Lo del resort en Gaza va en serio

Aquel reel en Instagram, hecho con Inteligencia Artificial (porque preocuparse de calentar el planeta es de memos), en el que Gaza se convertía en un resort turístico presidido por una estatua dorada de Donald Trump, era solo un aviso: The Washington Post ha tenido acceso a “un documento confidencial de 38 páginas” (El Debate) en el que EE.UU. controlará Gaza “durante al menos diez años mientras se transforma en un reluciente centro turístico y un centro de fabricación de alta tecnología” con “el confinamiento en zonas restringidas y seguras” de las y los gazatíes que no accedan a irse.

La verdad

No me gusta usar la sinécdoque de “Israel” o “Rusia” porque los países no son agresores: en ambos casos hay manifestaciones contra las ocupaciones militares de Gaza y Ucrania, y voces críticas y perseguidas en medios de comunicación o política. En el caso de Israel, es el gobierno ultra que preside Netanyahu el que “no solo comete un genocidio, se burla del mundo con su impunidad”. Esto lo dice “Paul Laverty, el guionista detenido por una camiseta pro Palestina”, lo recoge El Diario y es la dolorosa verdad. Él mismo señala que “las vidas palestinas se consideran insignificantes y eso es de un racismo profundo”.

Van por nosotros

Ante esta realidad, solo puedo aplaudir a quienes se han subido sin buscar la foto a la Global Sumud Flotilla, “una veintena de embarcaciones salen dirección Palestina cargados con ayuda humanitaria y unas 500 personas”. Según El Nacional, “unas 5.000 personas, según datos ofrecidos por la Guàrdia Urbana, han asistido al Moll de la Fusta para ver la flotilla poner rumbo hacia su destino”. Entre los barcos, por cierto, destaca uno: “El ‘Bribón’ del rey Juan Carlos I, que ya no pertenece al rey emérito, pero es una de las naves alquiladas para la ocasión”. Llegarán a la franja acompañados de otras naves que se les irán sumando según avanzan por el Mediterráneo “en unos siete u ocho días”.

La puñetera foto

Ojo. No van por nosotras y nosotros quienes van por la foto, como Ada Colau (que sí, que ya era activista antes que política, que sí, que es la más solidaria, que sí, que pone su vida en juego, que sí, que me suelte el brazo, caballero), igual que algunos no se boicotean la presencia del equipo Israel en La Vuelta por solidaridad, sino para lavar su imagen. Simplemente, no cuela. Y sí, soy muy crítico, muy restrictivo con a quién doy mi aplauso, mi apoyo y mi dinero (¿cómo se gestionan los ingresos por los pañuelos solidarios vendidos en fiestas?) porque Palestina no es un blanqueador, es un pueblo que sufre.

Si lo quiere, lo tiene

Ya sé que lo que busca es que lo mencionemos. Pues lo haré: sobre la conciencia de Santiago Abascal, en su biografía y su rastro digital quedará su petición de “hundir el Open Arms”, al que llama “barco de negreros”. Podremos discutir si la acción de este tipo de embarcaciones provoca un efecto reclamo, pero no debemos dejar ni un espacio para el fascismo que señala al que rescata en vez de al que embarca a los inmigrantes en pateras en las que se juegan la vida. Dicho esto, si Alberto Núñez Feijóo mantiene su disposición a apoyarse en un fascista, bocazas e insensible del calibre de Abascal, que se atenga a las consecuencias políticas.

Todo lo que está mal

La privatización del espacio exterior es una mala noticia, que quede en manos de millonarios como Musk o Bezos, es terrible. Su acción es una muestra estupenda de todo lo que está mal en nuestro planeta, por eso en El Diario han clavado el titular: “Daño en la Tierra para llegar a Marte: dentro del plan de Elon Musk que amenaza las aguas cristalinas de Hawái. Texas lleva mucho tiempo bajo la amenaza de los lanzamientos y explosiones de cohetes de SpaceX. Ahora Hawái se perfila como la siguiente víctima” (El Diario). Arrasarán nuestro ecosistema para vender habitaciones en su órbita. Me apuesto un pintxo de tortilla de los buenos.

No saben lo que son

Andoni Ortuzar me explicó hace ya tiempo que lo más importante en política es saber lo que eres. Justo lo contrario de lo que le pasa a Trump, que parece incapaz de saber cuál es su lugar en el espectro ideológico y que da bandazos entre el liberalismo y el intervencionismo sin que le importe: “EEUU ha comprado el 10% de Intel para salvarla de la quema, y eso planea un problema enorme. Uno llamado favoritismo” (Xataka). Entonces, ¿gastar dinero público está bien? ¿Recaudar para tener ese dinero está bien? ¿El dinero público bien gastado es el dinero público invertido en empresas privadas? ¿Lo hará con otras?

Por desgracia, da igual

Realmente, a Trump le dan igual la ideología o el intervencionismo. Él hace lo que quiere y tiene la habilidad de no perder gracias, sobre todo, al desistimiento de sus enemigos (a los que elige con instinto depredador): “La UE se rinde a Trump: retirará sus aranceles pese a que EEUU los mantiene en el 15%”, titulan en El Imparcial. No podemos negarlo: Europa está haciendo el primo, no sabe coger las riendas que soltó pensando que ejerciendo de cliente premium de EE.UU., Rusia, China y los árabes ya era suficiente. A estas alturas, Von der Leyen solo parece una mujer fuerte cuando se enfrenta a los presidentes de la Unión.

La derecha está perdida

Todo empezó a ir mal cuando los partidos conservadores en todo el mundo fueron devorados por la ultraderecha. No supieron cuándo dejar de dar de comer al monstruo, y uno de los ejemplos más claros es el de España: “El PP acaba en un callejón sin salida por los menores migrantes mientras Vox se frota las manos”, “Feijóo queda en tierra de nadie tras haber aupado un discurso radical que parece favorecer a Vox” (Público). Es evidente: ningún discurso podrá vencer al populismo con los temas que más favorecen, precisamente, al populismo. En el PP han ido de listos, de sobrados, y han recibido un revolcón que, ojo, solo es el primero.

Buena gente

Dice Galder Reguera que los aficionados al fútbol tenemos manchitas de colores en el corazón. El mío late rojiblanco, pero tiene brochazos morados y verdes. Y desde el miércoles también soy un poco del Slavia, rival del Athletic en Europa, otra vez. Valverde y los suyos viajarán a Praga, donde han anunciado el partido contra los leones evitando poner la bandera española junto al nombre del Athletic: un emoticono que sugiere complicidad sustituye a unos colores que muchos socios no reconocemos como los de nuestro país. En el Slavia lo saben y han tenido ese gesto que nos invita a pensar que el fútbol necesita más equipos como el checo.

Hagamos números

Por muchos números que hagamos la cuenta no sale: “Un trabajador necesita 52 años de salario para comprar una vivienda en el Estado español” (Diario Socialista). Las comunidades donde la situación es más grave son “Madrid, Catalunya y Balears”, gobernadas por PP, PSOE con el apoyo de ERC y los comunes (Sumar, para que nos entendamos todas y todos) y PP con el apoyo de Vox, respectivamente. Y esto sucedes, que nadie se olvide, con una ley española de vivienda apoyada por EH Bildu que lleva año y medio en vigor y agravando el problema. Si hablamos de alquiler, “el sobrecoste convierte el acceso a la vivienda en una quimera”.

¿Quién quiere ser autónomo?

Hace años que no hablo con una autónoma o un autónomo que no esté deseando dejar de serlo. El autoempleo no es una elección hoy: es la última de las opciones, la menos deseable, a la que te tienes que acoger sin remedio. Este planteamiento unido al de un sector público al que cualquier vasco o español quiere acceder, es un síntoma de mala salud. En el caso español, la enfermedad es visible: “El mes de julio perdió 7.286 autónomos, el peor dato para ese periodo en 3 años” (El Economista). Y la situación se va a convertir en insostenible: la fiesta de lo público se paga con los impuestos de las empresas privadas. Que nadie lo olvide.

Ideas brillantes

Seguramente sea porque hace poco que he vuelto de vacaciones, pero me quedé atrapado en el reportaje de La Vanguardia sobre cómo en las zonas turísticas italianas están sufriendo la espantada de clientes por el alza de los precios. Noticias similares han aparecido también  sobre Andalucía, Comunidad Valenciana y Baleares. No parece que el ascenso de los precios haya alejado solo al turismo de borrachera: el familiar (que es el que más dinero reparte, según los expertos en el tema) también se ha retraído. Menos días, menos dinero en la cartera por el precio del hotel y menos alegría dan un resultado nada sorprendente.

Estoy de acuerdo

Elisa Beni aborda en El Nacional lo que sucede con los labubus, unos muñecos feos que, como ella misma explica, tienen “tres características muy propias de este capitalismo de la estupidez: los promocionan influencers y cantantes; son coleccionables, con lo que el deseo no termina con una adquisición, y algunos están autolimitados por el productor, de manera que conseguirlos es la ilusión de muchas gentes. No solo les aportaría exclusividad, sino que, si es un modelo raro, podrían venderlo por 10.000 €”. Como dice Beni, la moda “pasará”, pero vuelve a dar medida de un sistema consumista insostenible y que nos agilipolla.

Y la cultura, en la cola

El ataque de Donald Trump al conocimiento debe ser una oportunidad para espolearnos, para recordar que ir a la universidad y aprovechar el tiempo, algo que quiere evitar, es bueno. Que visitar un museo y dedicar tiempo a lo que más interés te genera, es bueno. “La purga ideológica” (El Diario) que el presidente quiere imponer es una imbecilidad sin discusión. Trump ha dicho en su red social que “el Smithsonian está fuera de control”, y justo ahí está la clave: en el control, en el revisionismo, en el que quien tiene el poder imponga el relato sin tener en cuenta a historiadores, profesores y expertos. El conocimiento es salvador.

Vamos a llevarnos bien…

Me parece bien que Pedro Sánchez no dimita. De hecho, creo que pedir dimisiones está sobrevalorado (salvo que les pillen con las manos en la pasta). Eso es lo fácil. Lo difícil es quedarse e intentar enderezar el rumbo. Hasta ahí le doy la razón a Sánchez: “No voy a tirar la toalla, soy un político limpio” (El Diario). Pero sobre la segunda parte debe ser más cauto. Y sí, he escrito “debe” y no “debería de”, porque quien tuvo un Ábalos, un Cerdán y un Koldo, tiene lo de su mujer y lo de su hermano, y lo de Leire Díez sobrevolando, tiene que medir mejor sus aseveraciones. Más que nada, para que no pensemos que se columpia mientras miramos.

Lo que le dijeron a Díaz (más que lo que dijo ella)

Me sorprendió que Yolanda Díaz acudiera al Congreso después del fallecimiento de su aita. Y más para hacer un discurso que sonaba, como casi todos, sobado y templado. Lo que dijo no pasará a la historia del parlamentarismo, como lo que dijo Núñez Feijóo, que repitió lo del fin de semana, como un chiste feliz (y fácil) que funciona. Para mí, lo más importante de la intervención de Díaz y de lo que dijeron los del PP fue la cantidad de veces que desde la bancada conservador interrumpieron a la líder de Sumar. No es una falta accidental de respeto, educación y sentido democrático: es sistémica. Y es peligrosa.

Que se quedan sin comer

Mertxe Aizpurua fue muy sincera cuando dijo: “Nosotros no venimos aquí a intentar hundir este Gobierno ni a finiquitar la legislatura” (Público). EH Bildu necesita este gobierno del PSOE con Sumar, más amable incluso que el del PSOE con Podemos (Pablo Iglesias les hacía algo de sombra). ¿Quién va a blanquearles de esa manera? ¿Quién va a acceder a negociar como si no lo hicieran lo del ayuntamiento de Iruñea y lo de “los presos” (la base y la cúspide de la legislatura) como hace Sánchez y hacía Cerdán? Nadie, por supuesto. EH Bildu han sido y son los cagapoquito, como escribió Antonio Agredano, de este PSOE. Allá a quien se la cuelen.

Vox, otro que se lo pone a Sánchez

Pero EH Bildu ha tenido un duro competidor en ponérselo fácil a Pedro Sánchez: Vox. La idea de echar a todas y todos los inmigrantes y a sus hijas e hijos, en la víspera del debate de ayer, era una perita en dulce que, por supuesto, todos mordieron. Entre la extrema derecha y cualquier demócrata, cualquier demócrata, por supuesto. Más allá del populismo de base fascista (que comparten Vox y Bildu, y esto también hay que decirlo más), Javier Ruiz daba datos en Bluesky: “La criminalidad en España cae un 2,8% el último año y está en mínimos históricos: 40,6 delitos por cada 1.000 habitantes, una de las más bajas del mundo”.

¿La más dura, Vaquero?

Maribel Vaquero, de EAJ-PNV, tiene varias cosas en contra: el momento y la alargada sombra de Aitor Esteban. Sin embargo, ayer supo pronunciar un discurso duro con tono amable, y fue la única que fijó las opciones reales de Pedro Sánchez hoy y con la que tiene encima. “Cuestión de confianza, su dimisión o elecciones” (La Vanguardia). Apartarse y armar una mayoría en torno a otro u otra socialista, como María Jesús Montero, es una alternativa compleja pero que permite sostener la legislatura y el bloque de la investidura, y dificulta al PP su plan de gobernar apoyándose en Vox, con todo lo malo que eso supone para todas y todos menos los fachas.

Claro que sí, guapi

Puedo entender muchos argumentos del PP durante su congreso triunfal del pasado fin de semana: no me sorprendió que Núñez Feijóo dijera a la vez que quiere gobernar en solitario y que pusiese una vela a Dios (¿por qué no una moción con Junts?) y al Diablo (con guiños a las y los votantes de Vox). Pero sí lo hizo, una vez más, la desfachatez de Isabel Díaz Ayuso, que ve cómo su tren a Moncloa se marcha: su juego con el “me gusta la fruta” es indigno e indignante, pero con su “crítica a los políticos que ‘tienen a las familias colocadas en empresas públicas y privadas’ o viven ‘en casoplones’” (El Diario), se ríe de toda la audiencia. Y eso, no.

El acantilado de cristal socialista

Llamamos “acantilado de cristal” a la situación en la que algunos (en masculino) ponen a las mujeres, al frente de organizaciones o empresas que ya van a la deriva, para que hagan algo o cierren la persiana. Lo que sucedió a Inés Arrimada, vamos. Pues bien, en el PSOE “ahora mandan ellas”, según El Plural. En concreto, “Diana Morant, Pilar Bernabé, Adriana Lastra o Inés Rey dejaron claro que en el nuevo PSOE ‘las mujeres han venido a mandar’”, y por eso, “forzaron la salida de Paco Salazar”, “tras conocerse que varias mujeres del PSOE acusaron a Salazar de ‘comportamientos inadecuados’ cuando era su jefe”. Pues vale.

Ojo

Para variar, en el Huffington Post he encontrado una pieza con mesura e interés, en vez del típico contenido para el clickbait. Una pieza sobre el nuevo partido de Elon Musk en la que explican muy bien que el ultrarrico ni quiere ni puede (porque nació en Sudáfrica) ser presidente de EE.UU. con su nuevo partido: “Su plan es centrarse en ‘solo 2 o 3 asientos del Senado y de 8 a 10 distritos de la Cámara de Representantes’, los suficientes para tener la llave de votaciones clave. ‘Dados los márgenes legislativos, finos como una cuchilla, eso bastaría para asegurarse de que las leyes respondan a la verdadera voluntad del pueblo’, escribió”.

A tope contra la ocupación

Leo en El Diario de Mallorca que “Més per Palma reclama en la Oficina Antiocupación el desalojo de Marivent y de la casa de Emili Darder”. Se trata de dos edificios del gobierno balear que son “ocupados” por la familia real española y el ministerio español de defensa, respectivamente. “Por una vez, la Oficina Antiocupación del PP y Vox podría tener algún tipo de utilidad: poner fin a dos ocupaciones de lujo y devolver este patrimonio para que sea disfrutado por toda la ciudadanía”, ha asegurado Neus Truyol, portavoz de la formación que ha interpuesto la denuncia con pleno acierto, en mi humilde opinión.

Cuarenta años de la gran aventura

Lo que más me gusta de Los Goonies no es la película en sí (que está muy bien, por supuesto), sino que ha traspasado generaciones: no hace mucho en la clase de mi hijo (ocho años) hablaron de ella y todas las niñas y todos los niños la habían visto. Es decir, todas las amas y todos los aitas habíamos decidido que tenían que verla. Y la vieron. La cinta cumple cuarenta añazos, según Fotogramas. “Bicicletas, mochilas, linternas, catacumbas, esqueletos y monstruos”, ¿qué más necesitas? Piratas, adolescentes, niños y un especulador inmobiliario. Parecía fácil, pero Steven Spielberg y Richard Donner lo bordaron.