Nada que agradecer

Lo bueno de hacerse viejo, pero viejo como yo: putoviejo a los cuarenta y poco, es que ya me dan igual tantas cosas que ni las enumero. Entre ellas, me da igual que me llamen facha quienes saben que alguna fascistada de las de verdad, de las que se llevan a gente por delante por pensar diferente, ya han justificado. Y como me da igual, retuiteo y hasta abro la columna con el mensaje de Alberto Remírez: “¡Qué maravilloso tiempo éste en el que si no le estás agradecido a Otegi eres un facha!”. Solo hicieron falta un par de días para que quienes el lunes teníamos reticencias empezáramos a tener razón.

Más Villarejo

También tengo ciertas reticencias ante las declaraciones de José Manuel Villarejo que tanto han dado que hablar, pero el excomisario sabe que si exagera historias en vez de inventárselas puede generar más problemas. De lo que dijo en comisión parlamentaria ha trascendido, sobre todo, la fogosidad de Juan Carlos I, pero Niporwifi ha recopilado un hilo con otros titulares: “Villarejo hablando sobre un archivo del CNI con el que se controla a las personalidades más importantes de España”, “Villarejo sobre la cocaína”, “Villarejo sobre la operación Kitchen”, “Caso Pitiusa” y “Villarejo sobre el número de Rajoy, Cospedal y Moncloa.com”.

Pues yo lo veo parecido

A veces tengo problemas con los párrafos porque no consigo meter en ellos todo lo que quiero y, si lo hago, es imposible hacerlo de otro modo que no sea telegráfico, y otras veces mi problema es que no necesito más líneas para comentar un titular o un tuit como este de C55C, que me resulta suficiente: “Mucho quejarnos del turismo de borrachera pero vamos a legalizar el cannabis”. Sí, tengo mis reservas ante su uso y su legalización, tanto en lo sanitario como en lo político: mal favor hacemos a un tema si dejamos que este sirva para polarizar el parlamento y, además, generar una lucha caníbal, en esta ocasión, en la izquierda.

Mucho hemos tardado en empezar a reírnos de ellos

Tengo muy claro que, en el caso de ETA, sobre la que tanto hemos leído y oído esta semana, tardamos demasiado tiempo en reírnos de quienes integraban la banda y salían con verduguillos a leer comunicados pretendidamente serios. No caigamos en el mismo error en este mundo pandémico y digital, y empecemos a reírnos desde ya de quienes se enfadan por el uso de la mascarilla y de quienes confunden porque no les da para más medidas sanitarias con capricho de gobernantes. Porque estamos abocados a que nos suceda lo que ya pasa en el Reino Unido, pero podemos adelantar el trabajo de señalar a los gilipollas.

Dos minutos para una gran moda

Si de algo hemos hablado esta semana cansinamente es de “El Juego del Calamar”, esa serie de Netflix que está arrasando y preocupando a docentes y progenitores. Vayamos por partes: sí, es mucho más segura para niñas y niños la televisión lineal, la de toda la vida, que YouTube o las plataformas. Y sí, toda la vida hemos visto contenido no recomendado para nuestras edades. Lo que no debemos olvidar tampoco es cómo funcionan Netflix y otras: “‘Ver una serie’, según Netflix, son 2 minutos”, tuiteaba Ícaro Moyano. Así que lo que tenemos que controlar es nuestra participación en hacer crecer bolas y modas.

Por supuesto, se libra

Lo único que generaba cierta curiosidad era saber cómo, pero que Juan Carlos I se libraba de todas las que ha preparado algunos lo teníamos clarísimo. La operación “Campechano Manquepierda” ya ha empezado: “La Fiscalía archivará en las próximas semanas la investigación sobre el rey emérito” leemos en El Periódico de España, esa nueva publicación que, precisamente, progresista no parece. El tuitero Niporwifi, que escribe unos hilos estupendos sobre las distintas mafias (ETA, incluida), concluía: “Se acepta que el Rey Emérito actúe como un delincuente por la inviolabilidad, algo que no va a cambiar”.

Para sus movidas

Conocemos esto la misma semana en la que nos hemos enterado de que, según el Abc, la actual ministra de Defensa, Margarita Robles, era la encargada de dar cinco millones de pesetas mensuales en metálico a Zarzuela cuando era la número dos de Interior, entre 1994 y 1996. 60 kilos de los de antes al año, billete sobre billete, de los Fondos Reservados. La periodista Eider Hurtado hacía en Twitter las preguntas pertinentes: por qué y para qué. Pues para las movidas de Juan Carlos I, y en este genérico que cada uno se haga la idea que le dé la gana porque está claro que los poderes ejecutivo y judicial no van a investigar nada.

Guerra sucia

La documentación a la que ha tenido acceso el Abc, además de los 60 millones anuales de los fondos reservados que recibía Zarzuela en efectivo, incluye cómo Antoni Asunción “desveló el envío de cartas bomba a ETA en la etapa de Corcuera”. El exministro español de Interior “explicó en el Cesid la muerte de un cartero de 22 años al doblar un sobre remitido a un miembro de HB”. Guerra sucia con todas las letras y ninguna consecuencia, como sugiere Jesús Barcos en Twitter: “¿Provocará alguna sacudida, algún temblor?”. De momento, nada de nada. Más tierra sobre un tema que es un escándalo sin fecha de caducidad.

Y va Luis Enrique y dice…

Dice Luis Enrique y recoge Rubén Uría en Twitter que: “No os leo porque creo que sé más de fútbol que la mayoría y porque tengo más información que vosotros. No hay una opinión que pueda leer que me pueda interesar. No tengo noticias de las críticas porque no leo, no os escucho”. Pero Luis Enrique sí cobra lo que cobra porque el fútbol es un deporte que cebamos los medios. Para eso sí somos majos, al parecer, para el resto, no. Por cierto, la mayoría de la prensa sabe más que él de comunicar (está claro, porque es difícil ser más torpe), y espero que no se le ocurra hablar de política o la pandemia, ¿o sabe más que los expertos?

La España facha, hoy

En resumen, que en cuanto dijeron que volvía la normalidad a España hemos vuelto a hablar de Juan Carlos I, de dinero, de fondos reservados, de guerra sucia o de fútbol de sol y sombra y Farias. Unos temas, por cierto, que seguro que son del gusto del quinteto de youtubers que mañana se reunirá en Cartagena para hablar de “la Hispanidad”. Un grupo de retrógrados insoportables que no pasan de ser el hazmerreír de todos menos quienes se identifican con la España más casposa, pero que han conseguido financiación pública para su evento de autoplacer, como denuncia Sergio Merka en Twitter.

De manual

Los recibimientos en nuestros barrios a personas que han colaborado hasta en cuatro asesinatos, con paseíllo, música, abrazos y besos, es indignante. Y a quien no se lo resulte tiene un problema, el de colaborar y convivir con el fascismo sin notarlo. Lo tiene, por ejemplo, Sortu, el partido que controla Bildu sin tapujos, que no duda en lanzar “vivas” a quien sale de la cárcel por matar o ayudar a matar, y a quienes participan con alborozo (y sin distancias de seguridad por la pandemia) en una comitiva que no es tolerable en ninguna sociedad que, después de muchísimo sufrimiento, solo quiere avanzar en paz.

De cajón

Lo más probable es que volvamos a ver recibimientos de ese tipo y que volvamos a indignarnos. Lo más probable es que Porrotx vuelva a instrumentalizar el sufrimiento de las hijas e hijos de presos de ETA para exhibirse como el payaso que explica a las niñas y niños qué son los derechos humanos. Lo más probable es que cuando critiquemos la contradicción evidente, vuelvan a salir a defender a quien fuera concejal de Euskal Herritarrok en Lasarte-Oria (sustituido por su compañera, Pirritx) gente como Joseba Permach. Lo más probable es que se la cuelen solo a quien necesita creerse lo que le cuentan.

De vergüenza

El periodista vasco Roberto García clava, por desgracia, su sentencia en forma de tuit: “2021 y dedicando calles a Millán Astray. El tamaño de la derrota es tremendo”. Es cierto: resulta escalofriante comprobar, día tras día, cómo el franquismo no solo sobrevive, es que goza de una salud extraordinaria. En Euskadi, simplemente, no podemos permitirnos que el fascismo vasco nos derrote con sus falsas lecciones de derechos humanos y con unas muestras de cariño a quien ejerció la violencia directa contra quien pensaba diferente. La dignidad y el sentido común no pueden ser los derrotados. Otra vez, no.

De locos

Mientras la autoproclamada izquierda abertzale intenta darnos lecciones de derechos humanos con material defectuoso y aprovecha la pandemia para intentar aproximarse a la juventud defendiendo a la minoría que ataca a la Ertzaintza, el chiringuito de Gorliz y las tiendas del centro de Donostia, en nombre del libre botellón, no tiene tiempo de preocuparse de que el gobierno español al que sostiene junto a otros partidos muestre la inacción que resume muy bien este titular en Público: “Los precios de la vivienda, el agua, los alimentos y la energía se desbocan y exprimen a las familias”.

De rebote

La sorpresa para mí no fue el despido de Javier Cárdenas de Europa FM, sino que el cuñado al que enchufó Alfonso Arús se haya ganado la vida durante tantos años (y por lo que parece, nada mal) como comunicador. Después de varios rebotes sin resultado, quien saltara a la fama por entrevistar a frikis y reírse de ellos antes de convertirse en uno de sus personajes, ha acabado en OK Diario. El digital de Inda, famoso por difundir bulos en beneficio del fascismo español, le ha hecho un hueco y publicará sus podcast, que serán una adaptación más modesta de los programas mañaneros que Cárdenas grabará la tarde anterior.

Para empezar, la policía

Hace tiempo que me caí del guindo y me cuesta creer que haya una explicación lógica a los porrazos que todos hemos visto después de la manifestación en Madrid por el asesinato de Samuel Luiz. Tras el injustificable ataque mortal al joven en A Coruña, la policía nacional ha ejercido violencia directa contra el colectivo LGTBI. Una vez más, las agredidas son las personas que reivindican vivir con libertad su sexualidad. Y otra vez el agresor es una institución pública que, en esta ocasión, tiene que dar la cara sin retraso, vía ministro de Interior, vicepresidenta de Podemos o presidente del PSOE.

Tenemos que ser pesimistas

Solo unos pocos días después de estrenar su serie, “Maricón perdido”, Bob Pop veía, como casi todos, un componente homófobo en el asesinato de un joven de 24 años en A Coruña al grito de “maricón”. El guionista y escritor tuiteaba: “A veces, pienso que las agresiones LGTBIfobas son los últimos coletazos de una bestia herida que se ve acorralada. Y me parezco optimista. Otras veces, me vengo abajo y temo que estén más fuertes que nunca. No sé. Yo qué sé”. En este caso, como en todos los que la extrema derecha ha extendido su odio, tenemos que ser pesimistas y mantener la guardia alta, sin relajarnos.

Y encima, amenazan

“Vox anuncia acciones penales contra Monedero, Martu Garrote y todos los que vinculen al partido con el asesinato de un joven homosexual en La Coruña”, tuiteaban en la cuenta oficial del partido de Abascal después de la agresión en A Coruña. Un tipo tan siniestro como Jorge Buxadé hacía de portavoz de la desvergüenza: “La izquierda aprovecha la muerte de Samuel para lanzar una campaña infame contra Vox”. Con el tuit delante yo solo veo a Vox relacionándose con el asesinato y a Buxadé señalar. Con todo lo visto y leído estos años en la mochila, solo hay una manera de interpretar lo sucedido y lo dicho.

Es un fenómeno global

Ni España ni Euskadi son espacios aislados en Europa: una persona del colectivo LGTBI se la juega solo por salir a la calle en demasiados lugares. Ya hemos hablado de Hungría o Polonia, pero hay más: “Un grupo de ultraderechistas ha atacado la oficina de los organizadores del Orgullo LGBT en Tbilisi (Georgia), agrediendo a 15 periodistas que se encontraban allí. También hay niña herida porque han lanzado un explosivo a la sede” (Niporwifi, en Twitter). La homofobia, resultado directo de que la extrema derecha esté viviendo su mejor momento tras su derrota en la Segunda Guerra Mundial, se extenderá a menos que la frenemos en seco.

No solo ella

La solidaridad fue clave para vencer a la extrema derecha una vez y lo será para volver a hacerlo. Así que declaraciones partidistas como las de Irene Montero solo unas horas antes del asesinato de Samuel, “estamos del lado correcto de la historia” (El Independiente), no ayudan: igual que la ministra lo estamos la mayoría. La misma mayoría que ve casi a diario a antifascistas de pacotilla que no han tenido la valentía suficiente para enfrentarse a fascistas con los que convivían y aún conviven y que sabe que lo que menos necesitamos es que alguien intente apropiarse de una lucha que nos corresponde a todos.

¿El banco de qué?

Me ha sorprendido mucho el análisis del Banco de España sobre la subida del Salario Mínimo Interprofesional que aprobó el gobierno de PSOE y Podemos: “Provocó la pérdida de más de 100.000 puestos de trabajo entre empleos destruidos y puestos que no se crearon” (El Independiente). Cualquiera diría que no se alegran de que los trabajadores mejores sus condiciones. Y cualquiera podría decir que la de los “puestos que no se crearon” es una elucubración propia de quien se chupa el dedo índice, levanta la mano y luego se pone muy serio a redactar un informe en nombre de España. ¿Qué España?

No, no podemos

Puede parecer que me he tomado hoy la pastilla roja antes de escribir, pero prefiero pensar, simplemente, que todavía puedo ser incluido en ese “jóvenes” que menciona la ministra Díaz: “No podemos tener a jóvenes con contratos de 476 euros, eso habla muy mal de las empresas españolas” (Púbico). De las españolas y de las vascas que los tengan en condiciones similares, claro. No hay que olvidar que pese a esas condiciones de semiesclavitud, España lidera todos los rankings de desempleo entre la población joven. Un “logro” recurrente que Díaz quiere revertir inyectando tela para convencer a los contratantes de lo que ya es justo.

Y estos, ¿a quién representan?

Para ser justo ante las noticias sobre la selección española de fútbol intento imaginarme qué pensaría si estuviese leyendo los mismos titulares o comentarios sobre la de Euskadi. Y en el caso de la vacunación exprés lo tengo bastante claro: igual que el alumnado que está haciendo la Selectividad estos días, lo único que tenían que hacer los futbolistas era no contagiarse antes de la gran cita. Disfruto con el fútbol en algunos momentos todavía como un niño, pero entre adultos, y aunque creo que con el tema de las vacunas también hemos sido demasiado exquisitos, lo de “la roja” es un despropósito que, sin embargo, no sorprende a nadie.

Un (ex)futbolista con criterio

No me caía mal antes (tampoco especialmente bien), pero con estos dos tuits, Santiago Cañizares me cae un poco mejor: “El otro día dije en la COPE que España estaba detrás en el ritmo de vacunación de determinados países europeos… ¡Error! Y no sabéis cómo me alegro…”. “Y dicho esto, es sorpréndete el rigor que algunos me exigen, deben de valorar tanto mi opinión que temen una corriente equivocada y manipulada de dimensiones enormes que finalmente condicione nuestras vidas… ¡Sed felices!”. Su rectificación, su alegría porque las cosas vayan bien y su aviso a la policía de Twitter me parecen tres aciertos notables.

Ninguna sorpresa

Me han sorprendido las formas tan burdas del Banco de España, me ha sorprendido el discurso de la ministra Díaz, me ha sorprendido el debate sobre las vacunas a los futbolistas profesionales, y me ha sorprendido que un comentarista rectifique y conozca lo que se cuece realmente en Twitter, pero no me ha sorprendido esta noticia: “La Audiencia de Málaga confirma la condena a una mujer por participar en una procesión de una vagina de plástico”. Niporwifi ponía de manifiesto la victoria de lo retrógrado: “Ha ganado Abogados Cristianos, una pena y una vergüenza”.