No hicieron falta los antidisturbios que se desplazaron a Catalunya, tampoco el refuerzo especial de dinero por si había un corralito, y después de conocer los resultados electorales, además de quienes se acercaron a la sedes, los únicos que se manifestaron fueron los falangistas en Madrid (‘Vozpópuli’). La minoría que quedó para cante el “Cara al sol” en la capital de España por su unidad, desde luego, no tienen nada que ver con esa mayoría que votó en emocionada paz.
Poner a un extremista no arregla nada
Otra conclusión que podemos extraer, en un simple vistazo a los resultados de las elecciones catalanas, es que cambiar a una mujer con problemas de carisma por un hombre duro, sobre todo, en su discurso contra la inmigración, no soluciona nada. Así que si en el PP vasco pensaban en reemplazar a Quiroga por Maroto, que se lo piensen. Y más si el ex alcalde de Gasteiz sigue “amenazando” a periodistas como Javier Ruiz que se atreven a decirle lo que no le gusta oír (‘Fórmula TV’).
Iglesias habló a los catalanes por un plasma
El suflé de Podemos empieza a bajar: en cuanto han tenido que hablar de cosas concretas en vez de la justicia y la injusticia universal, los votantes les han dado la espalda. Pero además del resultado, la noche del domingo me llamó poderosamente la atención que Pablo Iglesias hablara a los catalanes desde Madrid por medio de un streaming de YouTube. Para que nos entendamos: desde una pantalla como hizo (y le criticamos) Rajoy.
Catalunya elige a su propia oposición españolista
Más allá del buen resultado de Junt Pel Sí (todos los partidos desearían tener sus “problemas” y sus escaños), hay un resultado muy significativo: los catalanes viven tan lejos de España que elijen su propia oposición españolista (Ciudadanos) porque no se fían de PSOE ni de PP. En Euskadi, estas dos opciones, mayoritarias en España, son también residuales. Pero en Catalunya incluso han buscado su propia opción constitucionalista.
Todos los países necesitan un modelo
Junts Pel Sí puede sumar sus escaños a la CUP (que empieza a poner condiciones como la salida de Artur Mas) para formar el gobierno que avanzaría hacia la independencia. Pero, si suman, ¿cuál sería su modelo de proceso? Y si avanzan en la independencia, ¿cuál sería el modelo de país? Personalmente no creo en las huidas hacia delante y sí en el avance seguro y, si es necesario, lento, cuando está en juego la salida de Europa o perder fiabilidad en los mercados (‘La Información’).