Albert Rivera, el acusador

No suelo traer a la columna los tuits de Gabriel Rufián porque quienes buscan el retuit para llamar la atención no son de mi gusto. Prefiero los que, simplemente, comunican. Pero creo que ayer acertaba cuando reclamaba a Albert Rivera que pidiera perdón a los profesores que el de Ciudadanos acusó, dejando clara su identidad, por haber señalado a hijos de Guardias Civiles, y a los que un juez acaba de exculpar archivando la querella. Ser político obliga a ser responsable.

Quim Torra, otro tuitero

Deseo lo mejor a Quim Torra como president del Govern. Por ejemplo, le deseo que se libre del yugo de Puigdemont, pero va a tenerlo difícil. Además, Torra tendrá que lidiar con su pasado tuitero (otro más, como Sánchez, como Garrido, como Trump), en el que ya han indagado los medios para señalar, cómo no, sus comentarios de desprecio hacia los españoles. Por supuesto que el único responsable de esos tuits es Torra, pero la caza mediática al tuitero tiene que terminar.

Cifuentes, una funcionaria

Después del asunto del falso máster (a estas alturas, indiscutible) y de que unas cremas por valor de 40 euros en su bolso de marca hayan acabado con su carrera política, Cristina Cifuentes vuelve a la casilla de salida en una universidad pero con el cutis más terso: la UCM le ha asignado un puesto provisional acorde a su nivel (tipo A del funcionariado, que obtuvo en 2001), y ganará entre 50.000 y 100.000 euros al año, en función de su antigüedad. Lo que le corresponde.

Franco, el que da honor

Si no lo ven, tienen y tenemos un problema. Si lo ven, tiene y tenemos un problema mayor. Me refiero a la explicación de Rafael Catalá sobre el ducado de Franco (que Juan Carlos I concedió a María del Carmen Franco y Polo, en 1975): no lo retiran porque “solo” es honorífico. ¡Claro, por eso habría que retirarlo! Como les digo: si en el PP lo consideran “un honor” y no se dan cuenta de lo que es, malo; pero si se dan cuenta, peor. Pero tiene razón Catalá: tampoco lo retiró el PSOE.

La libertad dictada

Voy a romper el ritmo para traerles este tuit de una usuaria con solo 185 seguidores, que para mí es de lo mejor que he leído últimamente: “Hemos querido que todo el mundo se sienta libre y hemos acabado imponiendo la manera en la que has de sentirte libre. Algo ha fallado en el plan”. Evidentemente, se refería a las cazas digitales de brujas a las que estamos asistiendo, con victimizaciones virtuales que no hacen ningún favor a las víctimas reales y tanta moralina como inquisición.

Es el turno de los catalanes

Si el PNV no evita el bloqueo a los Presupuestos Generales del Estado podríamos haber ido al peor escenario político en España pero también en Catalunya: a unas elecciones con una pugna por ser quién es más duro con el nacionalismo, que podrían haber acabado con Rivera en Moncloa, que cortaba el débil hilo de comunicación entre Barcelona y Madrid y que iban a derivar en otras elecciones catalanas, algo a evitar según la a secretaria general del PDeCat, Marta Pascal.

Parece que cogen el testigo

El portavoz del PDeCat en el Congreso, Ferrán Bel, fue hábil con las palabras: “Ha denunciado que hubieran sido los nacionalistas vascos los que ‘han presentado la enmienda a la totalidad’ de las cuentas del Ejecutivo, ya que estos habían conseguido que las pensiones suban el 1,6 % en el 2018 y según el IPC en el 2019, así como retrasar el Factor de Sostenibilidad”, leemos en El Nacional. Si consiguen formar gobierno en Catalunya y Rajoy levanta el 155, es posible materializarlo.

¡Lo pedía hasta ERC!

Horas antes de que se anunciara que el PP había accedido a las condiciones básicas del PNV, Gabriel Rufián, de ERC, declaraba: “Estos presupuestos suben las pensiones un 0,25% y el presupuesto de defensa un 6,9%. Estaría muy bien que invirtieran un poquito más en nuestros mayores y un poquito menos en tanques”. Pues bien, eso ya no va a pasar. Y el logro del PNV ha descolocado sobre todo a los que se llaman de izquierdas. Pero los pensionistas no van a dejarse manipular.

¡Anda que Ciudadanos!

Si la izquierda está desubicada (¿dónde está el PSOE? ¿Por qué Podemos no empieza a preocuparse por otros problemas además de los internos? ¿Bildu va a prestar atención por fin a algo que no sea ETA?), a la derecha se le ha quedado cara de pasmo cuando ha visto que el PNV ha logrado lo que ellos no con las pensiones, y que ha logrado también alejarles de Moncloa y del Govern evitando, de un plumazo, tal vez hasta dos adelantos electorales que les beneficiaban.

Ortuzar habla… Y responde

Arnaldo Otegi se apresuró a marcar posición vía Twitter, sabedor de que el logro del PNV le desubicaba, mejorando sustancialmente la vida de los pensionistas (Bildu también podía haber negociado) y haciendo más por la gobernabilidad de Catalunya que poner un hashtag. Andoni Ortuzar, unas horas después, le respondía: el PNV estuvo presente en Moncloa como va a estarlo en Kanbo, superando incompatibilidades y bloqueos, que es de lo que va, precisamente, la política.

Aquí jugamos todos

La batalla entre tuiteros de derechas y de izquierdas sobre el derecho al anonimato en Twitter es bastante interesante. Primero, por la incoherencia que muestran algunos: la misma que cuando se trata de cuestiones más relevantes, pero muchos más evidente ahora. Segundo, porque el tema es más importante que lo que una batalla entre tuiteros deja apreciar. Se trata de si quieren que el anonimato sea un derecho para colarnos que la impunidad sea un derecho.

Los incoherentes hechos

¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Primero, Gabriel Rufián amenaza con desvelar su identidad a Pastrana, un conocido tuitero de derechas (casi 100.000 seguidores) que desde el anonimato atiza a nacionalistas y progresistas. Días después sabemos que se trata del alcalde de un pequeño pueblo, del PP. A modo de venganza, desde la derecha destapan la identidad del que lo hace público: Esparroquí, un “activista” de izquierdas, según él. Y un montón de anónimos de un bando y otro jalean las revelaciones.

¿Quién tiene más derecho al anonimato?

Ninguno. Ni un alcalde del PP puede esconderse en el anonimato para ser el más agresivo de los conservadores en Twitter, ni un “activista” de izquierdas puede mantener el anonimato simplemente porque se declare eso, activista. La sublimación de la tontería la logran la cantidad de usuarios anónimos que aplauden el desenmascaramiento del contrario mientras defienden el anonimato del propio. Ambos “ex” del anonimato cuentan además con casos de acoso a otros tuiteros.

Todos se retratan

Otro anónimo (Twitter está lleno de ellos) creo que clavaba el resumen de todo esto: “Es admirable la paciencia que tenéis con los gilipollas”. Podía referirse a cualquiera, incluso a sí mismo, o a Barbijaputa, la tuitera estrella de la izquierda que participó como una voz en off en un debate sobre la visibilización de la mujer, y justificaba con una cabriola imposible su alegría porque hubieran desenmascarado a Pastrana. El problema es de quien se toma demasiado en serio a sí mismo en Twitter.

La privacidad es otra cosa

Todo esto sucede mientras celebramos el día del derecho a la privacidad en Internet. Algunos me dirán que eso es precisamente lo que defendían Pastrana y Esparroquí con su anonimato, pero no habrán entendido nada. Estar en Internet (donde ya estamos todos) con cierto nivel de privacidad, sin estar absolutamente expuestos en todo momento, es una necesidad. Unir ambos debates beneficia a quien quiera esconderse para atacar con impunidad, el fin último de los que defienden el anonimato.

Así intimidan… Desde Madrid

Parece que la prensa de Madrid está encantada con la sucesión de noticias que genera Bilbao últimamente. Forma parte de su cultura: si algo va bien y de pronto, no, hacen leña. Esa evidencia (resulta pasmosa la ignorancia con la que hablan del sistema vasco en Telecinco, por ejemplo) no resta gravedad al asunto (de hecho, se la añade): el vídeo de los navajeros en el metro de Bilbao es preocupante porque existe, no porque lo publiquen también en el digital de Pedro J. Ramírez.

Así intimidan… Lo que van de buenos

Un problema no hay que esconderlo ni agrandarlo: hay que afrontarlo. Ni son hurtos menores los robos de móviles de varios cientos de euros que unos menores sustraían a otros mucho antes de que el tema saltara a los medios y en el centro de Bilbao, ni una representante pública, como la secretaria general del PP vasco puede ir a Otxarkoaga para recomendar a mujeres mayores que no salgan con oro a la calle. Lo de Amaya Fernández es falta de compromiso social.

¿Quieren anonimato sí o no?

Al parecer, uno de los azotes de la derecha a la izquierda en Twitter ha dejado de ser anónimo gracias a las propias pistas que ha ido dejando en otras redes sociales. Gabriel Rufián lanzó la piedra y alguien salió corriendo a hacerle el trabajito para que no tuviera ni que esconder la mano. Pastrana (así se llama el antihéroe) podría ser un alcalde de un pueblo, del PP. Ojalá se confirme aunque solo sea para que “uno de pueblo” haya tenido firmes a todos los progres interneteroscapitalinos, urbanos y cosmopolitas.

No es un tema menor

Yo lo tengo claro: no hay un solo argumento con el que esté de acuerdo para afirmar que el anonimato en Internet es bueno. Y no hablo de tener nicks, como ha habido siempre, sino de esconderte. El tema no es menor porque muchos de los que celebraban conocer la identidad de Pastrana lo hacían, ridículamente, desde el anonimato y clamando contra los globos sonda del gobierno para obligar a todo el mundo a estar debidamente identificado en las redes sociales digitales.

Un eventazo instagramer

Me he enterado tarde y mal. Mal porque estoy con gripe y no voy a poder acudir: pero la oportunidad de conocer a Phil González hoy (12:00) en la Torre Iberdrola es estupenda. No se trata del inventor de Instagram, pero sí de la comunidad más relevante de usuarios dentro de esta red social, los “igers”. Quienes se manejen en esta aplicación ya sabrán de sobra de lo que les hablo. El francés tiene nuevo libro y está hoy en Bilbao para presentarlo de la mano, claro, de Igersbilbao.

Buenos propósitos para 2018

El tuit de Juanan Salmerón: “Como propósito para 2018 podríamos plantearnos dar menos relevancia a lo que puedan decir políticos de la talla de Monedero, Rufián o Talegón. Nos irá mejor a todos”, me dio una idea. Podría traerles unas cuantas ideas para que 2018 fuera un año mejor haciendo caso a unos propósitos tan buenos como sencillos. El primero, obviar a los políticos que son hábiles en esto de amaestrar masas en Twitter pero no valen para mucho más, como los citados.

Tonterías, tampoco

Junto a políticos cutres que se manejan mejor en redes sociales que en política, podemos citar a los periodistas cutres que hacen exactamente lo mismo. Son unos cuantos, y esta semana los que cumplen con el requisito de mediocridad en España están pasándoselo muy bien con la chorrada de Tabarnia, repitiendo que han tenido una magnífica idea para ver si, de tanto decirlo, se convierte en verdad. Yo me quedo con la llamada a la cordura de Lucía Méndez y la hago extensiva a todo el año.

Igual en 2018…

A Julian Assange le han bloqueado su cuenta en Twitter esta semana, pero ya ha abierto otra y sigue con sus mensajes latosos y recuperando poco a poco su masa de seguidores. No le pido a 2018 que se la bloqueen definitivamente, lo que le pido es que deje de importarnos ese canal de comunicación que un portavoz de la realidad sesgada (Assange o cualquier otro) usa como luz y guía. Ya saben que a mis ojos su actitud hacia Catalunya, favorable al procés, no le indulta de su soberbia anterior.

El año de la Identidad Digital aseada

Ojalá 2018 sea el año en el que todos, sin excepción, tomemos conciencia de lo importante que es nuestra identidad digital y nuestro rastro en Internet. Sobre todo, aquellos autónomos o propietarios de pequeñas empresas que salen de un cursillo de marketing digital con el Twitter de su marca y empiezan a cometer errores que se pueden ahorrar si siguen recomendaciones básicas. En Trecebits han recopilado cinco consejos que para este sector son imprescindibles.

Ni una foto sin su autor

¿Saben qué mejoraría sustancialmente Internet si todos los que usamos redes sociales cumpliéramos con el mismo propósito? Citar a los autores de las fotos. Podríamos empezar por dejar de seguir esas cuentas de imágenes fascinantes y que, literalmente, roban el trabajo a otros. Recientemente, ha aparecido una en Euskadi. Estoy seguro de que si empezamos por citar a los autores de fotos que nos gustan acabaríamos el año entendiendo muchas otras cosas que hacemos mal en Internet.