¿Cómo se tienen que sentir?

¿Cómo se tiene que sentir quien enterró a un padre por la DANA, o quien enterró a una hija, cuando escuchan a Mazón preguntar: «Cuándo he mentido», ahora que sabemos que llegó a las 20:28 a la coordinación de emergencias y no después de las 19:30, como ha sostenido hasta esta misma semana? ¿Por qué hurgan en su sufrimiento? Y lo más importante: ¿en qué estaba pensando el president de la Generalitat Valenciana cuando respondió con arrogancia, una vez conocido el dato? La jueza e Catarroja, Nuria Ruiz, lo tiene claro: muchas muertes de podían haber evitado actuando a tiempo. “Cuándo he mentido”, dice el que llegó a las 20:28.

Las dos Españas

A Javier de Andrés le pareció buena idea tuitear esto sobre la despedida de Aitor Esteban del Congreso: “Dime quién te aplaude y te diré quién eres”. Lo escribió porque a él, legítimamente, le pareció significativo que los aplausos fueran de PSOE, Sumar, Junts o ERC. Los diputados del PP prefirieron quedarse sentados junto a los de Vox, Bildu y Podemos. Legítimamente, también, pero a mí esto sí que me parece digno de un “dime con quién te quedas de brazos cruzados mientras el resto reconoce el valor de quien piensa diferente y te diré quién eres”. Las dos Españas (Bildu, incluida) están claras: la que negocia y la que odia.

El Caso Monedero

Sí, hay Caso Monedero. Y no, no es otro contubernio contra Podemos. Las denuncias vienen de varios sitios y el partido actuó de modo reprobable, manteniendo a uno de sus fundadores, de modo formal o informal, en las capas altas. Y que hay Caso Monedero lo saben las y los morados, que han lanzado “una campaña de movilización” (The Objective) que busca apretar las filas: “Sígueme y te sigo” y “yo con Podemos” quieren que sea un “mecanismo de fidelización” en redes, en medio de esta tormenta, que arrecia no solo por los hechos denunciados, también por la hipocresía de quienes señalaron con ira a Iñigo Errejón.

La herencia de Irene Montero

Esa hipocresía va a ser una losa para Podemos: se van a dar cuenta rápidamente de lo mucho que pesa y de que serán pocas y pocos las que les ayudarán a llevarla. Pero no es el único “debe” del partido que vino a asaltar los cielos y se ha pegado en el intento una sonora torta contra el suelo. Y con todo intentarán ponerse dignos y estupendas, pero la realidad dice que han hecho mal la política: “Rebajan la pena de cárcel a otros dos condenados de La Manada por la ley del ‘solo sí es sí’” (Vozpópuli). Esta es la herencia que ha dejado como ministra Irene Montero, y lejos de aliviar lo que pesa la losa, añade lastre.

No quería hablar de Trump, pero…

Ni quería hablar de Donald Trump hoy, ni quiero cargar las tintas contra un Podemos que cada día más huele a árbol caído. Pero me he encontrado con la enésima boutade sobre Ucrania en Diario Red que no puedo dejar pasar: hablan del acuerdo entre Zelenski y Trump por el que el primero va a otorgar al segundo la explotación de riquezas naturales como pago por la ayuda militar. Una vez más, el equilibrio es imposible, como cantaba Iván Ferreiro: ni una palabra sobre que Ucrania tenía que defenderse de un ataque ruso, ni de que esto viene precedido de un acuerdo entre Trump y Putin, ni de que Putin sigue ganando como proveedor de Europa.

Es así

Tiene razón Carmen Fúnez cuando afirma: “La mayor garantía para el blanqueamiento de EH Bildu” (The Objective). El lavado de cara de la izquierda abertzale ha ido mucho más rápido y mejor de lo previsto gracias, en primera instancia, a Pablo Iglesias, y después a Pedro Sánchez que, como siempre, ha hecho de su urgencia política una cuestión de estado. Y en este caso, el estado ha beneficiado a Bildu, elevado casi a partido de tradición democrática cuando su esencia es justo la contraria. De hecho, de todos los que forman parte del bloque que ha construido el presidente español, los únicos partidos a los que les va mejor son Bildu y BNG.

Más simbólico de lo que parece

Javier de Andrés busca llamar la atención con su vídeo: “La txapela sin rosca queda mucho mejor”. Tiene que entrar en la arena electoral pero su perfil grotesco y la irrelevancia del PP en Euskadi se lo impiden. Pero el vídeo no me llama la atención por la provocación, sino por lo simbólico, incluso desde su portada (hecha con un generador de imágenes on-line): lo que llueven son boinas rojas y azules, las de los carlistas y los requetés mientras los abertzales lucían la txapela negra. Son los mismos colores, el azul y el rojo, que usa el grupo de miembros de su partido que aparece en el vídeo. La vida está llena de casualidades.

Con los que cuenta el PP

Precisamente a Javier de Andrés, por empezar por alguien próximo, podríamos preguntarle si en el PP siguen contando como suyos los votos de Vox para alcanzar Moncloa. El mismo Vox al que pertenece el eurodiputado Hermann Tertsch, que tuiteaba hace unos días: “28 de marzo de 1939. Madrid, liberada por Franco de 32 meses de terror rojo. Os contarán que los que celebraban iban obligados”, junto a una foto de una multitud con el brazo al aire. ¿Qué pensarán de Tertsch en Bruselas y Estrasburgo? Pero lo más importante: ¿qué piensan de él De Andrés y Núñez Feijóo, que son los que cuentan con los votos de Vox en el Congreso?

Este también es el pueblo de Israel

“Una marcha contra Netanyahu reúne a 100.000 personas en Jerusalén. La manifestación, la más multitudinaria desde los atentados del 7 de octubre, ha pedido la celebración de unas nuevas elecciones” (EPE). Este también es el pueblo de Israel, el que se concentra para protestar (repetidamente) ante un estado represivo y violento, como hemos visto. Y lo que reclaman las y los manifestantes es lo que pueden pedir: Benjamín Netanyahu lidera un gobierno ultra capaz de las salvajadas que están sufriendo en Palestina, pero que también intenta maniobrar políticamente para rebajar el poder judicial en su propio beneficio.

Un debate interesante

Me van a faltar líneas, así que resumo: Pablo Cabezali es un influencer que va a probar restaurantes (tiene 435.000 seguidores solo en Instagram). Y Eric Vernacci es un veterano gastrónomo. Ambos han mantenido una discusión en Twitter por las formas con las que Cabezali se come una hamburguesa en uno de sus vídeos, pero que me resulta interesante por los fondos: ¿qué es más importante, el apoyo del público o el reconocimiento del sector? ¿A qué da hoy la audiencia más relevancia? ¿De verdad pensamos que la chavalada no sabe ver que Cabezali es un maleducado? ¿Qué referentes tienen las y los nuevos comunicadores?

No es el modelo, es la seguridad

La izquierda abertzale quiere que hablemos de “un nuevo modelo policial”, y no duda en aprovechar los incidentes en los que esté implicada la Ertzaintza, para conseguirlo. Es un debate evidentemente de parte, interesado y falaz. ¿Qué es “un nuevo modelo policial”? ¿Piensan volver a ponernos de ejemplo a la policía canadiense o la británica, absolutamente mitificadas? ¿Cómo disuelven las manifestaciones estos cuerpos? El debate de verdad es sobre seguridad, y eso implica hablar sobre reforzar la Ertzaintza, o no, y de eso no quieren debatir.

En tromba

Los sindicatos de la Ertzaintza dicen que han adivinado un patrón de provocación y algaradas. A eso podemos sumar otro patrón: manifestación posterior y salida coordinación de Bildu en X con su falso debate sobre el modelo policial. Unos tuits que leen y responden algunos agentes, por lo que vemos, y así el balón se queda colgado en la ya famosa “unidad sindical” y, especialmente, en el movimiento asindical, que también en redes sociales no dejan de presionar al departamento: “Se acaba el tiempo”. ¿Para qué? ¿De verdad creen que un lehendakari de Bildu velaría mejor por la institución? Mejor, ¿para quién?

Respeto a las instituciones

Las instituciones se respetan. Y punto. Me refiero, por supuesto, a instituciones de las que nos hemos dotado en democracia, eligiendo a nuestros representantes para que las pongan en marcha. Así que, por supuesto, considero que están fuera de lugar los insultos, empezando por los más machistas, a María Chivite. Y también creo que hace bien la presidenta de Nafarroa en poner en valor precisamente la institución que personifica: “Por respeto al cargo que represento, por respeto a mí misma y, sobre todo por respeto a todas las mujeres, los insultos machistas no van a quedar impunes”. No hay peor pérdida de respeto que la propia.

Por ejemplo

Isabel Díaz Ayuso no muestra ningún respeto por la institución a la que representa ni por sí misma: la ignorancia que demuestra, o lo que es peor, lo consciente que es de que miente, lía y embarra, es incompatible con la vida política digna. Sus declaraciones sobre que los gobiernos vascos han “euskaldunizado” Euskadi, su denuncia del “afán expansionista hacia otras regiones limítrofes” o de que las instituciones están “promoviendo identidades que garantizan una subvención” (El Diario) deben ser respondidas, sí, pero por Javier de Andrés, que estaba junto a ella cuando hablaba: ¿qué está dispuesto a oír, acatar o imitar?

Correcto

A Yolanda Díaz le gusta mucho hablar de conciliación y derechos laborales. Hace bien, es su área. Pero estaría bien que la ministra ejerciese esos mismos derechos en su entorno laboral. Lourdes Pérez lo escribía en X mucho mejor que yo: “Que digo yo que cada uno podría poner de lo suyo si la cosa es conciliar. Por ejemplo, que el Gobierno y el Congreso no se pongan a decidir, contar y votar asuntos relevantes para la ciudadanía con nocturnidad”. En efecto: quienes nos vemos obligados a seguir la actualidad política de Madrid estamos acostumbrados, también, a tener que hacerlo con horarios poco compatibles con nada.

Sí al TAV, sí a otros proyectos

Voy a aprovechar el sábado para dejar claro que esta de The Objective es una buena noticia: “Sánchez da un acelerón millonario al AVE vasco tras el pacto con el PNV y años de promesas”. Que el TAV llegue a Euskadi por fin, y conecte nuestras capitales con Madrid y París (y allí, con Europa) es una buena noticia. Igual que fue y es bueno el metro de Bilbao y lo será el de Donostia. Igual que fue y es bueno el Guggenheim y lo será el Guggenheim en Urdaibai, que servirá para regenerar terreno contaminado en un humedal y atraer turismo de calidad a una zona no industrial. Y todos sabemos quiénes (y cómo) estuvieron y están en contra.

Le han fastidiado una buena huelga

A Joseba Permach (de tipo duro en los 90 a tuitero graciosete en 2023) seguro que no le parece bien el TAV como no le parece bien que Alemania rescate con 7.500 millones a Siemens Energy y Gamesa. “Si tienen beneficios hay que ‘aliviarles’ fiscalmente. Si tienen pérdidas hay que ‘rescatarles’”, denuncia como si le fuera algo en ello. ¿Le va? Si Gamesa supera esta ola gracias al dinero público alemán, ¿qué pierde la izquierda abertzale? ¿A quién le va bien que se mantenga el empleo y una crisis fatídica se convierta en otra manejable? ¿A quién le va mal que esto suceda? ¿Y por qué? Y la última: ¿no es precisamente progresista intervenir?

Tiempo de prestidigitación

El tuit de Permach, como la ocultación manifiesta del acuerdo entre PSOE y Bildu para que Pedro Sánchez recibiese sus votos, evidencia que vivimos en un tiempo de prestidigitadoras y prestidigitadores que mueven una mano para que no veamos que con la otra intentan colocarnos un truco político. Lo hicieron Mertxe Aizpurua y Núñez Feijóo en el debate de investidura, intentando tapar al elefante que tienen en sus habitaciones. Al segundo le advirtió Aitor Esteban: “Algún día contaré lo que el PP nos llegó a ofrecer hace un par de meses”. Y eso es justo lo que necesitamos, que quienes ocultan algo lo hagan con temblor en las rodillas.

Política tabernaria

A la que no le tiembla ni la voz es a Isabel Díaz Ayuso, que colgó en Twitter los casi tres minutos de su intervención en la que, entre risas de los suyos, jugaba a reconocer que llamó “hijo de puta” a Pedro Sánchez en el Congreso. Lo que a cualquiera sonrojaría a ella espolea: con tono y relato tabernario, con total menosprecio a la asamblea de la comunidad de Madrid, con esa pose punky que rebaja la calidad de la democracia española, empobreció la política, que es de lo que vive y a lo que se debe. José Luis Martínez-Almeida, seguidista, añadió en Twitter un escueto “me too” con el que despreciaba todo lo que el lema y la lucha significaban.

Los modelos de estos agresores

Dedico mis últimas líneas sobre el debate de investidura al relato de estos hechos que hizo Niporwifi en Twitter: “Mientras estaba desayunando cerca del Congreso el diputado del PSOE Herminio Sancho ha sido increpado por un grupo de personas y le han lanzado un huevo en el bar. La policía le ha tenido que escoltar para salir de allí”. Esto es gravísimo e injustificable, como lo fue el “hijo de puta” de Díaz Ayuso, el peloteo de Martínez-Almeida o que Javier de Andrés avalara las algaradas callejeras promovidas por su partido y Vox. Y estos hechos tienen responsables aunque miren a otro lado.

Tarde, amigo

Ahora “el PP se desmarca del asedio a las sedes del PSOE entre las críticas de Ayuso por la actuación policial” (El Confidencial). Pero llega tarde: hemos visto a Aznar, a Núñez Feijóo, a Díaz Ayuso, a Sémper, a De Andrés, a Bendodo y a Gamarra arengar primero y justificar después manifestaciones e imágenes que derivaron en violencia de extrema derecha. Ahora, los de la gaviota intentan decir que sus convocatorias son serenas y que las suyas que son las convocadas para el próximo domingo, pero no cuela. La responsabilidad de lo que está pasando es, principalmente, de Alberto Núñez Feijóo. Que lo asuma.

“Es muy bueno”

Javier de Andrés ya ha debutado: se ha hecho una rondita de medios, empezando por ETB2, y ha cogido el micrófono para justificar algaradas callejeras protagonizadas por la extrema derecha, que cree que son el resultado de una “expresión popular espontánea” (El Diario). De Andrés concluye: “Es muy bueno que haya una reacción social”. Siguiente paso: negar lo que ha dicho, asegurar que lo hemos sacado de contexto, afirmar que la única manifestación del PP es la del domingo y, por supuesto, pretender que le sigamos tomando como un mirlo blanco, una cara nueva y un tipo sin mochila. Me temo que no cuela.

“Aquí están todos los nazis”

La responsabilidad de Núñez Feijóo no voy a discutirla. Como tampoco voy a discutir que vimos a nazis. Joder, que han clamado que lo son, han cantado el “Cara al Sol”, han gritados vivas a Franco y se han autodefinido delante de la cámara como falangistas y fascistas. Así que, finalmente, no voy a discutir que las y los manifestantes no representan a una España indignada por las decisiones de Pedro Sánchez. Esa España ya votó y no es mayoritaria, ahora tiene que asumir el resultado. Y uno puede justificar o ser muchas cosas, pero nunca colaboracionista. Allá quien decida serlo.

La infraespaña

¿Dónde han estado todos esos de las esvásticas tatuadas con el brazo en alto? ¿De qué han comido todos estos años? ¿Cómo puede haber tanto facha suelto casi cincuenta años después de la muerte de Franco? No estamos viendo el regreso de las dos Españas, estamos viendo una infraespaña que algunos han alimentado durante décadas para cebar en los últimos años. La infraespaña de Alvise Pérez, Dani Desokupa, OK Diario, Intereconomía, el que fue a “putodefender” su patria, el que se quita la camiseta para enseñar la bandera y el viejo que grita: “España acaba de despertar, hijos de puta” un día y, al siguiente, se declara falangista.

Ni constitución ni hostias

En las manifestaciones de estos días conviven la derecha y la extrema derecha, quienes gritan vivas al Rey y quienes dicen que Felipe VI es un masón que no defiende su país, quienes recuerdan y celebran a Franco con quienes llevan banderas enormes de grupos fascistas y las exhiben delante de las cámaras de televisión y la policía, quienes dicen que la amnistía no será constitucional y quienes señalan que “la constitución destruye la nación”, quienes llevan banderas de Vox y quienes huelen a Nuevas Generaciones hasta a través del móvil. Esta fusión no es casual ni momentánea, y muestra el gran fracaso de la derecha española.