Escapada británica (1): Stonehenge y Bath

Del 7 al 17 de septiembre hemos realizado la sexta escapada del año, con destino a Inglaterra y Gales. Como el día 8 falleció la reina Isabel II, casi toda nuestra estancia ha coincidido con el luto oficial, que no ha afectado en nada a nuestro proyecto de viaje. Vueling enlaza tres veces al día el aeropuerto de Bilbao con el londinense de Gatwick, con un buen precio y una excelente puntualidad, estando el avión en el aire tan sólo hora y media. En el aeropuerto cambiamos el coche que teníamos reservado por un Mercedes de cambio automático que me facilitara un poco la conducción. En él viajamos con otra pareja de amigos.

Me daba un poco de pereza este viaje, por tener que llevar pasaporte, cambiar libras y conducir por la izquierda, cosa que hice durante un montón de millas que, traducidas a kilómetros, se convirtieron en 2.000. Una cosa buena que tienen Inglaterra y Gales es que las autopistas son gratuitas. Eso sí, en cuanto abandonas las rutas principales, las carreteras son penosas. Por contra hay muchos aparcamientos, pero hay que pagar en casi todos. Nuestro coche era de gasoil, cuyo precio era unos 20 céntimos de libra más caro que la gasolina, oscilando entre 1,82 y 1,87 libras el litro (más de 2,10 €). Nuestro plan consistía en pasar 5 noches en Newquay (Cornualles), 3 en Cardiff (Gales) y 2 en Londres y así lo hicimos.

Con el cambio de hora, a las 8 de la mañana ya estábamos en el aeropuerto londinense de Gatwick y una hora después, tras desayunar, nos poníamos en marcha. Hasta Newquay teníamos 267 millas y unas 4 horas y media de viaje, así que, cuando llevábamos un tercio de viaje, teníamos prevista una parada en esa maravilla que es Stonehenge, que no visitaba desde el año 2009. Se trata de un monumento megalítico tipo crómlech, construido entre el 3100 aC y el 2000 aC, situado cerca de Salisbury, que desde 1986 forma parte del Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Stonehenge está ahora muy cambiado, ya que han construido un enorme centro de visitantes en el que luego malcomimos. En contra de lo que había leído, no tuvimos que reservar la entrada con antelación, bastando con pasar por taquilla y abonar las 17 libras que cuesta la entrada (unos 20 €), que incluye el autobús que te traslada hasta el monumento megalítico situado a 1,5 km, rodeado por un foso y praderas en las que pastan ovejas y vacas. Junto a la entrada hay unas réplicas de unas chozas, que evocan cómo vivían hace 4.500 años en esta zona de Inglaterra.

Nos quedaban por delante tres horas para llegar a Newquay, donde pasamos 5 noches para recorrer Cornualles. De allí nos trasladamos a Cardiff, la capital de Gales, donde pasamos otras 3 noches. Volveré más adelante a hablar de estos lugares, pero abro un paréntesis y me traslado al 15 de septiembre cuando, camino de Londres, hicimos un alto en el camino, al igual que en Stonehenge, para dedicar unas dos horas y media a “picotear” a Bath, ciudad situada a 21km al SE de Bristol y a una hora de viaje desde Cardiff. Desde 1987 forma parte del Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, siendo uno de sus principales monumentos la Abadía, que tan sólo nos dio tiempo a ver por fuera, contemplando también la Fuente de Rebeca, situada junto a ella.

El objetivo principalmente de nuestra parada en Bath consistía en visitar la joya de la ciudad, las termas romanas, situadas junto a la Abadía. Se encuentran bajo el nivel de la calle, accediendo a ellas por un elegante edificio. Como en casi todos los lugares, la visita no resulta nada barata, pues la entrada cuesta 23 libras (más de 25 €), precio que asciende a £25,50 los fines de semana. Los descuentos para mayores de 65 años suelen ser tan sólo testimoniales (en este caso una libra). El precio incluye una audioguía en castellano. El recinto cuenta también con un pequeño pero interesante museo.

Como Bath no era más que un complemento del viaje, nos dispusimos de mucho tiempo para visitar esta encantadora ciudad, a la que pensamos volver en tren desde Londres, pues se puede llegar en menos de hora y media, la mitad que en coche. Cuenta la ciudad con monumentales edificios georgianos, como el que alberga las termas y los ocupados por museos. Nos llamó la atención contemplar mujeres vestidas con trajes de época en varios lugares, supongo que a sueldo de las autoridades turísticas.

Bath ocupa un precioso emplazamiento en un meandro del río Avon y cuenta con numerosos parques como los Parade Gardens, donde concluimos la visita a la ciudad gracias a las indicaciones de Karmele, pues en caso contrario nos habríamos perdido contemplar el monumental puente Pulteney, diseñado por Robert Adam y finalizado en 1773, que es uno de los cinco puentes habitados existentes en el mundo. En el canalizado río pudimos ver un cisne. La sorpresa la tuvimos al llegar a casa, cuando mi mujer se dio cuenta de que la imagen del cuadro que realizó en punto de cruz hace muchos años, cosa que ignoraba, corresponde a este puente.

Llegamos justo a las 5 de la tarde al aeropuerto de Gatwick, hora en la que teníamos que devolver el coche, pues para Londres no lo necesitábamos. Teníamos por delante 46,5 horas hasta tomar el vuelo de regreso a Bilbao, en una ciudad que se preparaba para el funeral de la reina Isabel II, pero eso es otra historia. La próxima semana espero hablar de Cornualles, el principal objetivo de este viaje.

Un comentario en «Escapada británica (1): Stonehenge y Bath»

  1. Hola Antonio…por lo que cuentas bastante caras las entradas para los sitios de interés.
    Parece qué el tiempo os ha respetado bastante aunque hayáis tenido chaparrones en el viaje
    Curioso lo del cuadro de Amparo.
    Un abrazo.

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