Patxi López, que puede ser el nuevo presidente del Congreso de los Diputados con el beneplácito de las dos derechas españoleas, PP y Ciudadanos, avisó durante la campaña en su cuenta de Twitter: “Porque lo hicimos entonces. Porque lo volveremos a hacer en el futuro”. En diciembre no fui capaz de entender lo que significaba, lo confieso, poco acostumbrado como estoy a que López diga la verdad, pero el pacto del PSOE con el PP puede estar hecho cambiando los papeles: un socialista presidirá la cámara y un “popular”, el Gobierno.
La sombra de Irán es alargada
Partamos de una base cierta: es imposible que el gobierno de Irán haya financiado ilegalmente a Podemos si cuando realizó las inyecciones de dinero este partido no estaba creado. Y sigamos por otras certidumbres: las relaciones de Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero, entre otros miembros de esta nueva y ambiciosa izquierda, con el gobierno de Irán (que sí pudo llegar a aportar hasta dos millones de euros a asociaciones culturales que usaban para encubrir productoras audiovisuales) y con el de Venezuela (que también pagó facturas millonarias), van a perseguirles.
Hacienda somos casi todos
Dolores Ripoll ha dejado claro esta semana lo que muchos sospechábamos desde hace tiempo: que el de “Hacienda somos todos” solo fue un afortunado claim para una campaña. Lo sangrante es que lo haya reconocido esta abogada del Estado durante el juicio a la hermana del Rey e hija del anterior Rey, para exonerarla. Todo vale, hasta tirar por la borda años y millones de lucha contra el fraude, para librar a la infanta Cristina de una condena. La justicia, por extensión, tampoco es igual para todos.
Igualdad, la que tengo aquí colgada
Bego Beristain ha agitado en su blog y en Twitter un árbol que no habíamos visto mover a nadie en un entorno próximo: la sangrante desigualdad que existe entre el balón de oro femenino y el masculino. No se trata solo de la gigante diferencia entre ingresos, se trata de lo simbólico, de que el trofeo que se llevó Carli Lloyd ni siquiera es igual que el que se llevó Leo Messi, y que la cobertura mediática ha sepultado por completo el mérito de Lloyd, tan significativo o más que el del argentino.
Detrás de David Bowie, el desierto
Ayer me quejaba amargamente de que la muerte de David Bowie marcaba un antes y un después: era el último artista de verdad que quedaba. La sensación es que, después de él, los que vienen son solo productos de marketing, y no les importa. En Twitter, muchos jóvenes se preguntaban quién era David Bowie y algunos se mostraban orgullosos de no conocerlo. Ese es el futuro aunque lo ocultemos bajo capas de tecnología y “empoderamientos” interesados.