FUERTEVENTURA: Un paraíso para el turismo

Copio este titular de www.diariodefuerteventura.com pues me parece acertado, sobre todo dado el mes en el que nos encontramos. He estado en numerosas ocasiones en las islas Canarias, principalmente en los meses de enero y febrero, para escapar por unos días del invierno, recorriendo las siete islas, la Graciosa y el islote de Lobos, repitiendo cuatro de ellas en diferentes ocasiones. Este relato corresponde al viaje realizado del 28 de enero al 4 de febrero de 2017, en mi segundo viaje a Fuerteventura, isla situada a 3 hora de vuelo directo desde Bilbao, con Vueling. Como en nuestro anterior viaje nos alojamos en Corralejo, en el norte, para esta ocasión escogimos Caleta de Fuste, en el centro, y más en concreto el Barcelo Castillo Beach Resort, del que volvimos encantados.

Me gusta repetir destinos, pues así no tienes obligación de ir a ver las cosas “obligatorias”, sino a disfrutar de lo que te apetece realmente. Eso son para mí las auténticas vacaciones. En la docena de viajes que he realizado a Canarias no he estado tomado el sol en ninguna de sus playas, así que si buscas consejo de alguna de ellas, puedes dejar de seguir leyendo este artículo. Eso si, en Caleta de Fuste dimos buenos paseos costeros y disfrutamos de las puestas de sol y del castillo del siglo XVIII.

Caleta de Fuste pertenece al municipio de Antigua y está ubicado en la parte central de la costa este de la isla, lo que la convierte en un punto de partida inmejorable para hacer excursiones de un día por ella. En uno de los paseos costeros nos acercamos hasta los hornos de cal de la Guirra, declarados Bien de Interés Cultural y situados en la desembocadura del barranco de Miraflor, a un paso del Centro Comercial Atlántico, que cuenta con hermosos estanques.

Una de las tardes, nos desplazamos hasta un lugar muy cercano, el Museo de la Sal, para visitar las Salinas del Carmen, las únicas existentes en funcionamiento en Fuerteventura. En la playa del Muelito, sobre la que hay un bar, vimos un buen grupo de gaviotas y unas ardillas correteando por las piedras.

Otro de los días nos desplazamos al extremo norte de la isla, donde se encuentra el Parque Natural de las Dunas de Corralejo y la población del mismo nombre, de donde zarpan los barcos que se dirigen a la isla de Lobos, un pequeño islote de unos 4,5 km², separado de Fuerteventura por el estrecho de la Bocaina, cuya travesía dura 15 minutos. El Parque Natural del Islote de Lobos es un magnífico lugar para disfrutar de la naturaleza. En nuestro anterior viaje le dimos la vuelta caminando, pero esta vez no lo tomamos con más tranquilidad para poder tomar algo en un chiringuito. He visto que poco a poco este lugar se está masificando, siendo ahora posible comer en el islote.

Tras comer en Corralejo, decidimos pasar la tarde en la La Oliva, yendo directamente a la Casa de los Coroneles, edificio señorial construido en el siglo XVIII, que sirve en la actualidad para realizar exposiciones. Pronto nos vimos rodeados por un grupo de ardillas en busca de comida. Visitamos también la iglesia de Nuestra Señora de la Candelaria, en la que destaca el políptico del retablo mayor, obra de uno de los mejores pintores barrocos de Canarias, Juan de Miranda Cejas. Nos enteramos que al día siguiente había mercado y allí nos presentamos de nuevo.

El día siguiente resultó bastante intenso. Primero nos dirigimos a El Cotillo y más en concreto al Faro del Tostón, que protege una bravía costa. De allí fuimos a La Asomada para fotografiar la curiosa molina, continuando el viaje por el Parque Rural de Betancuria y los miradores de Morro Velosa (excelente vista) y Guise y Ayose, que cuenta con dos enormes estatuas de bronce, de casi 4 metros de altura, que representan a los antiguos reyes de Fuerteventura. Fuimos a comer a Betancuria, coqueto pueblo presidido por la iglesia de Santa María, concluyendo la jornada en Antigua, pueblo que cuenta con una interesante arquitectura popular, entre la que destaca la iglesia de Nuestra Señora.

La siguiente jornada nos dirigimos al sur, hacia la península de Jandía. Antes de llegar al Gran Tarajal tomamos un desvío hasta el Faro de la Entallada, monumental edificio que cuenta con excelentes vistas. La siguiente parada fue en Costa Calma, donde de nuevo las ardillas acuden a nuestro encuentro. Una vez en la península de Jandía concluimos nuestro recorrido en Morro Jable, deteniéndonos junto al Faro del Matorral, situado en la playa del mismo nombre, en la que también existe, a modo de escultura, el esqueleto de 15 metros de un cachalote que murió varado en esta costa. Se ha echado la hora de comer y lo hacemos en la zona del puerto, de donde sale el ferry a Gran Canaria.

En esta jornada vamos a cambiar de costa, pasando en primer lugar por Tiscamanita, donde se encuentra el Centro de Interpretación de los Molinos, en el se muestra la importancia que durante siglos tuvo el gofio como base alimenticia de los majoreros. Continuando el viaje, llama nuestra atención que en un paisaje tan árido haya montañas verdes. Finalmente llegamos al pueblo costero de Ajuy, donde podemos contemplar unos pequeños hornos de cal, aunque nos quedamos con la imagen de la fuerza del oleaje en esta zona de la isla, que contemplamos mientras comemos en un bar junto a la playa.

Por la tarde, de regreso a Caleta de Fuste, hacemos un alto en el camino en Pájara, capital de un extenso municipio sureño, que cuenta con un hermoso parque presidido por la iglesia de Nuestra Señora de Regla, construida entre 1687 y 1711, cuyo interior merece la pena visitar. Antes de llegar al hotel nos detenemos en Tuineje, para acercarnos hasta la iglesia de San Miguel. El viaje ha tocado a su final, pues al día siguiente, a media tarde tenemos el vuelo de regreso a Bilbao, que aparece en el panel rodeado de otros destinos europeos. Me gusta Fuerteventura.

En busca de la Gran Mezquita de ABU DHABI

En enero de 2015 realicé mi primer crucero, recorriendo Omán y los Emiratos Árabes Unidos. Hasta entonces me había opuesto a esta modalidad de viaje, pero me salía más barato el vuelo de ida y vuelta de Madrid a Dubai, con Emirates, los traslados y una semana en pensión completa en camarote exterior con balcón en el barco Costa Serena, que una semana de alojamiento y desayuno en un hotel Ibis de Dubai. La verdad es que resultó muy cómodo, pues cambiamos de país sin utilizar el pasaporte, solo con la tarjeta del barco. Aunque luego me encantó Omán, el objetivo principal de este viaje era visitar la gran mezquita de Abu Dhabi, ciudad en la que permanecimos todo el día, pudiendo contemplar desde el barco la silueta de las torres de la ciudad con las primeras luces del amanecer y, al finalizar la jornada, la puesta de sol sobre el golfo Pérsico.

Todavía no he comentado que solo utilizamos el barco como alojamiento, cena y desayuno y como medio de transporte, realizando todas las visitas por nuestra cuenta, así que ni utilizamos el Big Bus, el autobús turístico de Abu Dhabi. Del barco fuimos al shuttle, el autobús gratuito que proporciona el puerto para salir de sus instalaciones y que nos trasladó al centro de la ciudad, el World Trade Center, una zona anodina plagada de altos edificios entre los que destaca el más alto de la ciudad, el Burj Mohammed Bin Rashid, un rascacielos que mide 381 metros y tiene 88 plantas. Tomamos así el primer contacto con la capital y segunda ciudad más poblada de los Emiratos Árabes Unidos.

Abu Dhabi es una ciudad muy tranquila y segura, así que mi mujer y yo nos dirigimos caminando, durante unos 600 metros, hasta nuestro siguiente destino, la Corniche, el principal paseo costero de la ciudad, en el que vimos a una joven local haciendo ejercicio, completamente tapada, mientras las mujeres occidentales visten normal. También vimos una lancha de las de carreras y los principales rascacielos de la ciudad. Sin embargo no es oro todo lo que reluce, pues los baños públicos estaban repletos de botellas de plástico y latas de bebidas, a modo de una gigantesca papelera.

Aunque tenemos que esperar bastante a que pase uno, desde la Corniche cogemos un taxi para cubrir los 7 km que nos separan de nuestro siguiente destino, el Heritage Village, un interesante museo al aire libre en el que se recrea la forma de vida de los habitantes de los emiratos antes del descubrimiento del petróleo. En él pudimos ver a diferentes artesanos trabajando, jaimas del desierto, una reproducción de un pozo y un pequeño oasis. Desde la playa junto a la que se encuentra, disfrutamos de una de las mejores vistas de la ciudad.

Nos acercamos hasta el coqueto Teatro de Abu Dhabi y, como nuestro siguiente destino está solo a kilómetro y medio, caminamos por la Al’Alam street que discurre frente a un pequeño puerto, mientras contemplamos la actividad de un pescador y disfrutamos de la mejor vista de la ciudad. Al fondo vemos la inconfundible torre-mirador del Marina Mall, un centro comercial y lugar de entretenimiento que se inauguró en 2001. Paseamos por su interior, lleno de comercios entre los que destaca por su concurrencia Zara y, como es mediodía, nos dirigimos al food court, probablemente el lugar más barato para comer de forma rápida en una ciudad que es bastante cara.

Aquí resulta mucho más fácil coger un taxi, así que tomamos uno que nos traslade a la gran mezquita. El conductor es muy amable y le pedimos que primero nos lleve hasta el cercano Hotel Emirates Palace, inaugurado en 2005, del que dicen que es el hotel más caro del mundo. Hace falta estar alojado o tener reserva para el restaurante para que te dejen acceder a su interior, cosa que podíamos haber hecho, pero nos entretuvimos en sus espectaculares jardines, fotografiando las fuentes y las torres más hermosas de Abu Dhabi, que se encuentran frente al hotel. Al final nos llamó el taxista diciendo que le obligaban a mover el coche y tuvimos que continuar el viaje. Otra vez será.

Al fin llegamos a nuestro principal destino en la capital de los Emiratos, la mezquita Sheikh Zayed, conocida como la Gran Mezquita, cuya construcción finalizó en 2007. Para acceder a ella basta con llevar pantalón largo y manga larga y las mujeres un pañuelo en la cabeza. El icono de Abu Dhabi es una joya del arte islámico, perfectamente comparable al Taj Mahal indio. El complejo tiene unas dimensiones de 290 por 420 metros y cuenta con cuatro minaretes de una altura de 107 metros y 82 bóvedas de 7 tamaños diferentes. Tiene también 1048 columnas en el exterior y 96 en el interior. Al lado de la mezquita se encuentra el mausoleo del primer presidente de los Emiratos Árabes Unidos, Zayed ibn Sultán Al Nahayan, pero no nos dejaron acercarnos a él, aunque pude obtener la foto de abajo a la derecha.

Hemos acertado yendo a la Gran Mezquita por la tarde, pues estamos casi solos, ya que por la mañana han acudido todos los grupos de los cruceros. Da gusto caminar descalzo por el mármol y luego sobre la mayor alfombra del mundo, pues tiene una superficie de 5.627 metros cuadrados y pesa 47 toneladas. Fue hecha a mano por 1.200 mujeres iraníes y diseñada por el artista Ali Khaliqi. Tiene un valor estimado de 545 millones de dólares. La sala principal tiene 10 lámparas de araña de 10 metros de longitud y 9 toneladas de peso, hechas a base de cobre y recubiertos de oro. Fueron fabricadas por la empresa Swarovski. Hasta los baños (última imagen) son lujosos. Es una de las obras construidas por el hombre más hermosas de cuantas conozco. Objetivo cumplido.

En el aparcamiento de la mezquita cogemos el tercer y último taxi de la jornada pero, en vez de dirigirnos directamente al barco, le pedimos al taxista nepalí que nos pare en algunos lugares emblemáticos, aunque solo sea para sacar una fotos desde el exterior, caso del circuito de Yas Marina, inaugurado en 2010 para las competiciones de F1 y el parque temático Ferrari World Abu Dhabi, también inaugurado en 2010. Hemos comprobado que los taxis funcionan muy bien en Abu Dhabi, no como en Dubai, que los taxistas son muy amables y siempre ponen el taxímetro y que pese a los elevados precios de la ciudad, los taxis nos resultaron muy económicos, pues hemos recorrido más de 80 km por el precio de una plaza en el bus turístico.

SILIÓ (Cantabria): La Vijanera, el primer carnaval del año

Como cada primer domingo del año, la localidad cántabra de Silió celebra el 5 de enero el primer carnaval de 2020. Con el nombre de La Vijanera, es una fiesta declarada de interés turístico nacional. Este pueblo que ronda los 500 habitantes, se encuentra a 265 metros de altitud y a una distancia de 3 km de Molledo, municipio al que pertenece. De su patrimonio destaca la iglesia románica de San Facundo y San Primitivo y algunas casas de los siglos XVII y XVIII. Llama también la atención el monumento a La Vijanera. Viendo el cartel de este año, nos podemos hacer idea de lo que nos espera. Silió se encuentra a 143 km de Leioa, que podemos recorrer en hora y media, pues casi todo el viaje se realiza por autovía, primero por la A-8 hasta, cerca de Torrelavega, y luego por la A-67, dirección Palencia, hasta la salida 157.

Dado que el día de la fiesta cierran el acceso por carretera a Silió, nosotros fuimos de víspera y nos alojamos en La Posada de los Duendes, en Helguera, pues así el domingo subimos caminando en poco más de media hora. En este barrio está la iglesia de Santa Leocadia. Luego nos desplazamos a Santa Cruz de Iguña, donde se encuentra la casa del inventor Leonardo Torres Quevedo, concluyendo la tarde del sábado en Molledo, acercándonos al Santuario de la Virgen del Camino, que data del siglo XVIII.

De esta forma pudimos conocer mejor el valle de Iguña, por el que discurre el río Besaya en su paso entre la meseta y el mar Cantábrico. Visitando los pueblos anteriormente citados y, sobre todo, en nuestro recorrido a pie entre Helguera y Silió, contemplamos la variedad de ganado que pasta en los verdes pastos del valle.

Aunque la fiesta de La Vijanera comienza al alba del domingo, de cara a los visitantes todo empieza sobre las 11 de la mañana en el centro del pueblo. Para mostraros las mejores imágenes me infiltro entre los participantes, unos 160, todos ellos varones, desde que comienzan el recorrido en la parte alta del pueblo. Empezamos a ver a los vecinos ataviados con máscaras, pieles y coloridas indumentarias.

Los verdaderos protagonistas de la fiesta son los zarramacos, que se cubren con pieles de oveja y sombreros picudos con cascabeles, llevando la cara pintada de negro. Lo normal es que lleven 8 campanos, cuatro delante y otros tantos detrás. Son el grupo más numeroso de La Vijanera. La siguiente cita, de 11:30 a 12:00, es en la plaza de la iglesia, donde se procede a la captura del oso.

Los personajes que más llamaron mi atención fueron los trapajones, nombre con el que denominan a los que llevan los trajes confeccionados con elementos naturales, como musgo, hiedra, paja, helechos, berezo, maíz, alubias, hojas y cortezas de distintos árboles… Curiosos son también los trapajeros, así llamados por estar confeccionada su indumentaria con tiras de trapos. Además llevan máscara. La siguiente cita es a las 12:30 en el límite del pueblo, lugar conocido como la raya, donde realizan un frenético baile.

Seguimos disfrutando de los variados trajes de La Vijanera, como los danzarines, negros y blancos, la madama, el mancebo, el marquesito, el pasiego y la pasiega, el caballero, la Pepa, los viejos, el afilador, la pitonisa, la bruja y un largo etcétera. La siguiente cita la tenemos a las 13 horas en la campa existente junto a las escuelas, donde se recitan las coplas satíricas. Yo sigo acompañando a los participantes.

La Viajenara concluye sobre las 14 horas junto a la iglesia, con la aparición del oso acompañado por el húngaro y los zamarracos. El oso es rodeado y apaleado hasta que cae muerto, simbolizando la victoria sobre el mal. He disfrutado en esta fiesta y sacado muchísimas fotos. Creo que merece la pena. Además hemos tenido suerte para conseguir sitio en un bar en el que comer un bocadillo.

Como se encuentra a tan solo 4 km del hotel, decidimos pasar la tarde en Bárcena de Pie de Concha, pueblo por el que pasa el río Besaya, que cuenta con varias casas con hermosos miradores. Nos acercamos también a la iglesia parroquial de Santa María de Roimbre, edificio muy reformado que data de principios del siglo XVI.

Cuando estamos junto a la iglesia de Santa María de Roimbre nos encontramos con algo con lo que no contábamos, la tradicional cabalgata de Reyes que se celebra cada 5 de enero. Este año comenzará a las 16:30 horas en Bárcena de Pie de Concha y recorrerá Pujayo, Pie de Concha, Bárcena, Cobejo y Santa Olalla, con una representación final en la plaza de Bárcena, chocolatada incluida, a las 21:00 horas. Resulta curioso ver que las pequeñas carrozas van tiradas por tractores. Es un buen final a esta escapada.

Una tarde en Brisbane (Australia)

Esta ciudad no entraba en nuestro plan de viaje de 32 días por Australia y Nueva Zelanda, realizado en otoño del pasado año. Sucedió que tras mirar por Internet precios y rutas en varias compañías aéreas, la opción más rápida, económica y que mejor se acomodaba a nuestras necesidades, la encontramos en la compañía australiana Quantas incluyendo en el mismo billete los vuelos Madrid-Dubai-Adelaide, con Emirates, Brisbane-Auckland y, para el regreso, Queenstown-Sydney  y Sydney-London Heathrow-Madrid. En la oficina de Qantas en Madrid no se creían que hubiera conseguido un precio tan bueno en su web. De esta forma, aunque en versión abreviada, pudimos conocer Brisbane, la capital del estado de Queensland. Tras dos horas de vuelo desde Cairns, a las 12:45 h el Boeing 737-800 de Qantas tomaba tierra en el aeropuerto de Brisbane. Tuvimos que movernos con rapidez. Taxi al Comfort Inn & Suites Northgate Airport Motel, situado cerca del aeropuerto, pues al día siguiente tocaba madrugón, y un tren para desplazarnos al centro.

Estamos en la tercera ciudad más poblada de Australia. El tren nos dejó en la Central Station, situada a un paso de la Queen street, la calle central y más comercial de la ciudad, en la que comimos una hamburguesa para no perder tiempo. Esta calle peatonal es conocida como Queen Street Mall, pues es un centro comercial que se extiende unos 500 metros desde George street hasta Edward street, en el que hay más de 700 comercios. Llama nuestra atención la originalidad de sus fachadas y los rascacielos que observamos por las calles laterales.

Al final la Queen Street se ensancha, dando lugar a la Reddacliff place, a la que se asoma el monumental edificio Former Treasury Building, Hotel y Casino. Es un lugar muy concurrido y animado, sede de improvisados mercadillos comunitarios. También se encuentra en este lugar uno de los puntos de alquiler de bicicletas y dos vistosos grupos escultóricos, de nombre Sphere y Ball sculpture.

De la Reddacliff place accedemos al Victoria bridge, que cruza el río Brisbane del que la ciudad toma su nombre. La capital del estado de Queensland es atravesada por este río navegable, que la divide dándole forma de una enorme “S”. Hacia el este queda el mar y hacia el oeste el monte Cootha. Al otro lado del río vemos la noria y a nuestra izquierda el skyline de la ciudad.

Nada más cruzar el puente sobre el río Brisbane accedemos a una antigua zona industrial, que fue totalmente renovada para la Expo de 1988. Lo primero que encontramos es una amplia zona cultural, sede del Concert Hall y del Queensland Perfoming Arts Centre, frente al que tenemos el Brisbane Sign, siempre concurrido de gente que acude a sacarse la foto ante el nombre de la ciudad, formado por coloristas letras, con el skyline de fondo. Hay también varios bares y restaurantes.

Estamos en el llamado South Bank, zona muy tranquila por la que dimos un agradable paseo, disfrutando de sus parques, plantas y flores, de los artistas callejeros y de varias esculturas urbanas. También vimos los primeros ibis, que en esta ciudad son como las palomas, pues están en todas partes en busca de desperdicios. La gente acude a pasar la tarde sentados en la hierba a orillas del río.

Caminando por el paseo que recorre la orilla del río Brisbane quise sacar una foto del skyline de la ciudad pero, a pesar del gran angular de la cámara, resultaba imposible fotografiarlo al completo, así que recurrí al modo panorámico del móvil. Al ver la foto, me sorprendió que había cinco parejas que vestían igual. Al verla en el ordenador pude comprobar que era la misma en cinco momentos diferentes. Desde luego no era mi intención obtener esta instantánea, así que fue una casualidad.

Continuamos el paseo ribereño hasta llegar al Goodwill Bridge, pasarela peatonal construida en el año 2001 que, con sus casi 500 metros de longitud, conecta la zona en la que se encuentra el Museo Marítimo de Queensland, en South Bank, con el distrito de negocios a la altura del la Universidad de Tecnología de Queensland. Cruzando este puente iniciamos el regreso al punto de partida.

Nuestro apresurado recorrido por Brisbane concluye en el Jardín Botánico (Brisbane City Botanic Gardens), de 20 hectáreas de extensión, que cuenta con plantas exóticas de todo el mundo. Tras dar un agradable paseo por él, coincidiendo con el anochecer nos dirigimos a la Central Station, para desplazarnos en tren hasta el hotel cercano al aeropuerto, en el que cenamos.

Al día siguiente tocó madrugón, pues nuestro vuelo para Auckland salía a las 07:45 h. El viaje continúa por Nueva Zelanda.

Escapada burgalesa

Salvo que sea a latitudes más cálidas, no acostumbro a realizar escapadas de varios días a partir del último domingo de octubre, cuando cambian la hora, pues nos roban las tardes al ser los días muy cortos. Además es mucho más fácil que llueva y haga frío. Sin embargo, mis amigos de Rivas Vaciamadrid tenían ganas de conocer las lagunas de Neila, en las que he estado en varias ocasiones, así que allí nos fuimos. Fue el pasado año, del 17 al 19 de noviembre. Las previsiones de tiempo no eran nada halagüeñas, pero bueno…

Como habíamos quedado a comer en Neila y el sábado salió un día espectacular, optamos por realizar el viaje por La Rioja, para así poder disfrutar de los colores del otoño en los viñedos, de las peñas que rodean el río Najerilla a su paso por Anguiano, del embalse de Mansilla y del cañón que forma el río Najerilla, en esta zona llamado Neila, camino de la localidad del mismo nombre. El día estuvo radiante.

Había estado en varias ocasiones en Neila, pero nunca había pernoctado en esta localidad burgalesa de tan solo 158 habitantes empadronados aunque, según nos comentaron, en invierno solo viven la mitad. Pasamos las dos noches en el sencillo pero acogedor Hotel Villaneila, en el que nos sentimos como en casa y cenamos muy a gusto. Menos mal que había otro bar abierto, pues en cuanto anochecía hacía un frío que pelaba, ya que estamos a 1163 metros de altitud. De esta forma pudimos ver el nacimiento del río Neila o Najerilla, la iglesia de San Miguel, de estilo románico serrano, las casas blasonadas y la plaza del Ayuntamiento.

El día sigue espectacular, así que decidimos aprovechar la tarde para recorrer en coche otros 21 km. Como el objetivo de esta escapada era disfrutar de la naturaleza, tan generosa en esta tierra de pinares, nos desplazamos en primer lugar hasta Fuente Sanza, lugar situado en la carretera que va a Quintanar de la Sierra, a 6,7 km de Neila, un hermoso paraje en el que nace el río Arlanza.

Como para el día siguiente dan lluvia, aprovechamos lo que queda de tarde para subir hasta las lagunas de Neila (8 km desde Fuente Sanza). Se trata de un lugar lleno de encanto consistente en un conjunto de lagos formados en circos glaciares, rodeados de montañas que alcanzan su punto culminante en el Campiña (2049 metros). Solo nos da tiempo para llegar a la laguna Larga, que contemplamos con los últimos rayos de sol (parte superior). Al día siguiente, lo primero que hicimos fue volver a esta laguna y continuar caminando hasta la laguna Negra, pero la niebla se había adueñado del lugar.

Para el domingo tenemos previstos 50 km de recorrido en coche. Tras abandonar las lagunas nos dirigimos al Comunero de Revenga, lugar compartido por los municipios de Canicosa de la Sierra, Quintanar de la Sierra y Regumiel de la Sierra. Se trata de un paraje rodeado de pinares, en cuyas praderas existe una ermita (Ntra Sra de Revenga) y una casona comunal del siglo XVIII. A escasos metros se encuentra una necrópolis medieval de tumbas excavadas en la roca. Sin embargo, lo que más llama la atención es la llamada Casa de la Madera, cuya visita merece realmente la pena, ya que es muy didáctica. Resulta obligado subir en el ascensor acristalado, pues desde la pasarela situada a 21 metros de altura se tiene una vista excepcional de la zona. La lluvia nos hace regresar a Quintanar de la Sierra, donde aprovechamos para comer mientras cae el chaparrón.

La lluvia nos da tregua, así que decidimos ir a un cercano lugar que me gusta mucho, la necrópolis de Cuyacabras, uno de los testimonios más ilustrativos de la arqueología medieval española. Data de los siglos IX al XIII y cuenta con 166 tumbas y 16 nichos. Además podemos disfrutar de los colores de otoño que proporciona el bosque de robles.

Tercer día de esta escapada. Abandonamos Neila pero mis amigos madrileños insisten en probar suerte de nuevo, por tercera vez, con las lagunas de Neila. Como nos pillan de paso, nos dirigimos a la que está situada en un nivel más bajo, la laguna de la Cascada, así llamada por la cascada que la alimenta procedente de lo alto del circo, donde estuvimos el primer día. Ha habido suerte, pues por un momento ha salido el sol y obtenemos imágenes con buenos reflejos.

De nuevo nos dirigimos a la parte superior de las cascadas, a la zona en la que hemos estado los días precedentes. El cielo se ha cubierto pero no llueve, así que podemos acercarnos a las lagunas de los Patos y Brava. Estamos en el límite de donde llega la nieve. Aunque sin sol, también logramos ver unos reflejos más que decentes.

Iniciamos el regreso a casa. Pasamos de largo Covarrubias y nos dirigimos a un pequeño pero coqueto enclave natural que quiero que conozcan mis amigos, el desfiladero de La Yecla. Es un recorrido muy breve pero atractivo, por una pasarela por el fondo del barranco. Luego tendremos que regresar al punto de partida por la carretera, atravesando los 250 metros de dos túneles con acera. En los peñascos que rodean la garganta hay gran cantidad de buitres.

La escapada ha tocado a su final, aunque volveré a escribir de esta zona con imágenes de buen tiempo. Comemos en Santo Domingo de Silos y cada uno para su casa. Estamos en un punto casi equidistante, pues tenemos por delante 223 km hasta Leioa y 234 km a Rivas Vaciamadrid.

LEIOA: Palacio Artaza y Feria Agrícola y Ganadera

No siempre vamos a estar de viaje. Alguna vez hay que quedarse en casa y hacer honor al nombre que lleva este blog. En estas fechas tenemos dos cosas de máximo interés en Leioa, las visitas teatralizadas al Palacio Artaza y, el domingo, la Feria Agrícola y Ganadera. Durante todos los fines de semana desde el 16 de noviembre hasta el 5 de enero, se vienen realizando en Artatza Jauregia (Palacio Artaza) visitas teatralizadas, para las que hay que inscribirse de forma gratuita en Kultur Leioa o en el teléfono 946072578. De esta forma podemos visitar el interior del palacio, aunque cualquier época es buena para pasear por el parque o contemplar la fachada del edificio, que comenzó a construirse en 1914 según el proyecto del arquitecto Manuel María de Smith Ybarra.

En esta visita retrocedemos a la década de 1920, cuando el palacio era habitado por la familia Chávarri, a la que ahora podemos ver, de forma recreada, en las diferentes estancias del palacio. El mayordomo y una doncella nos reciben y nos invitan a visitar el interior del palacio, en el que permaneceremos 45 minutos. Pasamos por unos salones, contemplamos al señor leyendo en un sofá y nos dirigimos a la capilla, donde contemplamos a los propietarios orando en su palco privado. Nos dirigimos entonces al hall principal, que cuenta con una galería superior y un precioso artesonado de madera en el techo. Toca ahora subir las escaleras, pasando junto a la elegante vidriera.

Estamos en la planta principal, donde vamos descubriendo los dormitorios, baños (hay una docena), despachos y la habitación acondicionada para que jueguen los niños, todo ello ambientado con personajes de los años veinte del siglo pasado, que actúan en directo para los visitantes, como la doncella que ordena el cuarto de los niños o la madre acicalándose en una estancia privada.

En otras estancias observamos a una pareja de empleados doblando una sábana o mantel, mientras toman medidas para confeccionar un traje al hijo del dueño, bajo la atenta mirada de su hermana. Llegamos luego al salón principal, en el que se reúne toda la familia. Los hombres conversan en un sofá y las mujeres toman café en otro.

Antes de salir al exterior para visitar el jardín, nos detenemos en la cocina, que cuenta con fogones de hierro fundido, toda una novedad en esa época. Durante la visita, está llena de actividad, pudiendo también ver las instrucciones del día, escritas a mano, para los cocineros, doncellas y chóferes. Concluye así nuestro recorrido de 45 minutos, didáctico y entretenido por Artatza Jauregia, el inmueble más visitado durante las jornadas Open House, celebradas a finales de septiembre, de los 81 participantes a nivel de Bizkaia, pues acudieron 3.500 personas. La visita de hoy ha merecido la pena.

La otra cita importante tendrá lugar el domingo, día 15, de 10 a 15 h, en el centro de Leioa. Se trata de la XXXII. Nekazaritza eta Abeltzaintza Azoka (XXXII Feria Agrícola y Ganadera). Las fotos que he subido, lógicamente corresponden a ediciones anteriores. Es como un Santo Tomás txiki, pero con la presencia de animales y muchísimo menos público.

La parte más colorista corresponde a la exposición y venta de productos agrícolas, frutas verduras y hortalizas, que podremos ver en el Boulevard y las plazas José Ramón Aketxe y Errekalde.

En la Feria habrá exposición y venta de productos artesanales, patés, botes de bonito, txakoli y un largo etcétera. También se celebrará el concurso de queso denominación de origen Idiazabal para productores vizcaínos, que este año alcanza la el XIX edición.

Una zona siempre muy concurrida es el Boulevard, donde se exponen las vacas y bueyes, que a las 13 h serán sometidas al pesaje. ¿Susperarán los 1.000 kg de peso? Este año también se podrá participar en los concursos a “La vaca más bonita” y “La vaca que más pesa”, optando a un premio consistente en dos cestas con productos.

En la plaza Errekalde podremos contemplar durante toda la jornada otros tipos de animales, como caballos, cabras y ovejas. Haciendo las delicias de los más pequeños. Por su parte, la plaza José Ramón Aketxe será escenario de una exposición de cetrería a cargo de Cetreros del Nervión.

En la plaza José Ramón Aketxe habrá talleres infantiles, degustación de setas y hongos de temporada y sidra Eusko Label, con la colaboración de la Asociación Micológica Zazpi. En la plaza Errekalde, a las 11 h tendremos deporte rural: aizkolaris, levantadores de piedra, tronzalaris, levantamiento de yunque, mazorcas, txingas, carrera de saco y lanzamiento de fardo. A las 12 h habrá paseos en pony por el Boulevard. Por supuesto, en la Feria podremos degustar el talo con chorizo, regado por un buen txakoli.

La animación en el recinto festivo correrá a cargo de los txistularis de Leioako Txistu Doinuak, Udondoko Txikiteroak, Trikitilaris y gigantes de Lamiako Maskarada. A las 11 tendremos Euskal dantzak en el Boulevard, con Gure Ohiturak Dantza Taldea. A partir de las 11:30 podremos ver Azoka bertso jira con Miren Amuriza, Andoni Egaña e Inazio Vidal. ¡Te esperamos en Leioa!

CAIRNS (Australia): Mar y montaña, Patrimonio de la Humanidad.

Continúo el relato del viaje realizado por Australia y Nueva Zelanda del 23 de septiembre al 24 de octubre del pasado año. Lo dejé el 18º día de viaje en Ayers Rock, desde donde, por la tarde, volamos a Cairns. Son dos horas y media de vuelo hasta el norte del país, a bordo de un Boeing 717 de QuantasLink. Por fin tenemos un poco de tregua, pues en esta ciudad de casi 125.000 habitantes pasaremos las tres próximas noches. Además podemos estar en manga corta, pues hemos dejado atrás el frío pasado en el sur. En palabras de un británico residente aquí, esto es como la Canarias de Australia. El Cairns Plaza Hotel está muy bien situado, en The Esplanade, el paseo marítimo de la ciudad, pudiendo caminar a orillas de la playa hasta el lago artificial de agua salada, que han construido para evitar los ataques de los cocodrilos marinos. Vemos también un grupo de pelícanos y el parque, que cuenta con mesas de picnic y barbacoas eléctricas, muy utilizadas por la población local.

Lo de tregua es relativo, ya que al día siguiente nos pasan a recoger a las 07:30 de la mañana, pues hemos contratado una variada excursión llamada Kuranda y Rainforestation, en la que por suerte nos hizo un día espléndido, disfrutando del bosque que forma parte del Patrimonio de la Humanidad. Nos trasladan a una antigua estación de tren, punto de partida del primer trayecto. El histórico ferrocarril panorámico de Kuranda nos trasladó al pueblo de mismo nombre, situado a 328 metros de altitud. Antes de llegar nos detenemos para contemplar las cascadas Barron Falls, ubicadas en un hermoso paraje.

Una vez en Kuranda, lo primero que hicimos fue visitar el Australian Butterfly Sanctuary, el mayor mariposario de Australia, en el que disfrutamos del colorido de las más de 1.500 mariposas que revolotean a nuestro alrededor. Un interesante y curioso lugar.

A continuación tenemos la visita al Rainforestation Nature Park, por donde nos desplazamos en un vehículo anfibio de la II Guerra Mundial por tierra y agua. Aunque el sistema resulta un poco agresivo, podemos contemplar una de las selvas tropicales más antiguas del mundo. Ha llegado la hora de la comida, incluida en la excursión, consistente en un bufé de barbacoa australiana con vistas al lago. No me gustan las excursiones en grupo, pero todo está saliendo muy bien, pues tenemos plena libertad de movimientos y dispones de tiempo suficiente para realizar las cosas a tu aire.

Al lado mismo del restaurante, junto al lago Barramundi tenemos el Koala and Wildlife Park, donde pudimos ver koalas, cocodrilos, serpientes, dingos, un casuario y demonios de Tasmania. También se puede dar de comer con la mano a canguros y ualabíes y abrazar a un koala. Salvo los dingos y demonios de Tasmania, el resto de fauna ya la habíamos visto en un centro de Kangaroo island. Koalas, emúes y canguros vimos unos cuantos en libertad yendo de Adelaida a Melbourne, así que este parque nos ha parecido un poco «de juguete».

Todavía no ha concluido la estancia en Kuranda, pues nos falta la experiencia aborigen Pamagirri, donde te enseñan a lanzar un tradicional bumerán y puedes presenciar el lanzamiento de lanzas, concluyendo con un espectáculo de danza tradicional aborigen en el Rainforest Amphitheatre, que describe los aspectos de la cultura indígena, incluidos los animales, la recolección de comida y la caza. La selva tropical sirve como paredes del teatro.

Concluyó la jornada de forma espectacular, con el regreso a Cairns en el panorámico teleférico Skyrail, viajando en telecabinas a pocos metros por encima de la bóveda de la selva tropical. El teleférico se extiende 7,5 km sobre el bosque y el río Barron. El viaje se realiza en tres tramos, por lo que pudimos bajar dos veces para realizar cortos paseos, primero en la estación Barron Falls, para poder ver los 260 metros de caída de las cascadas y luego en la de Red Peak, para caminar por la selva sobre una pasarela de madera de 175 metros de longitud. Ha resultado un día intenso y espectacular, que nos ha costado 161 € por persona. En Australia todo es muy caro, pero ha merecido la pena.

El vigésimo día de viaje fue mucho más tranquilo. Sin necesidad de madrugar caminamos poco más de 1 km hasta la Reef Fleet Terminal, donde embarcamos en un moderno catamarán para cubrir los 45 minutos que nos separan de Green Island, el punto más cercano de la Gran Barrera de Coral (Great Barrier Reef), el mayor arrecife de coral del mundo, que se extiende a lo largo de unos 2.600 km. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, resulta de visita obligada.

Green Island es un hermoso cayo de coral de 6000 años de antigüedad, ubicado dentro del Parque Marino de la Gran Barrera de Coral. Es el único cayo de coral en la Gran Barrera con una selva tropical creciendo en él. En esta coqueta isla permanecimos un par de horas, en las que tuvimos opción de elegir entre un recorrido en barco con fondo de cristal o el uso de equipo de snorkel. Optamos por la primera. Parece que navegábamos por el interior de una pecera. El agua es tan limpia, que varias de las fotos las obtuve desde el propio embarcadero. Nos da mucha pena abandonar Cairns, pero el viaje continúa.

Escapada asturiana

Noviembre suele ser un mes tradicionalmente muy lluvioso en Euskal Herria y si no que nos lo digan este año. Por contra, en octubre se suele alargar el verano, el veroño, disfrutando de unos días preciosos y de unas tardes relativamente largas hasta que cambian la hora. Aprovechando una ventana de cuatro días de un tiempo excelente, la última semana de octubre nos embarcamos en esta escapada que tuvo como meta Ribadesella, localidad distante poco más de 200 km de Leioa, la que se llega en un par de horas. Salimos tarde, así que 20 km antes de llegar a nuestro destino, nos detuvimos a comer el bocadillo en un marco extraordinario, la playa de San Antolín, perteneciente al concejo asturiano de Llanes, pudiendo contemplar el trajín de tractores con los que extraían de la mar las algas, bajo la atenta mirada de una gaviota.

Escogimos el Hotel Ribadesella Playa, situado a orillas de la playa de Santa Marina, para pasar las tres noches de esta escapada. La relación calidad-precio fue muy buena, aunque con la pega de que en esa parte de Ribadesella todos los restaurantes están cerrados a finales de octubre. En el centro de la población también cierran varios, pero una de las noches nos dimos un homenaje en la Sidrería La Guía, degustando el mejor pulpo a la brasa que jamás he comido, medio cachopo y un fortísimo queso de Garmonéu. Las tardes las aprovechamos para ir descubriendo el pueblo, tras dar un paseo de algo más de un kilómetro desde el hotel.

Al igual de lo que me sucede con Galicia, disfruto cada vez que viajo a Asturias, por sus paisajes costeros y de montaña y por lo bien que se come, así que una vez instalados en el hotel deshicimos 16 km para regresar al concejo de Llanes y recorrer dos tramos costeros, primero caminando sobre los acantilados hasta la punta de Huelga y luego para conocer un sitio único, la pequeña playa de Gulpiyuri, la única playa interior que conozco, pues no tiene salida directa al mar y se desagua por efecto de la bajamar.

Comenzamos el segundo día volviendo otra vez en dirección Cantabria 11 km, hasta la frontera entre los concejos de Ribadesella y Llanes. Dejamos el coche cerca de la coqueta playa de Guadamía y fuimos caminando hasta el lugar en el que se encuentran los Bufones de Pría, especie de chimeneas por las que sale el agua de mar. No pudimos hacer coincidir nuestra estancia con una pleamar viva, cuando se muestran en todo su esplendor. Con el coche nos desplazamos luego al otro lado de la ría, en el concejo de Ribadesella, para caminar sobre los acantilados de Guadamía, contemplando el romper de las olas sobre la zona de Llanes, donde se encuentran los bufones.

Iniciamos el regreso a Ribadesella y, poco antes de llegar a esta localidad, tomamos un desvío para acercarnos a una pequeña área recreativa, en la que comienza el sendero que se dirige a los acantilados del Infierno. Una vez en la línea costera, seguimos caminando por el borde del mar para poder contemplar los islotes de Palo Verde y Palo Pequeño y un arco que se suspende sobre el agua. Aquí damos por concluidas las visitas costeras de esta escapada. Por cierto, todos los lugares nos han encantado, máxime con el tiempo tan bueno del que estamos disfrutando.

Regresamos a Ribadesella y damos un paseo por la orilla de la ría del Sella, que en ese momento se encuentra en bajamar. Al mediodía tenemos concertada la entrada a la cueva de Tito Bustillo, que cuenta con pinturas prehistóricas y forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Solo está abierta desde el 1 de marzo al 31 de octubre, cerrando lunes y martes (los miércoles es gratis). Después de la comida visitamos el cercano Centro de Arte Rupestre, muy interesante y el único lugar en el que se puede tomar fotos. Con la misma entrada se accede a la cuevona de Ardines, que se encuentra a un paso (cierra en enero). Más información de estos lugares en www.centrotitobustillo.com.

Nunca había estado en Tito Bustillo ni tampoco en el curioso lugar al que desde allí nos dirigimos, que lleva por nombre la Cuevona de Cuevas del Agua. Está a 5 km escasos de Ribadesella y en realidad es el túnel que da acceso por carretera a la aldea de Cuevas del Agua. En los 300 metros de galería, con varias curvas, puedes contemplar varias estalactitas y estalagmitas perfectamente iluminadas. Eso si, hay que caminar con precaución porque por esta cueva pasan coches.

Hemos dejado el tercer día para pasarlo íntegramente en los lagos de Covadonga, que forman parte del Parque Nacional de los Picos de Europa. Antes de llegar a ellos nos detenemos en el santuario de Covadonga para hacer una visita a “La Santina” y contemplar la escultura de Don Pelayo y la gruta. Como el acceso por carretera es libre a partir de mediados de octubre, pudimos subir con el coche hasta los 1070 metros de altitud a los que se encuentra el lago Enol, de 750 metros de largo y unos 400 de ancho.

Previamente habíamos subido algo más, hasta los 1108 metros a los que se encuentra el lago Ercina, para mí el más hermoso de los dos. Como el día estaba espectacular y no había casi gente, dimos un agradable paseo bordeando el lago, disfrutando de las montañas que lo rodean, para luego subir al mirador de Entrelagos, desde donde se tiene una imagen casi área de ambos lagos. En el lago Ercina hay un pequeño bar, en el que a modo de hamaiketako nos obsequiamos con un bocadillo de chorizo de los de no olvidar. Se estaba tan a gusto… Cuando marchamos pudimos observar que tanto el aparcamiento como la carretera que une los lagos, estaban repletos de coches y eso que era un jueves de la última semana de octubre.

Bajamos a comer a Cangas de Onis, población que me gusta y que está llena de hoteles y restaurantes, al igual que sucede con la carretera que sube a Covadonga. Por supuesto nos acercamos a su lugar más emblemático, el mal llamado puente romano, con su cruz de la Victoria colgante, pues su construcción se efectuó durante el reinado de Alfonso XI. También visitamos un pintoresco bar de nombre “La Sifonería”, que parece un museo, que nos trae gratos recuerdos de un viaje anterior. Aquí concluyó prácticamente esta escapada, pues al día siguiente nos limitamos a caminar por el paseo marítimo de la playa de Santa Marina, para luego regresar a casa con un buen sabor de boca. Asturias es un lugar lleno de encantos.

Una de cascadas: Goiuri, el Nervión, El Peñón y Tobera

Martes, 19 de noviembre. Por fin sale el sol. Atrás dejamos los 18 días de noviembre pasados por agua, así que hay que salir, pues llevo casi un mes anclado en casa. Hace un mes estaba en Santiago de Chile, teniendo que caminar tapándome la nariz y los ojos para evitar los gases lacrimógenos lanzados por los carabineros. Hoy toca disfrutar de la naturaleza y del aire puro. Hemos querido aprovechar tanto el día que nos hemos metido entre pecho y espalda 282 km de coche. Habría sido más racional hacerlo en dos veces, como hemos hecho en otras ocasiones, un día las cascadas de Goiuri y el salto del Nervión y otro las de Pedrosa de Tobalina y Tobera. Hemos tenido que ir deprisa, pues el día es corto, pero ha merecido la pena. El tiempo ha estado fantástico, pero frío, entre los 5 y los 7 grados de temperatura.

Dejamos atrás las nieblas y la autopista en Altube, continuando en dirección Izarra-Orduña para llegar al aparcamiento del mirador de la cascada de Goiuri-Gujuli. Casi siempre hemos estado solos en este lugar, pero este martes creo que ha salido todo el mundo, como los caracoles, pues enseguida nos aparecen 52 personas que viajan en autobús, así que de paz y tranquilidad nada. Solo hay que caminar 500 metros para llegar al mirador de la cascada, pero tenemos que guardar cola para fotografiar la caída de agua de 100 metros del arroyo Oiardo. Regresamos al coche antes de que lo haga el grupo para realizar el breve paseo por el bosque y disfrutar de los colores del otoño y de las vistas sobre el macizo de Gorbeia, con las cumbres nevadas.

Por el puerto de La Barrerilla descendemos hasta el fondo del valle y más en concreto a Urduña-Orduña, la única ciudad de Bizkaia. Es un buen lugar para el hamaiketako, pues hasta Berberana no hay ningún bar. Me gusta esta población, por los monumentales edificios con que cuenta, que se articula en torno a la Foru plaza, donde se encuentra la antigua Aduana, hoy convertida en hotel-balneario, la iglesia de la Sagrada Familia, los soportales y la Confitería Larrea. También merece la pena acercarnos al conjunto fortificado y la iglesia de Ntra Sra de la Asunción, viendo por el camino varios palacios.

Fuera del casco urbano de Urduña-Orduña se encuentra el edificio más emblemático de la ciudad, el Santuario de la Antigua, en cuyo interior se venera la imagen de la Virgen, escultura gótica del siglo XIV, tallada en madera de tilo y policromada. Desde el santuario se puede divisar el gran monumento de la Virgen existente en la cima del monte Txarlazo. En invierno, desde la carretera es fácil poder contemplar el “bollo”, fenómeno por el que la sierra Sálvada atrapa las nieblas procedentes del valle de Losa.

Subimos el puerto de Orduña y ya en tierras burgalesas enseguida tenemos la entrada al monte Santiago, con un aparcamiento delante. Es el mejor punto de acceso al salto del río Nervión. Si dejamos el coche a la entrada habrá que caminar casi 10 km (ida y vuelta), si lo dejamos en el siguiente aparcamiento, unos 7 km y si continuamos hasta el último aparcamiento, unos 4 km (también día y vuelta). El martes la pista parecía la Gran Vía, plagada primero de coches y luego de peatones. Nos detenemos primero en la antigua lobera y enseguida llegamos al mayor salto de agua de la Península Ibérica, con 222 metros de caída. Un espectáculo, aunque pensábamos que iba a tener más agua con lo mucho que ha llovido, pero en el monte Santiago no hay ni rastro de nieve. Las cumbres nevadas las tenemos enfrente, en el macizo de Gorbeia. El otoño está ya muy avanzado en la zona.

Paramos en Berberana a tomar algo y circulamos por el valle de Losa, para luego atravesar el desfiladero del río Jerea y llegar a Pedrosa de Tobalina. Aquí se encuentra nuestro siguiente objetivo, la cascada El Peñón, en la que el río Jerea se precipita 12 metros, con una anchura de 40. Primero vamos al mirador sobre la cascada y luego bajamos al cauce del río. Un lugar precioso. Nos hemos encontrado con tanta gente a lo largo del día que se nos ha hecho tarde. Pensábamos ir a Frías a comer pero nos quedamos aquí, en el bar-asador Cobra, cuyo menú del día nos resultó caro para lo que ofrecía.

Nuestro destino final está cerca, la ciudad de Frías, deteniéndonos antes de entrar en su monumental puente, de origen romano aunque su aspecto actual es medieval, del siglo XIV. Tiene 9 arcos y 143 metros de longitud, con una torre defensiva en la parte central. Se nota que ha llovido mucho en los últimos días, pues el río Ebro baja con mucha agua, algo que percibiremos todavía mejor cuando regresemos por el desfiladero, en la zona de Sobrón. Contemplamos el castillo y continuamos.

Nuestro siguiente destino está a unos 4 km, en un precioso emplazamiento formado por el puente medieval, la ermita románica de Santa María de la Hoz, del siglo XIII y el Humilladero del Cristo de los Remedios, del siglo XVII, todo ello situado junto a una gran roca. Estamos en Tobera. Aquí, el río Molinar, que ha recogido el agua de los montes Obarenes, se precipita unos 45 metros dando lugar a cinco saltos de agua. Para contemplarlos hay un camino empedrado de unos mil metros de recorrido y más de 110 escaleras, que desciende hasta el pueblo. Merece realmente la pena recorrerlo.

El retraso que hemos acumulado a lo largo de la jornada he hecho que nos quedemos sin las riquísimas morcillas de Frías que hemos comprado en otra ocasión, pues la única carnicería que hay cierra a las 14 horas y los lunes, martes y miércoles no abre por la tarde. Cuando regresamos de Tobera tenemos una magnífica vista del centro histórico de “uno de los pueblos más bonitos de España”, con el castillo que domina la población en primer plano, las casas colgadas a continuación y la iglesia de San Vicente en el otro extremo. Merece la pena una visita pausada a esta localidad, pero hoy nos tenemos que conformar con tomar un café. Son las 5 de la tarde, enseguida anochece y tenemos hora y media de viaje para regresar a casa. Ha resultado un día extraordinario, que hemos aprovechado a tope.

Santiago del Chile y alrededores: El final del viaje.

Todavía nos quedan cuatro noches por delante, pero cuando tomamos el vuelo de Isla de Pascua a Santiago de Chile, parece que el viaje a concluido, máxime después de los lugares de los que hemos disfrutado en la argentina región de Cuyo y en Rapa Nui. Al día siguiente a nuestra llegada pedimos un Uber (más barato que el metro) y nos trasladamos al mercado central, declarado monumento histórico en 1984. Hoy se ha convertido principalmente en un centro con bares y restaurantes, aunque cuenta también con varios puestos de pescado y uno de frutas y verduras. El mercado principal está en otro lugar. Casi enfrente tenemos la vieja estación de Mapucho, a la que llegó el tren de Mendoza entre 1912 y 1987. Desde 1994 es un centro cultural, en cuyo vestíbulo hay una interesante exposición de imágenes de un concurso fotográfico. En el interior hay una feria de deportes de montaña, que no nos da tiempo a visitar.

Por un animado paseo peatonal nos dirigimos al lugar más interesante de la capital, la plaza de Armas, a la que se asoman notables edificios, como el de Correos, la Catedral metropolitana, finalizada en 1775, y la contigua Iglesia del Sagrario. También podemos contemplar a un mimo, puestos de venta de cuadros, la estatua de Pedro de Valdivia y el monumento a la libertad americana, dedicado a Simón Bolívar. Todas las fotos de esta ciudad están sacadas con el móvil, pues varias personas me han recomendado que, por seguridad, no lleve la cámara de fotos. Luego me he arrepentido, pues en ningún lugar he tenido sensación de inseguridad aunque, eso sí, en la plaza de Armas la presencia policial era elevada.

Hemos tenido que comer pronto, en el popular y excelente parrilla El Novillero, pues a las tres de la tarde teníamos concertada la visita al Palacio de la Moneda, sede de la presidencia de la República de Chile y de varios ministerios. Durante el golpe de Estado de 1973, el edificio que era defendido por Allende y algunos de sus partidarios, fue bombardeado por cañones del ejército de Chile y cohetes lanzados desde dos aviones. Aquí falleció Salvador Allende el 11 de septiembre de ese año. Como estaba el presidente trabajando, aunque pudimos estar a unas escaleras de su despacho, no pudimos visitar algunas dependencias. Quién nos iba a decir que el 17 de octubre íbamos a ser los últimos turistas en poder acceder al palacio, pues al día siguiente comenzaron los graves incidentes en la capital, que luego se extendieron a otros muchos lugares del país.

Tras la visita seguimos recorriendo la ciudad en busca de una cafetería que no estuviera en zona peatonal y tuviera wifi, para poder pedir un Uber. Cuando conseguimos contactar, no nos quisieron llevar porque había mucho tráfico, así que cogimos un taxi en la calle para dirigirnos al funicular que sube al cerro San Cristóbal, sobre el que se alza el santuario de la Inmaculada Concepción, que se eleva casi 300 metros sobre la ciudad. Las vistas no resultan hermosas, destacando el rascacielos Torre Costanera. Mucho más interesante nos pareció la calle Pío Nono, situada junto a la base del funicular en el barrio Bellavista, una zona de ambiente llena de pequeños bares y pinturas murales, en la que nos detuvimos a tomar un buen vino chileno. Lástima que en los días posteriores no pudimos llegar a este lugar, dado que teníamos que cruzar las plazas Italia y Baquedano, el epicentro de las protestas que comenzaron al día siguiente.

18 de octubre. Para este día habíamos contratado con Tour Chile una excursión al Cajón de Maipú y la laguna del Yeso, que la siguen vendiendo pese a saber que lleva cerrada desde principios de junio, debido al mortal accidente que costó la vida a dos niñas brasileñas. Como es una zona de constantes desprendimientos, no tienen previsto volver a abrir el sendero. Tres días antes nos ofrecen otra excursión al mismo precio, pese a que cuesta más del doble. Hasta las 10 de la noche de la víspera no nos informan de que pasarán a recogernos a las 06:30 h, así que toca madrugar. La primera visita la realizamos al mirador interpretativo de la batalla de Chacabuco, que tuvo lugar en este lugar el 12 de febrero de 1817 y fue crucial para la independencia de Chile. Fue construido en 2017, con motivo del bicentenario, aunque desde 1971 existía el gran monumento de 20 metros de altura.

Nos volvemos a detener en la ruta para contemplar de nuevo, pero muy de lejos, el Aconcagua, para luego seguir por la carretera de las 29 curvas en zigzag hasta los 3200 metros de altitud en los que se sitúa el Paso de los Libertadores, frontera con Argentina. Los paisajes de montaña son extraordinarios. Poco antes de llegar nos desviamos a la estación de esquí de Portillo, ubicada a unos 2800 metros de altitud y una de las más famosas de Chile, a cuyos pies se encuentra la preciosa laguna del Inca, rodeada de montañas nevadas. Tuvimos la suerte de poder contemplar este espectáculo antes de que se levantara el viento y desaparecieran los reflejos en el agua. El viaje ha merecido la pena. Al regresar a Santiago, por la radio del minibús nos enteramos de que habían comenzado los disturbios en la capital y que tendríamos complicado llegar a la puerta del Hotel.

19 de octubre. Por Internet hemos contratado un tour a Valparaíso, una ciudad de la que nos habían hablado de la inseguridad. En buena hora lo hicimos, pues el conflicto se estaba extendiendo por todo el país. Además de esta forma viajamos mucho más cómodos y seguros, pudiendo acceder a la casa de Pablo Neruda y caminar por los cerros como el Concepción, al que accede el funicular más antiguo de la ciudad, que data de 1883. También subimos al cerro Artillería, donde se encuentra el Museo Marítimo. Sacamos muchísimas fotos a las escaleras y a las casas con su fachada pintada. Bajamos en un arcaico funicular y contemplamos otra joya de Valparaíso, los viejos trolebuses.

Debido a su riqueza arquitectónica desarrollada principalmente a finales del siglo XIX, en 2003 el centro histórico de Valparaíso fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Si de algo disfrutamos fue contemplando y fotografiando el llamado Museo a cielo abierto, formado por infinidad de pinturas murales esparcidas por las calles que descienden del cerro. Tuvimos suerte de abandonar esta ciudad a mediodía, pues aquí los incidentes comenzaron a primeras horas de la tarde, llegando a destruir la estación principal del metro.

La siguiente visita fue a la conocida como “Ciudad Jardín”, Viña del Mar, principal y elitista centro estival de Chile, pero nos recordó a Benidorm. No pudimos acercarnos al centro histórico de la ciudad, pues en la plaza Italia ya estaba preparado el ejército para intervenir en caso de incidentes, así que nos conformamos con ver su emblema, el Reloj de las Flores y los exteriores del Museo Fonck, en el que hay un moai auténtico traído de Rapa Nui y la escultura La Defensa, de Auguste Rodin. Comimos junto a la playa de Reñaca, la más popular de la ciudad pese a estar prohibido el baño por las corrientes. En esta temporada estaba casi desierta, pues todavía hace frío. Salimos de Viña del Mar entre caceroladas de los manifestantes, pero peor fue la llegada a Santiago. Para llegar al hotel tuvimos que cruzar la zona de la plaza de Italia, con gran picor en ojos y nariz debido a los gases lacrimógenos.

Cuando salimos hacia Valparaíso el día 19 de octubre, pudimos ver los destrozos del día anterior, marquesinas de autobús destrozadas, semáforos, mobiliario urbano y autobuses quemados y restos de barricadas por todas partes. También destrozaron muchas estaciones de metro, incendiaron varios vagones y saquearon e incendiaron comercios. El transporte público fue completamente suspendido y también las clases escolares y universitarias, así como las competiciones deportivas. Todo comenzó el día anterior con unas protestas pacíficas, siendo el tema desencadenante la subida del precio del metro de 800 a 830 pesos. Aunque el gobierno enseguida rectificó los ánimos se calentaron al sacar a los militares (los milicos) a la calle, al mando del general Iturriaga, e instaurar el estado de excepción con toque de queda de 22:00 a 07:00 h, algo que no sucedía desde la época de Pinochet.

Pude que conversar con una pareja que salía de la barricada incendiada que teníamos a unos pasos del hotel, cuando faltaban menos de 10 minutos para el toque de queda. Me dijeron que lo del metro solo fue la gota que colmó el vaso, pues el gran problema es la gran desigualdad existente en el país, con el salario mínimo en 375 € cuando la vida es muy cara. Las pensiones, la electricidad, el agua, la sanidad y la educación están privatizadas. “Esto no va a parar hasta que el presidente Piñera dimita”, concluyeron. El 20 de octubre el toque de queda comenzaba a las 7 de la tarde, hora de salida de nuestro avión de regreso, así que a las 11 de la mañana nos trasladamos al aeropuerto, en el que 5.000 personas pasaron la noche, por cancelación y retraso de sus vuelos o por no poder salir del aeropuerto por el toque de queda. El de Madrid-Frankfurt y el de París, creo que fueron los únicos que salieron en hora. Así concluyó este viaje de 21 días.