No podemos permitirlo

Hemos visto la masacre que el ejercito israelí ha cometido en Gaza, cumpliendo órdenes del gobierno ultraderechista que lidera Netanyahu (sí, cuando la extrema derecha llega al poder pasan estas cosas, también en 2024), y vamos a ver ahora la que va a cometer en Líbano, ¿sin que podamos hacer nada? Me niego a resignarme, a asumir que ninguna institución supranacional o la suma de los dirigentes de gobierno sensatos pueda evitarlo, me revuelvo ante la idea de que volvamos a oír cifras de muertos inasumibles por misiles israelíes. Y si no hay realmente mecanismos para parar esta locura debemos crearlos cuanto antes.

“Me están robando”, dice

El mismo Juan Carlos de Borbón que cuando regresó a Sanxenxo por primera vez desde su huida a Abu Dabi respondió: “Explicaciones, ¿de qué?” a la prensa, ahora afirma, en el adelanto de sus memorias: “Me están robando mi historia” (The Luxonomist). El dinero endurece los rostros, es tan evidente como lógico. No sé cómo serán sus memorias, no voy a perder ni un segundo en leerlas, no generan en mí ninguna curiosidad. Si escribo sobre el rey emérito será para dejar claro que no me merece ningún tipo de respeto y que creo que sigue riéndose de sus súbditos a la cara. Allá quien le compre la mandanga.

Sabemos cómo funciona, ¿lo sabe él?

Que Juan Carlos I piensa que todas y todos menos él somos idiotas es una realidad fácilmente comprobable cada vez que habla, escribe o respira. Que Antonio Garamendi también lo piensa acaba de quedar clarísimo: “Insiste en que los trabajadores reciban su sueldo bruto: ‘Si vieran que es casi el doble dirían, ¿pero a dónde va este dinero?’” (20 Minutos). Da por hecho que la ciudadanía no sabe cómo funciona una nómina, la tributación o los servicios sociales. Lo que empiezo a dudar ahora es: ¿lo sabe él? ¿Conoce Antonio Garamendi los beneficios sociales de las retenciones y los impuestos? ¿Quién queda peor con su pregunta?

Un listo

A estas alturas, cuando una persona dice en voz alta que es “juancarlista” deja claro lo que es. De la misma manera, quien todavía defienda a Alvise Pérez nos invita a que generemos una opinión sobre su papel en el tinglado y más vale que cobre una pasta gansa por hacerlo porque el eurodiputado la maneja: “Cobró 100.000 euros en metálico” de “un empresario de criptomonedas durante la campaña”, en concreto, del “creador del Madeira Invest Club”, Álvaro Romillo, un “club financiero que cerró la semana pasada tras no poder pagar a cientos de afectados” (El Diario). Ya sabemos dónde ha ido el dinero. Ahora hace fata saber por qué.

Último robo

Ya hemos hablado de robos en esta columna, pero faltaba el menos importante y, a la vez, el más frecuente: el del Real Madrid. Sabemos que la liga de Tebas necesita que el club blanco y el FC Barcelona estén fuertes, pero lo que estamos viendo es una exageración. Y no valen los aspavientos: las amarillas que sacan a los jugadores por protestar, lo vemos todos en los estadios, son muchas menos de las que merecen. Lo mismo pasa con las agresiones: la de Endrick a Santiago Mouriño en el Santiago Bernabéu es injustificable y totalmente punible, pero, eh, es el Real Madrid. Igual que, eh, es Juan Carlos, es Antonio y es Alvise. Y Netanyahu.