Díaz, guionista portugalujo y tuitero certero redondeaba así la semana: “Nostálgico soy yo, que echo de menos cuando los nazis no proclamaban sus ideas en público porque estaba mal visto”.

No des crédito a bulos

Podemos discutir si esta política de mierda empezó con Pablo Iglesias y Albert Rivera, pero no me voy a ir tan lejos: solo unas horas antes de la carta-bomba de Pedro Sánchez, Cuca Gamarra y el PP le exigían en X explicaciones por la denuncia aceptada contra Begoña Gómez. Realmente, no importa cuándo ni quién lo empezó, lo que importa es que partidos con responsabilidad de gobierno como el PP (pero también el PSOE y en Euskadi, Bildu, hablemos como personas adultas) han consolidado esta política basada en la difamación, en la intoxicación y en el ventilador contra el que echar puñados de guano para que se disperse.

Tampoco lo tiene Sánchez

Virginia P. Alonso recordaba en Público que “Pedro Sánchez no da puntada sin hilo”, y estoy totalmente de acuerdo. Así que, lo reconozco, la carta del presidente del gobierno y secretario general del PSOE no me ha conmovido en absoluto. De hecho, no he podido evitar pensar que forma parte de algún plan, que cuenta con una cuestión de confianza, o que maneja un pull de encuestas que le dicen que si convoca ya las elecciones y en estas circunstancias, puede mantenerse en el gobierno sin depender de Junts, por ejemplo. Y me baso solo en los pasos que ha dado el propio Sánchez hasta llegar a esta situación insólita.

No solo los medios de derechas

En El Salto también recordaban que “los gobiernos de derechas llevan años alimentando con dinero público a sus medios afines que esparcen bulos y manipulan sin que el Gobierno haya hecho nada para evitarlo”. No hizo nada por evitarlo porque Sánchez ha vivido siempre mucho mejor contra Vox que contra un PP centrado. A Sánchez la presencia de lo ultras no le importa, al contrario: ser el contrapunto a Abascal le otorga liderazgo. Por eso ni en el Congreso ni desde el gobierno han atajado el avance de la extrema derecha en las cámaras y los medios. Y este paso, esa carta, puede ser solo un paso más, uno destacado, para mantenerse como faro.

No solo a los partidos de izquierdas

Este titular en Infobae: “Podemos muestra su empatía a Sánchez pero subraya que se debió parar el ‘lawfare’ cuando lo sufrió Iglesias”, es mucho más amable que la intervención de Pablo Iglesias en la Cadena SER, en la que simplemente le pasó una factura más al PSOE, dejando claro de qué madera está hecho el líder de las y los morados. La realidad es que Podemos debería de empezar por una autocrítica por habernos traído esta política con la sombra de la duda permanente, y debería de seguir por asumir que con ellos no empezó ni la política ni la utilización de la justicia para obtener resultados, que eso ya lo conocíamos en Euskadi.

Irresponsabilidad máxima

Pase lo que pase, Pedro Sánchez ha vuelto a demostrar que es un irresponsable. Y si finalmente convoca elecciones, el nivel de irresponsabilidad se dispararía hasta niveles que no podíamos ni sospechar: la ciudadanía está harta, quiere que su decisión, en forma de voto, sea respetada, quiere que las y los políticos hagan su trabajo y se pongan de acuerdo para avanzar, no quiere sentirse interpelada cada año o dos años, como mucho, para conocer a su presidente del gobierno español en elecciones que se solapan con las que van tocando. Este carrusel electoral, que sepamos, solo beneficia al PP en España y a Bildu en Euskadi.

Sí, no y todo lo contrario

Lo que reprochó Oskar Matute a Cuca Gamarra durante el debate de La1 me parece inapelable: el PP de Aznar se reunió con ETA mientras ETA mataba. Lo que me extrañó es que Matute cayese en una contradicción tan grande: con su pegunta al aire sobre por qué entonces, sí y hoy, no, estiraba el chicle de Bildu hasta aquel 1998. Algo que el diputado, especialmente, ha rebatido siempre que se lo han planteado. Matute ha afirmado reiteradamente que Bildu es nuevo aunque sus integrantes lleven en política desde antes de que se popularizara Internet. Desde el jueves “sabemos” que son los que estaban en 1998.

Negacionistas del cambio climático

Iván Espinosa de los Monteros demostró en el mismo debate que en su partido no se creen lo del cambio climático. O lo que es lo mismo: ha demostrado que son tontos o que se lo hacen por algún interés. Viéndolo me acordé del tuit de Diego Ferraz-Castiñeiras, en el que explica claramente que solo desde una posición socioeconómica holgadísima uno puede negar el cambio climático. Y eso es justo lo que representa Espinosa de los Monteros y a quien se dirige: esos que pondrán el aire acondicionado a tope en casa, comprarán 4×4 para la ciudad y dejarán que las y los pobres separemos la basura.

Esto es muy serio

Mientras derrochamos energía en grabar y reproducir vídeos de recetas pésimas o soluciones de bricolaje estúpidas, o en aviones privados, cuyo uso debería de estar penado con gravísimas consecuencias, el colapso mundial, también conocido con los eufemismos “calentamiento global” o “cambio climático”, es mucho más preocupante de lo que creemos: “En China usan refugios de la Segunda Guerra Mundial para protegerse de la ola de calor. No hacía tanto calor en China desde hace al menos 60 años. Las autoridades de varias ciudades emitieron alertas sanitarias y habilitaron antiguos refugios anti bombardeos”, leemos en Hipertextual.

Una más del debate

He colado la noticia sobre el calor disparado en China y en el mundo antes del corolario sobre el debate a siete de La1 porque me parece importante, pero no me he olvidado del tema: tres vascos, un catalán y una catalana defendieron a sus respectivos partidos, y en El Nacional es Aitor Esteban y su “euskal patata” el que ocupaba la portada. Con el espacio de Convergencia desmembrado y sin grupo en el Congreso, y una ERC que desde que llegó a la presidencia no levanta cabeza, allí se fijan en lo nuestro, y entre lo que ofrecemos desde Euskadi en Catalunya eligen moderación y mensaje en clave vasca, y no española.

Eta zorionak, Ion!

De momento, vamos tres victorias vascas en este Tour: las de Ion Izagirre y Pello Bilbao, y la de la sociedad y las instituciones vascas (empezando por las y los ertzainas que no se cogieron una baja porque cuando llueve se mojan) que hicieron de la “Gran Départ” un espectáculo extraordinario, digno de verse en todo el mundo, que es lo que sucedió. Pero en el Tour más vasco (siempre ha habido participación de nuestro pequeño país en el pelotón y los arcenes) todo es posible, incluso una cuarta victoria (la tercera de un ciclista profesional). La de Izagirre, además, fue de las que nos gustan, con escapada para celebrarla con tiempo. Zorionak, Ion!

El punto de apoyo

La mejor intervención entre todas las que hemos visto durante la moción de censura friki fue la de Aitor Esteban. Entiendo que haya hooligans de Aizpurua, Rufián, Yolanda Díaz y hasta de Patxi López, pero es evidente que Esteban acertó en el tono, en prescindir del paternalismo y, sobre todo, en hablar de lo que tocaba: la moción de censura. Su intervención fue un punto de inflexión o de apoyo para que otros discursos fueran posibles. Discursos duros, severos, realistas, de verdad, necesarios, y no pretenciosamente presidencialistas en los que las y los intervinientes solo hablaban de sí mismos y no del tema que nos ha ocupado durante dos días.

Me gustó mucho Gabriel Rufián

Lo pongo en el titular porque no suele sucederme: Gabriel Rufián me gustó mucho. Sus tortas a Ramón Tamames y a Vox, el partido que nos ha hecho perder el tiempo de esta manera tan vergonzosa, estuvieron bien dadas. El debido respeto hay que pasárselo por el arco del triunfo cuando toca, y esta semana ha tocado. Ni la edad, ni la trayectoria (lustrada con esmero los días precedentes), ni el discurso, ni los compañeros para este viaje de Tamames merecen respeto alguno. Y las votaciones de Vox en el Congreso, que el de ERC también repasó (además de los delitos de sus representantes), merecen rechazo expreso.

No, no tocaba

Estoy seguro de que si Mertxe Aizpurua hubiese intervenido después de Esteban y de Rufián habría cambiado su discurso. Su capacidad para transformarse ha quedado de sobra demostrada. Pero le tocó ir antes por el tamaño de su grupo y optó por el continuismo hasta ese momento: intervenciones en las que cada uno hablaba de uno mismo (como Pedro Sánchez) y con un tono forzadamente suave (como el de Yolanda Díaz). Aizpurua no arriesgó, lo fio todo al viejo consejo: “Diga lo que va a decir, diga lo que dice y diga lo que ha dicho”. Pero entró en bucle y daba la sensación de que no sabía salir.

Tan de perfil que ni se la vio

Todavía estoy pensando si el equipo de Núñez Feijóo acertó cuando lo alejó del Congreso. Lo que sí creo es que Cuca Gamarra se equivocó con su discurso: se puso tan de perfil que ni se la vio. Y lo poco que se le escuchó fue para atacar al gobierno español y al PSOE. Es decir, para poner los argumentos que ni Vox ni Ramón Tamames fueron capaces de esgrimir. Si la ubicación de Núñez Feijóo genera dudas la posición del PP en el Congreso no lo hace: Casado se atrevió a decir “no” a Vox en la primera moción y, en esta, la templanza solo ha servido para soldar los futuros de la derecha y la extrema derecha.

Tamames está gagá

Ramón Tamames tuvo un gesto muy feo y muy soberbio el martes, cuando decidió no responder a los grupos parlamentarios. Cuando lo hizo ayer, de golpe a todos, dedicando unos segundos a cada portavoz (que representa a un partido y, con él, a toda la gente que le ha votado), fue nuevamente soberbio, como si necesitásemos sus lecciones fuera de lugar y de tiempo. Tamames está gagá y cada vez que habló ayer lo demostró (también en su respuesta a Esteban a modo de excepción). Y con ello demostró también que esta moción de censura es una vergüenza, una broma, un teatrillo innecesario que no se creían ni en Vox.